ELIO ANTONIO DE LEBRIJA (AELIUS ANTONIUS NEBRISSENSIS)1 NOTAS PARA UN BOSQUEJO BIOGRÁFICO El insigne humanista Nebrija o Lebrija era hijo segundo de Antonio de Cala e Hinojosa y de Catalina de Jaraba y Ojo, por lo que podemos atribuirle lícitamente los apellidos Cala y Jaraba, que abandonaría, al latinizar su nombre inmortali- zando su patria (Lebrija) 2. El mismo Elio Antonio nos de- para curiosas y precisas referencias autobiográficas que pre- tendemos recoger piadosamente en estas líneas. Y comenza- remos comprobando el valor de nuestras aludidas fuentes de información al referirnos, con la debida prioridad, a la fecha del nacimiento de Antonio de Jaraba y Cala, o de Antonio Martínez de Jaraba. De tal fecha nos dice terminantemente Nebrija en la de- dicatoria a D. Juan de Zúñiga de su Diccionario es pañol-latino, publicado por primera vez el año 1495: "Sed quamquam ins- tat nobis annus etatis primus 1, quinquagesimus: quod nati 1 Se ha identificado con la antigua Nebrissa la moderna Lebrija, a orillas del Guadalquivir, por lo que el humanista citado debería llevar siempre en español, con preferencia a todo otro, el nombre de "Antonio de Lebrija". Tal es la precisa referencia que D. Nicolás Antonio formula en su Bibliotheca Hispana Nova (Ma- triti, apud J. de Ibarra MDCCLXXXIII, pp. 132 y ss.) en estos términos: "Anto- nius de Lebrixa, vulgo Nebrissensis dictus (quippc vernaculae formae cognomento Lebrixa nunc audit vetus Nebrissa in acstuariis Betis amnis sita)" ... El mismo Nic. Ant9 también advierte que Antonio de Lebrija adoptó el "praenomen" Aelius (Elio) —que aparece frecuentemente en los monumentos romanos de la Bética—, mas sin omitir su nombre de pila cristiano, contra la exagerada práctica de otros humanistas como Pelrus Calaber, Joannts Pontanas, ¡acobtts Sanazarius y Petrus Valerianas, quienes se confirmaron con los nombres respectivos de Pomponius Le~ tus, Jovianas Pontanas, Actitis Sinceras y Pierius Vaierianus "quo magis Romani, hoc cst, ethnici, quam Christiani viderentur". Semejante canhelo, cifrado en apa- rentar filiación pagana, no halló nunca ambiente favorable en el alma profunda- mente cristiana del Nebrisscnsc. Indiquemos,, por último, que Lebrija, como Án- gelus Politianus, se denominó también "grammaticus". 2 Según Nic. Ant' los padres de nuestro humanista se llamaron Juan Martínez de Cala e Hinojosa y Catalina de Jarava y Loxo, quienes parece disfrutaban, al crear su hogar, de una modesta posición. BICC, I, 1945 ELIO ANTONIO DE LEBRIJA 8l sumus anno antea quam Ioanne secundo rege ad Vlmetum est foeliciter dimicatum ..." \ Si la batalla de Olmedo a que se hace referencia en el pasaje transcrito, tuvo lugar el 19 de mayo de 1445, nuestro humanista debió nacer el año 1444, y esta cifra corresponde además exactamente a la edad que el susodicho docto nos asegura tenía al publicarse (acaso con bastante probabilidad en 1495) 'a primera edición de su Dic- cionario español-latino. Los extremos apuntados nos permiten oponer nuestras fundadas reservas a la fecha que al nacimien- to de Nebrija asignan D. Pedro Lemus Rubio 2 y los Sres. Hurtado y Jiménez de la Serna y González Palencia 3. El . primero de estos doctos con la duda que sugiere un signo de interrogación, mas los otros dos sin vacilación alguna señalan la cifra de 1441 como fecha del suceso que registramos, sin im- pugnar además estos últimos un testimonio tan valioso, feha- ciente y coherente como el que acabamos de utilizar. Creemos que Elio Antonio de Lebrija, que supo tantas cosas, pudo también saber el año en que nació. La infancia del que debía conquistar laureles de verda- dero "padre de la Lingüística española", debió ser triste y di- fícil por extremadamente laboriosa bajo la tutela de pedagogos 1 Esa dedicatoria aparece encabezada con estos términos: "Ad magnifiectissimu ac perincle illustrcm D. Joáncm Stunica magistrum militic dalcantara ordinis Cis- terciésis. Aclij Antonij Ncbrisscnsis grámatici prefatio in interpretationem dictio- num hispaniensium in latinum sermonem" —y será designada en ulteriores citas con los signos convencionales E. II. (El diptongo ae aparece con cierta inconse- cuencia notado mediante el signo de la e con cédula en los textos que aquí cita- mos, mas en el momento de publicar este trabajo todavía la Imprenta encargada no' dispone de los tipos precisos para acusar esa especial grafía con la apetecible exactitud. Hasta que se pueda subsanar dicha ligera deficiencia, preferimos evocar la ortografía antigua escribiendo e por ae donde en los textos citados aparece la e con cédula.] 2 Uno de los más peritos conocedores de las obras y de la personalidad de Ne- brija. Vid. de P. L. R. el opúsculo titulado El maestro Elio Amonio de Lebrixa 1441P-1522, en Rev. Hisp., XXII y XXIX (1910 y 1913). 3 Historia Je la literatura española, edición del año 1932, pág. 275. Vid., sin embargo, lo que se indica al final de este "bosquejo". Nic. Ant9, por su parte (op. cit., loe. cit.), sin vacilación alguna, fija en el año de 1444 la fecha del nacimiento de nuestro humanista. 82 P. U. GONZÁLEZ DE LA CALLE BICC, I, I945 y preceptores de gramática en su ciudad natal andaluza \ Mas de ese dejo amargo de una infancia acaso^ sin luz y sin alegría, no obtuvo compensación Nebrija en sus años juveni- les de vida universitaria. Cinco años pasó —según el mismo Elio Antonio nos. dice— en Salamanca, donde pudo seguir las lecciones de Apolonio en Matemáticas, de Pascual de Aranda en Filosofía Natural y de Pedro de Osma en Ética. El joven escolar andaluz, cuando pudo pensar por cuenta propia, cre- yó advertir que si esos citados maestros eran preclaros docen- tes en sus respectivas disciplinas, hablaban mal, se expresaban . mal ("... professoribus in sua cuique arte clarissimis... viros illos tsi non scientia tamen sermone imperitos esse"). Cre- emos percibir en esa desenfadada y acaso muy probablemente justa apreciación, claros ecos del medievalismo imperante en la Universidad salmantina de la segunda mitad del siglo xv. Las investigaciones que respecto a la historia del famoso Estudio castellano citado hemos tenido que hacer al trazar determinadas monografías que señalamos en nota, nos permiten asentir sin vacilaciones al juicio aquí glosado del famoso humanista andaluz 2. Y si la más gloriosa Universidad de su patria no satisfacía los legítimos anhelos de cultura sentidos por el brioso escolar andaluz, no deberá extrañarnos que se buscara fuera lo que no se hallaba en el ambiente nacional. Sabido es que en la época que evocamos, eran tan frecuentes los viajes de los es- pañoles a Italia, como los de los italianos a España: los nom- bres de Juan de Padilla, Alonso de Palencia y Juan del Enzina, de una parte, y de otra, los de Lucio Marineo Sículo, Pedro Mártir de Anghiera y Alejandro Giraldino, comprueban ple- namente la exactitud de nuestros asertos. Nuestro futuro hu- 1 "Atque vt omittam pueritie mee annos laboriosissimc actos in patria sub pc- dagogis t, artis grammatice pracceptoribus .. . ". E. II. Nic. Ant', op. cit., loe. cit., precisa, amplía y confirma esa referencia en estas palabras: "postquam in patria ipsa grammaticae ac dialccticae artium rudimenta laboriose admodum didicisset. . . ". ^ De esas monografías citaré tan sólo dos como particularmente coherentes con el tema de estas "notas": Contribución al estudio de la primera versión castellana de la Eneida —y— Vida profesional y académica de Francisco Sánchez de las Brozas, Mad., 1923. BICC, I, 1945 ELIO ANTONIO DE LEBRIJA 83 manista partió, pues, cuando frisaba en los diez y nueve años, para Italia y en Italia permaneció diez, regresando a su patria en plena juventud y con dichosas y fructuosísimas capacidades, que habían de depararle gloriosos triunfos. Preocúpase también de advertirnos Nebrija que en su viaje a Italia, no perseguía gestionar la adquisición de rentas eclesiásticas, o elaborar conocimientos jurídicos, o entregarse a las fructuosas especulaciones del tráfico mercantil: anhelaba tan sólo restituir en la plenitud de sus derechos a los grandes autores de la latinidad, lamentablemente alejados por aquél entonces (y también, por desgracia, mucho después) de la tierra que pudo alumbrar los peregrinos ingenios de un Mar- cial, de un Séneca o de un Lucano \ La situación en que Nic. Ant9 presenta a Lebrija cuando este docto se disponía a trasladarse a Italia, acusa y subraya las referencias autobiográficas que acabamos de transcribir en estos términos un tanto ampulosos, pero, sin duda, exactos y sinceros: "Inde (desde Salamanca) in Italiam aetatis anno un- devicesimo transtulit se liberalium omnium disciplinarum avi- dus, quarum studia nondum apud nos e rogo veteris Oblivionis & barbariei caput extulerant". Nuestro futuro humanista re- corre en Italia casi todos los centros de alta cultura que puede visitar y frecuentar, si nos merecen crédito los testimonios de Jovio y Pedro Mártir de Anghiera. Aprende fundamental- mente latín, griego, hebreo y las artes y disciplinas "ingenuas", "humanas", diríamos acaso mejor, que le conquistan el galar- dón de ser considerado como "honor de España" y digno de ser llevado en lenguas por los letrados de aquella gloriosa centuria. Fue colegial de San Clemente en Bolonia, y en el catálogo de los colegiales de ese famoso colegio le incluye con el debido elogio Juan Ginés de Sepúlveda, trazando la biogra- fía del fundador Albornoz. En San Clemente siguió Nebrija 1 "Itaque cum esscm natus annos undeviginti me in italiam contuli. non qua id ecteri faciunt rationc . vt aucupentur redditus ¡.'eclesiásticos. aut vtriiisque iuris formulas reportent . aut permuten! merecs . sed vt latine linguc auctores inm multis ante saeculis ab hispanie (sic, sin duda, por híspanla) exules patrie amisse possessioni quasi longo postliminio restituerem". E. II. 84 P- U. GONZÁLEZ DE LA CALLE BICC, I, I945 las enseñanzas de Galeotus Martius, maestro citado frecuen- temente por nuestro humanista en sus disquisiciones grama- ticales. Aunque, como hemos ya indicado, en sus referencias autobiográficas Elio Antonio aparenta desinteresarse del cul- tivo de las discipiinas jurídicas, nos consta de todas suertes que en Italia nuestro autor cultivó con la Teología "ambos dere- chos" (e. d., el civil y el canónico) y la Medicina: "Theologiae itidem, utriusque juris atque ipsius medicae artis penetrasse adyta commentationibus doctis & utilibus harum doctrinarum manifestum posteris fecit", que diríamos citando literalmente el testimonio aquí utilizado de Nic. Ant?. Este famoso biblió- grafo, tantas veces utilizado en nuestra exposición, supone, invocando el testimonio incluso de nuestro mismo biografiado, que Nebrija llena y sigue el destino del hombre de Ciencia, con toda abnegación y sin escamotear ni escatimar ninguno de los incruentos sacrificios que a diario demanda el culto desinteresado del saber. "Homo veré —dice refiriéndose a Le- brija— ad studia et laborem quasi formatus, utpote cui diffici- lia quaeque cogitandi nihil quod arduum non esset aggre- diendi, aut quod sibi negotium non jacesseret in vulgus edendi more genius suus praecordia finxerat, qualem in Apologético ad Ximenium Toletanum praesulem tribuere ipse sibi non du- bitavit". Subrayamos nosotros, no Nic. Ant9, en el pasaje transcrito los incisos en que creemos percibir indicios de la más pura aov.-x\a\.c, científica. Mas al llegar a este punto se nos permitirá que tratemos de adentrarnos en la intimidad psicológica de nuestro biografia- do, aunque continuemos utilizando sus propias y jugosas refe- rencias autobiográficas. Para perseguir la noble finalidad indi- cada, necesitaba Nebrija sentirse dotado de excepcionales ener- gías y de nobilísimas ambiciones. En efecto, Elio Antonio rei- teradamente sintió y con manifiesta insistencia también hubo de expresar ansias de gloria y encendidos anhelos de dejar hue- lla perdurable de su actuación humana, de otro modo, nece- sariamente, por finita, transitoria y efímera. Mas baste aquí citar como testimonio de esa noble actitud estas precisas y pre- ciosas palabras que figuran en la Introducción del Diccionario latino de Nebrija en la edición cuidada por el Padre Rubiños BICC, I, 1945 ELIO ANTONIO DE LEBRIJA 85 a fines del siglo xvm ': "aquellos por cierto son dignos de vida: q no solamente hazen bien: mas aun según la sentencia de nuestro salvador obran el manjar que nunca perece: ^ pues que les es negado biuir mucho tiempo: dexan alguna obra por donde muestren que biuieron: I quererme io contar en el numero de estos aunque es de onbre poco modesto, %• que destempladamente usa de su desseo quiero agora confesar esta mi liviandad: que ninguna cosa tuve mas delante de mis ojos que traer al común provecho de todos mis velas ^ traba- jos para que después de muchos merecimientos en nuestra re- publica alcangasse gloria inmortal" 2. Es conveniente, cuando menos, tan larga cita —y excúse- nos, de todos modos, el lector— para fijar con toda nitidez y circunstanciadamente la cardinal actitud que nuestro famoso Nebrija hubo de adoptar en su vida profesional y literaria. Además creyéndose —y con razón, suponemos, aunque con no poca petulancia— dichosamente dotado para conquistar 1 La portada de esa edición, transcrita a la letra, es como sigue: Antonii Ne- brisscnsis v. el. II grammatici et regii chronographi // Dictianarium redivivum II sive II nevissime emendatum, auctum // locuplctatum & in meliorem // for- mara restitutum./'/Pars prima// continens Dictionarium latintim cum hispanieis 1/ interpretationibtts. . . omnia in hac editione contenta // per R. P. Frtr. Ilde- phonsum López de Rabinos. . . Matriti apud Michaelem Escribano. Tipographum anno MDCCLXXVlll. - Nótese que estas palabras son traducción más o menos ceñida al texto de las que figuran en la Dedicatoria del Diccionario latino-hispano a D. Juan de Zúñiga, incluida ya en la edición de Sevilla de 1516. Semejante dedicatoria presenta este encabezamiento: "Ad magnificemissimum ac perinde illustrcm virum. D. Joannetn stunicam magistrum miliatiae (sic, por: militiae) dalcantara ordinis Cistcrcien- sis: Aclij Antonij Nebrissensis grammatici pracfatio in interpretationem dictionum ex sermone latino in hyspanum hyspaniensemque" —y será designada en ulterio- res citas con los signos convencionales: E. I. Tales palabras son las que a conti- nuación transcribimos: "Sed cum tria sint hominum genera, quibus nulla viuendi ratio constat. eorum qui aut nihil agunt. aut male agunt. aut aliud agunt. illi profecto sunt vita dignissimi qui non modo bene agunt. verum etiam ex Saluato- ris sententia operantur cibum qui non perit. z quatenus negatur illis diu viuere . re- linquunt aliquid quo se vixisse testentur. Horum in numero vcllc haberi tsi ho- minis est parum modcsti atque voto suo intemperanter vtcntis. ego tamen . vt hanc animi mei lcuitatem confitear. nihil vnquam prac me tuh: quam vt ad commu- nem omnium vúlitatcm vigilias atque labores mcos conferrem . vt cum essem de república nostra bene mcritus. immortalcm mihi gloriam compararcm". 86 P. U. GONZÁLEZ DE LA CALLE BICC, I, I945 brillantes y sabrosas posiciones en la alta sociedad de su tiem- po, no vaciló en emprender la senda austera del filólogo y del lingüista, entregados a la ciencia por la ciencia misma, objetiva y desinteresadamente. Nuestro autor llega incluso a sentirse predestinado —ya lo indicamos anteriormente— para realizar la labor a que, por su parte, le arrastran sus más ad- mirables dotes '. Dése ahora a las palabras más o menos si- bilíticas subrayadas por nosotros, pero no en el texto original de la nota anterior, la interpretación más posi- tivista que quepa imaginar: siempre y de todos modos será preciso reconocer que una firme inclinación vocacional arras- traba ineluctablemente a nuestro humanista al campo de sus preferencias doctrinales y de sus más felices disposiciones cog- noscitivas. Ni parecerá extraño que creamos que Dios obra en nosotros, cuando nosotros mismos pretendemos elevarnos a las más puras idealidades, siguiendo nuestros más arraigados impulsos. De todas suertes conste que los diez años de la es- tancia de Nebrija en Italia sirvieron para afirmar esa fervorosa vocación y para informarla y fecundarla fructuosa y dichosa- mente. Vuelto a su patria el famoso Elio Antonio y entregado, como veremos circunstanciadamente después, a agotadoras la- bores docentes, pudo pronto jactarse de que hasta sus enemi- gos reconocían que si la latinidad había sido salvada en Es- paña de inminente naufragio, tan rotundo triunfo era obra exclusiva del insigne humanista de Lebrija. "Yo fui el prime- ro —nos dice— que abrí fábrica de latín en España y todo lo que en ella de latinidad se a'.canza, me es imputable, me es debido" 2. 1 "Cumque suppeterct nobis ingenium simul £• doctrina acl illustrandam vnam ex his artibus que sunt pecuniosissime atque ambicnclis honoribus magis apte non fuimus contenti vulgarem illam nimisque detritam vlam ¡nsistere, sed a dmerticulo uno mi/11 ex rvjstrts monstrato dminilns url jontem peruenire vnde me imprimís . ileinde hispanos omnes satiarem". E. II. ¡í Más concretamente que en las expresiones extractadas y registradas se acu- san esos notables progresos en estas líneas de la dedicatoria a Zúñiga del Diccio- nario latino-español (E. II): "Nam fuit quod sine arrogantia dictum esse velim: professio illa mea vsque eo illustns : vt etiam malivolorum testimonio & ínimi- BICC, I, I945 ELIO ANTONIO DE LEBRIJA 87 Una arraigada vocación, una formación científica sólida y bien templadas energías para limpiar los establos de Augias del medievalismo universitario hispano, fueron los medios inexcusables que permitieron a Nebrija cosechar sus más rui- dosos triunfos. Pero no creamos que esas victorias fueron sú- bitas e inmediatas, sino que hubo de precederlas lenta, labo- riosa y reflexiva preparación. Cuando se disponía a regresar de Italia a su patria, fue requerido Elio Antonio para que se pusiera al servicio del arzobispo de Sevilla Alfonso de Fon- seca, con nada desdeñable salario en moneda {áureos) y en especie, y acaso con atractivas promesas de mayores y mejo- res ventajas \ Tres años estuvo nuestro humanista al ser- vicio de ese famoso prelado, personaje de gran relieve en su época y constantemente abstraído en espirituales tareas de su sagrado ministerio, así como en otras labores, ya no tan elevadas, de la política azarosa del reinado de los Reyes Ca- tólicos, cuando no pendiente incluso de las flaquezas de una quebrantada salud. Porque la existencia agitada y ocupada de tan ilustre patrono demandaría constantemente los eficaces servicios de nuestro humanista, éste nos informa de que mien- tras estuvo a las órdenes del arzobispo Fonseca, no hizo más que "revistar sus tropas", es decir, registrar y computar sus adquisiciones científicas y prepararse para la cruzada que pen- saba emprender a favor de la restauración de la latinidad re- naciente 2. En tales circunstancias, aun lamentando sincera- corum confessionc totum hoc mihi tribuatur : quod latini sermonis officinam pri- mus apcrui : ausus quod ait Horatianus ¡lie catius nouis prcccpiis signa poneré . Et quod ex vniuersa propc modum hyspania Alcxandros : petros : helias t- duriora ad- huc nomina Valtcros . Ebrardos pastranas . t nescioquos indignos qui nominentur : grammaristas ac litteratores funditus erradicaui. Quodque si apud nationis nostre nomines romane linguc quicquam est : id totum mihi acceptum referri debet". 1 "Cum iam de reditu cogitarcm allectusque sum litteris perquam reverendi ac perinde sapicntissimi viri Alphonsi fonscce archiepiscopi hyspali . qui me qua vidit dic . atque suorum in numero esse iussit . multa in primis Ixnijjne pollicitus practer centum quinquaginta áureos annuos vcctigalcs . quos mihi constituit . con- giario insuper amplissimo quotidie prosecutus est". E. II. 2 "... toto illo triennio quo sum illius (A. Fonsece) familiantatc vsus . nihil aliud egi quam vt omnes copias meas recenserem . meque ad latine lingue profes- 88 P. U. GONZÁLEZ DE LA CALLE BICC, I, 1945 mente la muerte de su favorecedor, Elio Antonio se sintió dichoso al verse libre de la pasada honrosa servidumbre para poder dedicar, sin trabas de ninguna clase, sus energías todas a la susodicha labor Ínstauradora. Entregado a esa magna tarea y teniendo en cuenta prece- dentes evangélicos 1, Nebrija creyó que era justo y eficaz sionem paratum exercitatumque reddcrcm : quasi diuinarcm cum ómnibus barbaris magnum aliquod mihi instare certamen". E. II. Sin embargo, Nic. Ant' supone que en esa época en que estuvo Lebrija al servicio del arzobispo Fonseca, desem- peñó nuestro autor funciones docentes, enseñando desde la cátedra latín, pues dice el citado bibliógrafo literalmente: "Exceptus in familiarcm, habitusque liberaliter ab Archiepiscopo, cum e cathedra docuit Latinam linguam (cujus quidem rei mc- moriam dúplex conservat Petri Nonnii Delicati epigramma, cui discedens Antonius lampada hanc docendi tradidit) tum de reformanda scrius grammatica doctrina, instituendaque nova arte, scu deturbandis e suggcstu Musarum, excutiendisque e iuventutis manibus Pastranae, Alcxandri, Catholici, Galtcri Everardiquc artibus, qui late in scholis hoc tempore dominabantur, primum cogitasse dicitur". Claro es que en esta parcial discrepancia, nos inclinamos a pensar que el testimonio del propio interesado es preferentemente digno de crédito. 1 E incluso precedentes y hasta consejos y auxilios humanos. No holgará que advirtamos, con el testimonio t\c Lcdesma, discípulo y biógrafo de Lebrija, que este maestro, en su lucha contra la barbarie ancestral, pudo contar y contó con la cooperación de personalidades tan ilustres como Gcorgius Merula, Galeotus Martius, Philelphus Júnior, Franciscus Nolanus, Hermolaus Barbarus, Picus Mi- randulanus y Ángelus Politianus. Mas frente a esos esclarecidos auxiliares, cerra- ron contra Nebrija los defensores de la rutina y, entre estos últimos, un gramá- tico llamado Amiguet, maestro a la sazón del adolescente Luis Vives. Pero Ami- guet se hizo reo de una culpa mayor que la de atacar directamente a Lebrija, porque convenció a Vives de que debía formar en las filas de los "misoncístas", adversarios del famoso humanista andaluz. He comentado ampliamente en otro lugar (en mi artículo Luis Vires y España, publicado en la Rev. de las Indias, n' 16, abril de 1940) esta curiosa y triste incidencia de que la primera actuación del filósofo humanista valenciano, fuera dirigida contra Elio Antonio, es decir, contra una de las más puras y esplendorosas glorias del Renacimiento español, y no olvido el precepto clásico: non bis in ídem. Baste, pues, con recoger aquí el comentario que el hecho mencionado ha merecido a Nic. Ant* en estas precisas palabras: ". . . cuidam ex Valcntinis professoribus, cui Amigueto nomen, commo- dasse ingenium ¡St calamum dicitur Ludovicus Vives aetate adhuc (15 años!) 8t judicio praecox, qui tamen malesauae (sic, acaso por: malesanae —o— malesuadi) praeceptoris aemulationi paulo post renuntians proripuit se & ipse foras hanc elo- quentiam & ingenuas artes, quas in Antonio olim improbaverat, longe a patria atque inter exteros conquisitum". Advirtamos, por último y además, que en esa incruenta lucha que deparó a Nebrija amigos y adversarios, la hipérbole erudita de Nic. Ant* llegó a considerar a nuestro autor como un Hércules vencedor de monstruos que movía sus banderas desde la fortaleza de Minerva para restaurar B1CC, I, 1945 ELIO ANTONIO DE LEBRIJA 89 atacar al enemigo, o sea, a la barbarie medieval en sus más fuertes reductos, en las Universidades y, en particular, en una de las más famosas del orbe entonces conocido, en la Uni- versidad de Salamanca 1. Aunque al lector bisoño -e ingenuo pudiera parecer extraña y hasta acaso arriesgada e hiperbólica la afirmación precedente, no dude en darle crédito. Más de una vez y en más de una ocasión, las instituciones creadas para alumbrar ciencia, se han erigido, por sus impulsos retrógra- dos, retardatarios, en obstáculos casi insuperables para la reali- zación de su propia finalidad específica. Como ya incidental- mente hemos indicado, nos consta por información directa que esa lamentable y lamentada situación, alcanzó plena rea- lidad histórica en el Estudio salmantino de la segunda mitad del siglo xv. En Salamanca, Nebrija obtuvo un doble salario, duplici- dad de emolumentos que se inicia con tan prestigioso hu- manista, si hemos de dar crédito a sus terminantes aseve- raciones. De los frutos, frutos de bendición que de la labor docente de dicho maestro fue posible cosechar durante su profesorado salmantino, el interesado omite mención es- pecificada, aunque sugiere las más halagüeñas deducciones que quepa imaginar 2. las" Letras y las Ciencias: "Quibus ómnibus (t.e. Pastranac, Alexandri, Catholici, Galteri Everardique artibus) atque eorum sequacibus bcllum noster indixit altcr tanquam Hercules monstrorum domitor, primusque signum ab ipsa Minervac arce extulit ad instauranda litterarum studia". 1 "Nunquam destiti cogitare rationcm qua possem tam longe lateque per omnes hispanie partes diffusam barbariem profligare. fuit mihi praesto consilium quo Petrus Paulusque apostolorum principes in extirpanda gentilitate atque infe- renda xpi rcligione vsi sunt . . . Sic ego in eradicanda ex nostris hominibus bar- baria non aliunde quam a Salmanticensi academia sum auspicatus. qua velut arce quadam expugnata non dubitabam ceteros hispanie populos brcui in deditioncm csse venturos". E. II. En relación con la primera parte de esta cita, debemos ad- vertir con Kx'niston que Nebrija fue. sin duda, un renaciente, mas no un paga- no, como acredita el adjunto texto del De liberis educandis (cap. VI, 62): "Cum igitur institutum opus eo tendat ut ex pueris bonos sapientesque viros cfficere possimus, sic litterarum ratio habenda est ut mores non negligantur. Quamobrem in hac consideratione quasi duobus his pedibus ingrediendum nobis est, ita tamen ut si alterutrum simul cffici non possit, morum ratio semper anteponatur". 2 He aquí el testimonio autobiográfico correspondiente: "ubi (i.e. Salmanti-
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