UNIVERSIDAD DE COSTA RICA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES ESCUELA DE PSICOLOGÍA TESIS PARA OPTAR POR EL GRADO DE LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA El manifiesto filial de Leopoldo María Panero. Una lectura psicoanalítica del libro “El lugar del hijo” Proponente: Tatiana Muñoz Brenes (A43666) Comité asesor: Director: Lic. Mariano Fernández Sáenz Lectores: Dra. Laura Chacón Echeverría Lic. Daniel Fernández Fernández Marzo, 2015 HOJA DE APROBACIÓN Bach. i a Muñoz Brenes Sustentante Director Dra. Laura Chacón Echeverría Lectora Lector Lic. Roberto Marín Villalobos Presidente del tribunal Profesora invitada 11 iii A Leopoldo, sin más… …y a lo que hace de mí. iv v Reconocimientos En Costa Rica: A mi director de tesis, Mariano Fernández, por una convivencia de tesis tan bien vivida, tan encontrada y a ratos desencontrada, tan intensa y edificante que sin duda su finalización deja un gran vacío. Por todos estos años de trabajo y amistad, por su tiempo, su escucha, sus recomendaciones y tantas bolsas de té. Por ser el único director posible de esta escritura que a veces nos parecía imposible. A Laura Chacón, por apoyarme incondicionalmente en este trabajo, por ayudarme a ver la trascendencia del mismo aún cuando ni yo lograba reconocerla. Por ser la primera impulsora de la idea de convertir estas páginas en un proyecto más allá de una tesis. A Daniel Fernández, por sus observaciones tan precisas y siempre acertadas, por su tiempo y dedicación en esta labor, por conversaciones muy gratas que inexplicablemente no tuvimos cuando fuimos estudiantes. A Ginnette Barrantes, por su valiosa ayuda en el planteamiento metodológico del anteproyecto de tesis y su amabilidad al compartir con todos su método. A Rocío Murillo, por acoger con tanta calidez mi invitación a ser parte de este trabajo y por sus adecuadas anotaciones. A Roberto Marín, por la pertinencia sin igual de sus observaciones a mi investigación, que demostraron una dedicada lectura de estas páginas. A mi familia. A mi madre Rocío Brenes, por su imprescindible paciencia y su apoyo emocional y económico durante todos estos años. A mi padre Walter Muñoz, por sus destellos de interés en Freud y Panero que nos llevaron a conversaciones tan entretenidas. A mi abuela Claudia Brenes y a mis tíos Sergio Brenes y Roxana Campos, por no dejarme desistir. A mi primo y hermano Alejandro Brenes, por su ayuda en los aspectos gráficos de este trabajo y por tener siempre un diálogo lleno de risas compartidas a cualquier hora del día. A Michi, por recordarme que el mundo es un lugar que vale la pena. vi A mis amigos. A aquellos que comparten la fascinación por el inframundo paneriano y que apoyaron a esta investigación desde que era sólo una idea imprecisa en mi mente: Diego Durán, Marco Crawford y Minor López. A aquellos amigos de más de una década, que fueron mi principal apoyo en este largo proceso y quienes nunca me dejaron caer: Mauricio Solano, Alejandra Monge y Randall Guevara. A aquellas que me enseñaron –aún antes que Panero– que la familia es aquella que designamos como tal: Lizeth Gutiérrez y Areli López. A todos ellos y ellas, espero compensar todo lo que me perdí por mi ausencia durante el tiempo que escribía estas páginas. A Alonso Ramírez, por su transmisión de la belleza espontánea del haiku y a Esteban Gutiérrez, quien aún sin conocerme en persona me brindó importantes insumos para el proyecto. A Luis Barquero y María Luisa Mészáros, por su ayuda con la adquisición de libros en los inicios de esta investigación. También mi agradecimiento a María Díaz y a Marlene Hidalgo. A los compañeros y compañeras de sangha en la Asociación Cultural Tibetano-Costarricense (Centro de Dharma Tierra del Buda Compasivo de los mil ojos), a mi lama raíz Khensur Rinpoché y a mi maestro de inspiración Lama Samten. A Rafael Pérez y a Vera Lucía Salas. A Daniel Pérez, quien junto a Panero inspiró y movilizó este proyecto. Por tanto apoyo y paciencia, por soportar a mi lado todas las tormentas que nos acecharon estos años. Por ser mi amor, mi compañero, mi mejor amigo. Por escuchar todas mis divagaciones y por verlas convertirse en una tesis, por ser mi supervisor extraoficial, el primero en leer cada línea. Por tantas dudas aclaradas, noches de biblioteca, desvelos de lectura, correcciones y sugerencias, todo lo que hace de esta escritura no algo mío, sino nuestro. En España: Porque esta tesis tuvo el apoyo de tres padrinos (como alguna película western de las que gustaba Panero), quienes desinteresadamente y con mucha calidez me extendieron su mano desde que la idea de este proyecto surgió, y cuando yo no contaba con materiales de lectura que en mis latitudes jamás encontraría, pero que llegaron a mis manos con los nombres de estos vii remitentes: Alfredo Saldaña y Túa Blesa, ambos catedráticos de la Universidad de Zaragoza, y Adolfo García, editor de Panero en Ángel Caído Ediciones. Al periodista Bruno Galindo, co-intérprete del disco que me hizo llegar a Leopoldo, por no sólo colaborar con este trabajo a través de su opinión de experto, sino por convertirse en un apreciado amigo y porque su cámara y sus narraciones son los lentes a través de los cuales puedo sentir que conocí a la persona de Panero. A uno de mis cantautores más admirados, Carlos Ann, quien no sólo trajo a Panero a mi vida a través de su música, sino que además cooperó amablemente con sus respuestas llenas de poesía a mis preguntas a veces tan académicas. A muchas otras personas que fueron integrándose a este trabajo a lo largo del camino. En el mundo editorial, a Beatriz de Moura y todo el equipo de Tusquets Editores, a Antonio Huerga y Charo Fierro de Huerga & Fierro Editores. En el dominio del cine, a Jaime Chávarri, Andrés Santana, Elba Martínez (por mostrarme a otro Panero), Ianus Pravo y Luis Miguel Alonso Guadalupe. A los periodistas y escritores Benito Fernández y Federico Utrera. En los estudios académicos, a Javier Huerta, Miguel Cabañas Bravo y Juan José Alonso Perandones. También mi agradecimiento a Antonio Marín Albalate, José María Ponce y Fernando Bolzoni. A las señoras Charo y Marisa Alonso Panero y a Javier de la Rosa, quienes han sido un respaldo importante en las últimas fases de este trabajo, y quienes amablemente me han extendido todo su incondicional apoyo para lograr este proyecto colectivo que nos une, y que no es menos que contribuir a la inmortalidad del legado artístico de los Panero Blanc. A las personas que me hicieron sentir en casa, en esa casa paterna que es hoy el aposento de sueños no tan lejanos y que llamamos España. En el Ayuntamiento de Valderrey, al acalde Gaspar Cuervo Carro y al escritor y cronista Andrés Martínez Oria, quienes dispusieron las condiciones para una tarde poética por Castrillo de las Piedras, entre encinas y a la vista del Teleno. También al secretario del ayuntamiento José Luis Vega y a la administradora María Luz Martínez. En el Ayuntamiento de Astorga, a la Concejalía de Cultura y la Oficina de Turismo, por el trato especial brindado para conocer la Casa Panero y por las amables invitaciones que pronto espero corresponder. A los amables amigos de la Florería Ana. A Esperanza Marcos de la Biblioteca Municipal de Astorga, por su interés y colaboración con este trabajo. A Miguel viii Ángel Pérez Arnaiz, porque en brevísimos instantes me hizo sentirme parte de Barcelona, por posteriores conversaciones que serían de horas y horas si fueran en vivo, por su interés en conocer este trabajo, por convertirse a la distancia en una de las personas más cercanas, confiables y queridas. En algún lugar de Samsara: A Los chicos (Calamaro). Hace mucho que los quiero ver. A la familia Panero Blanc. A Felicidad, por la perfecta armonía entre belleza y talento. A Michi, por ser el inalcanzable final de este (des)encanto. A Leopoldo, por hacerme imaginar a Astorga y La Sequeda cuando yo aún no había llegado allí. A Juan Luis, por su alma latinoamericana. A Juan, porque en lo simple puede estar toda la belleza. Y por supuesto, a Leopoldo María Panero, mon semblable, mon frère, quien provocó con su escritura el encuentro con la mía propia (nuestro palimpsesto), por ser –muy a pesar suyo– aquello en lo que nunca creyó: inspiración. Por hacer de brújula. Por convocar a tres años de noches y madrugadas llenas de arte, demonios, lágrimas, risas, sueños y arrebatos, con esa extraña mezcla de admiración y cansancio que sólo se puede experimentar hacia el fundador y causante de tanto, tanto desastre (Panero dixit). ix
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