Dos jóvenes amigos, un escultor con talento pero algo tarambana y un recién licenciado en Filosofía, están enamorados de Yelena Nikoláievna Stájova, un «alma sensible», noble, amante de la naturaleza y de los que sufren. Yelena encuentra frívolo a uno de ellos, y cada vez más interesante al otro, pero entonces se cruza en su camino un tercero —otro joven, comprometido en la liberación de Bulgaria del Imperio turco— y queda impresionada por su determinación y sus convicciones: «es auténtico, ardiente, es un ideal vivo». Mientras tanto, sus padres preparan su boda con un alto funcionario… Alrededor de Yelena y sus cuatro admiradores, Turguenev recreó en En vísperas, su tercera novela, un enfrentamiento generacional que los críticos de la época vieron como una alegoría de la Rusia que estaba por llegar (de ahí el título de la obra), encarnada no precisamente en un hombre sino en una mujer. Su heroína, rebelde a la obediencia, capaz de decidir y de actuar hasta límites extremos, fue muy polémica e instauró un modelo hasta entonces ajeno no solo a la literatura rusa sino a la europea en general.