El aprendiz de brujo y Los Invisibles PREMIO EDEBÉ DE LITERATURA INFANTIL Jordi Sierra i Fabra El aprendiz de brujo y Los Invisibles PREMIO EDEBÉ DE LITERATURA INFANTIL edebé Obra ganadora del Premio EDEBÉ de Literatura Infantil según el fallo del jurado formado por: Teresa Colomer, Toni Iturbe, Espe- ranza Nova, Roberto Santiago y Vicenç Villatoro. © Jordi Sierra i Fabra, 2016 © Ed. Cast.: edebé, 2016 Paseo de San Juan Bosco, 62 08017 Barcelona www.edebe.com Atención al cliente 902 44 44 41 [email protected] Directora de Publicaciones: Reina Duarte Editora de Literatura Infantil: Elena Valencia Diseño gráfico de cubierta: César Farrés Ilustraciones: Francisco Ruizge Primera edición: marzo 2016 ISBN 978-84-683-1776-2 Depósito Legal: B. Impreso en España Printed in Spain Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o trans- formación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 45). Índice Primera parte: La noche de los muertos vivientes 1. La extraña poción del profesor Haggath ...................................... 8 2. Una bestia en el cementerio de Parr-Harway ............................................ 20 3. La resurrección de Meredith Conway... y algo más ..................... 31 4. Un muerto anda suelto .................................. 41 Segunda parte: El primer día 5. El poder de tres simples gotas ....................... 52 6. En el orfanato Monroe ................................. 63 7. El muerto viviente de la calle McDougal ......... 75 8. Preparando la nueva escapada ...................... 88 9. Un rostro en la pared ................................... 99 Tercera parte: El segundo día 10. En busca de Los Invisibles ......................... 114 11. El periodista del Daily Today .................... 126 12. La gran sorpresa de Los Invisibles ............. 138 13. Planes para desenmascarar a un asesino ............................................. 150 Cuarta parte: El último día 14. La alegre y feliz jornada de Jonas Petigrew .................................... 160 15. El fantasma ............................................. 172 16. El encuentro de dos viejos enemigos .......... 182 17. Frente a frente ......................................... 194 18. Medianoche en el cementerio .................... 206 Epílogo: Al día siguiente... 19. Un futuro perfecto (...o casi) ..................... 212 Primera parte: La noche de los muertos vivientes 1 La extraña poción del profesor Haggath A veces no sabía cómo conseguía moverse con su silla de ruedas entre tantos cien- tos, miles de botes, botellas, cajas, recipien- tes o pebeteros llenos de polvos y líquidos de todos los colores. Y, sin embargo, lo hacía, y lo hacía rápido, con precisión milimétrica. Como precisas eran las medidas que toma- ba de cada lugar. Una cucharadita de polvos rojos, dos pizcas de polvos verdes, un vaso de líquido azul, medio de líquido amarillo, el justo y exacto rabo de lagartija, las tres hojas de plantas recién cortadas por la mañana o la hoja de planta seca cuidadosamente guardada, las especias, el ojo de una rata muerta, la plu- 9 ma de una paloma, un poco de viento captura- do al vuelo, unas gotas de lluvia de primavera... Todo iba a parar a la vasija que se calenta- ba al fuego y de la cual fluía un humo blanco, casi vivo. Un humo que adoptaba formas en el aire durante un segundo, o dos, y luego... se desvanecía. En la vasija, los ingredientes hervían formando burbujitas. Era lo único que se oía, porque la silla de ruedas del profesor Haggath era silenciosa. «Plub, plub, plub». Mortimer lo observaba todo desde un rin- cón. Sin apenas respirar. Porque el profesor Haggath tenía muy malas pulgas. Era capaz de convertirle a él en una lagar- tija, y más tarde quitarle el rabo para utilizar- lo en una de sus pócimas. —Bien, esto ya casi está —se detuvo de pronto el alquimista con un deje de orgullo en la voz. 10 Los dos, uno de cerca y el otro de lejos, se quedaron mirando la cocción de la extraña mezcla. Solo faltaba lo último. Lo más importante. Que el profesor Haggath pronunciara las palabras mágicas y adecuadas en el momen- to único y preciso. «Miau...», maulló Arquímedes, el gato y mejor amigo del profesor. —Cállate, que no es tu cena —se lo re- prochó él. Arquímedes hundió la cabeza entre las patas delanteras, cerró los ojos y colocó el extremo de su larga cola frente a ellos, como si, puesto que no era su cena, no quisiera ver nada de lo que estaba haciendo. Mortimer sabía que Arquímedes era malo. Solo le faltaba hablar. ¿Y si en otro momento de su vida fue un niño o una niña y el profesor Haggath lo había convertido en gato?
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