Karl Sch logel En el espacio leemos el tiempo So bre His toria de la civilizacion y Geopolf tic a Traduccion del alernan de Jose Luis Arantegui f1ll.ft.oleao. 'ba.ataf t!oslo (Jlzf(gf,. FL COLEGIO OE MEXICO. A. C. Biblioteca de Ensayo 55 (Serie Mayor) Ediciones Siruela Indice Introduccion 13 En el espacio leemos el tiempo I. El retorno del espacio 23 El barco de Alexander von Humboldt. Del arte de marear 25 Drama didactico I: La caida de! muro de Berlin (1989) 31 Drama didactico II: Ground 'Zero. 11 de septiembre de 2001 35 «Atrofia espacial». Desvanecimiento de! espacio 40 Horror vacui. El miedo a la simultaneidad 52 El caso alernan: el espacio como obsesion 56 Spartial turn, al fin 64 Ciberia: nuevo espacio, nueva Geopolitica 75 II. Leer mapas 83 Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicaci6n Tiempos de mapas. La epoca, contenida en mapas 85 pucde scr rcproducida, almacenada o transmitida en manera alguna Que indican los mapas. Conocimiento e interes 92 ni por ningUn medio, ya sea e lectr ico, q u Irn ico , m e c an i c o , o p t i c o , Lenguaje de mapa, lenguas de los mapas 100 de grabaci6n ode fotocopia, sin permiso previo del editor. Guerra y ojo 111 Titulo original: Im Raume lesen wir die Zeit. Sarajevo: conocer el terreno, sobrevivir 113 Ober Zivilisationsgeschichte und Geo p olit.ik Planta del gueto de Kovno 120 Colecci6n dirigida por Ignacio Gomez de Liano Filoatlas. Vias de escape 125 Disefio grafico: Gloria Gauger Pasajes: el camino de Benjamin a la Bibliotheque Nationale 130 © Carl Hanser Verlag, Mu nich-Vie na 2003 De fr onteras, Razorlike y otras cosas 138 © De la traducci6n, Jose Luis Ar an t eg u i © Ediciones Siruela, S. A., 2007 Imageries del mundo, imageries de mapas: otra cl Almagro 25, ppal. dcha. fenomenologia de! espfritu 148 28010 Madrid. Tel.: + 34 91 355 57 20 Paisajes de! parafso, y otros 153 Fax:+ 34 91 355 22 01 Portulanos. Apartarse de la costa. Hacia nuevas costas 160 [email protected] www.siruela.com «Discours du meridien»: Descartes y Cassini 165 Printed and made in Spain .. El mapa de Jefferson: la matriz de la democracia JV, Europa diafana 403 estadounidense 175 El rastro de Diaghilev en Europa 405 Mapping an Empire: la construcci6n geografica de la India, Topografia del terror 424 1765-1843 187 El cementerio de Europa 428 Mapas monocromos: el Estado nacional 197 La puerta de Birkenau 440 Comercio mundial. La fuerza de la burguesfa 209 Flechas: cambio de lugar, imagen de movimiento 446 Jan Vermeer: Interior con ge6grafo (1669) 218 Europa medida de nuevo 455 Dar nombre al mundo 223 Herodoto en Moscu, Benjamin en Los Angeles 467 Sandor Rad6: el informador y el amor a la cartograffa 227 Mental Maps / Paisajes en la cabeza: San Francisco, Notas 495 «el lugar de uno», «el Este» de los alemanes, etc. 240 El gesto de! estratega. Escenas en la mesa de mapas 246 Bibliografia 521 El fliineur: forma de movimiento, forma de conocimiento 257 Cr editos de las ilustraciones 548 m. Trabajo visual 263 Trabajo visual. Confiarse a los ojos. «En el espacio Agradecimientos 549 leemos el tiernpo» 265 Lugar de los hechos: Dallas, Texas, 22 de noviembre Indice onomastico 551 de 1963, 12:30 270 Pavimento de] trottoir. Superficies, jeroglificos 272 Paisajes, relieves 277 Lugares calientes, lugares frfos 287 Leer ciudades, leer planos 299 Edificios, plantas: «Hotel Lux», la «Casa jun to al Moscova» y otros 309 Proust, interiores 317 Directorios de Berlfn 324 El conocimiento de! lugar, subversivo 342 Itinerarios: actas de civilizaci6n 347 Huella dactilar, relieve del cuerpo 358 Biograffa, curriculum vitae 362 Manual para viajeros de Karl Baedeker, o la construcci6n de Centroeuropa 366 American Space. La poesia del highway 374 Espacio ruso: ensayo de una herrnerieu tica 388 Para Helmut Fleischer, mi amigo y maestro en filosofia Introducci6n La historia no se desenvuelve solo en el tiempo, tarnbien en el espacio. Ya nuestra lengua no deja duda acerca de que espacio y tiempo se corres- ponden indisolublemente. Los sucesos «tienen lugar» en algun sitio. La historia tiene «escenarios». Hablamos de «Iugar de los hechos». Nombres de capitales pueden convertirse en rubrica de epocas e imperios enteros. Hablamos de «campos de batalla de la historia» y de «campo de accion», de esfuerzos «del pueblo llano» o relaciones en un «piano de igualdad» y tarnbien de «altos mandos» y «alturas del poder», de «via crucis de sufri- mientos» como de «horizontes de expectativas», El espacio resuena en las metaforas del «panorama politico» con su «derecha», su «centre» y su «izquierda». Aun en la abstraccion de un metalenguaje nos vemos remiti- dos a «topicos- o a la «posicion» historica y social de las ideas. Esos enun- ciados son tan elementales y parecen entenderse por sf solos hasta tal pun to que rapidamente se desechan juzgandolos «lugar cornun» o ni siquiera se los encuentra merecedores de comentario alguno. Pero a veces lo nuevo comienza por una conversacion acerca de algo que por mucho tiempo se ha venido entendiendo obvio, o aun por el mero recuerdo de algo cafdo en el olvido: en el presente caso, lo espacial de toda historia humana. Al escribir historia se sigue habitualmente el orden del tiempo; el patron fundamental de la historiografia es la cronica, la secuencia tempo- ral de acontecimientos. Ese predominio de lo temporal en la narracion historica como en el pensamiento filosofico ha adquirido poco menos que un derecho consuetudinario que se acepta tacitamente sin preguntar mas, como ya seiialaran Reinhart Koselleck y Otto Friedrich Bollnow. La caren- cia de dimension espacial no llama ya la atencion, Pero luego hay momen- tos historicos en que se diria que una venda cae de los ojos. De golpe se hace claro que «ser y tiempo» no abarcan la entera dimension de la exis- tencia humana, que Fernand Braudel tenfa razon cuando titulaba al espa- cio «enemigo mimero I»: la historia humana como lucha contra el horror 13 vacui, esfuerzo incesantemente encaminado a domeiiar el espacio, dorni- fuentes y hacer accesibles desde nuevos ·costados algunas ya conocidas; narlo, y finalmente apropiarselo. El presente Ii bro pretende averiguar que pero tambien franqueaba formas expositivas totalmente nuevas. Escribir ocurre cuando se piensa y describe tambien en terrninos espaciales y loca- historia topograficamente centrada se deriva primariamente de) objeto, les procesos historicos. Hacerlo asi es tomar en serio la unidad de accion, no de! proposi to de do tar a una historia «arida» de una pizca de colorido tiempo y lugar, y pretende llegar a hacerse una idea de aquello que los o sabor local. Pero no se escribe un libro por evitar malentendidos, ni tam- estadounidenses Haman con tino y concision incomparables Spacing His poco para entenderse uno. Se trata en primer termino de probar posibili- tory. En lo que sigue, el mundo que nos encontremos se leera a modo de dades historiograficas, de pasar revista de medios expositivos buscando libro de historia grande y singular en que el ser humano ha inscrito sus aquellos que permitan escribir historia a la altura de la epoca, es decir, del jeroglificos. Pero si ya Hans Blumenberg era cauto sobremanera al utilizar siglo XX con todos sus horrores, discontinuidades, rupturas y cataclismos. la rnetafora «Iegibilidad de! mundo», y sefialaba que nose trataba de leerlo Este libro consta de historias, exploraciones y reflexiones, pero aun asi cque a modo de libro, ello vale aun mas para el presente ensayo: no es tanto leer no es una recopilaci6n. Todas giran en torno a una idea: pasa si se textos cuanto salir al mundo y moverse en el en la forma paradigmatica y piensa conjuntamente historia y lugar? Todas responden a la cuesti6n que cque primaria de explorar y descubrir. De ahi que esa frase de Friedrich Ratzel, atraviesa el libro como hilo conductor: ganamos en percepci6n y «en el espacio leemos el tiempo», parezca el lema mas preciso que quepa perspicacia hist6rica si nos tomamos en serio por fin (de nuevo) espacios y pensar para las incursiones e intentos de descifrar e interpretar la historia lugares? Si las introducciones son como itinerarios, descripciones de ruta de) mundo emprendidos en el presente libro. por tanto, cad6nde lleva el viaje de este libro? Son unos cincuenta estu- En calidad de historiador que por lo dernas trabaja en temas de historia dios, que se podria llamar paradas, incursiones, tentativas, ejercicios. Tie- de la Europa oriental, rusa para ser mas preciso, quizas deba su autor indi- nen algo de entradas de marinos que tantean salientes, islas, cabos. Aun la car razones por las que se ocupa asi de cuestiones de historiografia mas marcha de la exposicion en lo formal tiene que ver con la clave en que generales, te6ricas y metodol6gicas. Es el caso que una forma expositiva interpreta el movimiento. Semeja antes tantear y rondar que caminar que gire en torno al lugar historico ha resultado ser la mas adecuada para resuelto de A a B. Se funda en la inteligencia, ya vieja, de que a menudo se figurarme y hacerme presente la historia. Asf fue en mis estudios sobre entera uno mejor dando un rodeo que yendo por lo derecho. Aunque Moscii, la modernidad en Petersburgo o el Berlin ruso de entreguerras, asf desde luego, ni que decir tiene, hay un rumbo escondido que se expresa coma en numerosos ensayos sobre ciudades de la Europa central y orien- en los cuatro epigrafes principales, a man era casi de jornadas. tal. El lugar siempre se acredit6 el mas adecuado escenario y marco de referencia para hacerse presente una epoca en toda su complejidad. El El retorno del espacio. Pese a tanto hablar de «fin de la historia» y tanto lugar mismo ya parecfa salir fiador de la complejidad. Tenfa derecho de presumir el «desvanecimiento de! espacio», vivimos de Ueno en una histo- veto frente a esa parcelacion y segmentaci6n del objeto favorecida por la ria en marcha, acaso una que rompe a diluviar sobre nosotros, yen medio division en disciplinas y por la del trabajo de investigaci6n. El lugar mante- de un derrumbamiento de ese espacio a cuya estabilidad, y acaso aun nfa en pie al contexto, y directamente exigia reproducir en lo intelectual «eternidad», tanto nos habiamos acostumbrado durante medio siglo de esa yuxtaposicion y sincronia de asincr6nicos. Referir al lugar conllevaba Guerra Fria. Ese espacio, el conflicto Este-Oeste, ya no existe. Algo ha siempre el callado alegato en pro de una histoire totale, al menos a titulo de tocado a su fin. De nuevo nos vemos practicando «exploracion del terreno», ideal e imagen de la meta, aunque seguramente en la realizaci6n no se como se Hamara en su dia a la Geografia [Erdkunde], aunque no en su ran- lograra. De ahf se desprendian tambien registros y modos narrativos de cio significado por cuanto ya no existe tampoco esa antigua Geografia exposicion: responsables en conjunto de la unidad tematica, o t6pica pre- antafio competente en lo tocante a la «naturaleza muerta». La sentencia cisamente, de esa «sincronfa de asincronicos», de la copresencia de los de Schiller, «con crudeza chocan los contrarios en el espacio», vuelve por actores. Eso conllevaba grandes dificultades, habia que descubrir otras sus fueros, entra un buen chorro de materialismo en discursos tanto tiempo 14 15 dando vueltas a simulacros y virtualidades. Ante nuestros ojos surge un dio, huida, rutas de peregrinacion, dominios imperiales, ambito de vigen- espacio nuevo, un orden nuevo del mundo, mientras conceptos y lenguaje cia de valores culturales ... Pero la mayor ventaja de la representacion car- en que captarlo siguen sin preparar. Es epoca propicia para recobrar una tografica, replicar yuxtaposici6n y simultaneidad, tambien es patente- tradicion teorica extinta en Alemania, contaminada por el discurso nazi. mente su limitacion: los mapas no dejan de ser estaticos, a lo sumo pueden «Espacio» no es identico con el discurso nazi sobre «espacio vital», «pue- insinuar movimiento. Los mapas no solo replican, construyen y proyectan blo sin espacio», «espacio oriental» y dernas. Hay una genealogia del pen- espacios, y asi hacen de espacios territorios por vez primera. Aqui se repa- samiento espacial mas vieja que un nazismo con el que nada tiene que ver. san fugazmente algunos ejemplos: la medicion de Francia por Cassini en Viene seiialada por los nombres de Alexander von Humboldt, Carl Ritter, riempos de la Ilustracion, la medicion de la India britanica, la construe- Friedrich Ratzel y Walter Benjamin, que rara vez, desde luego, se nombran cion territorial de Estados Unidos o la formaci6n del Estado nacional juntos de un tiron. Es la situacion historica posterior a 1989 y al 11 de sep- moderno. Otros estudios sobre espionaje y cartografia, arte cartografico y tiembre de 2001 la que se ha ocupado de que se vean mas nitidos y se pien- cartografia en el arte, paisajes imaginarios o uso estrategico de mapas por sen de modo nuevo los aspectos espaciales de lo polftico. Quien asi lo los poderosos muestran cuan entretejidos estan con las imagenes cartogra- quiera, puede Hamar a eso spatial turn; pero hay algo mas importante que ficas todos los aspectos de la vida. trabajar en una historia aparte, otra mas, la del espacio: renovar la manera de contar historia. Enriquecida con la percepcion de espacio y tiempo, la Trabajo visual. No padecemos de falta de imageries, sino de una inun- narracion historica dejara atras las estrecheces culturalistas de todo tipo daci6n de imageries. El ojo tiene antes que pertrecharse, disponerse, para poner rumbo a una historia de la civilizacion y reanudar, despachado ponerse en situacion de poder aun discemir y leer. Asf es que no se trata hace ya mucho el antiguo determinismo geografico, un pensamiento de un alegato en pro de! uso de los sentidos, sino de la cuestion de como vuelto a entomos y contextos espaciales complejos de lo politico. Es mas: se los puede agudizar para la percepcion historica, Se podrfa hacer una ya hace mucho se atisba que espacialidad y espacializacion de la historia carrera de Historia que fuera a trechos adiestramiento de sentidos y trai humana se convertiran en el quid de la reorganizacion y nueva configura- ningde la vista: con ciudades y paisajes por documentos. Saber c6mo hacer cion de antiguas disciplinas desde la Geografia a la Semiotica, de la Histo- ver no es cuesti6n de un par de trucos literarios o teoricos, presupone para ria al Arte, de la Literatura a la Politica, Las fuentes del spatial turn manan empezar el esfuerzo de mirar. Todo recibe entonces otro aspecto y empieza en abundancia y la corriente que nutren es poderosa, mas poderosa que a hablarnos: aceras, paisajes, relieve, pianos de ciudad, perfiles de edifi- cliques y barreras entre disciplinas. cios. Todo cuanto en otro caso se usa solo como recurso auxiliar, guias de itinerarios, listines telef6nicos y directorios, ganan una fuerza expresiva Leer mapas. No es este un capitulo sobre historia de la cartografia, sino totalmente nueva tan pronto se los trata y se Jes interroga como a docu- una serie de estudios y ejercicios en tomo a que logran los mapas, y que mentos sui generis. Nos abren espacios de ciudades arruinadas y despliegan no, en tanto formas de representar espacio. Aqui los mapas figuran otra ante nosotros movimientos grandes y complejos que hace ya mucho se «fenomenologia del espiritu», «tiempo contenido» en mapas. Para los his- paro o se pararon: coreografias de! trato humano, guiones de socializacion toriadores son de ordinario meros recursos auxiliares, mientras en verdaci humana. Asombrados tomamos conocimiento de que hay relaci6n entre son mucho mas: imageries, replicas, proyecciones de mundo para las que triangulos geodesicos y huellas dactilares, entre medicion de la superficie rige todo cuanto de ordinario rige para textos historicos: los criterios de la terrestre y medicion de! cuerpo, aspectos por igual de una empresa de critica de fuentes e ideologias. Los mapas son replicas de poder, e instru- dominio y apropiacion. En tres estudios posteriores -construccion de Cen- mentos de poder. Cada epoca tiene su propia imagen de que es un mapa, troeuropa en el Baedeker, poesfa de! highway estadounidense y el mito del su propia ret6rica cartografica, su propia narrativa cartografica. No hay espacio ruso- se pretende seiialar hasta d6nde puede llegarse con estudios nada que no quepa reproducir y replicar cartograficamente: guerra, ase- fenomenol6gicos de ese genero, y que no pueden dar. 16 17 Europa diafa na. La ultima seccion recopila estudios refer�n.tes . a los sisternaticamente. No es meta de esta exposicion ser exhaustiva, ya mas Europa. Estamos solamente en los comienzos de un modo de escribir his- de uno decepcionara que no aparezcan ni Carl Schmitt ni Georg Simmel, toria que deja arras el marco de la historiografia de! Estado nacional y con- como tampoco Aby Warburg ni Ernst Cassirer. Tampoco esta su meta en cibe Europa como un todo. Europa vuelve a ser medida, retrospectiva- proclamar un nuevo paradigma. A veces menos es mas. En este caso se mente y en lo presente. La europeizacion de! horizonte historico es rrata lisa y llanamente de aumentar la atencion, de la experiencia de que mucho mas dificultosa de lo que permiten conjeturar retoricas baratas que un mundo visto espacialmente es mas rico, complejo, multidimensional. tienen a Europa por lugar cormin. Hay que empaparse de Europa entera, Una vez probada ya no hay vuelta. Fue una experiencia afortunada toparse no solo de aquellas partes de que vienen siendo hechura hasta hoy disci- en el curso de estas investigaciones con avezados compaiieros de viaje, plinas y campos profesionales. Y ahi no se trata ya de conocer, sino de movidos o moviendose por perspectivas y conclusiones pasmosamente familiarizarse con formas, estilos y usos transnacionales y como se han similares e identicas en parte. La lectura de conternporaneos, lo mismo se modelado en concreto en cada caso. Europa es mas que la suma de histo- trate de David Harvey, Edward Soja, Derek Gregory, Paul Carter, Matthew rias y culturas nacionales. Europa es ante todo escenario de una cantidad H. Edney o Allan Pred, fue la mejor prueba de que nos hallamos hace inabarcable de histori: " entrelazadas; hacerlas transparentes y diafanas mucho en pleno spatial tum. Algo de esos afortunados encuentros se le exigira el esfuerzo de mas de una generacion de historiadores. Europa dia- ofrece al lector mediante citas por extenso y la configuracion del texto, fana contiene un par de historias y excursos que insinuan de que se trata: que no ve en montaje o collage defecto sino cantera: donde seguir uno por de una historia de condensacion y difusion cultural (el caso Diaghilev), de! su cuenta sus propias excavaciones. trazado que diera a Europa el huracan de violencia que descargo en la topografia y los mundos de los campos de concentracion desde Dachau a Berlin, mayo de 2003 Workuta, o en los torrentes de fugitivos y desarraigados; de los cernente- Karl Schlegel rios europeos a fuer de imagen insuperablemente exacta del vivir y morir en Europa. Europa no es solo una idea, una recopilacion de valores, sino un lugar. Y los nombres del horror de la historia europea no son metafo- ras, sino nombres de lugares en que Europa se vino abajo o se irguio de nuevo, segun. El capftulo final sobre Herodoto en Moscii y Walter Benja- min en Los Angeles es una fantasia con miras sisternaticas. c:Que se pon- drian a hacer los maestros de una percepcion historica de tantas y tan grandes dimensiones, de una exposicion historica de tal riqueza y comple- jidad como la suya, puestos en los lugares historicos del siglo XX o de! xxr? c:Que podrfa aprenderse de ellos, pero tambien de literatura, arte y cine- matografia, de cara a encontrar un lenguaje a la altura de la epoca? Quizas cupiera hallar respuestas a la pregunta de como escribir uno grandes narraciones tras el fin de la gran narrativa. El libro no ofrece ninguna teoria compacta, ni instrucciones de uso para el estudio de la historia, y tampoco lo pretende. No se trata de un compendia abreviado de historia de la cartografia ni de una introduccion a Serniotica o Geografia de la cultura, sino de biisquedas y ejercicios, por ver hasta donde lleva confiar de nuevo en los sentidos propios y agudizar- 18 19