ebook img

EL DÍKAIRON EN LA OBRA INDIKA DE CTESIAS DE CNIDO. PROPUESTA DE IDENTIFICACIÓN ... PDF

18 Pages·2007·0.2 MB·Spanish
by  
Save to my drive
Quick download
Download
Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.

Preview EL DÍKAIRON EN LA OBRA INDIKA DE CTESIAS DE CNIDO. PROPUESTA DE IDENTIFICACIÓN ...

EMERITA. Revista de Lingüística y Filología Clásica (EM) LXXV 2, julio-diciembre de 2007 pp. 255-272 ISSN 0013-6662 EL DÍKAIRON EN LA OBRA INDIKA DE CTESIAS DE CNIDO. PROPUESTA DE IDENTIFICACIÓN. DANIEL BECERRA ROMERO U.N.E.D.- Las Palmas. [email protected] La imagen exótica que siempre hemos tenido de The exotic image we have always had from the Oriente ha influenciado en las descripciones que se East has influenced by the descriptions the people hacían, en las creencias sobre sus costumbres y en made, in the beliefs about their traditions and in las narraciones sobre seres fantásticos. Relatos que their stories about fantastic beings. Stories that, si bien en algunos casos no pasaban de meras fabu- although in some cases, are mere non-existant fa- laciones en otros tenían una base real. Examinare- bles but in others, have a real base. We are going mos cuál sería el origen y la funcionalidad del mis- to examine their origin and the functionality of terioso díkairon que iría más allá del simple vene- mysterious díkairon that it should go beyond the no que se recoge en las fuentes clásicas. simple poison that we read of in the classic sources. Palabras clave: betel, literatura de viajes, toxico- Key-words: betel, travels literature, toxicology, logía, India. India. Desgraciadamente tenemos muy poca información sobre la vida y obra de este autor; prácticamente la que nos ha llegado a través de la Suda, una breve nota de su biografía atribuida tradicionalmente a Hesiquio de Mileto1. Pare- ce ser que fue hijo de Ctesiarco o de Ctesíoco y que nació a fines del s. V a. C., aproximadamente entre los años 451 y 441 a. C.2, en la ciudad de Cnido, Asia Menor. Esta población era conocida como uno de los más importantes centros de medicina junto a los de Alejandría y Cos. Era medico de profe- sión y tuvo que vivir durante varios años en la corte persa, en la ciudad de Susa, a la que pudo haber llegado como prisionero de guerra. Merced a sus habilidades terapéuticas y a sus virtudes diplomáticas, logró asistir al mismí- 1 J. Shamp, Photios, historien des lettres. La bibliothèque et ses notices biographiques, 1987, p. 153. 2 Siguiendo el cálculo propuesto por T.S. Brown, “Suggestions for a Vita of Ctesius of Cnidus”, Historia 27, 1978, pp. 1-19 en M. Albaladejo Vivero, La India en la literatura grie- ga. Un estudio etnográfico, Alcalá de Henares, 2005, p. 44. 256 DANIEL BECERRA ROMERO simo rey Artajerjes II Mnémon (404-359 a. C.), curándolo de las heridas que sufrió en la batalla de Cunaxa (401 a. C.)3. Su prolongada estancia, su posición en la corte y su espíritu viajero le permitieron conocer diferentes embajadores, legados, comerciantes y solda- dos y recopilar testimonios de múltiples fuentes. Su status le facilitaría el acceso a la información que le habría de servir – en un intento de emular a Heródoto en opinión de Gil4 –, para redactar varios tratados, entre ellas Per- sika (una Historia de Persia de veintitrés libros considerada su obra maestra) e Indika (dedicado a la India y del que solo alcanzó a escribir un único volu- men) precisamente el objeto de nuestro interés. Además escribió también Períodos (una descripción de la Tierra) de la que no se ha conservado ningún fragmento de la misma5. Su retorno a Grecia pudo haber tenido lugar en tor- no al 398 o 397 a. C. tras los diecisiete años largos vividos en la corte aque- ménida, un lapso grande de tiempo que algunos investigadores consideran exagerado. Poco tiempo después de su vuelta publicaría sus obras. En el mundo antiguo la India era considerada un lugar enigmático y atra- yente, de singulares tradiciones y costumbres, de paradojas y maravillas que hoy día, más de veinte siglos después, sigue evocando en la mente de mucha gente un aire de misterio y fascinación muy similar, sin duda, a la que debie- ron de experimentar los griegos y los romanos6. A pesar de que él estuvo más cerca de lo que nunca estarían muchísimos de sus compatriotas, con res- pecto a su obra Indika, ya en la Antigüedad se discutió acerca de la veraci- dad del texto y de cuanto había de invención en él. Entre sus críticos se en- contraban personajes tan prestigiosos como Aristóteles, Estrabón, Plutarco y Luciano, quienes le acusaban de interesarse más por los elementos fantásti- cos y extravagantes que por la realidad. Quizás por eso se le consideraba muy poco fiable e incluso se le llegó a tachar de “embustero”7, convirtiéndo 3 X., An. I 8.26-27. 4 J. Gil, La India y el Catay. Textos de la Antigüedad clásica y del Medievo occidental, Madrid, 1995, p. 151. 5 J. Gil, ob. cit., p. 151. 6 J.S. Romm, The edges of the Earth in ancient thought, USA, 1992, pp. 77-120; F.J. Gómez Espelosín, «L’Inde dans les récits grecs de voyage», en Carrière, J.C., et alii. (eds), Inde, Grèce ancienne. Regards croisés en anthropologie de l’espace, Besançon, 1995, p. 23- 24; J. Gil, ob. cit., pp. 29-68. 7 Karttunen matiza este punto señalando que el concepto de embuste no tiene exacta- EMERITA (EM) LXXV 2, julio-diciembre 2007 pp. 255-272 ISSN 0013-6662 EL DÍKAIRON EN LA OBRA INDIKA DE CTESIAS DE CNIDO … 257 lo en paradigma del escritor crédulo con predisposición a lo ficticio8. Coincidimos con Karttunen en la defensa de la verosimilitud de numero- sos pasajes, lo cual no quita que tengamos que preguntarnos al leer su obra cuánto hay de veraz y cuánto de ficticio en sus informaciones9. Sin embargo, en honor a la verdad, hemos de reconocer que éste no es un problema exclu- sivo de este autor, sino que puede hacerse extensivo a muchos otros autores de la Antigüedad y de nuestros días. Varios de sus críticos, sin ir más lejos. Nuestro objeto de análisis se centrará específicamente en un fragmento recogido por Eliano donde se nos menciona la aparente descripción de un ave. Dicha ave era conocida en la India con el nombre de díkairon, cuya traducción al griego sería díkaion. La curiosidad por este animal vendría mo- tivada por el hecho de que los hindúes empleaban parte de su excremento como un remedio para olvidar los males y pesares cotidianos. Según parece, tenía la capacidad de hacer que una persona cayese en un estado de sueño parecido a la muerte, pero no un sueño cualquiera sino uno muy relajado y grato, y era además un antídoto de males incurables. Este punto es el que le permite al autor efectuar una comparación con el conocido pasaje de La Odi- sea en el que Helena le ofrece a Telémaco el nepenthes10 y que no deja de recordarnos la muerte aparente en la que se sumía Deméter cuando se sentía apenada por la pérdida de su hija, simbolizada con la incorporación de la adormidera en el repertorio iconográfico de la diosa lo cual nos ha llevado a mente la misma noción hoy día que antaño. No se trataría tanto de una mentira sino más bien de una ficción consciente. Los convencionalismos literarios etnográficos de la época hacían que hubiera de mostrarse crítico y escéptico con la información recibida corrigiendo, en la me- dida de lo posible, a sus predecesores en el tema, mostrando así su independencia y superiori- dad sobre ellos y dejando de paso en evidencia su testimonio. Además no se debía de olvidar que tendría que parecer creíble al público heleno al que iba dirigido. Así en los primeros mo- mentos este juicio podría parecer una acusación de falsedad que, en opinión de Karttunen, es lo que habría realizado Aristóteles – el primero en ejercer este análisis contra Ctesias –, quien, por otra parte, no dudaría en aprovecharse de su material al comentar las características de los animales de la India. K. Karttunen, India in early greek literature, Helsinki, 1989, p. 81. 8 K. Karttunen, ob. cit., p. 81; U.P. Arora, Greeks on India. Skylax to Aristoteles, Ba- reilly, 1996, p. 8; M. Albadalejo Vivero, ob. cit., p. 44. 9 K. Karttunen, ob. cit., p. 80. 10 Hom., Od. IV 218-232. Sobre los ingredientes principales de esta, D. Becerra Rome- ro, «¿Mandragora officinarum en el origen del nephentes homérico?», Habis 36, 2005, pp. 25-33. EMERITA (EM) LXXV 2, julio-diciembre 2007 pp. 255-272 ISSN 0013-6662 258 DANIEL BECERRA ROMERO relacionarla con el consumo de la adormidera11. También nos recuerda al kifi, un compuesto aromático igualmente de ori- gen egipcio, cuyos efectos similares invitaban al cuerpo al descanso y al re- poso de las preocupaciones diarias12. Tampoco hay que desdeñar que la idea del sueño como preludio a la muerte es un tema típico de la Edad de Oro co- mo apunta D. Lenfant13, remitiéndonos a Hesíodo cuando describe el origen de los hombres y el final de sus días14. El texto original de Eliano dice así: Génoj ½rníqwn 9IndikÔn braxutátwn kaì toûto e²h ƒn šn toîj págoij toîj ×yhloîj neotteúei kaì taîj pétraij taîj kalouménaij littaîj, kaì œsti tò mégeqoj tà ½rnúfia Ásonper ã7òn pérdikoj. Sandarakínhn dé moi nóei tÈn xróan aÐtÔn. Kaì 9Indoì mèn aÐtò fwnÊ7 tÊ7 sfetéra7 díkairon filoûsin ½nomácein, 1Ellhnej dè ðj ‚koúw díkaion. Toútou tò ‚popáthma e² tij láboi Áson kégxrou mégeqoj luqèn šn tð7 pÓmati, eμta šj ¡spéran ‚péqanen. 4Eoike dè À qánatoj Øpnw7 kaì mála ge ªdeî kaì ‚nwdúnw7 kaì o¼on o¶ poihtaì luimelÊ filoûsin ½nomácein § ‚blhxrón. E²h gàr „n kaì oÞtoj šleúqeroj ½dúnhj kaì toîj deoménoij dià taûta ¬distoj. SpoudÈn dè ƒra tÈn ‚nwtátw tíqentai 9Indoì šj tÈn ktÊsin aÐtoû KakÔn gàr aÐtò špílhqon ¤goûntai tÔ7 ¾nti Kaì oÖn kaì šn toîj dÓroij toîj méga timíoij tÔ7 PersÔn À 9IndÔn pémpei kaì toûto. 8O dè kaì tÔn ƒllwn ‰pántwn prtimâ7 labÒn kaì ‚poqhsaurícei kakÔn ‚niátwn ‚ntíalón te kaì ‚muntÉrion, e± ‚nágkh kataláboi. OÑkoun oÐdè œxei tij šn Pérsaij aÐtò ƒlloj Áti mÈ basileúj te aÐtòj kaì mÉthr ª basiléwj15. El resumen que nos ha llegado de la mano de Focio, patriarca de Bizancio (857-67 y 877-886), aporta poco a su identificación, pero uno de los datos que menciona ha servido para relacionarlo con un coleóptero añadiendo más confusión si cabe a este problema: Kaì ¾rneón, fhsin, špikaloúmenon díkairon, Áper ¡llhnistì díkaion shmaínei, tò mé- geqoj Áson pérdikoj ãón Toûto tòn ‚pópaton katorússei ¹na mÈ e×reqÊ7, e×riskómenon dè „n poqÊ7 aÐtoû Áson shsámou, ¢wqen Øpnoj špilambánei kaì kaqeú- dei mhdèn a±sqanómenoj, kaì dúnontoj toû ªlíou teleutâ716. 11 D. Becerra Romero, «La adormidera en el Mediterráneo Oriental: planta sagrada, planta profana», Habis 37, 2006, pp. 7-16. 12 Plu., Is. et Os. 383E-384A. 13 D. Lenfant, Ctesias de Cnide. La Perse. L’Inde. Autres fragments, Paris, 2004, p. 326. 14 Hes., Op. 111-116. 15 Ael., NA. IV 41. 16 Phot., Bibl. I 47A. EMERITA (EM) LXXV 2, julio-diciembre 2007 pp. 255-272 ISSN 0013-6662 EL DÍKAIRON EN LA OBRA INDIKA DE CTESIAS DE CNIDO … 259 A finales del s. XIX W. Ball apuntaba que no se trataba de un pájaro sino, por el contrario, un tipo de escarabajo, específicamente el Scarabeus sacer L. – popularmente conocido como escarabajo pelotero – proponiendo que lo que Ctesias quiso señalar al referirse al ansiado producto era en realidad una preparación resinosa basada en el cáñamo (Cannabis sativa L.) denominada charas17. Esta hipótesis fue criticada en una breve nota por R. M. James quien llegó a tildar de panfleto el artículo, insistiendo en que se trataba de un ave sin mencionar para nada el charas18. Tiempo después D.W. Thompson compartirá en parte la opinión de Ball; para este investigador lo más proba- ble sería que dicha “ave” fuera en realidad una confusión con el mencionado preparado19, hipótesis seguida por otros autores20. Desde entonces puede decirse que los intentos por descifrar o identificar este término han sido prác- ticamente nulos. Tanto es así que incluso si acudimos al conocido dicciona- rio Liddell-Scott en su entrada para esta palabra podemos leer que da como significado pájaro, sin más aclaraciones. La identificación del dikairon se muestra, en principio, bastante compleja si partimos únicamente de estos pocos datos. Para nosotros la clave estaría no sólo en la primera parte del texto sino especialmente en la segunda. Lo 17 W. Ball, «On the identification of the animals and plants of India which were known to early greek authors», The Indian Antiquary XIV, 1885, p. 310. En la India se pueden en- contrar tres tipos de preparados con esta planta, todos ellos asociados o destinados a fines re- ligiosos. Por un lado nos encontraríamos con el bhang, donde se emplean las hojas del cáña- mo para elaborar bebidas como la bhang lassi que toman algunos devotos en su visita a deter- minados templos de gran importancia; por otro lado tenemos el ganja, una especie de botones florales y, por último, el charas, es decir, la resina pura. J. Crawfurd, «On the history and mi- gration of cultived narcotic plants in reference to ethnology», Transactions of the Ethnologi- cal Association of London 7, 1869, pp. 86-8; K.A. Hasan, «Social aspects of the use of the cannabis in India», en Rubin, V. (ed.), Cannabis and culture, The Hague, 1976, pp. 235-46. 18 R.M. James, «Note on dikairon», CR 1, 8, 1887, p. 244. Sobre la hipótesis del escara- bajo D. Lenfant -en la reciente edición de la obra de Ctesias- opina que el único punto en co- mún entre el posible escarabajo y el ser que menciona Ctesias es que ambos enterrarían sus excrementos, si bien éste último lo haría con los suyos propios y no también con los de los otros mamíferos como hace el escarabajo pelotero. Por otra parte nada hace pensar que dichos excrementos pudieran tener un carácter mortífero. D. Lenfant, ob. cit., p. 326. 19 D.W. Thompson, A glossary of greek birds, Londres, 1936, pp. 87-8. 20 B. Puri, India in classical greek writings, India, 1963, p. 219; J. Auberger, «L’Inde de Ctésias», Inde, Grèce ancienne. Regards croisés en anthropologie de l’espace, Besançon, 1995, p. 51. EMERITA (EM) LXXV 2, julio-diciembre 2007 pp. 255-272 ISSN 0013-6662 260 DANIEL BECERRA ROMERO cierto es que no parece lógico pensar que los excrementos de un pájaro se utilizaran como obsequio de una corte real a otra; si efectivamente se trataba de un veneno mortal como sugiere el relato, más bien al contrario, parece indiscutible que debería tratarse de otro tipo de artículo – ya que en Persia también existían los venenos – aspecto éste que dejan entrever las líneas fi- nales del pasaje citado por Eliano. Si admitimos que pudiera tratarse del cá- ñamo tendría más sentido que los indios buscasen este remedio o que se uti- lizase por parte de la jerarquía gobernante, sobre todo si tenemos en cuenta la importancia que siempre ha tenido en la India, especialmente en el ámbito religioso21. Ahora bien, la pregunta es ¿se trata verdaderamente del cáñamo? Sabe- mos por ejemplo que en el área de Mesopotamia esta planta se empleaba pa- ra la confección de tejidos desde tiempos antiguos como recogió H. de Ge- novillac22, además de figurar en el poema conocido como La glorificación de Marduk fechado en el periodo de Isin (en torno al 1156-1025 a. C.)23. Su presencia se constata también durante los períodos asirio y babilónico espe- cialmente para uso sagrado y en Egipto hacia mediados del segundo milenio empleado en la fabricación de cuerdas24. Por otra parte, en el complejo mo- numental de Bactria-Margiana se localizaron restos de resina de esta planta en varias habitaciones de uno de los denominados Templos de Fuego – con- cretamente en el área de Gonur Sur – y también en el interior de algunos va- sos cerámicos destinados a fines religiosos y relacionados a su vez con la fabricación de bebidas alucinógenas25. Su datación se ha situado igualmente 21 Por ejemplo S. Benet, «Early difussion and folk uses of hemp», en Rubin, V. (ed.), Cannabis and culture, The Hague, 1976, p. 45; K.A. Hasan, ob. cit. pp. 239-40; F.A. Marglin, Wives of the God-King. The rituals of the devadasis of Puri, Delhi, 1985, pp. 71, 133 y 221. 22 H. De Genovillac, Tablettes sumêriennes archaïques. Matériaux pour servir a l’histoire de la societé sumérienne, Paris, 1909, p. 51. 23 J. Bottéro y S.N. Kramer, Cuando los dioses hacían de hombres, Madrid, 2004, p. 617. 24 B. Meissner, s.v. «Hanf», Reallexikon der Vorgeschichte V, Berlín, 1926, col. 117; L. Manniche, An ancient egyptian herbal, Great Britain, 1993, pp. 20, 62 y 82. 25 V. Sarianidi, «Temples of Bronce Age Margiana: tradition of ritual architecture», Antiquity 68, p. 1994, p. 389; V. Sarianidi «Near Eastern Aryans in Central Asia», JIES 27, 1999, p. 309. La utilización del cáñamo en rituales religiosos confirma así lo apuntado por H.S. Nyberg sobre su presencia en los Gatha, que se remontarían al mismísimo Zoroastro, y refuerza la hipótesis de M. Eliade sobre el empleo de esta planta en este tipo de contexto, para EMERITA (EM) LXXV 2, julio-diciembre 2007 pp. 255-272 ISSN 0013-6662 EL DÍKAIRON EN LA OBRA INDIKA DE CTESIAS DE CNIDO … 261 en torno al segundo milenio. En China se remontaría al Neolítico, dado que se han encontrado impresiones de marcas de cuerda en varios utensilios de cerámica de las culturas Yang-shao y Lung-shan, presumiblemente realiza- das con sus fibras. Asimismo hay referencias escritas desde la dinastía Zhou (ca. s. XI-ca. 221 a. C.) en las que se recoge su empleo como fibra textil y como alimento; también en los textos clásicos de la literatura china como el Li chi o el Shi Ching (ca. s. II-I a. C.); mientras que en las páginas del herba- rio Penn t’sao ching26 se hace mención expresa a las propiedades psicoacti- vas del cáñamo. Sin embargo, su origen se atribuye al legendario emperador Shennong, llamado “el agricultor divino”, lo que nos llevaría a hablar de una antigüedad mucho mayor corroborada, además, por la lingüística27. Por último sabemos que en la Europa Occidental se constata en contexto arqueológico desde el Neolítico hasta el mundo romano, en un área que abar- ca desde la Península Ibérica hasta Polonia o Rumania. En la cuenca del Me- diterráneo aparece también en el mundo norteafricano durante la ocupación cartaginesa. Finalmente, las fuentes grecorromanas se ocuparon de esta plan- ta principalmente por sus excelentes cualidades para la fabricación de utensi- lios de cuerda, redes o ropa, aunque tampoco se les escaparon sus propieda- des psicoactivas28. Si tenemos en cuenta la amplia cronología y la difusión territorial de esta planta tenemos forzosamente que preguntarnos qué necesidad tendría el rey persa de atesorar un regalo tan conocido y difundido en el mundo antiguo; por qué tendría que valorarlo tanto habida cuenta de la facilidad con la que podría obtenerlo. No obstante, si seguimos considerando que se trataría de una planta o de uno de sus derivados, la solución a este problema la encontramos en la obra del geógrafo almeriense Muhammad ibn Abī Bakr al-Zuhrī (s. XII); un trata- quien no existía duda alguna sobre su uso como embriagante. H.S. Nyberg, Die religionen des alten Iran, Leipzig, 1966, pp. 177-78; M. Eliade, El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis, México, 1993, pp. 311-13. 26 De tradición oral, fue compilado en torno a los siglos I y II d.C. 27 H. Li, «The origin and use of cannabis in Eastern Asia. Linguistic-cultural implica- tions», Economic Botany 28, 3, 1974, pp. 55-65; H. Li, «An archaeological and historical ac- count of cannabis in China», Economic Botany 28, 4, 1974, pp. 437-48. 28 D. Becerra Romero, The altered states of consciousness and their paper in the cul- tures of the Antiquity, 2003, pp. 192-211. EMERITA (EM) LXXV 2, julio-diciembre 2007 pp. 255-272 ISSN 0013-6662 262 DANIEL BECERRA ROMERO do de Geografía con carácter universal definido además como aíā’ib – mara- villas – que en cierta medida se asemeja al relato de Ctesias ya que, ambos, aúnan en su prosa informaciones recopiladas tanto de fuentes orales y escri- tas; algunas tomadas de primera mano y que aportan testimonios y datos a partir de su propia experiencia personal29: Inmediatamente sigue la isla de Nahrawan, llamada por el vulgo Nahrwala, que es la más cercana a Iraq y una de las últimas islas de la India. Es grande y fértil. Es el úni- co lugar de la tierra en el que se encuentra el árbol de areca (fatwan). Si alguien se pone en la boca una cantidad de sus hojas o de su madera equivalente a una octava parte de dirhem, inmediatamente su aliento toma un intenso olor a almizcle oloroso (adfar), enrojecen su tez y sus labios a la vez que se vuelve elocuente y feliz, cesando sus penas y aligerándose su alma. Da fuerzas para cohabitar con las mujeres y alegra y estimula tanto a los hombres como a las mujeres. Es un árbol sin igual, del que los reyes de la India y del Sind se sienten orgullosos, guardándolo celosamente para rega- lárselo y no permitiendo que nadie lo coja ni lo venda. En la antigüedad los reyes de la India lo ofrecían como presente a los de China del mismo modo que éstos les obsequiaban con el duhn, ya mencionado. También lo ofrecían a los reyes de Persia, del Yemen, de Himyar y de otros lugares y ellos, a su vez, se lo agradecían con los mejores dones30. La areca (Areca catechu L.) es una especie que forma parte de la familia de las Palmae. Una palmera que puede alcanzar entre los 15 y 17 m. de altu- ra y que hoy día se cultiva en zonas como la India tropical, Sri Lanka, Mala- sia, Sur de China y Filipinas alcanzando incluso África oriental. El tamaño de su fruto – la popular nuez de areca – tiene unos 2,5 cm de longitud, con una forma redondeada y cónica31, aspecto que lo aproxima mucho a un hue- vo de perdiz como expresa el pasaje de Eliano. Además, la cubierta exterior presenta una coloración castaño claro y posee una serie de manchas que re- cuerdan y refuerzan aún más esta relación. En la obra del médico cordobés Ibn Yulyul (s. X) se menciona que la forma de esta nuez es como la de los corazones de los pájaros32. Quizás el origen de este tipo de comparaciones pudo haber conducido a equivocaciones aumentado por la distancia y el mis- 29 D. Bramon, El mundo en el siglo XII. El tratado de al-Zuhri, Barcelona, 1991, p. IX. 30 Bramon, ob. cit., p. 41. 31 B. Nelson y B. Heischober, «Betel nut: a common drug used by naturalized citizens from India, Far East Asia, and the South Pacific Islands», Annals of Emergency Medicine 34, 2, 1999, p. 239. 32 I. Yulyul, Tratado octavo, Córdoba, 1992, p. 37. EMERITA (EM) LXXV 2, julio-diciembre 2007 pp. 255-272 ISSN 0013-6662 EL DÍKAIRON EN LA OBRA INDIKA DE CTESIAS DE CNIDO … 263 terio de esta lejana y enigmática región del orbe. Entre los principios activos que contiene la nuez de areca se encuentran principalmente dos tipos de alcaloides: la arecolina, estimulante del sistema nervioso central, y la arecaidina, producida por la hidrólisis de la arecolina33. Tradicionalmente se ha empleado en China bajo el nombre de pin-lang, qui- zás como una derivación de pinang el nombre malayo de este árbol34. El tes- timonio más antiguo en un contexto arqueológico se encuentra en la Cueva de los Espíritus, en el noroeste de Tailandia, datada en torno al 5600 a. C.35. Vestigios similares se han localizado en otros yacimientos tailandeses con una cronología que abarca desde el 3600 a. C. al 200-300 de la era36. Re- cientemente aparecieron en la provincia vietnamita de Nui Nap restos de esta planta en los análisis efectuados en la dentición de varios individuos, con una cronología que los sitúa en torno a los 2300-1700 años de antigüedad37. En la India la localizamos, al menos, en el yacimiento de Watgal, situado entre la parte meridional de la región de Deccam y al noroeste de la región de Dharwar. Su marco cronológico se sitúa en el denominado Neolítico del Sur, entre el 3000 y el 1200 a. C.38 Por otra parte, se cita también en la medi- cina ayurvedica, como laxante, diurético o astringente, con diferentes deno- minaciones: pūga, pūgi, gūvaka o kramuka entre otras39. 33 V. Raghavan y H.K. Baruah «Arecanut: India’s popular masticatory. History, che- mistry and utilization», Economic Botany 12, 1958, pp. 335-36; W.C. Evans, Farmacognosia, México, 1989, p. 686; S.A. Norton, «Betel: consumption and consequences», Journal of the American Academy of Dermatology 38, 1, 1998, p. 84; B. Nelson y B. Heischober, ob. cit., p. 239. 34 J. Crawfurd, ob. cit., p. 89; C. Imbaul-huart, «Le bétel», T’oung Pao 5, 1894, 317-18; V. Raghavan y H.K. Baruah, ob. cit., p. 4. 35 D.E. Yen, «Hoabinhian horticulture? the evidence and the questions from northwest Thailand» en Allen, J., Golson, J. y Jones, R., (eds.), Sunda and Sahul. Prehistoric studies in northeast Asia, Melanesia and Australia, London, 1977, p. 570. 36 Rooney, D., Betel chewing traditions in South-East Asia, Kuala Lumpur, 1993, p. 20. 37 M.F. Oxenham et al. «Identification of Areca catechu (Betel nut) residues on the dentitions of Bronze Age inhabitants of Nui Nap, Northern Vietnam», Journal of Archaeolog- ical Science 29, 2002, pp. 909-15. 38 P.G. Johansen, «Landscape, monumental architecture, and ritual: a reconsideration of the South Indian ashmounds», Journal of Anthropological Archaeology 23, 2004, p. 317. 39 S.A. Norton, ob. cit., p. 82; S.S. Strickland, «Anthropological perspectives on use of the areca nut», Addiction Biology 7, 2002, p. 90. EMERITA (EM) LXXV 2, julio-diciembre 2007 pp. 255-272 ISSN 0013-6662 264 DANIEL BECERRA ROMERO Observando el texto podría pensarse que la areca sería la respuesta a la pregunta que nos hacíamos al principio. Su suave efecto psicoestimulante, desinhibidor y especialmente favorecedor en las relaciones sexuales sería lo suficientemente importante como para ofrecerlo como un presente entre re- yes – mucho más que el veneno que se desprende de la versión de Eliano – y que lo tuviesen en tan alta estima. Ahora bien el texto de Ibn Zuhr tampoco nos aporta todos los datos co- rrectamente. Precisamente por eso creemos que es otro conocido geógrafo medieval, el tangerino Ibn Battuta (s. XIV), quien nos dará la clave para este punto en su obra Rihla, un relato de viajes. Como viajero incansable en su peregrinar recorrió el Norte de África y buena parte de Asia, llegando a vivir casi diez años en la India y uno y medio en las Islas Maldivas, por lo que su experiencia es de una gran importancia para comprender el tema que estamos tratando. A lo largo de su relato menciona en varias ocasiones las hojas de betel (Piper betle L.) en regiones de Etiopía, Yemen, Sumatra y la India. En la cultura hindú las hojas de esta especie tenían una gran carga simbólica y una significativa relevancia social y cultural que en muchos casos se ha con- servado hasta la actualidad en buena parte del sudeste asiático. La empleaban en diferentes actos sociales como en bodas, comidas, despedidas de viaje y curiosamente se interrumpía su consumo durante los funerales hasta que un juez o su representante las daba al fallecido. También se utilizaban para hon- rar a los invitados y como obsequio representaban un honor aún mayor; mu- cho más que si les ofrecían oro, plata o cualquier otro regalo40. Nos cuenta en su descripción que sus habitantes empleaban las hojas del modo siguiente: …cogen antes nueces de areca (fawfal)41, que se parecen a la nuez moscada, las ma- chacan en pequeños trozos, se lo ponen en la boca y lo mascan; de seguida cogen las hojas de betel (tanbūl), ponen encima un poco de cal de conchas y lo mascan con las nueces de areca. Tiene la propiedad de perfumar el aliento, haciendo desaparecer los olores de la boca, ayudar a digerir la comida e impedir que haga daño el agua bebida en ayunas: comer estas hojas produce alegría y ayuda en el coito42. 40 I. Battuta, A través del Islam, Madrid, 1981, pp. 200-201, 345, 362, 498, 541, 553- 54, 637, 740, entre otras. 41 El término fawfal sería una arabización de la palabra persa pūpal, que a su vez es un préstamo del sánscrito pūgaphala. I. Garijo, 1992, p. 59 en el estudio a la obra de Ibn Yulyul. 42 I. Battuta, ob. cit. p. 354 (Trad. de S. Fanjul y F. Arbos, Madrid, 1981). Con anterio- EMERITA (EM) LXXV 2, julio-diciembre 2007 pp. 255-272 ISSN 0013-6662

Description:
Key-words: betel, travels literature, toxicology,. India. Desgraciadamente tenemos muy .. consumirse la nuez de la areca sino que, como recoge Ibn Battuta, es necesa- rio añadir hojas de betel y un poco de cal . de la mucosa bucal y los bordes laterales de la lengua50. Además, existen tres sínto
See more

The list of books you might like

Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.