DISCUSIONES El problema de la historicidad en el debate Agripa-Mecenas de Dion Cassio URBANO ESPINOSA Al concluir Dion Cassio el libro 51 de su Historia Romana había alcanzado en la narrativa los hechos del 29 a.C.; al iniciar el siguiente interrumpió el relato para presentarnos a Octavio vacilante sobre el ordenamiento constitucional más conveniente para Roma. Según el historia- dor, elvencedor dela guerra civilsolicitó la opinión de sus consejeros Agripa y Mecenas,quienes en sendos discursos se pronunciaron por la restauración •de la república el primero y por la instauración de la monarquía el segundo. Es lo que designamos como «debate Agripa-Mecenas»’. A primera vista estamos ante la conocida técnica de interpolar discursos en las obras de 2, por medio de los cuales expone el historia (frecuente en el propio Dion) autor sus reflexiones personales sobre un momento histórico que valora de especial interés. Sin embargo, todoparece sermás complejo en las dospiezas del libro 52; de ahí su atractivoy también las dificultadesde interpretación. El debate está plagado de anacronismos y dominado por una tensión interna que encaja mejor con elritmo histórico de los primeros decenios del siglo ni que conel de la etapa de instauración del principado. Pero no hay que olvidar que hablanunos personajes que se llaman Agripay Mecenas,que lohacen elaño 29 a.C., que plantean laduda entre repúblicay monarquía y que aluden con frecuencia a circunstancias especificas del final de la república romana. Elementos de signo contrapuesto configuran los discursos dioneos: lo El discursodeAgripaen 52.2-13 yeí deMecenasen 52.1440.Talcomonos ha llegadoeí texto, falta eí finaldel primero yel comienzo delsegundodiscurso;la pérdidano ha deb¡doser muchaen proporción a laextensa parteconservada: U. Ph. Boissevain, Cassii Dionis Cocceiani Hist. Ro,nanarun¡quaesupersurn, 11, Berlin, 1S9s, Jss, señala quela lagunaesde un folio eneí códiceL con pérdidadeunas 62 lineas entotal. 2 F. Millar, «Some Speeches inCassius Dio», Mus. He/a. 18, 1961, 11 Ss. Gerión,5. 1987.Editorial dela UniversidadComplutensedeMadrid. 290 Urbano Espinosa retórico-formal, que aportaelementos «augústeos» ylos contenidos de fondo, quehan dejado entrar elementos «severianos». ¿Estamos ante una contradic- ciónconscientemente querida porel autor, oante anacronismos deslizadosen el debate como lapsus involuntarios? Una cosa es clara: para lograr la correcta comprénsión del texto hay que responder previamente a la cuestión de su historicidad; ¿augústea?, ¿Severiana? Como tendremos ocasión de comprobar, optar por una u otrallevará a interpretaciones dispares. Setrata, por tanto, de resolver el interrogante central de una pieza literaria, que, con justicia, puede calificarse como una de las más sobresalientes en la literatura política de la antiguedad. 1. DISPARIDAD DE ENFOQUES EN LA MODERNA HISTORIOGRAFíA 3 Después delos trabajosde P. Meyer, E. Gabba, J. Bleicken y F. Millar parecía resuelta definitivamente la cuestión a favor de la historicidad severiana; estos autores sólo tomaron en consideración el discurso de Mecenas y concluyeron que no servía como fuente augústea, sino que exponia los puntos de vista de Dion sobre los problemas de su propio tiempo. De modo implícito o explícito es la tesis asumida por la inmensa mayoría de los investigadores actuales. Existe, no obstante, una línea de investigación que defiende la tesis opuesta y que, por consiguiente, es incompatible con la anterior; para esta segundacorriente el debatedioneo refleja un contextoaugústeo y sirve como fuente para conocer hechos y personajes del final de la república y de comienzos del imperio. Estaría representada por R. Avallone y, sobre todo, por una tendencia de la escuela francesa de historiadores de la antigúedad encarnada en P. Grenade, J.2M. André y J.-M. Roddaz4; en particular estos dos últimos, que han estudiado las biografias de Mecenas y de Agripa respectivamente. Por todo ello consideramos necesario volver sobre una cuestión que, en buena medida, ya quedó resuelta en nuestra monografia de 1982~; nos alineábamosentrelos que estiman que en el debate Agripa-Mecenas domina la referencia severiana, si bien divergíamos notablemente de ellos porque, entre otros aspectos, intentábamos explicar razonadamente los elementos au~ústeos y por primera vez se analizaban conjuntamente los dos discursos. P. Meyer, De Maecenatisoratione aDioneficta, Diss. Berlin, 1891; E. Gabba, «Progetti di riforme economichee fiscali in uno storico delletá dei Severi», Studi in onore diA. Fanjáni,1, Milán, 1962. 5-32: i. Bleicken, «Ocr politische Standpunkt Dios gegenliberder Monarchie’, Hermes,90, 1962, 444467; F. Millar, A Studycf Cassius Dio, Oxford, 1964. R. Avallone, Mecenate, Nápoles (sin añodeedic.), p. 18, nota 32; J.-M. André, Mécéne; essaide biographiespirituelle, Paris, 1967, 78-85; J.-M. Roddaz, «Un théme de la “propagande’ augustéenne, l’image populaire dAgrippa», MEFRA,92, 1980, 947-956. U.Espinosa, Debate Agrippa-Mecenas en Dion Cassio; respuesta senatorial a la crisis del imperio romano en época severiana, Madrid, 1982. Elproblema de lahistoricidad en eldebate Agripa-Mecenas... 291 Como era de esperar, las críticas recibidas proceden de los partidarios de la 6. «augusteidad» del debate Registramos dos estudios qu~ han pretendido hallar una tercera vía interpretativá. En 1932, M. Hammond, rechazando la perspectiva «severia- na» de P. Meyer, analizó el discurso de Mecenas y vio en él una referencia augústea, si bien desde la perspectiva que de lo augústeo podía tener un senadorcomo Dion enel siglo ni, tras más de dos siglos dedesarrollo de las instituciones imperiales7; defacto reconocía la «dioneidad»del debate y, por tanto, su «severianidad». En 1981, P. McKechnie dedicó un estudio al discurso de Agripa, en cuyo breve resumen publicado consideraba que esta pieza exponía el concepto helenístico de democracia y tiranía, donde Agripa 8 estaría reproduciendo elementos de ideología no romana El primero de los autores no vio que Dion sabía que muchas de las propuestas de Mecenas nunca hubieran podido ser ni siquiera pensadas por el Mecenas histórico, como luego veremos. Creemos que elsegundo autor no acierta en su tesis, pues Agripa (lo mismo que su oponente) expresa valores «romanos», entendiendo esto en época dionea como fusión en un solo crisol de la herencia griega y de la tradición senatorial romano-republicana. Al renunciar al análisis de la otra mitad del debate, ambos autores por igual pierden la posibilidad de comprenderloensu globalidad y ensu unidad. Pero tal limitación es común al resto de la investigación moderna9. II. OBSERVACIONES PRELIMINARES Y PRECAUCIONES DE METODO Por la tradición literaria sabemos que Augusto estuvo a punto de renunciar a sus poderes en más de una ocasión que Agripa y Mecenas “‘, compartian con él las grandescuestiones deestado” y que entreel 31 y el23 a.C. debieron ser frecuentes en la cúspide política las deliberaciones sobre solucionesconstitucionales establespara una Roma recién salidade la guerra civil. Poreso, la existenciamisma delos discursos, alternativamenteenpro de Principalmente por partedeJ.-M. Roddaz,«DeCésará Auguste: I’image de la monarchie chez un historien du siécle des Sévéres. Réflexions sur l’oeuvre de Dion Cassius, á propos d’ouvrages récents», REA, 85.1-2, 1983, 67-81 (espec. 75-84) y por partede i.-M. André, en Latornus, 43, 1984, 202-203. Las criticas de J. M. Alonso-Núñezen Class. Rey. 98, 1984, 94-96 son las de una persona, a diferencia de las anteriores, no implicada en la polémica de la historicidad; a sus acotaciones aludiremos másadelante. 7 M. Hammod, «The Significance ofthe Speech of Maecenas in Dio Cassius Book LII’, TAPh.4 63, 1932, 98-102. ¡ P. McKechnie, «Cassius Dios Speech of Agrippa: a Realistic Alternative to Imperial Government?», GR 28.2, 1981, 150-155. ‘ Exposiciónde estos problemas investigativos en U. Espinosa,op. cit. 1982, 29-37. ¡O Suet. Aug. 28.1, una vezdespués de laderrota de Antonio en Actium y otrael 23 a.C.; a esta última ocasión alude Dion en 53.30.1-3. Por ejemplo, en Dion Cassio 55.7.1-6 sobre Mecenas y en 54.29.1-8 sobre Agrípa, a propósito del panegirico que les dedica. 292 Urbano Espinosa la república y de la monarquía,asi como las numerosas referencias ala crisis de las instituciones republicanas, hacen que el debate dioneo resulte 2 históricamente verosímil, al menos en el píano formal’ Sin embargo, es preciso aclarar queverosimilitud (armonía formal con el contexto histórico) no es lo mismo que historicidad de los contenidos (realidad augústea o severiana). Lo segundo es lo que nos interesa debatir aquí y, por eso,para aceptarla tesis de la augusteidad, habría quedemostrar previamente: a) Que el debate Agrípa-Mecenas no es invención de Dion Cassio, sino que se produjo realmente en el momento y en los términos indicados por el historiador. b) Que fue transcrito por fuente digna de crédito y que ésta fue consultada por Dion y transferida a su obra sin cambios significativos. c) Si nada de lo anterior puede ser probado (tampoco lo contrario), hay que demostrar, al menos, que las opiniones de los interlocutores del debate armonizan conla figura y obra políticasdel Agripa y del Mecenas históricos. Obsérvese que si la prueba descansa sólo sobre el punto e), el valor del texto como fuente augústea sería secundado, porque habría que preferir las fuentes en que Dion se basó. Si éstasno se conservaran,tampocosabremos si fue respetuoso con ellas y, ante la duda, habría que tomar con precaución todas o algunas manifiestaciones del debate. Desde luego,en la tradición manuscrita anterior a Dion no existe textode debate alguno relacionable conel delhistoriador bitinio, ni en la forma ni en el modo con que lo tenemos en el libro52 dela Historia Romana. Ni siquiera hallamos la más mínima noticia de que se hubiera celebrado tal evento. Es pura especulación sin base alguna defender que se produjo, que quedó registrado en actas o documentos contemporáneos y que Dios los consul- tó para redactar su obra. Dos breves citas eruditas permiten suponer que Agripa escribió una Autobiografla peronada, aparte de la desnuda noticia ~ de su existencia, ha recogido la tradición literaria sobre contenidos y planteamientos. Suponer, como en el caso anterior, que Dion la consultó y que transfirió al debate los «sentimientos» de Agripa, no pasa de constituir una subjetiva apreciación’4. El que Augusto proyectase en ocasiones dejarel poder, el que Agripa y Mecenas fueran sus másestrechos colaboradores y el que hacia el 29 a.C. se vivieran momentos de reflexión política, circunstancias que síeran conocidas por Dion, prueban el esfuerzo de éste por dar verosimilitud histórica a su debate, pero no niegan el carácter ficticio del mismo. De ahí que resultan indemostrables los puntos a)y b) de arriba. Más aún; pesa decisivamente en ¡2 E. Gabba, op. cit., 1962, 41-43,y J.-M.André, op. cit., 1967, 91. Ecode éstos, en J.-M. Roddaz,op. cit., 1980, 952. “ Plin.NR VII 148 y enel escoliasta Daniel, ad Georg. 11162. ‘~ Es la tesis de 3.-M. Roddaz, op. cii. 1980, 953, a la que luego aludiremos mas detenidamente. Elproblema de lahistoricidad en eldebate Agripa-Mecenas. 293 -. pro de una recreación dionea el persistente silencio de todos los autores antiguos sobre un tal debate. Es curioso que, como señala Schwartz, la mayoría de los discursos interpolados en la Historia Romana tengan paralelos en fuentes anteriores y 5; el mismo investigador que sólo el debate Agripa-Mecenas carezca de ellos’ reconoce la singularidad del caso y afirma que en el discurso de Mecenas Dion «hat seine cigenen Reformgedanken niedergelegt»16 Según R. Avallone, en su monografia sobre Mecenas,es el personaje real el que habla en el debate, aunque reconoce que la pieza es creación dionea. Defiendeque Dion pudo haberla reconstruido«manipulandoydiluyendo» la obra transformadora de Augusto, la tradición meceniana y sobre todo los ultimos libros de Livio, hoy perdidos, que alcanzaban hasta el alio 9 a.C.’7. Por tanto, al menos en el discurso de Mecenas, Dion habría partido de elementos de información augústeos; claroque Avallone no analiza dónde y cómo se da la manipulación, tampoco contrasta la tradición meceniana, conocida pordiversas fuentes, con el Mecenas del debate,ni estudia uno solo de los consejos de este último para comprobar si armonizan o no con la figura política de su homónimo histórico; se satisface con la simple afir- mación. Pese alo anterior,la tesis dela dependenciadionea de Livio merece algún comentario. Para el relato de los últimos decenios de la república y comienzos del imperio fue admitida por Schwartz18 y secundada luego por otros autores como Fadinger Trabajos más recientes muestran resultados 19 diferentes; F. Millar y B. Manuwald prueban que Dion utilizó fuentes muy diversas a Livio, a veces opuestasa él e, incluso, salidas deámbitos políticos contrariosal partidode César y de Octavio20. La tesisde R. Avallonecarece de pruebas; si en Livio hubiera existido algo similar al debate dioneo, es dificil que no hubiera sobrevivido alguna noticia en autores que tuvieron la obra liviana en sus manos21, habida cuenta de la talla histórica de los personajes implicados, de la gravedad del tema debatido y del momento trascendental que entonces vivía Roma. Con seguridad, Dion Cassio no dispuso de un debate escrito de época 22 augustea y elque nos ha legado enellibro 52de suobra dehistoriaes pura “ Ed. Schwartz, «Cassius Dio Cocceianus», RE III, 1899, col. 1719. ¡6 Ibid. anterior, con lo cual acepta las aportacionesal respectode P. Meyer, op. cii. 1891. “ R.Avallone,op.cii(sin añoedic.),p. 18 y nota32. La obralivianacomprendía los libros 96a 145desdeel70al9a.C.Elperiodoaque serefiereeldebatedioneo(29a.C.)era narradoen el libro 133/4. ~ Ed. Schwartz, op. cit., 1899,ccl. 1714. ‘~ V.Fadinger. DieBegrúndungdes Prinzipais. Quellenkritische¡mdstaatsrechtliche Unrersu- chunaenzuCassius Dio unódie Para¡leh2ber¡ieferung, Diss. Berlín, 1969, Bonn, 1969. 20F.Millar, op.cii. 1964, 83ss.,quien piensaenautorescomoCremutiusCordusyAufidius Bassus, entreotros, como fuentes dioneas diferentes a Livio. B. Manuwald, Cassius Dio und Augustus; phitologische Uníersuchungen zu den Bñchern 45-56 des dionischen Geschichrswerkes, Wíesbaden, 1979, 251-254, matiza las conclusiones delanterior (Pp.254-268), pero básicamente coincide en la pluralidad de fuentes dioneas parael períodoque nos ocupa. ~ R. Paribeni, «Letádi Cesaree di Augusto», enSioria di Roma 1, Bolonia, 1950, 2. 22 M. Reinhold, MarcusAgrippa;aBiography, Roma,1965, 64-65: «Wc may acceptwithout 294 Urbano Espinosa recreación suya. Sin embargo, todavía hemos de preguntarnos si, aunque ficticio, revela esfuerzos por plasmar lo que por la tradición literaria se sabía sobre los interlocutores y sobre los problemas del principado naciente- Se trata de resolver el punto e) de nuestras observaciones metodológicas de arriba, pero la respuesta derivará, como es lógico,de la crítica a latesis de la historicidad augústea. Pasemos, pues, a ello. III. LA TESIS DE LA HISTORICIDAD AUGUSTEA Como decíamos, aparte el ya citado trabajo de R. Avallone, la tesis de la augusteidad ha encontrado su mejor y exclusivo caldo de cultivo en la 23 reconoce el carácter ficticio del debate, pero escuela francesa; P. Grenade considera que resume en forma dramática un dilema de «deux tendances dans l’entouragedOctave, sinon dansson esprit:monarchique et «democrati- que» c’est-á-dire républicaine». Agripa encarnaría la idea de la abdicación y Mecenas la del mantenimiento del poder y concluye afirmando que «la conception de Dion est tout á fait cohérente»24 El autor no cuestiona la referencia augústea del texto dioneo y no toma precauciones de método sobre la fiabilidad del mismo, sino que la da por sentada. Desde tal premisa no necesita descender de las afirmaciones a la demostración de aquella supuesta «coherencia» entre debate y realidad histórica. Digamos queGrenade elude elanálisis delos dicursos, retorizando • sobre su significación general. Más que encarnar Dion-Agripa la no continuidaden el poder, lo quetenemos esuna propuesta positiva y concreta de restauración republicana, que es lo que hay que discutir, y más que encamar Dion-Mecenas la idea de no ceder el poder, lo que tenemos es una propuesta igualmente positiva y concreta de instauración monárquica, que asimismo requiere estudio y análisis. Pero en beneficio del autor hemos de alegar que tal análisis no puede exigírsele, pues la cuestióndel debate dioneo no es central en su trabajo; lo traemos aquí a colación, no obstante, porque representa en germen una tendencia que adquiere pleno desarrollo con los autores que siguen. hesitation Dios statement that Octavia,, asked the advice ofbis two friends, but that formal speechesweredelivered at that timeis highlyimprobabJe. Even moreimprobableis it that they delivered the speeches given by Dio.» Sólo un pasaje del discursode Agripa, dice, tiene algún valorhistórico,cuando Dionpone enbocasuya«wordsofdevotionto thepersonal ambitionsof Octavian» (52.2.1-2). Referencias a estas ambiciones pueden rastrearse en la misma Historia Romana y, además,este puntodel discursodioneoes unodelos especialmentedestinadosporeí historiadora simular verosimilitud histórica al debate(véase mfra, 317 Ss.). 23 p~Orenade, Essai sur les origi6es du principal; investiturael renouvellement des pouvoirs impériaux, Paris, 1961, 157-159, quien valora el texto dioneo como debate constitucional en forma de«délibération préliminaire A la réforme desinstitutions». 24 p Grenade, op. cii., 1961, 159, al decir esto relaciona el debatedioneo con lanoticia de Suetonio(supra, nota 10), de quepor dos vecesOctavio/Augustoestuvoa punto de renunc¡ara sus poderes. Elproblema de la historicidaden eldebateAgripa-Mecenas... 295 25 1. Mecenas yDion-Mecenas Estees elcaso deJ.-M. Andréen su monografia sobre Mecenas26. Latesis de la historicidad augústease formulaaqui en toda su pureza. Ningunaduda asalta al autor y simplemente la da por supuesta, de tal modo que es completa la identidad entre Mecenas y Dion-Mecenas. De ahí que, como sintesis de sus postulados, considere el autor al discurso dioneo como «la piéce maitresse qui nous permet de saisir la pensée politique du Mécéne»27. Ese pensamientopolítico es descrito por elautor exclusivamentecon el texto dioneo; por mejor decir, con una parte de él: capítulos 15 a 18 y 35 a 40; quedan olvidados del todo los 16 largos capítulos intermedios, auténtico núcleo del discurso. Si los hubiera tomado en cuenta, habría tropezado con los gigantescos anacronismos que contienen y que el investigador está obligado a explicar. No lo hace. De ahí las gravesdudas defiabilidad que pesan sobreel perfil político que nos ofrece del Mecenas real. Veamos un caso concreto; 20 páginas antes de que André escribiera la expresión que hemos transcrito textualmente, dice que Mecenas es eltípico representantedel «epicureísmo político»; consisteen «ledivorce entrel’importance politiqueet la dignitas, c’est la répugnancequ’il manifeste á l’égard du cursus honorum classique et en particulíer de la promotion sénatoriale»28; siguiendo a R. Syme29, aiiade que «cette répug- nance» sedebía«á l’ideal équestre».Pues bien;el discursodioneo de Mecenas no podria sermás senatorial ni más antiecuestredelo que ya es, nivalorar en mayor estima de lo que valora aquella ¿¡ignitas. Cabrán muchas interpreta- ciones sobre particulares contenidosdel discurso, pero si algo queda claroen el, es su radical posicionamiento prosenatorial30. Precisamente en la parte del discurso olvidada por André observamos una asintonia máxima respecto ala realidad augústea. Al Mecenas histórico nunca se le hubiera ocurrido, como vemos en Dion-Mecenas, recomendar al emperador la privación al senado del gobiernode las provincias, haciéndolas todas imperiales, tampocola extensión universalde la ciudadanía romana, la implantación de un funcionariado asalariado en todos los niveles, la reducción de Italia astatus provincial, etc.31. Otra cuestión; decíamos que J.- 25 En las páginas que siguen diferenciaremos ambos términos para evitar confusiones; por «Mecenas»entendemoseípersonajehistóricoy realdeesenombre, mientrasquepor«Dion- Mecenas» el segundo de los interlocutores del debate. La misma diferenciación establecemos entre Agripa y Dion-Agripa(véase inflo, p. 302). 2b J.-M. André, op. cii., 1967, 78-85. 21 Ibid. anterior, p. 80, no lleva a sus consecuencias lógicas este pensamiento: «Les considerátionsdu discourssur loificedeconseillerncsonpasenbonnelogiqueunepreuve,peur qui anaíyse l’authenticité du discours, mais elles concordant ayee la théorie de ramitie du ministre,avecla longue détentiondessecrets d’Etatsur laquelleinsistent les Satyreset lesOdes d’Horace». 28 ¡bid. anterior, p. 63, aliniciarel cap. II sobre «Actionet penséepolitiquechez Mécéne». 29 R. Syme, RomanRevolurion,Oxford, 1939, 359 ss. 30 En nuestro trabajo de 1982, pp. 407426, hemos probado este aspecto. S¡ Dion 52.19ss. 296 Urbano Espinosa M. André describía la identidad política de Mecenas en buena partecon los consejos que su homónimo retórico pronuncia en los últimos capítulos del discurso. Lo que tenemos aquí son recomendaciones al monarca sobre su comportamiento personal virtuoso basado en la sobriedad, clemencia, templanza y en el resto del cuadro de virtutes características del nr bonus Ronianus. Dion Cassio añadió esta parteporque son elementosmoderadores de un poder monárquico que se concibe en Dion-Mecenas como absoluto; son inespecíficos en su referenciacronológica y por eso podían ser formula- dos por cualquier aristócrata de cualquier época; por consiguiente, nada en concreto revelan respecto a la individual visión política del Mecenas histórico. Sea suficiente lo anterior para constatar que el apartado «La pensée politique de Mécéne» en la obra de J.-M. André resulta ser una «simplifica- tion primaire», por utilizar las mismas palabras con las que élcritica nuestra obra de 198232; lo es el valorar los consejos del Mecenas ficticio como directas opiniones políticas del real La recensión del investigador francés a nuestra obra es deficiente, precipitada, acientífica y de circunstancias. ¿Los motivos?, criticar sin haber realizado antes una lectura completa y adecuada, o insuficiente comprensión del idioma español; además, domina en él el interés por defender a ultranza la historicidad augústea; esto es: salvar desesperadamentedel naufragio científico su obra de 1967, como si entendie- ra que el maestro, por su condición de tal, nunca se equivoca y no debe reconocer virtud al discipulo Noes gratuito lo que afirmamos. Sustrae el lector la sintesis de nuestros postulados metodológicos, el entramado de nuestro edificio analítico y argumentativo y las conclusiones a las que llegamos; todo ello lo silencia y toma al azar frases opasajes sueltos, inconexosentresí, distorsionándolos de su sentido originario. Que no ha leído toda nuestra obra, o que noentiende la lenguaespañola, es manifiesto en los varios casos en los que nos atribuye posiciones que no 33 defendemos. He aquí algunos ejemplos. Nos acusadeque en elcapítulo 1V hemos escrito «toute une série de monographies impériales, de Commode á Caracalla la source est DC. livres 73 et suiv.!»34. Lamentamos frustrar la .. mordaz critica que encierra el signo de admiración, pero es falso que hayamos escrito tales monografías. Insistimos, el profesor André no ha leído lo que critica o no sabe español; y si no, véase la introducción al citado capítulo: «El debate Agrippa-Mecenas debe su ser a la preexistencia de una conciencia decrisis en nuestro historiador; ¿Cómo reconocerla y definirla? .... metodológicamente hablando, sólo será posible recurriendo al análisis ... de los libros de la Historia Romana en que se narran los acontecimientos vividos directamente por el autor Por tanto, nuestra tarea... no deberá .,. J.-M. André, en Latomus 34, 1984, 202-203. 32 “ U. Espinosa, op. cii., 1982, 170-237. ~ J.-M. André, op. cil., 1984, 203. Elproblema de la historicidaden eldebate Agr¡pa-Mecenas... 297 consistiren unarecensión más o menos criticadel relato dióneo contemporá- neo, y mucho menos en una descripción del marco histórico del autor; más bien tendrá que serun urgarenese relatopara desvelar la peculiarvisión que 35. Y las conclusiones al Dion se forma de la realidad de sus propios días...» mismo capítulo (pp.232-237): «El relato histórico que hemos analizado no es propiamente la historia de la época de Dion Cassio; más bien es una acumulación de vivencias y sentires en relación directa o indirecta con la problemática situación histórica del ordo senatorius», etc. El sentido del capitulo IV es claroy la precariedad de la crítica de .L-M. André también. Realiza una pirueta en el aire cuando nos imputa desconocer bibliografía fundamental (por ejemplo, su Mécéne (1967), Gardthausen, etc-). ¿Cómo pueden sernos útiles tales obras referidas a especificas circunstancias augús- teas, si estudiamos los problemas de época severiana96. Similar sofisma descubrimos cuando asegura nuestro critico que padecemos un «préjugé antiidéologique au profit d’une “socio-politique” romaine», porque «le .-. ‘platonisme’ de Mécéne ne trouve gráce aux jeux de l’auteur!». Mal ... podremos negar osilenciar elplatonismo deMecenas,si no hablamos deeste personaje; hablamos del ente de ficción, homónimo del histórico, que Dion creó, lo cual es distinto. No abrigamos, por otro lado, ningún prejuicio antiideológico; por todas partes tenemos muy en cuenta la ideología como punto de llegada en ~, época severiana de lo que fue la legitimación ético-moral de la aristocracia frente a susexigencias políticas38. Nosólo nonegamos losvalores en los que se apoya la exigencia políticadeDion Cassio, sino que les otorgamosel lugar destacado que le corresponde en la praxis. La reseña del profesor André a nuestra obra muestra que también la crítica es criticable, se trata de una recensión «de circunstancias», dominada por la obsesión de salvar a cualquier preciosus insostenibles tesis anteriores y lastrada de antemano por una mala lectura o por una deficiente comprensión del trabajo criticado. “ U. Espinosa, op. cit., 1982, 170-171. 36 Por cierto, que el últimoautor citado (y. Gardthauscn, Augustus¡¿n4seine Zeit, 1.2, 767) niega rotundamenteel valordel discursode Mecenascomofuenteaugústeay, poreso,prescinde de él cuando analiza la figura y la obra politica del homónimohistórico (762 ss.). ~ De modo especial los caps. 11.4 yIII están consagrados a laideologia senatorial. 38 Fnnuestraobrade 1982 conscientemente rechazamos buscarenla tradición literarialos precedentes a todas y cada una de las manifestaciones ideológicasque vemos en el debate. Hubiéramos convertido nuestro trabajo en un puro estudio erudito y nos interesaba el «presente» de Dion Cassio, las soluciones que da a los problemas de su tiempo y la argumentación ético-política en que las fundamenta. Por eso, no aceptamos lacrítica de J. M. Alonso-Núñez (op. «it., 1984, 95) al imputarnos no habernos detenido en precedentes como Heródotoo Polibio. Paranuestroesquemaanalítico ydeductivo,esohubierasido entorpecedor yhubiera ocultadolos verdaderos objetivos. Posiblemente no ha leído nuestras pp. X-XI: «En nuestro trabajo hemos considerado el debate Agrippa-Meccnas ya en su punto histórico de llegada,enelcualse reflejaunestadodado decosas.Ciertamente,enocasiones volvemos lavista alpasadoparabuscarprecedentesalasrealidadesque vamosdenunciando; peroesemirar atrás no esel hilo conductor.., no seria muy dificil descubrir la estela.de Tácito, Plutarco;Séneca, Cicerón, Platón, Tucídides, etc. Yes que Dio,, Cassio, porla época en que le tocó vivir, esel mejor exponente de la plena integración de todos los valores de la antigúedad clásica en el horizonte común dela ol,cougávq.» 298 Urbano Espinosa En conclusión; para el autor francés el debate dioneo es «miroir des problémes politiques et des conflicts idéologiques du principat naissant» ~ Rechaza nuestratesis de la severianidad (que es compartida por la inmensa mayoría de la ciencia actual) y concluye afirmando que «n’apporte rien de nouveau (et pour cause) sur ledébat». Luego veremos si aportao no, pero de momento lo cierto es que las opiniones de J.-M. André sobre el pensamiento político de Mecenas nosólo noaportan nadanuevo, sinoque sonerróneas. Y esto «por necesidad», porque identifica Dion-Mecenascon Mecenas,cuando la realidad es que el primero no sirve en absoluto como fuente augústea. Su tesis de la augusteidad en 1967 retrotrae la investigación a un nivel tal cual se encontraba hace un siglo, antes de que en 1873 F. Rothkegel dejara sentada 40. En suma; las páginas 78-85 del por primera vez la de la severianidad Mécéne de J.-M. André no pueden ser tenidas en cuenta por la investigación actual. 2. Aqrippa y Dion-Agripa Ha sido J.-M. Roddaz el investigador reciente que más atención ha consagrado ala figura históricadeAgripa. Nos detendremos aquí sóloen sus trabajos que tengan que ver con el debate dioneo y adelantamos que comenzó defendiendo la tesis de la augusteidad, en la línea de Orénade- André, para concluir negándola al final de su trayectoria investigadora. Su primer trabajoen 1980encierraenlo fundamentallasiguiente hilación argumentativa~ bis. 1.~ Los intereses políticos de Augusto han creado y transmitido a la historiografía «l’image d’un homme proche des aspirations du peuple et de le présenter comme la cautionpopulaire du nouveau Régime». 2.0 En Dion Cassio tenemos el mejor testimonio, también el punto de llegada, de esa «tradition officielle», historiador para quien «la meilleure preuve de l’attachament d’Agrippa au peuple et de la sincerité de ses convictions populaires» (Pp. 950-951) sería el testamento del personaje. Cuando la enfermedad deAugusto el 23 a.C., Agripa aparecia como 30 s~mbolo de la continuidaddinástica y como candidato ideal del pueblo para recibir la herencia monárquica. De aquí, la contradicción (ambigliedad en J.- M. Roddaz) con el republicanismo de Agripa en el debate dioneo. Explicación: Agripa ciertamente no era partidario del sistema 40 republicano, pero en el debate frente a Mecenas lo defendió, puesto que en aquel momento era el mejor cultivador de las «virtudes democráticas» y el mejor valedor de lo «popular». Su defensa de la república tiene sentido “ J.-M. André, op. cit., 1984, 203. 40 F. Rothkegel,‘Finige Betrachtungen tíberdic Rededes M~cenasbeiCassiusDio, LII, 14- 40», Progr. des Gymn. ni Gross-Streh¡itz, 1873, 17 pp.; por cierto, J.-M. André desconoce este estudio sobre el discurso de Mecenas. 40 bis J.-M. Roddaz, op. cii., 1980, 947 ss.
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