Working Paper No. 73, 2014 Desigualdades de clase, género y etnicidad/raza Realidades históricas, aproximaciones analíticas Elizabeth Jelin Working Paper Series desiguALdades.net Research Network on Interdependent Inequalities in Latin America desiguALdades.net Working Paper Series Published by desiguALdades.net International Research Network on Interdependent Inequalities in Latin America The desiguALdades.net Working Paper Series serves to disseminate first results of ongoing research projects in order to encourage the exchange of ideas and academic debate. Inclusion of a paper in the desiguALdades.net Working Paper Series does not constitute publication and should not limit publication in any other venue. Copyright remains with the authors. Copyright for this edition: Elizabeth Jelin Editing and Production: Barbara Göbel / Sérgio Costa / Fabian Lischkowitz / Paul Talcott All working papers are available free of charge on our website www.desiguALdades.net. Jelin, Elizabeth 2014: “Desigualdades de clase, género y etnicidad/raza. Realidades históricas, aproximaciones analíticas”, desiguALdades.net Working Paper Series 73, Berlin: desiguALdades. net International Research Network on Interdependent Inequalities in Latin America. The paper was produced by Elizabeth Jelin during her fellowship at desiguALdades.net from 04/2013 to 06/2013. desiguALdades.net International Research Network on Interdependent Inequalities in Latin America cannot be held responsible for errors or any consequences arising from the use of information contained in this Working Paper; the views and opinions expressed are solely those of the author or authors and do not necessarily reflect those of desiguALdades.net. Desigualdades de clase, género y etnicidad/raza Realidades históricas, aproximaciones analíticas Elizabeth Jelin Resumen En este texto se presentan y analizan algunas de las conceptualizaciones sobre las múltiples desigualdades en el pensamiento social latinoamericano en las décadas de los años sesenta y setenta del siglo XX. Estas ideas tienen una doble inserción: por un lado, están enraizadas en tradiciones académicas y en discusiones teórico- conceptuales; por el otro, tienen un fuerte anclaje en el propio movimiento de los actores y en la inserción sociopolítica de las y los propios/as analistas. En ese momento histórico, la preocupación de analistas y de gobernantes estaba centrada en la cuestión del “desarrollo”. En este marco, el texto presenta una cuestión específica que se inscribe en el campo de las ideas de la época: la manera en que las y los analistas de la época discutieron e interpretaron la interrelación entre lo que consideraban la dimensión central de las desigualdades sociales – las clases sociales – y otras dimensiones y clivajes sociales, fundamentalmente el género (Saffioti, Larguía), la “raza” (Fernandes) y la etnicidad (Stavenhagen). Palabras claves: desigualdades | América Latina | clases sociales | género | etnicidad | “raza” Nota biográfica Elizabeth Jelin, doctora en Sociología, es Investigadora Superior del CONICET con sede en el CIS-IDES (Instituto de Desarrollo Económico y Social) de Buenos Aires. Es docente del Programa de Posgrado en Ciencias Sociales UNGS-IDES. Ha sido fellow del Wissenschaftskolleg zu Berlin y miembro del Directorio Académico de dicha institución. Sus temas de investigación son los derechos humanos, las memorias de la represión política, la ciudadanía, los movimientos sociales y la familia. Dirigió la colección de libros Memorias de la Represión (publicada por Siglo Veintiuno Editores) y numerosos artículos sobre el tema. Entre sus libros más recientes están: Pan y afectos. La transformación de las familias (Fondo de Cultura Económica, 2010); Fotografía e identidad: captura por la cámara, devolución por la memoria, con Ludmila Da Silva Catela y Mariana Giordano (Nueva Trilce, 2010); Por los derechos. Mujeres y hombres en la acción colectiva, con Sergio Caggiano y Laura Mombello (Nueva Trilce, 2011); Las lógicas del cuidado infantil. Entre las familias, el mercado y el Estado (con Valeria Esquivel y Eleonor Faur, IDES-UNFPA-UNICEF, 2012) y una nueva edición revisada de Los Trabajos de la Memoria (Lima: IEP, 2012). En 2013 recibió el Premio Houssay a la Trayectoria en investigación en ciencias sociales, otorgado por el gobierno argentino. Desde su fundación en 2009 ha sido miembro de la Junta Directiva de desigualdades.net y desde mayo de 2014 forma parte del Comité Científico. Durante noviembre y diciembre de 2010 y desde abril hasta junio de 2013 fue investigadora invitada en el área de investigación IV: Teoría y metodología. Contenido 1. Introducción 1 2. La posguerra y el desarrollo. El momento latinoamericano 4 3. Las múltiples desigualdades 8 3.1 Clase, raza y etnicidad. Florestan Fernandes: capitalismo y raza 10 3.2 Rodolfo Stavenhagen: desarrollo capitalista agrario y etnicidad 15 3.3 Clase y género: Heleieth Saffioti, Isabel Larguía y John Dumoulin 19 4. Conclusiones 27 5. Bibliografía 30 desiguALdades.net Working Paper Series No. 73, 2014 | 1 1. Introducción1 La igualdad es una preocupación que, implícita o explícitamente, ha estado y sigue estando en el centro de las luchas sociales y del pensamiento social. Los debates sobre si se trata de igualdad de oportunidades o de resultados, del bienestar generalizado, los derechos de ciudadanía o compensaciones al funcionamiento de los mecanismos del mercado capitalista que apuntan a procesos de concentración y polarización, si está en el “capital humano” o en las estructuras sociales, si se trata de capacidades o de oportunidades, si se requiere una “revolución social” para lograrla o puede haber procesos de reforma gradual, han sido algunas de las maneras de encarar el tema, con consecuencias directas en las consignas de luchas y demandas sociales en distintos niveles y lugares del mundo. En el inicio de esta segunda década del siglo, presenciamos el ocaso global del paradigma económico neoliberal e individualista que, al desechar las estructuras sociales y el papel central de las instituciones, ha puesto el énfasis en las capacidades individuales, el esfuerzo y el logro personal como motores del bienestar – aludiendo tangencialmente a las desigualdades sociales. Esta perspectiva también tomó como ideal y como supuesto el funcionamiento auto-regulado del mercado, tema ya criticado y descartado hace décadas por Polanyi. El acento estaba puesto en el plano de los individuos, y fue una ideología (o una utopía) que dominó durante un tiempo, por encima de interpretaciones ancladas en estructuras sociales y en relaciones de poder. De ahí que se haya hablado más de pobreza que de desigualdad y que las políticas sociales, donde las hubo, hayan estado orientadas a disminuir la pobreza antes que a redistribuir la riqueza. También que se haya opacado, si no perdido, el lenguaje de clases y lucha de clases y el lugar regulador del Estado más allá de la implementación de políticas compensadoras, especialmente políticas sociales focalizadas. A su vez, este predominio coincidió con un crecimiento de las demandas sociales por el reconocimiento de la diversidad, y estas demandas generaron cambios de marcos interpretativos y de políticas de reconocimiento, centrados en la celebración de la diversidad, el multiculturalismo y la diferencia. Sin duda, se trata más que de coincidencias y habría que analizar las afinidades entre el individualismo neoliberal y la exaltación de la diversidad – pensada como diferencia antes que como desigualdad. En el debate académico, estas cuestiones ligadas a la multiplicidad de dimensiones y categorizaciones que atraviesan la vida y la experiencia humana están también 1 Agradezco los comentarios recibidos a versiones preliminares de este texto, presentadas en el Segundo Coloquio de Sociología Política, Mar del Plata, marzo de 2012, y en el Coloquio de desiguALdades.net, noviembre de 2013. Agradezco la cuidadosa lectura y las sugerencias de Sérgio Costa. Jelin - Desigualdades de clase, género y etnicidad/raza | 2 conectadas con el debate acerca de lo “postcolonial”, la “decolonialidad” y en la consideración de los flujos transregionales de saberes y conocimientos. Todos estos temas – estructura vs acción individual, políticas de reconocimiento cultural, modernidad occidental vs múltiples modernidades, sistema mundo e imperialismo vs teorías de la modernización y el progreso unilineales, occidentalismos y orientalismos variopintos – son debates que intentan plantear cuestiones nuevas, y al hacerlo también reponen viejos ejes temáticos ya discutidos, aunque de manera diferente, en décadas anteriores. No es mi intención entrar en esas conversaciones sobre perspectivas y enfoques, con todos los peligros de esencialismos y relativismos radicales que a veces encierran. Mi objetivo es más limitado y concreto: cómo pensar las desigualdades sociales – siempre múltiples – sus diversas escalas e interdependencias. Una manera de encarar la dinámica de la constitución, reproducción y transformación de los patrones de desigualdades consiste en verlos en acción, o sea, observar – aunque sea de manera estilizada y sin detalles – los procesos económicos, sociales, culturales y políticos en un período específico de tiempo, desde un lugar específico. Anclados en lugar y tiempo, los procesos cobran entidad. Los hombres hacen la historia, pero en condiciones que les son dadas, decía Marx. Esto significa, en nuestro tema, partir de esas “condiciones dadas” e historizadas para pensar en categorías y en desigualdades. En el plano mundial, los paradigmas para pensar estos temas han estado anclados en el desarrollo del capitalismo, en visiones del proceso civilizatorio, en las modernidades con sus múltiples variantes. En todos ellos, ha sido notorio el predominio de categorías y de maneras de pensar el mundo desde la experiencia europea. Lo que a menudo se confunde y no se llega a diferenciar es cuándo se trata de propuestas analíticas que se fundan en el papel que diversas zonas de Europa han tenido en el devenir mundial y cuándo se trata de la imposición o aceptación de las categorías del pensamiento europeo al resto del mundo, cosa que también fue y es un proceso histórico e historizable. En este texto se presentan y analizan algunas de las conceptualizaciones, interpretaciones y explicaciones que pensadores y pensadoras latinoamericanos/ as han dado a los procesos productores y reproductores de desigualdades múltiples en la región. Estas tienen una doble inserción: por un lado, están enraizadas en tradiciones académicas y en discusiones teórico-conceptuales (que no son estáticas desiguALdades.net Working Paper Series No. 73, 2014 | 3 ni ahistóricas); por el otro, se generan en interacción, diálogo y más aún, participación activa en la dinámica de la acción social y política, ya que los intelectuales que formulan teorías, modelos e interpretaciones son también protagonistas en los escenarios de acción y de lucha. En este sentido, las interpretaciones y conceptualización de la dinámica de la organización social, económica, política e institucional propuestas tienen un fuerte anclaje en el propio movimiento de los actores, sus representaciones y conceptualizaciones del mundo, así como las categorías y jerarquías con las que se clasifican a si mismos/as y al resto del mundo. Recordemos que en América Latina los intelectuales han sido actores en escenarios políticos, antes que investigadores/as encerrados en “torres de marfil”. Para llevar adelante la propuesta, tomaré un momento histórico y una región: América Latina a mediados del siglo XX. La preocupación de analistas y de gobernantes estaba centrada en la cuestión del “desarrollo”. En este marco, el texto presenta una cuestión específica que se inscribe en el campo de las ideas de la época: la manera en que los y las analistas de la época discutieron e interpretaron la interrelación entre lo que consideraban la dimensión central de las desigualdades sociales – las clases sociales – y otras dimensiones y clivajes sociales, fundamentalmente el género, la “raza” y la etnicidad.2 Se trata de escritos que intentan responder a la realidad contemporánea, al momento y las urgencias intelectuales y políticas de sus autores/as. Las referencias históricas van a aparecer cuando analistas de las desigualdades contemporáneas las explican por mecanismos que funcionaron en períodos anteriores. Es sabido que los análisis y propuestas de interpretación de procesos productores de desigualdades en el plano global pueden remontarse hacia atrás de manera interminable. Los procesos históricos de larga duración y sedimentación pueden ser rastreados, como arqueología o como investigación genealógica. Siempre se pueden encontrar antecedentes significativos en etapas cada vez más antiguas. Por ejemplo, todas las variantes contemporáneas que hacen referencia a “lo colonial” – con lenguajes que hablan de colonialismo, colonialidad, decolonialidad, postcolonialidad – anclan su análisis en un paradigma en el que el punto de partida o de arranque es la dominación colonial, que para América se inicia con la conquista española a fines del siglo XV (prestando poca o ninguna atención a dominaciones “coloniales” anteriores entre poblaciones preexistentes, como el Imperio Inca o los períodos de dominación azteca en Mesoamérica), combinada luego con la dominación portuguesa, holandesa, francesa o inglesa en distintos lugares y momentos. Pero no es a estas raíces a las que se refiere este texto, sino a la manera de interpretar los procesos de cambio en 2 En las conceptualizaciones de comienzos del siglo XXI, este tema se engloba en las discusiones sobre la “interseccionalidad”, tema que será retomado más adelante. Jelin - Desigualdades de clase, género y etnicidad/raza | 4 América Latina, especialmente en el siglo XX, y al lugar de las clases sociales, el género y la etnicidad/“raza” en esos procesos. 2. La posguerra y el desarrollo. El momento latinoamericano Aunque no fue protagonista central del conflicto, el final de la Segunda Guerra Mundial tuvo efectos significativos en América Latina. El contexto internacional cambió los términos de intercambio y el comercio mundial. En la región, a partir del establecimiento de la CEPAL se generó un pensamiento regional sistemático sobre el desarrollo, la modernización, la industrialización y la urbanización. En el plano internacional, a partir de la posguerra se establecieron nuevas instituciones internacionales (centralmente las Naciones Unidas) y comienza un período – que se extiende hasta el presente – en que una cantidad de convenciones y acuerdos internacionales se orientan a extender la noción de derechos humanos básicos, en un intento (en parte fallido) de fijar un “umbral de humanidad”, plasmado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 19483, como criterio para definir la condición humana. Idealmente, el cumplimiento de este umbral debería asegurarse universalmente, y sólo por encima de ese límite o umbral podrían manifestarse las desigualdades sociales. Por supuesto, se trata de un ideal y no de que en algún momento histórico toda la humanidad haya estado o pueda estar por encima de ese umbral. De hecho, es imposible definir ese umbral fuera de escenarios históricos específicos. La relación entre este nuevo paradigma de los derechos humanos y las desigualdades sociales se da en dos sentidos: por un lado, en el propósito de ampliar la población y las categorías sociales reconocidas como sujetos de derecho, con el doble y paradójico efecto de que al buscar la igualdad de derechos de conjuntos sociales específicos se remarcan las categorías y las diferencias; por el otro, en las propuestas y demandas de ampliar el conjunto de dimensiones definidas como derechos universales ligados a la condición humana (ampliación histórica que se fue dando a partir de los derechos civiles y políticos para ir incluyendo progresivamente los económicos, sociales y culturales, extendiéndolos también a los de “incidencia colectiva”). A su vez, el paradigma de los derechos humanos universales implica la responsabilidad global por su cumplimiento, definiendo violaciones y crímenes “de lesa humanidad” que justifican intervenciones “humanitarias” en un marco global e internacional, limitando en algún sentido la soberanía de los países. Al mismo tiempo y de manera paradójica, son estos mismos países quienes elaboran, crean y promulgan estas instituciones y normas internacionales. 3 No entro aquí en los debates acerca del carácter “occidentalcéntrico” de esta declaración. El tema es retomado en el Informe Final de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo (World Commission on Culture and Development 1995), entre otros. desiguALdades.net Working Paper Series No. 73, 2014 | 5 En términos de los procesos de cambio en la región, a mediados del siglo XX se inicia o intensifica un rápido proceso de urbanización y migración rural-urbana, la expansión de la educación, procesos de industrialización, crecimiento de población, etc. – todos ellos señales de “modernización”, con efectos importantes en la redistribución y reestructuración de las desigualdades sociales (Pérez Sáinz 2012 y 2014). Aunque las diferencias entre países de la región fueron y siguen siendo muy grandes, se pueden señalar algunos rasgos comunes, especialmente significativos para los países más grandes.4 Es el período en que se ponen en marcha numerosas políticas de desarrollo desde el Estado, que cobra un papel central en la creación de instrumentos de promoción y regulación, en la creación de empresas públicas, en el fomento a las inversiones extranjeras y en la ampliación de la infraestructura (energía, comunicaciones, transporte). Sin embargo, este rol no implicó la gestación de políticas fiscales progresivas ni, en la mayoría de los casos, de reformas en los regímenes de tenencia de la tierra, lo cual profundizó la distribución desigual de la riqueza. El crecimiento industrial fue notorio y rápido, basado en la sustitución de importaciones, con aumentos en la productividad, crecimiento del proletariado urbano-industrial y fortalecimiento de los sindicatos. El proceso de urbanización fue rápido, y si bien la expansión industrial era una fuente muy dinámica de generación de empleo, al mismo tiempo destruía empleo en el sector de producción artesanal. El resultado fue la generación de un sector de creciente importancia: el sector informal urbano.5 El desarrollo industrial “hacia adentro” respondió a la demanda urbana de productos de consumo durable y de otros bienes que se producían en la industria intensiva de capital, y esto, a su vez, reforzaba la estructura de desigualdades (Thorp 1998). Cabe señalar que en este período las disparidades de género se hicieron muy notorias. Las mujeres fueron olvidadas en las legislaciones sobre reforma agraria en los países que las implementaron. En las áreas urbanas, aumentó la participación femenina en la fuerza de trabajo, pero solamente en ciertas categorías de empleo, especialmente el empleo doméstico informal, provocando una aguda segmentación del mercado de trabajo, así como discriminación salarial. La política pública fue en la misma dirección, contribuyendo a las desigualdades: los beneficios sociales estaban ligados al empleo formal y la cobertura de los/as trabajadores/as informales fue sumamente limitada. Por otro lado, los aumentos del 4 Siguiendo a Thorp (1998), las trayectorias de los países de la región pueden ordenarse diferenciando aquellos de fuerte industrialización (“strong industrializers”) de los que tienen una economía exportadora de productos primarios (“primary product export models”). La autora incorpora otras dos categorías: Cuba (“centrally planned option”) y el Caribe (“export promotion and industrializing by invitation”). 5 Según cálculos de PREALC, entre 1950 y 1970 la participación de trabajadores/as del sector informal urbano en la PEA se incrementó en un tercio (PREALC 1982).
Description: