1 2 3 4 © Boris Cyrulnik y Carles Capdevila, 2017 Imágenes y diseño de cubierta: Eduardo Corria Corrección: Marta Beltrán Bahón Primera edición: abril de 2017, Barcelona Derechos reservados para todas las ediciones en castellano © Editorial Gedisa, S.A. Avda. Tibidabo, 12, 3º 08022 Barcelona (España) Tel. 93 253 09 04 Correo electrónico: [email protected] http://www.gedisa.com Preimpresión: Editor Service S.L. http://www.editorservice.net eISBN: 978-84-16572-92-2 Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o en cualquier otro idioma. 5 Índice Después... UNO Infancia y memoria DOS La vida te llama TRES Apego, trauma y resiliencia CUATRO Aprender de los animales CINCO El humor que nos salva SEIS Educación y cultura contra el sufrimiento SIETE Decir adiós al psiquiatra OCHO Felicidad y miedo NUEVE Progresar desde la catástrofe DIEZ El niño huérfano, el padre, el abuelo 6 Después... De las cualidades de Boris Cyrulnik me quedo con su sentido del humor. Sonríe con complicidad durante la conversación, y ríe a carcajada suelta en algunos instantes. Lo hace cuando admite, irónicamente, que su optimismo se basa en que la humanidad avanza tras cada catástrofe, y estamos cerca de una. Según en qué labios, podría ser un comentario cínico, desesperanzado, pero Boris Cyrulnik se acerca más a aquella ternura que aleja el humor del sarcasmo y lo acerca a ese «reír juntos», que es una manera de compartir nuestras perplejidades. Ha sido un regalo pasar seis horas, una tarde y una mañana con el psiquiatra más asociado mundialmente a la resiliencia. Una conversación amable y afable, no podía ser de otro modo, en francés, con un sabio que mantiene intactas la curiosidad por la condición humana que lo llevó a estudiar la mente y las ganas de convencer sobre lo que he aprendido. He tenido la suerte de entrevistar a muchas personas inteligentes y cultas, y las que —como Boris— quieren convencer garantizan una presencia activa, no se militan a poner el play a sus conocimientos enlatados, sino que se adaptan al interlocutor y le obsequian con su pensamiento en vivo y en directo. En el caso de Boris Cyrulnik, su vida personal —durísima— y su obra —riquísima— se entrelazan porque fue precisamente una infancia desdichada y haber perdido a sus padres, víctimas del nazismo, lo que le llevó a la pregunta esencial: ¿cómo pudo ocurrir eso? Hoy en día el concepto de resiliencia ha penetrado tanto que incluso se abusa de él, se usa su nombre en vano, de ahí que sea tan 7 importante que uno de los padres del término nos aclare en qué consiste. No es una moda pasajera sino un concepto que está aquí para quedarse y que, por desgracia, será más útil si seguimos insistiendo en ofrecer infancias traumatizadas a tantos niños. No buscamos a héroes resilientes excepcionales, sino que necesitamos entornos que favorezcan la resiliencia, que ofrezcan amor, un discurso propio y un relato social favorable a las víctimas. Creo que quien nos acompañe en este viaje por las experiencias y los conocimientos de este gran psiquiatra entenderá un poco mejor cómo somos los humanos. Y disfrutará de esta manera modesta pero profunda que tiene Boris Cyrulnik de explicarse, y que lo hace tan interesante para profesionales que atienden a personas traumatizadas como para lectores curiosos con ganas de ampliar puntos de vista. No se esconde en términos oscuros para impresionar a nadie ni simplifica sus ideas confundiendo la divulgación con bajar el listón. A Boris se le entiende bien porque sabe mucho, porque piensa bien y porque se explica con pasión y con entusiasmo. Y además descubrió de niño que el sentido del humor del que hablábamos al principio hace que la gente se acerque a ti. Cultura, educación y humor nos salvan. Tanto como el apego y la resiliencia son antídotos para el trauma. Feliz lectura a todos. Carles Capdevila 8 U NO Infancia y memoria CARLES CAPDEVILA: Usted es neuropsiquiatra, fundador de la etología, uno de los especialistas que mejor han trabajado el concepto de resiliencia, y un ejemplo personal de supervivencia. Y su vida profesional se ha desarrollado a partir de la búsqueda de explicaciones a una infancia muy dura y difícil. ¿De pequeño decidió que quería ser psiquiatra para comprender la condición humana? BORIS CYRULNIK: A los once años decidí convertirme en psiquiatra porque perdí a mi familia durante la guerra, me encarcelaron con casi seis años y me condenaron a muerte. Comprendí que los nazis querían matar. Me metieron en un grupo de judíos, éramos 1.700 personas y sólo quedamos dos supervivientes. Me escondí bajo el cuerpo de una señora que había recibido varios disparos en la barriga y se estaba muriendo. Me escondí bajo su cuerpo. Y como casi toda mi familia desapareció en Auschwitz, hasta los once años nunca fui a la escuela, porque me habrían asesinado, y fui directamente al liceo. Pensé que tenía que ser psiquiatra para comprender cómo era posible una locura así. C. C. ¿Y hoy lo comprende? B. C. No es la psiquiatría la que puede explicar esto, es la sociología, la cultura, las novelas, los cineastas, los periodistas, los creadores de humor, los filósofos que pueden explicar esta tragedia o la reparación de una tragedia, pero no la psiquiatría. Y cuando era pequeño me decía que todo esto era una locura: «¿Por qué mataron a mi familia? 9