Description:Las balas zumbaron en la calle y obligaron al sheriff Anders a gatear por detrás de los toneles apilados frente al bar de Joe. Anders escupió una maldición, apuntó con cuidado hacia el caserón vacío y apretó el gatillo tres veces. A continuación, avanzó con los codos y las rodillas y entró en el bar. No se puso en pie hasta llegar junto al mostrador. —¿No hay quién sirva aquí, infiernos? —vociferó. Joe asomó la cabeza precavidamente por el hueco de la cocina. Se humedeció los labios y exclamó: —¡No se incorpore, sheriff! ¡Puede ser degollado por un plomo! —¿De veras? —gruñó Anders con amargura.