Description:Bécquer concluía El beso con un inmóvil guerrero que, de una espantosa bofetada de su guantelete de piedra, derribaba al sacrílego que intentó besar la estatua de su esposa. En El castillo de Otranto también Walpole introduce una gigantesca mano enguantada de hierro, y un gigantesco yelmo que interrumpe unas bodas aplastando al novio, y un gigantesco espectro que a fuerza de crecer no cabe en el castillo y lo derrumba. Y, en medio, envenenamientos, usurpaciones, repudios, raptos, cárceles, conventos y asesinatos equivocados. Pese a su brevedad, todo es desmesurado en esta obra, que sin embargo mereció iniciar un género tan estimulante como el de la novela gótica.