161 Boletín del Museo Nacional de Historia Natural, Chile, 66(2): 161-208 (2017) EL SUSTRATO INCAICO DE LA CATEDRAL METROPOLITANA (CHILE) Rubén Stehberg1, Claudia Prado2 y Pilar Rivas3 ¹ Área de Antropología. Museo Nacional de Historia Natural (Chile); [email protected] ² Centro Nacional de Sitios del Patrimonio Mundial, Subdirección Nacional de Gestión Patrimonial, DIBAM. [email protected]; ³[email protected] RESUMEN Se proporciona y comenta la información disponible relativa a las distintas investigaciones arqueológicas relacionadas con la ocupación Tawantinsuyu realizadas al interior y exterior de la Catedral Metropolitana. Se profundiza en los resultados obtenidos en las excavaciones de la Cripta de los Obispos (2005) y Patio Los Naranjos (2015) con especial referencia a los restos arquitectónicos y alfareros. El análisis de los diseños cerámicos indica un elevado porcentaje de motivos de origen cuzqueño, seguido por un menor porcentaje de diseños de origen Diaguita, estando completamente ausentes los diseños de origen local. Se postula que las estructuras más profundas corresponden a restos arquitectónicos de la ocupación Tawantinsuyu, conformando el denominado sustrato incaico de la Catedral Metropolitana. Las evidencias encontradas apoyan la hipótesis de que el lugar tuvo una alta significación religiosa y política Inca, previa a la ocupación europea. Palabras claves: Catedral Metropolitana, Tawantinsuyu, Inca ABSTRACT The Inca foundations of the Metropolitan Cathedral (Chile). This paper presents and comments the available information about the archaeological research related to the Tawantinsuyu expansion in Santiago, based on the excavation of Catedral Metropolitana. The excavation results from Cripta de los Obispos (2005) and Patio Los Naranjos (2015) are presented in depth with special consideration of architectonic and ceramic remains. The ceramic stylistic analysis indicates a high percentage of designs coming from Cuzco followed by a smaller percentage of Diaguita designs. Local stylistic patterns are absolutely absents. We argue that the deepest structures found on the excavation belong to the remains of the Tawantinsuyu´s occupation in Santiago, forming the Inca substrate of Catedral Metropolitana. The evidence supports the hypothesis that this place had a high religious and political significance for the Incas, before the European occupation. Key words: Metropolitan Cathedral, Tawantinsuyu, Inca INTRODUCCIÓN Este artículo tiene como propósito profundizar la hipótesis del modelo explicativo de la ocupación Tawantinsuyu del valle del Mapocho-Maipo (Stehberg y Sotomayor 2012), a fin de lograr un conocimiento más detallado sobre la importante ocupación incaica localizada bajo la actual Plaza de Armas de Santiago y sus alrededores. Desde este lugar se habría dirigido la ocupación Tawantinsuyu de la “Provincia incaica del Mapocho” (Sotomayor et al. 2016), siendo posiblemente sede de la autoridad principal. Al momento del arribo de la expedición española de Pedro de Valdivia el gobernador incaico era Quilicanta, mencionado en las crónicas del siglo XVI como orejón de la casa real del Perú (Vivar 1979). El lugar fue elegido por Valdivia para fundar la ciudad de Santiago, capital del Reino de Chile. Esta hipótesis supone la utilización por parte de los europeos de las instalaciones arquitectónicas incaicas pre-existentes, situación que sería verificable a través excavaciones arqueológicas. En el marco del proyecto FONDECYT N° 1140043 se planificaron estudios en distintos puntos cercanos a la mencionada Plaza de Armas. Es así como entre los años 2014 y 2016 se realizaron excavaciones en los patios interiores del Museo Histórico Nacional, del Cuerpo de Bomberos de Santiago (Prado et al. 2015) del Convento Santo Domingo y de la Catedral Metropolitana El presente artículo se aboca únicamente a este último establecimiento religioso, para lo cual se realiza una exhaustiva revisión de los hallazgos arqueológicos realizados con anterioridad, muchos de los cuales se encuentran inéditos. 116622 BOLETÍN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL Además, se proporciona información detallada de las prospecciones subterráneas realizadas en la Cripta de los Obispos e interior del Patio los Naranjos. ANTECEDENTES A continuación se proporciona una síntesis de la información disponible partiendo del análisis de las posibles causas de la escasez de antecedentes etnohistóricos sobre los primeros años de la ocupación europea en la ciudad de Santiago lo cual explica, de paso, la ausencia de datos relativos a la primera iglesia levantada en Santiago. Se efectúa un análisis crítico de las dos referencias etnohistóricas más importantes disponibles acerca de la ocupación Tawantinsuyu del sector de Plaza de Armas y se proporciona una síntesis de los hallazgos de cerámica incaica, los que corroboran que la elección del lugar del primer templo católico de Santiago estuvo ligada a un espacio de gran significación ritual indígena. Existen evidentes problemas documentales para acceder a información respecto a lo que ocurrió al momento del arribo de los conquistadores españoles al valle del Mapocho, en 1540, y sus encuentros con la población local. En primer lugar, se halla la destrucción de Santiago, el 11 de septiembre de 1541, por las huestes indígenas lo que significó la pérdida de parte importante de los bienes de los españoles, entre ellos los primeros escritos de la ciudad que daban cuenta de su fundación y conformación, además del papel para seguir redactándolos. El escribano del Cabildo de Santiago recién pudo disponer nuevamente de papel para escribir adecuadamente sus actas cuando llegaron las provisiones desde el Perú en septiembre de 1543. En enero de 1544, solicitó autorización al Cabildo para reconstruir, completar y autorizar el libro de actas de la institución desde la fundación de Santiago, en base a los apuntes que había tomado en restos de cartas y cueros de ovejas, y con la ayuda de representantes del Cabildo que validaran los acuerdos (Actas del Cabildo de Santiago 1861, 1898). Por otro lado, los relatos se iniciaron en 1545, remontándose al descubrimiento de Chile en 1536 y a los inicios de la ocupación permanente de Chile por parte de los españoles en 1540, describiendo como fue este proceso. Fueron efectuados por actores o testigos directos o indirectos de los hechos, y correspondieron a las cartas que Pedro de Valdivia envió al Gobernador del Perú y al Rey de España, escritas entre 1545 y 1552 (Valdivia, 1991); a la “Crónica y Relación Copiosa y Verdadera de los Reinos de Chile” de Jerónimo de Vivar (1979), el que llegó al país en 1544 aproximadamente, cubriendo su obra hasta el año de 1558; a la “Historia de todas las cosas que han acaecido en el Reino de Chile y de los que lo han gobernado” de Alonso de Góngora Marmolejo (1862), el que llegó al país en 1549 y su obra abarcó hasta el año de 1575 y a la “Crónica del Reino de Chile” de Pedro Mariño de Lobera (1865), el que llegó al país en 1551, concluyendo su relato en 1595. Los documentos administrativos tampoco abarcaron los primeros años; así, los protocolos de los escribanos, que hablaban de las transacciones y testamentos efectuados en la jurisdicción de Santiago, sólo se conservaron a partir de 1559 (Jara y Mellafe 1996). En tercer lugar, la marcada intencionalidad de los escritos europeos destinados a justificar y dar un marco legal a la Conquista. Un ejemplo fue la carta dirigida al monarca español el 4 de septiembre de 1545, donde Pedro de Valdivia le informó que entre sus múltiples roles destacaron ser “zumétrico (geométrico) en trazar y poblar; alarife en hacer acequias y repartir aguas; labrador y gañán en las sementeras; mayoral y rabadán en hacer criar ganados; y, en fin, poblador, criador, sustentador, conquistador y descubridor" (Valdivia 1991). Sin duda hay aquí una exageración dirigida a impresionar al Rey y obtener alguna dádiva o beneficio, a la vez que indulgencia frente a sus posibles errores. En lo que respecta al centro de Santiago, se cuenta con un par de citas documentales tempranas y evidencia arqueológica que permite formarse una idea de lo que posiblemente existía al momento del arribo español. En primer lugar, la referencia al cabildo abierto efectuado en Santiago, el 10 de junio 1541, con participación de “todo el pueblo y común” para solicitar al Capitán Pedro de Valdivia ser nombrado Gobernador en un “tambo grande que está junto a la plaza de esta ciudad” (Actas del Cabildo de Santiago, ACS, 1861: 88). Si bien este tema ya fue discutido en otra parte (Stehberg y Sotomayor 2012), se desea resaltar lo siguiente: “Tambo grande” alude a una construcción de cierta monumentalidad y determinada materialidad usualmente de piedra y aún las hubo de adobe o mezcla de ambos. Una construcción de Stehberg et al. / El Sustrato Incaico de la Catedral de Santiago, Chile 163 esa envergadura era el lugar adecuado para realizar un cabildo abierto, al que se convocaba a todos los habitantes de la ciudad, a diferencia del cabildo habitual, efectuado en la casa de Pedro de Valdivia y al que asistían unas diez personas, según consta en las actas de las sesiones del Cabildo de Santiago (1861). Es muy difícil que los europeos hayan alcanzando a construir semejante edificio, si se tiene en cuenta que habían transcurrido menos de cuatro meses desde la fundación de la ciudad de Santiago y habida consideración de los innumerables trabajos y peligros a que estuvo expuesto el escaso contingente europeo arribado a la zona. En cualquier caso, las primeras casas que construyeron los europeos fueron de material vegetal, como palos y madera con techo de paja (Thayer Ojeda 1905), diferentes a los materiales empleados en la construcción de los tambos. Apoya esta idea la declaración del capitán Juan de Montenegro, efectuada en 1566 (confirmada por el testigo Gaspar Viera) quién señaló que cuando llegó a Santiago, en 1544, sus moradores “aún no habían hecho casas más que hasta seis y vivían los españoles en casas muy pequeñas” (Thayer Ojeda 1905: 25). De lo que se deriva que lo más probable es que el edificio utilizado por el Cabildo ya estuviera en el lugar a la llegada de los conquistadores castellanos, quienes hicieron uso de él. Por lo demás, si hubiese sido una construcción dirigida por europeos, lo más probable es que la hubieran designado con una palabra de origen española y no quechua, como quedó en la documentación temprana. La voz tambo aludía a una construcción de origen Tawantinsuyu y que, usualmente estaba asociada al camino del Inca, situación que se cumplió en este caso, por pasar por el lugar el camino incaico Qhapaq Ñan. Sin embargo, el adjetivo grande sugiere una función distinta, supuestamente de tipo político-administrativa, la cual se ve reforzada por la asociación de la instalación a una plaza, situación característica de los emplazamientos administrativos incaicos. Con todo, esta cita, por si sola, no es concluyente al faltarle datos específicos relativos al origen y cronología de su construcción. La tercera cita proviene de un expediente inédito que se conserva a una cuadra de la Plaza de Armas, en el Archivo del Convento Santo Domingo. Corresponde a un importante juicio colonial, fechado en 1611, que trata sobre la exacta localización del Camino del Inca, que proporciona información crucial sobre la funcionalidad y origen de los restos de otro de los edificios existente al costado de la primitiva Plaza Mayor de esta ciudad (Stehberg y Sotomayor 2012). Gaspar Jauxa, natural del Perú, que llegó muy joven a Chile acompañando a los primeros conquistadores europeos testificó que “saue que el camino que llaman de Chille es hiendo desde las casas de doña Ysabel de Caseres donde estan los paredones biexos de la casa del inga”( R.A. vol. 321, pza. 1ª, 1613, Fs 40 v. Declaración de Gaspar Jauxa). De acuerdo a Thayer Ojeda (1905), el solar de Diego de Cáceres, padre de Isabel, se encontraba inmediatamente al NW de la Plaza Mayor, en la manzana de las actuales calles Puente y Catedral. El análisis de la frase “paredones biexos de la casa del inga” es muy reveladora. Paredones alude a una pared vieja que queda en pie, como ruina de un edificio antiguo (Diccionario Percival 1591) y que aún era visible en 1611. El adjetivo viejo (biexos), al igual que antiguo, es la forma que se utilizaba en el siglo XVI, al menos en esta parte de América, para referirse al origen prehispánico de una obra. Las palabras casa del inga alude a una instalación, no necesariamente residencial, de una autoridad vinculada a la familia real del Cuzco. En esto Gaspar Jauxa no se equivoca. Siendo natural del Perú, sabe el significado de la voz inga -nombre del Rey o de miembros de su panaca real- y no podía confundirlo con otras categorías como mitimae, yanacona u otra categoría social. A la llegada de la expedición de Pedro de Valdivia, el Gobernador del valle del Mapocho era Quilicanta, noble inca Orejón (denominado así por el uso de un disco inserto en el lóbulo inferior de la oreja) y, por consiguiente, esta casa le pertenecía a él o a alguno de sus predecesores. Para mayor abundamiento, el testigo señaló que junto a esta casa pasaba el Camino del Inga que entre los valles del Mapocho y Aconcagua se llamaba Camino de Chille (Rosales 1887; Rivera e Hyslop 1984; Stehberg y Sotomayor 2012). No se han encontrado datos concretos respecto a la primera iglesia levantada en Santiago, pero si sabemos que se le asignaron los dos solares al poniente de la Plaza de Armas (Thayer Ojeda 1905) la que 116644 BOLETÍN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL pudo ser inicialmente una cruz y un altar, quizás albergada en alguna clase de recinto que fue destruido por el asalto de Michimalonco. Posteriormente, la Eucaristía se efectuaba en la portada de la casa del Gobernador Valdivia (Ramón 2002: 31-32). Se ha planteado que la elección del lugar de la primera iglesia de Santiago no fue casual y estuvo ligada a un espacio de significación ritual indígena, a juzgar por los hallazgos de cerámica incaica en mayor número y tamaño que lo habitual en el centro de Santiago y su proximidad al trazado del Camino del Inca (Prado y Barrientos 2011: 12-13; Stehberg y Sotomayor 2012). Es probable que la primera iglesia haya estado orientada hacia el norte como indican Iglesias y Porte (1955: 11-12), siendo esta la dirección que mantuvo hasta el siglo XVIII, cuando por razones de contar con mayor espacio se construyó la actual que tiene sentido este-oeste (Prado y Barrientos 2011: 19). Además de las características anteriores, es sugerente que la iglesia que se empezó a construir aproximadamente en 1546, fuera paralela a la plaza, tuviera cubierta de paja y puerta lateral (es decir enfrentando la plaza), lo que es compatible con rasgos propios de las kallankas incaicas, aunque también eran frecuentes de encontrar en iglesias de las primeras décadas de la conquista española de América. Respecto a la evidencia arqueológica, existe importante información obtenida a partir de excavaciones practicadas en el casco histórico de Santiago y específicamente en la manzana de la catedral, tanto al exterior como interior del templo. Un completo informe de los trabajos realizados hasta el 2011 lo proporciona Prado (2000, 2010) y Prado y Barrientos (2011). A continuación se entrega un resumen de aquellos hallazgos relativos a la presencia Tawantinsuyu en el sector de la catedral (Figura 1). Durante sondeos realizados en el marco del anteproyecto para la construcción de la nueva cripta de la Catedral Metropolitana, año 2000, se realizaron dos cuadrículas en la base del pilar NW (Figura 1 número 4) encontrándose a 25 cm bajo el empedrado de las casas coloniales, entre 254 y 277 cm de profundidad, un bolsón de ceniza de 28 x 24 cm con restos de un posible aríbalo del período incaico, sin asociación a materiales europeos (Prado 2000, 2010). La Figura 2 muestra algunos restos cerámicos decorados del período Tawantinsuyu encontrados en esta última excavación. El fragmento superior izquierdo presenta un diseño de rombos en hilera, inspirado en un motivo cuzqueño pero de variante local. Posteriormente, en la etapa de construcción de este mismo proyecto, el año 2005, se realizaron excavaciones bajo el presbiterio previo a la construcción de la nueva Cripta de los Obispos, las que arrojaron gran cantidad de material cerámico colonial, republicano e incaico, tanto en los estratos de relleno para nivelar el piso de la catedral, como bajo los niveles de empedrados de las casas coloniales (Rivas 2005). Este artículo proporciona un resumen de los hallazgos realizados en el presbiterio, con énfasis en la arquitectura, cronología y en la cerámica con decoración incaica. Asimismo, al exterior de la catedral, por su costado norte, durante la realización de excavaciones previas para micropilotes de refuerzo por la construcción del ferrocarril subterráneo en el año 1998 (Figura 1, número 3), en la tierra extraída por los obreros se detectó cerámica de este período (Prado 2010: 36). La Figura 3 muestra fragmentos decorados, donde se reconocen algunos motivos de origen cuzqueño: la cruz de doble borde; las líneas paralelas verticales en traslación, las líneas paralelas oblicuas que se reflejan verticalmente formando un campo semitriangular (Figura 3, fragmentos 3, 4 y 5 de la primera línea) y el reticulado oblicuo (Figura 3, fragmento 4 de la segunda línea). Excavaciones practicadas en el año 2012 en el patio de la Capilla del Sagrario de esta catedral (Figura 1, número 6), aportaron 31 fragmentos cerámicos prehispánicos, de ellos 15 correspondieron al Período Alfarero Temprano y 16 fragmentos al Período Tardío, 12 de los cuales presentaron decoración asignable al grupo Inca Local. “Esta tan dispar representación de materiales decorados versus no decorados escapa claramente a lo que tradicionalmente es posible registrar en los sitios habitacionales de este período en Chile central” (Pavlovic y Albán 2014: 17), donde el tipo de formas inferidas y de motivos decorativos identificados en una muestra tan acotada rompe el patrón reconocido para las ocupaciones domésticas del período. Dos fragmentos cerámicos rojo engobado fueron fechados por Termoluminiscencia (TL) en 1390+60 d.C. y 1430+-55 d.C. (Prieto et al. 2010). La Figura 4 proporciona los restos de cerámica Tawantinsuyu encontrados en el patio de la Capilla Stehberg et al. / El Sustrato Incaico de la Catedral de Santiago, Chile 165 FIGURA 1. Localización de excavaciones arqueológicas con hallazgos cerámicos Tawantinsuyu, en el sector de la Plaza de Armas de Santiago FIGURA 2. Fragmentos cerámicos Tawantinsuyu en el pilar cerca de la FIGURA 3. Fragmentos cerámicos Cripta de los Obispos, al interior de la Catedral Metropolitana. Tawantisuyu recolectados por Fotos extraídas de Prado (2010) los trabajadores del ferrocarril subterráneo el año 1998, en la vereda norte de la Catedral Metropolitana 116666 BOLETÍN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL del Sagrario, donde se reconoce una asa cinta en arco característica de los platos ornitomorfos tipo Saxamar de origen altiplánico (González 1994: 207; Figura 4, fragmento 4 de la primera línea) y el motivo cuzqueño de espiga con traslación A (Figura 4, fragmento 1 de la segunda línea). En el subsuelo del Palacio de la Real Aduana, hoy Museo Chileno de Arte Precolombino (Figura 1, número 10), se reconoció un nivel con “elementos diagnósticos del período Alfarero Tardío o Inka Local, marcado por fragmentos decorados asignables a las tipologías Diaguita III, Aconcagua Trícromo y Viluco” (Saavedra y Cornejo 2015), asociado a grandes concentraciones de carbón. La alta frecuencia del material cerámico, el gran tamaño de los mismos y su cercanía a hallazgos similares encontrados 100 m más al norte, en la Cripta de los Obispos de la Catedral Metropolitana, avalaría la hipótesis de la existencia de un centro administrativo incaico en el sector, o al menos un espacio de alta significancia política y de interacción social. FIGURA 4. Fragmentos cerámicos con decoración incaica encontrados en el patio de la Capilla del Sagrario de la Catedral Metropolitana. Fotos extraídas y adaptadas de Pavlovic y Albán (2014) El año 2014 se inició el proyecto “Articulaciones entre instalaciones arquitectónicas, red hidráulica, caminos estatales y paisaje ritualizado en los valles de Mapocho-Maipo durante el período Tawantinsuyu” (proyecto FONDECYT 1140043), que tuvo entre sus objetivos la búsqueda de restos de arquitectura incaica y otros vestigios materiales y documentales que permitieran validar la hipótesis de la existencia del centro administrativo-ceremonial en el casco histórico de la ciudad de Santiago. Con este propósito se efectuaron excavaciones arqueológicas en cuatro sitios aledaños a la Plaza de Armas: patio del Convento de Santo Domingo, patio del Cuartel General de Bomberos de Santiago (Prado et al. 2015), patio principal del Museo Histórico Nacional y Patio Los Naranjos de la Catedral Metropolitana. A excepción del convento, en los otros tres lugares excavados se encontraron restos de la ocupación Tawantinsuyu, representados principalmente por fragmentos cerámicos. Los hallazgos del Patio Los Naranjos se informan en este artículo. Un aspecto que se desprendió de las excavaciones de la manzana de la Catedral (y alrededores), correspondió a la presencia clara de sólo dos ocupaciones prehispánicas: la correspondiente a poblaciones iniciadoras de la elaboración de alfarería (0-1000 d.C.) y la relacionada con grupos pertenecientes al período Tawantinsuyu (siglos XV y XVI), estando prácticamente ausente los restos de la población local Aconcagua (Prado y Barrientos 2011). Esta situación tiene varias posibles explicaciones. Una, que el área no estuvo, entre el 900 d.C. y el 1400 d.C., apta para ser ocupada, quizás, por exceso de inundaciones. Otra, que no presentaba mayor atractivo para la población local, a diferencia de los grupos incaicos que habrían visto en el sector elementos de significación simbólica y astronómica (Bustamante y Moyano 2013; López 2013, Bustamante 2015). Stehberg et al. / El Sustrato Incaico de la Catedral de Santiago, Chile 167 Otro aspecto de interés lo constituyó la escasa profundidad que alcanzó el depósito arqueológico en este sector de la ciudad, el que tenía “aproximadamente un metro de profundidad, desde la ocupación actual a la base de la ocupación prehispánica. Esta última se ubica sobre un estrato limoso de unos 10 a 30 centímetros, inmediatamente sobre un estrato de guijarros de río” (Prado y Barrientos 2011). De esta manera, los movimientos de tierra realizados durante el período Colonial y Republicano, rápidamente llegaron al nivel de bolones, removiendo, mezclando o eliminando los vestigios prehispánicos, no existiendo un estrato estéril que separase la ocupación Tawantinsuyu de la europea, salvo en contadas excepciones. En la cuadra de la Catedral, la cerámica incaica no se encontró asociada a enterratorios, y al ser los fragmentos cerámicos de mayor tamaño que los que usualmente se encuentran en los sitios de habitación de la zona central de Chile, se las ha interpretado como de uso ritual. Así, la edificación del primer templo católico “se instaló en la mitad oriente del solar poniente frente a la Plaza de Armas, sobre un asentamiento del período inkaico” (Prieto et al. 2010:1025). En similares términos se refieren Pavlovic y Albán cuando señalaron “que la catedral fue construida posiblemente sobre un espacio ritual inkaico, que con o sin componentes arquitectónicos (aspecto que no se puede confirmar o descartar por el momento) fue utilizado durante el periodo Tardío” (Pavlovic y Albán 2014). METODOLOGÍA Los trabajos se efectuaron en junio 2015 y se iniciaron con el retiro del piso de baldosas actual y la excavación de dos cuadrículas exploratorias de 1 x 1 m², separados 9 m entre sí (C-1 y C-2), las cuales siguieron una alineación este-oeste, paralela al muro sur de la Catedral (Figura 5). El lecho del río Mapocho apareció a los 3.30 m de profundidad. A partir de esta información se excavó una trinchera conformada por ocho cuadrículas de 1 m2 (C-3, C-4, C-5, C-6, C-7, C-8 y C-10) que unieron las calicatas exploratorias. Posteriormente, se abrieron otras cuatro cuadrículas paralelas por el lado sur: C-9 (paralela a C-3), C-11 (paralela a C-5), C-12 (paralela a C-6) y C-13 (paralela a C-7), con el fin de recopilar mayor información (Figura 6). Cabe mencionar que el piso de baldosa actual descansaba sobre un piso de huevillos (Figura 7). Todas las cuadrículas fueron excavadas siguiendo la estratigrafía natural y, cuando ella superó los 10 cm, se dividió en niveles artificiales de 10 en 10 cm. Todo el sedimento fue tamizado en malla de 5 mm y el material cultural fue embolsado y enviado a la Unidad de Conservación habilitada en el mismo lugar, donde se procedió a su limpieza, conservación preventiva, cuantificación por materialidad, etiquetado, embolsado y embalado (Figura 8) para su envío al Laboratorio de Arqueología del MNHN. Las excavaciones fueron interrumpidas cuando aparecieron rasgos arquitectónicos de significación, que fueron los casos de C-1 y C-4. Al finalizar los trabajos en terreno, la excavación fue cubierta con malla Rashel y tapada con los mismos sedimentos que se extrajeron de ella. Finalmente, se restituyeron los pavimentos del patio, a cargo de Carlos Arriaza (Figura 9). La excavación del Patio Los Naranjos contó con la autorización N° 2499/14 del 15.07.2014 del Consejo de Monumentos Nacionales, el patrocinio del Museo Nacional de Historia Natural y la aprobación de Monseñor Juan de La Cruz Suárez, Dean de la Catedral Metropolitana. En laboratorio, el mayor esfuerzo estuvo centrado en la clasificación de los restos cerámicos, los que fueron separados de acuerdo a su tratamiento de superficie, pasta y color. Se identificó aquellos fragmentos de claro origen europeo (mayólica, vidriado, a torno, de las monjas) o Tawantinsuyu (decorados con diseños incaicos, escobillado irregular en la cara interior). El resto quedó clasificado según su tratamiento de superficie (pulido, alisado, engobado), pero sin especificar su origen prehispánico o hispánico. A los fragmentos decorados con patrón simétrico reconocible se les hizo un análisis de diseño a cargo de Paola González, destinado a identificar unidades mínimas y clasificar su origen, el que fue organizado en cuzqueño, diaguita, Saxamar y local (González 1994, 2008 y 2013). Con respecto a los restos óseos faunísticos, se seleccionó para su identificación las cuadrículas 5 y 13, debido a que presentaron estratos profundos con restos cerámicos Tawantinsuyu poco mezclados con material europeo. El análisis arqueofaunístico estuvo a cargo de Rafael Labarca, quien utilizó similar 116688 BOLETÍN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL FIGURA 5. Excavación de C-1 (extremo derecho), C-2 (extremo izquierdo), C-3 (al lado de C-1) e inicio de la excavación de la trinchera. Obsérvese el piso de huevillos (centro derecha) y la unidad de conservación (extremo inferior izquierdo). Abajo el área de harneo de materiales FIGURA 6. Distribución de las cuadrículas en FIGURA 7. Piso de huevillos bajo el la excavación del Patio Los Naranjos, Catedral piso de baldosa actual, de inicios del Metropolitana, año 2015 siglo XX o previo Stehberg et al. / El Sustrato Incaico de la Catedral de Santiago, Chile 169 metodología a la empleada en el sitio Cuartel General de Bomberos de Santiago (Prado et al. 2015: 248). Se analizaron 831 restos óseos procedentes de C-5, entre 100 y 290 cm de profundidad y C-13, entre 70 y 290 cm de profundidad. Por otra parte, los fragmentos cerámicos diagnósticos Tawantinsuyu encontrados anteriormente en la Cripta de los Obispos, también fueron objeto de análisis de diseño, a cargo de la misma especialista. Los resultados de ambos análisis se proporcionan en el presente artículo. Para el análisis sedimentológico se efectuaron dos columnas estratigráficas de techo a base. La Columna 1 se realizó en el perfil oeste de C-2 y la Columna 2, se realizó en el perfil este de C-9. Se hizo la descripción granulométrica, textural y composicional de cada estrato acompañada de la toma de muestras de sedimento. En laboratorio se hizo un análisis macroscópico composicional usando lupa macroscópica (Vidal 2015). La clasificación granulométrica se basó en Wentworth (1922), el color en las tablas de color de suelos Munsell (1994) y la interpretación sedimentológica se basó en Nichols (2009). Con respecto a los trabajos arqueológicos relacionados con la etapa de construcción de la nueva cripta de la Catedral Metropolitana, el año 2005, se desarrollaron las siguientes labores a cargo de Pilar Rivas, contando con la autorización del Consejo de Monumentos Nacionales N° 3944 del 24.11.2004. Se realizó una exhaustiva recopilación de antecedentes bibliográficos de la historia de este lugar. Luego se efectuó un levantamiento fotográfico y planimétrico de la superficie del presbiterio antes de su intervención. Para los trabajos en terreno se conformó un equipo interdisciplinario conformado por arqueólogos, antropólogos físicos, conservadores, ingenieros, arquitectos, historiadores y un topógrafo. Mediante una Estación Total se cuadriculó el área de trabajo tomando como eje O el mismo eje de la nave central de la catedral, desde donde se plantearon unidades de 2 x 2 m. La denominación de las unidades se realizó a partir del vértice NW del área de trabajo, nombrándose con números correlativos las FIGURA 8. Carolina Massone en trabajos de conservación preventiva, documentación y embalaje de los materiales extraídos de la excavación del Patio Los Naranjos FIGURA 9. Restitución de las baldosas del Patio los Naranjos 117700 BOLETÍN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL transectas de norte a sur, y con letras, de este a oeste. En el caso de las pilas perimetrales que dan firmeza a la estructura de la catedral y sobre la que se instaló la loza del presbiterio, fueron denominadas siguiendo los códigos utilizados en el proyecto de ingeniería. Las excavaciones comprendieron el área subterránea de los dos tercios oriente del presbiterio existente hasta Febrero del 2005, excavándose hasta los cuatro metros de profundidad bajo su loza y seis metros en los lugares correspondientes a las pilas entre los que se disponen los nuevos nichos. En total se trazaron 66 unidades de 2 m2 cada una. Todo el material fue harneado en malla de ¼´´ y 1/3´´ y embolsado para su correspondiente envío a laboratorio. El trabajo se realizó coordinando las excavaciones con el proyecto de ingeniería, a modo de evitar riesgos estructurales del edificio. Así, en una primera etapa, entre el 28 de marzo y 4 de abril 2005, se rebajó toda el área de intervención hasta un promedio de 150 a 200 cm. Luego, los trabajos arqueológicos extensivos fueron detenidos, restringiéndose la participación arqueológica a cuatro profesionales quienes monitorearon y recuperaron los contextos materiales allí detectados. La excavación y harneo de las pilas bajo los dos metros sirvió de control, obteniéndose una aproximación detallada de los depósitos hasta los 5-6 m de profundidad. Posteriormente, una vez concluido el rebaje de las pilas perimetrales, se reanudó el trabajo arqueológico intensivo hasta concluir con la profundización de las excavaciones y alcanzar el piso de la nueva cripta. RESULTADOS A continuación se proporcionan los resultados obtenidos en los estudios arqueológicos realizados en el Patio Los Naranjos y Cripta de los Obispos, con especial énfasis en los análisis estratigráficos, arquitectónicos y de la cerámica diagnóstica correspondiente al período Tawantinsuyu. SITIO ARQUEOLÓGICO PATIO LOS NARANJOS Análisis sedimentológico El análisis sedimentológico se describe a continuación (Vidal 2015; Cuadro 1, Figura 10). La Columna 1 tuvo una potencia de 319 cm, dividida en diez niveles sedimentarios. Consistieron en niveles de limo con leves variaciones entre limo arenoso, fino y muy fino, arena muy fina, dos niveles clasto soportados hacia el techo de la columna. La Columna 2, tuvo un total de 317 cm, conformado por ocho niveles sedimentarios. Consistieron en niveles de limo con leves variaciones entre limo medio y muy fino hacia la base y limo arenoso y arena hacia el techo, además de dos niveles de grava clasto soportada. Existe una similitud y correlación a nivel granulométrico, textural y composicional entre ambas columnas. Se reconocieron cinco niveles sedimentarios en común, que de techo a base fueron: (1) guijos redondeados; (2) limo arenoso en Columna 1, arena muy fina en Columna 2; (3) arena muy fina en Columna 1 y limo arenoso en Columna 2; (4) guijos y guijarros angulosos y, (5) limo. Desde la base de la excavación hasta los 96 y 98 cm, se presentó un espesor total de 233 cm de limo, sedimento que en corrientes de agua se transporta y mantiene como carga en suspensión hasta que el flujo es muy lento. Su depositación es muy característica de flujos de baja velocidad o aguas estancadas (Nichols 2009). “Teniendo en cuenta lo anterior, los sedimentos limosos que eran transportados como carga en suspensión por las aguas del cauce del río Mapocho, fueron depositados sobre una llanura de inundación durante el desbordamiento de éste” (Vidal 2015). Excavaciones y rasgos arquitectónicos (Figuras 11 y 12) En la excavación de C-1, apareció en la pared norte, un muro de piedra entre los 0,40 y 0,80 m, el cual fue interpretado como el cimiento del corredor lateral de la actual Catedral Metropolitana (Figura 13), dada la presencia de bases de pilares asociados, similares a los existentes en los otros patios de la Catedral. A los 1,60 m de profundidad, aparecieron las bases muy anchas de piedra de un cimiento colonial, orientado en dirección norte-sur, que se estimó anterior a la fecha de adquisición del terreno para construir la actual Catedral en 1747 (Prado y Barrientos 2011). Este rasgo ocupó el 80% de la calicata, dejándose in