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Durante la reconquista PDF

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UNIVERSITY OF FLORIDA L B R A R Y I DURANTE LA RECONQUISTA TIP. GARMERKEUMANOS,G,RDEDESSALMS-PÉRüJ P.D.12 DURANTE LA RECONQUISTA NOVELA HISTÓRICA ALBERTO BLEST GANA TOMO SEGUNDO parís CASA EDITORIAL GARNIER HERMANOS 6, RUÉ DES SAINTS-PÉRES, 6 DigitizedbytheInternetArchive in2010withfundingfrom UniversityofFlorida,GeorgeA.SmathersLibrarleswithsupportfromLyrasisandtheSloanFoundation http://www.archive.org/details/durantelareconqu02bles DURANTE LA RECONQUISTA XXXIÍI En la gran casa solariega, con la puerta de calle ce- rrada en señal de duelo, reinaba ahora un silencio reli- gioso, un silencio de iglesia á la hora en que toda distri- bueíón ha cesado. Los días, en su callada marcha, habían ido tendiendo un imperceptible velo de gasa cenicienta sobre la enfermiza sensibilidad de la madre y de la hija. Con la tristeza de sus recuerdos, Trinidad vagaba inquieta por las piezas solitarias, donde los muebles le enviaban al pasar su vieja historia de otro tiempo de indiferencia y de paz, de paz sobre todo, ese mirajede lasalmas que sufren. Los niños, sus hermanos, los que por su edad no iban á la escuela todavía, jugaban allá en la huerta lejana, desde la que alcanzaban á llegar á las habitaciones, los alegres ladridos de Ponto y de Alpe, guardianes de la casa. En la noche, los parientes llegaban de la tertulia de la tras- tienda á tomar mate. So pretexto de acompañar á la Cla- risa, traían ahí sus preocupaciones de barrio, sus manías y su egoísmo. Don Jaime venía también á dejar á Luisa, para ir después á la tertulia del palacio. Prima Catita y prima Cieta habían estado por la mañana, después de misa. Aunque la existencia colonial fuese sólo un largo bostezo, ellas tenían siempre mucho que contar. Doña Cla- risa se encontraba obligada á oírles: quien sufría de dolor de muelas ó de pasmo, quien acababa de salir con bien. TOMO II 1 .^ r? ni * 2 ALBERTO BLEST GANA. Guardaban para Trinidad la crónica de los tiemples y de los compromisos de casamiento. Raras veces dejaba de aludir prima Catita, mientras prima Cleta bajaba púdica- mente la vista, alque debió«casarse conésta», siun ataque de peste de viruelano hubiesevenido á arrebatarlo cuando estaba por pedirla ». Á la llegada de los tertulios de don Francisco Carpe- sano, por la noche, seguía siempre un momento en que la actitud de todos era de circunstancias y en que sólo se oían, después del saludo familiar, los suspiros cada vez más hondos de don Manuel Cardenillo. La sombra de don Alejandro parecía presidir la reunión, bien que nadie lo nombrase. Apenas se hablaba en voz baja, reemplazán- dose la palabra con el cigarrillo. Pero á medida que so- naba el mate, pasado por Mañunga en lasala, y servido por su madre en el corredor de adentro, la conversación se iba animando gradualmente entre los hombres,queaca- baban por prescindir de la dueña de casa y de las dos chi- cas, retiradas por allá, en algún rincón de la sala. Prime- ramente, á suvecino, á mediavoz y después á los otros en voz alta, don Francisco Carpesano refería las últimaspe- gatas hechas por sus hijos. En noches pasadashabían atra- vesado un cordel en la puerta de San Agustín, como á una cuarta sobre el suelo, mientras se rezaba el trisagio. Al salir, casi no había mujer que no cayese. « Y losmalvados se reían como locos »>. «La otranoche, ¿no se pusieron estos malditos á robar los capotes á los serenos que en- co—ntraban dormidos y á llevarlos al cuartel de policía?» Más de seis serenos fueron arrestados después de haber perdido elcapote,contaba donJosé María Rezacomo comentario á la historia de las pegatas, y se reía ruidosa- mente, hallándolas muy graciosas desde que él se encon- traba libre de sufrirlas. Con este pretexto tomaba la palabra don Pepe para ha- blar de los mellizos, que mamaban como terneros y tenían fiaeuchenta á la Panchita. Contaba también lo que le da- ban que hacer Beño y Quintiliana que, porque estaban de novios, querían llevarse secreteándose en los rincones. Era lástima que el luto de la familia no les permitiese ca- sar—los pronto. Quiero que se casen luego para que Beño se ponga á trabajar. Si pasa el tiempo de las siembras, ya pierde todo el año

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