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De lo sublime PDF

131 Pages·2007·4.504 MB·Spanish
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Pseudo-Longino De lo sublime Traducción de Eduardo Molina C. y Pablo Oyarzun R. Noticia Preliminar, Notas e Índices de Pablo Oyarzun R. ediciones/metales pesados ISBN: 956-8415-09-2 Reg. de Prop. Inr. No 163.252 Diseño y díagramación: Paloma Castillo Imagen de Portada: ©Paz Errázuriz. Eximis. Metales Pesados Líbros 2005. Del ciclo de exposiciones Cerrado por Duelo, curado por Ojo Zurdo. © ediciones/metales pesados [email protected] www.metalespesados.cl José Miguel de la Barra 460 Teléfono: (56-2) 638 75 97 Santiago de Chile, julio, 2007 Noticia preliminar El texto y su autor. La conservación de este admirable tratado -en el Codex Parísinus 2036 (siglo X), del cual derivan todos los manuscritos restantes- es fragmenta ria. Con ocasión de la primera edición de llEpt vljJov~. preparada por Robortelli y publicada en Basilea en 1554, y sobre la base de la identificación del autor como "Dio nisio Longino" que consta en el manuscrito, el libro fue atribuido a Casio Longino, famoso orador del s. III d. C. 1 Esta confusión prevaleció durante el tiempo de ma yor influencia del escrito, en los siglos XVII y XVIII, cuan do se lo clasificó junto a la Poética de Aristóteles y al Ars poetica de Horacio como fundamento de la estética y la crítica literarias. A comienzos del siglo XVIII el filólogo Rostgaard descubrió, en el manuscrito fundamental, una ií ("o") entre "Dionisio" y "Longino", que acusa la incerti dumbre de un antiguo erudito acerca de la autoría del tra tado. Pero ninguno de ambos autores presumibles, ni Dio- 1 Este Casio longino fue filósofo y filólogo, y, doblada la mitad del S. m. fue durante largo tiempo escolarca de la Academia. Su f-inal fue llamativo: requerido por la reina Zenobia, viajó a Palmira para apoyarla en sus pretensiones de auronom!a; el emperador Aureliano lo hizo matar bajo el cargo de alta traición. 5 nisio de Halicarnaso ni Casio Longino, resulta plausible, por las nítidas diferencias de asunto y de estilo que el pre sente texto tiene con respecto a las obras conocidas de aquellos dos. Hasta ahora es un enigma la identidad de su redactor, y debemos contentarnos con apodarlo "Pseudo" o simplemente "Anónimo"; parte de la filología contem poránea estima que podría tratarse de un crítico literario judío, que habría recibido la influencia de Filón de Ale jandría, pero esto también es completamente problemáti co. Tampoco está claro el tiempo de su florecimiento; lo más verosímil es que se remonte al siglo 1 d. C., bajo el imperio de Calígula, si se tiene en cuenta la discusión de la decadencia de la oratoria (capítulo XLIV), tema común a Séneca, Petronio, Tácito y Quinriliano, y bastante en boga en los siglos 1 y II d. C. En todo caso, y sin perjuicio de su notorio clasicismo, es claro que el autor anónimo debe contar entre los más finos y perspicaces representan tes de la crítica literaria. El término. El sustantivo fnpo<;, del adverbio V'I/JÍ, "arri ba, en alto, hacia lo alto", significa primariamente "altura" (en Empédodes, Esquilo, Heródoto, en el griego ático, etc.); de ahí también el verbo denominativo 'Úl/JÓ(J), "elevar, exal tar" (helenístico y tardío), que se construye siguiendo a -r:a:rce í V(J), "humillar, rebajar", al cual se opone en ocasiones. Probablemente está vinculado a v:rcép, "hacia lo alto", de cuya raíz proviene también el latino super. Literalmente, pues, el tratado debiera denominarse en español "Sobre lo alto". La traducción por "sublime" (igual 6 término en inglés, francés e italiano, en alemán das Erhabent!-) se ha establecido históricamente, ganando un derecho que se ría ocioso disputar con otras propuestas, aunque por razones igualmente históricas es preciso subrayar las diferencias con ceptuales que separan el uso del vocablo por Pseudo-Longino y los términos que se emplean modernamente: nos referire mos a ellas más adelante, al hablar de la gravitación posterior del tratado. La procedencia de la traducción que señalamos se encuentra en el adverbio latino sublime, "en los aires, en lo alto" y en el adjetivo sublimis, "suspendido en el aire, alto, ele vado"3, del cual hay un uso figurado, coincidente con el senti do específico que aquí interesa, y que está ampliamente atesú guado en Varrón, Marcial, Horacio, Ovidio y Quinúliano (este último habla del "estilo sublime", sublime genus dicendz). Subli meviene probablemente de sublevo, "levantar, alzar del suelo". En todo caso, no se puede omitir la vinculación que el tratado establece entre fnpo~ y el sentido de lo "grande": de hecho, su tema crítico es precisamente la gran elocuencia (¡.tE yakwyop[a). La relación subsiste con plena vigencia en la recepción moderna del "sublime" de Pseudo-Longino . La exposición. El tratado de Pseudo-Longino se presenta bajo la forma convencional de los textos de retórica. Su plan sigue la estructura de introducción, desarrollo y conclusión, abordando, de acuerdo a la división que proponemos, los siguientes puntos (entre paréntesis se indican los capítulos correspondientes): ' De ~rlubm, "levanrar", "al:zar en vilo o por los aires". -' Es muy discutible b etimología que refiere d término a lim~s. "límite"'. 7 Introducción (I): Crítica y vindicación del tratado de Cecilio sobre lo sublime. Presentación del ensayo. Caracterización de lo su blime. Necesidad del tratado (II-VII): Lo sublime no sólo se debe a la naturaleza, sino que también requiere del arte (II). Los yerros en lo sublime: am pulosidad, puerilidad (y frialdad), el furor desatinado (III IV). Causa de los yerros M. La evitación de los yerros por el conocimiento de lo sublime (VI). Criterios de reconocimien to de lo sublime (VII). Fuentes y causas de lo sublime (VIII-XLIII): Fuentes de lo sublime (VIII). El gran pensamiento (IX). La emoción (IX-XV). Las figuras (XVI-XXIX). La elocución (XXX-XXXVIII). Digresión sobre la gran literatura (XXXIII XXXVI). La composición (XXXIX-LXIII). Conclusión (LXIV): Causas de la decadencia de la oratoria4• Gravitación histórica. El tratado de Pseudo-Longino ha tenido un destino peculiar. Rescatado por la edición de Ro borrelli, su efectiva rehabilitación ocurre con la traducción de Nicolas Boileau-Despréaux ( Traité du sublime ou du mer veilleux dans le discours traduit du Grec de Longin, 1674), secundada 23 años más tarde por las Réjlexions critiques sur quelques passages du rhéteur Longin, del mismo Boileau5• A esa versión señera se suma una veintena en el lapso de un ·l Hemos publicado previamente un "Resumen y Comenmrio de Pseudo-Longino: Dt lo mblim~", en &vista dt uoría d~l Arte (2001, 5:79-143), que reproduce esra división anteponiendo los rlrulos indicados a los capítulos correspondientes del texto. ' La primera lengua nacional a la que es vertida la obra es el inglés (por John Hall, en 1652). 8 siglo, a buena parte de las lenguas europeas: algunas nuevas al francés, y otras al inglés, alemán, holandés, italiano, portu gués, español. La obra alcanza gran notoriedad, y su lectura mueve a estimar que lo que el término nombra es un fenó meno o experiencia dotada de una especificidad irreducible, cuya determinación no queda bien satisfecha afirmando, como solía hacerse, que lo sublime es el grado superlativo de la belleza. A partir de la fecha en que se publica la traducción de Boileau, la noción de lo "sublime" adquiere carta de ciudada nía para designar ciertas calidades y ciertos afectos inconfun dibles suscitados por la obra literaria. Pero pronto se la diso cia de la gran tradición retórica que había sido su patria, para afincada de allí en adelante en el ámbito jurisdiccional de la estética. Tal es la obra de la rica producción estética del pensa miento inglés de la primera mitad del siglo XVIII: es Lord Shaftesbury quien tiene el mérito eminente de haber trans formado el estatuto de lo sublime, y Jonathan Richardson termina con la exclusividad literaria del término, al introdu cir el concepto de lo sublime en el campo de las artes visua les; en fin, Edmund Burke trae la sanción del cambio con su Philosophical Inquiry into the Origin ofour Ideas ofthe Subli me and Beautifol (1756). Con ello empieza también a de caer la breve gloria de Pseudo-Longino, si bien los teóricos de lo sublime -y muy especialmente Kant-se nutren de la sagacidad del antiguo estilista, e incluso de sus puntuales fór mulas. También es poderosa la influencia que ejerce el opús culo en la ideología del genio que alienta a gran parte de las reflexiones estéticas del siglo XVIII. Recientemente, y en vín- 9 culo con la renovada atención al problema de lo sublime, las condiciones para una relectura de la obra de Pseudo-Longino -en curso, ahora mismo--son particularmente auspicio sas, sobre todo en lo que toca a su envergadura propiamente filosófica. 10

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