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Democracia y dictadura. Aproximación histórico-constitucional y política en perspectiva de derechos humanos PDF

131 Pages·2017·4.074 MB·Spanish
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Democracia y dictadura Aproximación histórico-constitucional y política en perspectiva de derechos humanos Ramón Torres Molina y María Verónica Piccone (coordinadores) FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES D EMOCRACIA Y DICTADURA APROXIMACIÓN HISTÓRICO-CONSTITUCIONAL Y POLÍTICA EN PERSPECTIVA DE DERECHOS HUMANOS Coordinadores Ramón Torres Molina María Verónica Piccone Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales Agradecimientos Este libro es un trabajo colectivo que nace de nuestra actividad como docentes e investigadores y es también un reconocimiento a quienes nos educaron y nos enseñan, desde que éramos estudiantes hasta hoy. Agradecemos a los colegas con quienes cotidianamente compartimos la enseñanza de grado en las cátedras de Historia Constitucional y Derecho Político de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata. A la Facultad, que es el ámbito donde podemos desplegar esta maravillosa tarea docente. A los y las estudiantes de abogacía, que son los destinatarios de este material y cuyas inquietudes nos invitan permanentemente a volver a reflexionar y revisar nuestras ideas y nuestras prácticas docentes y, fundamentalmente, nos permiten cada día aprender con ellos. Agradecemos la iniciativa y la oportunidad brindada por la Secretaría de Asuntos Académicos y a la Editorial de la Universidad, por haber seleccionado nuestro proyecto en el marco de la Convocatoria de Libros de Cátedra, lo que nos que ha permitido romper la tradicional compartimentalización en la enseñanza de las Ciencias Jurídicas a través del abordaje de un conjunto de temas comunes a ambas materias. Finalmente, sería imperdonable cerrar estas primeras líneas sin expresar en necesario y debido agradecimiento a todos aquellos que aceptaron participar de este proyecto. Índice Introducción _______________________________________________________________5 CAPÍTULO 1 ________________________________________________________________7 El debate actual entre los conceptos de Estado y nación Carlos Raimundi CAPÍTULO 2 _______________________________________________________________14 El constitucionalismo social Hilario Villa Abrille CAPÍTULO 3 _______________________________________________________________23 Gobiernos de facto Ramón Torres Molina CAPÍTULO 4 _______________________________________________________________27 La proscripción política Ramón Torres Molina CAPÍTULO 5 _______________________________________________________________30 La última dictadura militar María Verónica Piccone CAPÍTULO 6 _______________________________________________________________43 La democracia como desafío María Verónica Piccone CAPÍTULO 7 _______________________________________________________________54 El debate sobre la incorporación de los tratados internacionales de Derechos Humanos en la Convención Constituyente de 1994 Andrea Tachella CAPÍTULO 8 ________________________________________________________________73 Medios de comunicación entre la dictadura y la democracia Analía Elíades CAPÍTULO 9 _______________________________________________________________93 Algunas reflexiones desde la Defensoría Ciudadana de La Plata respecto de la denominada Ley Antiterrorista María Monserrat Lapalma CAPÍTULO 10 ______________________________________________________________101 Teoría del nuevo constitucionalismo sudamericano Alejandro Medici Los Autores ______________________________________________________________126 Introducción El presente trabajo es resultado de algunas inquietudes surgidas en el marco de la labor docente que desarrollamos en las asignaturas Historia Constitucional (Cátedra II) y Derecho Político (Cátedra III) de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata. Es un producto colectivo, fruto de discusiones y reflexiones que surgen tanto del trabajo cotidiano como docentes e investigadores, como de la confluencia de quienes participamos de esta obra en diversos espacios vinculados a la promoción y defensa de los derechos humanos. Lo impulsa también la inquietud de tender un puente, como docentes del primer año de la carrera de abogacía, entre la enseñanza media y la universitaria. Procura entonces facilitar el estudio de las materias, sintetizando conceptos centrales que no siempre han tenido en los cursos de grado el lugar destacado que merecen y, a la vez, coadyuvar en la generación de aprendizajes significativos en los y las estudiantes, a través de herramientas que favorezcan la comprensión, el análisis y la interpretación de procesos políticos complejos. Abordamos entonces temas que son históricos y también del presente, que siempre son políticos y en la mayoría de los casos, implican la puesta en discusión de una ideología y una praxis constitucional. El capítulo 1, “El debate actual entre los conceptos de Estado y nación”, de Carlos Raimundi, da cuenta de las profundas trasformaciones que han sufrido en las últimas décadas las relaciones entre pueblo, territorio y autoridad, sobre todo a partir de fenómenos como la globalización y la fuerte internacionalización de la economía, ¿siguen en pie los atributos clásicos del Estado? ¿En qué medida renacen los reclamos de los pueblos? ¿Qué papel ocupan en esta nueva configuración de la realidad política internacional los regímenes autoritarios de viejo cuño y las dictaduras? Son algunas de las preguntas que busca responder. Partimos entonces de una revisión del concepto de Estado a partir de los cambios producidos en las relaciones internacionales en las últimas décadas. El capítulo 2, “El constitucionalismo social”, de Hilario Villa Abrille indaga el tópico clásico del constitucionalismo desde una mirada crítica que abarca el análisis del rol asignado al Estado por el constitucionalismo liberal, la primacía en este de una idea de igualdad y de democracia profundamente formal, la pugna de los sectores obreros por el reconocimiento de derechos sociales, y finalmente, el carácter de respuesta institucional que adquiere el constitucionalismo social frente a las demandas revolucionarias. 5 Ramón Torres Molina en “Gobiernos de facto” −capítulo 3− examina las rupturas de la continuidad constitucional en la Argentina del Siglo XX, profundizando la indagación de las particulares que presentó el gobierno ilegal e ilegítimo que se autodenominó Revolución Libertadora y su impronta contrarrevolucionaria. El capítulo 4, “La proscripción política”, del mismo autor, aborda las características que asumió históricamente la proscripción política en Argentina, tantas veces mentada y pocas veces pensada, así como los matices que distinguieron a la extensa proscripción que se impuso al Partido Peronista a partir del 16 de septiembre de 1955. El capítulo 5, “La última dictadura militar”, de María Verónica Piccone, analiza las conceptualizaciones formuladas sobre las llamadas dictaduras institucionales de las Fuerzas Armadas, impuestas en el Cono Sur el marco de la Doctrina de la Seguridad Nacional, y, particularmente, los rasgos que adquiere el terrorismo de Estado entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983. El capítulo 6, “La democracia como desafío”, también a cargo de María Verónica Piccone, repasa los rasgos que caracterizaron a la transición democrática argentina, sobre todo en lo referente a las diversas estrategias desplegadas por los gobiernos democráticos en cuanto a las responsabilidades penales de quienes cometieron delitos de lesa humanidad durante el periodo anterior. El capítulo 7 de Andrea Tachella, “El debate sobre la incorporación de los tratados internacionales de Derechos Humanos en la Convención Constituyente de 1994”, realiza un abordaje original sobre la Constitución reformada en 1994 que permite vislumbrar como llegó a la letra de nuestra ley suprema el marco convencional que hoy es punto cardinal en la defensa de los derechos humanos. El trabajo de Analía Elíades, “Medios de comunicación entre la dictadura y la democracia”1 −capítulo 8−, describe el papel que desempeñaron los medios de comunicación durante el último gobierno de facto, discriminando entre las complicidades de los grandes medios y las actitudes de resistencia, protesta y denuncia que distinguieron a buena parte de los periodistas. Analiza también las causas judiciales contra propietarios y directores de medios de comunicación, por la comisión de delitos de lesa humanidad así como, la democratización de los medios a partir de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual sancionada en 2009 y su modificación en 2016. María Monserrat Lapalma, en “Algunas reflexiones desde la Defensoría Ciudadana de La Plata respecto de la denominada Ley Antiterrorista” −capítulo 9−, presenta un conjunto de reflexiones críticas a partir de la sanción de la ley antiterrorista y su utilización en el marco de protestas sociales. Finalmente, en el capítulo 10 a cargo de Alejandro Medici, “Teoría del nuevo constitucionalismo sudamericano”, el autor analiza la compleja relación entre la moral, la política y el derecho e indaga las características que adquiere el nuevo constitucionalismo latinoamericano, siempre desde un pensamiento situado y decolonial. 1 La Dra. Analía Elíades ha sido invitada a participar de este texto por su experiencia en un tema que creímos insoslayable tratar en esta obra. 6 CAPÍTULO 1 El debate actual entre los conceptos de Estado y nación Carlos Raimundi Está claro que la noción de soberanía estatal no posee un rol tan preponderante como el que desempeñara durante buena parte del siglo XX en el sistema de poder internacional. Su relevancia está cruzada por decisiones provenientes de los poderes económicos trasnacionalizados, por organizaciones de la sociedad civil y por el sistema multilateral. Principios inherentes a la soberanía del Estado-nación como los de autodeterminación de los pueblos y de no-injerencia en los asuntos internos de otro Estado, cohabitan hoy con otros principios que resaltan el valor de la persona humana por sobre la construcción estatal, como el derecho de intervención y el deber de injerencia, en tanto se vean amenazados derechos humanos fundamentales. Estos principios más recientes informan, junto con los anteriores, un entramado de normas e instituciones comunitarias que relegan, sin duda, aquella condición del Estado soberano como sujeto casi excluyente de la política internacional. De todos modos, los Estados nacionales siguen teniendo un papel ineludible en la configuración de las reglas de juego a nivel internacional. A lo que quiero llegar, como primer esbozo conceptual de este capítulo, es a que ningún Estado, por poderoso que sea, puede actuar en soledad, o permanecer indiferente del complejo cuadro de situación mundial de nuestros días, sin pagar por ello un elevado precio con relación a las condiciones de vida de su población. No obstante, y a pesar de lo dicho, el sujeto jurídico-político de las relaciones internacionales continúa siendo el Estado, con las características propias del modelo diseñado en el Tratado de Paz de Westfalia. Y entre los 194 Estados reconocidos por la Organización de Naciones Unidas, algunos son, comprensiblemente, más relevantes que otros. Detengámonos un instante en una pregunta central: ¿de qué hablamos cuando hablamos del Estado? Nos referimos a un concepto eminentemente jurídico y político, a diferencia de la Nación, que es una construcción de origen cultural, sociológico, en algunos casos, pero no 7 siempre, incorporada a los límites políticos del Estado. Aquello que se nos enseñaba desde una simplificación extrema: “el Estado es la nación jurídicamente organizada”, no es necesariamente así. En algunos casos, la nacionalidad puede coincidir con la organización jurídica estatal, en otros casos existen naciones sin Estado y en otros estamos en presencia de Estados plurinacionales. Como la Yugoslavia de Tito, que albergaba a serbios, croatas, macedonios, bosnios, montenegrinos. O el caso de Checoslovaquia, que fue una “necesidad” jurídica de la primera post-guerra. O, últimamente, el Estado plurinacional de Bolivia consagrado bajo la presidencia de Evo Morales. Siguiendo el criterio inverso, pero también diferenciando Estado y Nación, luego de la primera guerra mundial se decidió desmembrar el Imperio austro-húngaro. Ahora, lo que sí es verdad, es que los Estados tienen componentes muy fuertes de la Nación, como la lengua, la religión, la historia, la unidad geográfica y, finalmente, la creencia en el destino común. Pero eso no es lineal. Eric Hobsbawm, en un libro muy interesante que se titula Naciones y nacionalismos desde 17802, advierte que no necesariamente la lengua madre es un componente estructural del Estado, lo mismo que no siempre lo es la religión. En algunos casos lo ha sido, y en otros no. No obstante, una cosa es admitir que no necesariamente la unidad lingüística o religiosa define por sí misma al Estado, y muy otra sería negar que tanto el lenguaje como la religión poseen una incidencia muy pronunciada en la composición del Estado. Lo que sí me animo a afirmar es que aun cuando faltase la unidad lingüística o religiosa, la unidad de destino sí da gran sentido a la Nación, y de allí a la categoría de Estado nacional. Se trata de la sensación compartida de que hay un camino común para llegar a un objetivo compartido. Hasta que cuestiones muy fuertes de poder logran desintegrar esa unidad, como sucedió por caso con la separación de la “Gran Colombia” en tres Estados (Colombia, Ecuador y Venezuela) o con los estados pseudo-soberanos que ocupan el istmo de América Central. No hay razones lingüísticas ni religiosas ni históricas suficientes para justificar que esos siete países provengan de sendas “naciones” o “nacionalidades” diferentes. Tampoco podemos hablar de “naciones” convertidas en Estados, cuando nos referimos a países de pequeñas dimensiones como Luxemburgo, Liechtenstein, San Marino o el Principado de Mónaco. Y tenemos casos de comunidades que se escinden de una comunidad nacional mayor como el caso de Singapur respecto de Malasia, y que a partir de un rasante desarrollo económico fortalecen sus rasgos comunitarios. En definitiva, existen Estados muy pequeños que juegan un rol estratégico y refuerzan su sentimiento nacional, como Singapur, y otros que juegan igualmente un rol estratégico como Panamá, pero que han delegado gran parte de su soberanía. Adonde quiero llegar es que al hablar de Estados nacionales modernos nos estamos refiriendo a múltiples situaciones, y muy diversas entre sí. Al mismo tiempo, tenemos sobrados ejemplos de Estados creados a partir de cuestiones religiosas como Israel, el proceso de Palestina, o en su momento el Estado de Pakistán, que se separa de la India por su condición mayoritariamente islámica. Y en sentido contrario, 2 Hobsbawm, Eric. Naciones y nacionalismos en el siglo XX, Barcelona, Crítica, 2004. 8 comunidades de origen religioso muy diverso se mantienen dentro de un mismo Estado por razones geopolíticas propias o externas, como es el caso de la coexistencia de shiítas, sunnitas y kurdos en Irak. La segunda post-guerra juega un rol de bisagra en cuanto a la organización del poder mundial, hay un antes y un después. El acta fundacional de las Naciones Unidas está firmada por 51 Estados independientes, que eran prácticamente todos los existentes por esa época. En la actualidad estamos lindando los 200. Esto indica que en el lapso de cincuenta años se ha cuadruplicado el número de Estados considerados “soberanos”, al menos en términos jurídico-formales. Por su parte, los años 50, 60 y 70 representan un período de fuertes luchas por la descolonización y la aparición de los denominados movimientos de liberación nacional en Asia y en África, contra los protectorados ejercidos por las potencias coloniales y las oligarquías internas. Los primeros hitos de este proceso los constituyen la fundación del Estado de Israel, la independencia de la India y la instauración del sistema comunista en China continental, relegando al antiguo régimen de Chiang Kai-shek a la isla de Formosa, hoy Taiwán (aunque Naciones Unidas no reconoce a la China de Mao Tsé-tung hasta 1972). Este proceso de descolonización muestra dos cosas: desde el punto de vista político, aquella confrontación entre el mantenimiento de los protectorados y los movimientos de liberación nacional forma parte de la confrontación este-oeste. Y desde el punto de vista cultural, una ola de grandes movimientos políticos que luchan por la independencia, poniendo de relieve factores ideológicos y no solo económicos, que en muchos casos adquieren una adhesión popular superior que las cuestiones estrictamente financieras. Es decir, el mundo luchando por algunos ideales de emancipación y no únicamente por objetivos materiales inmediatos. En nuestros días, el mundo islámico –bastante superior al llamado “mundo árabe”, nótese que Indonesia, por ejemplo, es el país musulmán de mayor población del mundo y no es árabe– desempeña un papel preponderante en el cuestionamiento de la hegemonía cultural de Occidente. África pone en cuestión la hegemonía de Occidente en cuanto a los riesgos sanitarios e inmigratorios, China la pone en cuestión desde lo comercial y lo económico, y la recuperación de Rusia desde el punto de vista político. Esta hegemonía de Occidente en términos de valores, significa que todo, prácticamente sin excepción, tiene que ver con el dinero, con objetivos estrictamente individuales –no colectivos– y materiales por excelencia. Concluyó la etapa de las convicciones. Estamos en crisis civilizatoria de las vocaciones, de los ideales, de los objetivos que no tengan que ver exclusivamente con el dinero o con lo material. Este es el terreno que pretendo comparar con las décadas de los 50 y los 60, hasta entrados los años 70, cuando lo que estaba en juego tenía mucho más que ver que ahora con las convicciones, con las ideas, con un plano ético, de involucramiento en el destino colectivo, en la lucha por la igualdad, por la distribución, por el protagonismo, en fin, por el poder. No estaba en juego únicamente la ingeniería financiera, sino que tenía mayor centralidad el planteo ético-ideológico. Que dentro de ese marco ético-ideológico no todas las opiniones fueran similares, es lógico, no es esa la cuestión. La cuestión es reconocer un modelo de época donde todavía 9

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