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El hombre que creía demasiado. Francisco de Asís en Chesterton PDF

192 Pages·2022·8.449 MB·Spanish
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El hombre que creía demasiado Francisco de Asís en Chesterton Andrés Felipe López López “Divulguemos la Historia para mejorar la sociedad” El hombre que creía demasiado. Francisco de Asís en Chesterton © 2007, Palabra de Clío, A. C. Insurgentes Sur # 1814-101. Colonia Florida, C.P. 01030, Ciudad de Mexico. Coordinación editorial: José Luis Chong Diseño de portada y maquetación: Patricia Pérez Ramírez Foto de portada: Francisco de Zurbarán [Atribuido] (siglo XVII). San Francisco en meditación [óleo sobre lienzo], en https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/ san-francisco/07fbc15b-c14d-44be-b8f9-2df1278f9a27?searchid=c0aeab84-eff7-94bb-636f- 1608a4c3b660 Cuidado de la edición: Andrés Felipe López López Primera edición: enero de 2022 ISBN: 978-607-8719-18-1 Impreso en Impresora litográfica Heva, S. A. Todos los derechos reservados. Los contenidos e ideas expuestas en este trabajo son de exclusiva responsabilidad de los autores. www.palabradeclio.com.mx Impreso en México - Printed in Mexico A mis amigos, los búhos, lechuzas o mochuelos ateneos o minervinos, Rodrigo Varela, César Augusto Guerra, Miguel García-Baró, John Edgar Congote, Ezequiel Quintero, Juan Pablo Cardona, Sebastián Suárez, José Daniel Hoyos, Carlos Gaviria, Carlos Humberto Monsalve, Nicolás Duque, Alejandro Molina y Andrés Felipe Palacio. A mis hermanos Yovani Andrés y Leonardo, a mi madre Martha Lucía, a mi padre Helman (†), y a Ana Catalina y Ana Celeste. Yo escribo para que mis amigos me quieran más. Gabriel García Márquez […] voy aprendiendo con las palabras que digo. José Saramago Chesterton era fruto del matrimonio místico entre san Francisco el Romántico y santo Tomás el Racionalista. (Pearce, 1998, p. 353) San Francisco era tan fogoso e incluso tan inquieto, que los eclesiásticos ante quienes se presentaba de súbito le tenían por un loco. (Chesterton [Biografía de Tomás de Aquino]) Todo gran revolucionario, desde Isaías hasta Shelley, ha sido un optimista. Estaban indignados, pero no porque la existencia fuera espantosa, sino por lo mucho que tardaban los hombres en notar que era espléndida. (Chesterton, 2018a, p. 18) A san Francisco no le gustaba ver en el bosque una masa confusa de árboles. Necesitaba ver cada árbol como cosa distinta y casi sagrada, por ser criatura de Dios y, por lo tanto, hermano o hermana del hombre. (Chesterton [Biografía de Francisco de Asís]) Índice Prólogo ..................................................... 9 Capítulo 1 Francisco de Asís en un poema de Chesterton, ¿y en uno de Rubén Darío? ...................................... 17 § 1. Obertura ............................................. 17 § 2. El poema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24 § 3. Hermandad con la naturaleza, humildad renovada, fraternidad universal y romanticismo optimista ........ 28 § 4. Extensión: Francisco de Asís en otro poema y de otro grande de las letras .............................. 38 § 5. Final del capítulo ....................................... 52 Capítulo 2 Chesterton, biógrafo de Francisco de Asís ........................... 55 § 6. Sobre cómo se hace un perfil a partir de Chesterton, un esgrimista de la palabra ...................... 55 § 7. La Biografía y conexiones con otros textos .................... 58 A. Capítulo 1 de la Biografía ............................... 58 B. Capítulo 2… ......................................... 67 C. Capítulo 3…......................................... 76 D. Capítulo 4… ........................................ 83 E. Capítulo 5… ......................................... 93 F. Capítulo 6… ......................................... 102 G. Capítulo 7… ........................................ 111 H. Capítulo 8… ........................................ 118 I. Capítulo 9… ......................................... 122 J. Capítulo 10… ........................................ 134 § 8. Cierre (brevísimo)....................................... 139 Adición .................................................... 143 ¿Se puede hablar de cuál fue el más importante de los herederos del testamento de Francisco de Asís, dentro de los cercanos a su tiempo, en el marco del desarrollo de las ideas o de la filosofía? .... 143 A. Preámbulo ........................................... 143 B. Buenaventura de Bagnoregio y Tomás de Aquino.............. 148 C. Roger Bacon (“Prometeo inglés” lo llama Nicolás Duque en sus Ideas relativas al concepto de ciencia en Roger Bacon) . . . . . . . 157 D. Juan Duns Escoto ..................................... 163 E. Guillermo de Ockham, pero antes un poco más de Tomás de Aquino con ocasión de la Biografía de Gilbert Keith Chesterton ............................. 168 F. Cierre de la adición..................................... 174 Referencias .................................................. 177 Referencias independientes de la Adición ........................... 185 Prólogo El hombre que sabía demasiado y La mujer que sabía demasiado de Silvia Galvis, El hombre que fue jueves y El hombre que fue Chesterton de José Ra- món Ayllón, así como de Guillermo Cabrera Infante, son ejemplos del uso de títulos de Gilbert Keith Chesterton que, más o menos modificados, han servido para bautizar una obra o tomar parte del patrimonio intelectual del escritor inglés, sea un estilo, un problema, una pregunta o una tesis, hacerla propia y desarrollarla con él o más allá de él. La asociación de carácter intertextual entre El hombre que sabía de- masiado, casi un tratado político, pero encubierto bajo la piel de relatos detectivescos, y mi título El hombre que creía demasiado, manifiesta intuiti- vamente una subversión paródica, para sostener que, así como dicha obra del inglés presenta la incongruencia entre la vida privada y la pública, entre el ser del hombre y lo que aparenta ser, análogamente por el Francisco de Asís de Chesterton se aprende la paradoja del hombre en relación con el ser infinito y absoluto (así define Max Scheler a Dios). También la paradoja de la relación del hombre con el hombre. En otras palabras: la extravagancia o, si se quiere, el misterio del hombre y de Dios, el del hombre y sus otros. Si recurro a las últimas palabras del libro de Chesterton y las pongo en pregunta ¿el hombre que sabía demasiado, sabía ya lo que más vale la pena saber?, el Francisco de Asís del escritor respondería: “No, lo más valioso del saber es la respuesta a la pregunta ¿quiénes somos?, y de esto —segui- ría Francisco— conocemos muy poco, quizás casi nada”. Aunque el hom- bre de Asís, a la luz del Chesterton, sí que comprendió demasiado. Mismo hecho que le permitió creer en el ser humano porque pensaba que cada vida tiene una forma más noble ante ella: la eternidad, siguiendo a Ches- terton en su poema a Francisco. 9 EL HOMBRE QUE CREÍA DEMASIADO Harold March comprende al final el trágico destino que le esperaba, después de ver el desenlace de Horne Fisher para quien se profieren aque- llas palabras (el hombre que sabía demasiado conocía ya lo que más vale la pena saber). Frente a Francisco de Asís, empero, no se cierne un final aciago, al menos no en la forma en la que Chesterton nos lo presenta y que voy a reconstruir en lo que sigue, acudiendo a la poesía, el ensayo, la historia y la biografía como creaciones concertadas en las que el autor no solamente muestra su temperamento vario literario, sino, a mi juicio, la mejor versión de aquella persona tan polémica y misteriosa de la historia de la humanidad: Francisco de Asís. Y no digo mejor versión en el sentido de la exaltación de ese hombre histórico, sino en el sentido de la construcción literaria y hasta filosófica. Trascendental a la posición de cada uno y a lo que crea, también al hecho de no creer, el hombre de Asís ocupa un capítulo importante en la historia humana, Chesterton muestra por qué. La intertextualidad de mi título, por lo demás, y sin caer en una “ches- tertonmanía”, por supuesto es también un homenaje a Chesterton y su trab ajo a quien William Ospina pone, en La promesa de lo perdido, como un ejem- plo de lo que tiene el arte y los dones de la naturaleza, el cristal de la Luna, el volver de las olas, las danzas del fuego, es la virtud de que no nos fatigan porque siempre ocurren por primera vez, se parecen a los arquetipos (platónicos) porque sobreviven a millares (o infinitas) manifestaciones y apariciones, y son a la vez inmutables e irrepetibles; así son, dice Ospina, las paradojas de Gilbert Keith Chesterton, pues nuestra fruición no les gasta su encanto, así como nues- tros ojos no disminuyen la Pietá de Miguel Ángel, ni nuestros oídos diezman las composiciones de Beethoven, ni nuestra lengua le resta algo a las palabras de Jorge Luis Borges o a las de William Shakespeare, tampoco a la elegancia de los epigramas de Oscar Wilde. ¿Sin incurrir en una “chestertonmanía”?, ¿algo malo habría en ello? Una cosa es una inclinación irresistible o hasta patológica hacia algo des- tructivo y otra, muy otra, es enfermar de afecto y amor hacia un maestro que nos hace mejores. * * * Como un fondo, más claro que oscuro, puede descubrirse en todos los escritos sobre Francisco de Asís elaborados por Chesterton, la aplicación 10

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