1 De la Caída de Constantinopla al Colapso de las Torres Gemelas. Traumas, Juegos y Choques Axiales y Civilizatorios (From the Fall of Constantinople to the Twin Towers Collapse. Traumas, Games & Axial and Civilizational Clashes) por Eduardo R. Saguier (CONICET-Argentina) Dedicado a mi mujer María Cristina Mendilaharzu, sin cuyo apoyo este trabajo no hubiera sido posible.* Índice--Sumario-Abstract-Keywords I.- Traumas, Grandes Juegos, y Primeros Choques Axiales y Civilizatorios I-a. Teorización de los cambios civilizatorios (Eisenstadt, Kavolis, Lumumba) I-b. El método comparativo en la “larga duración” I-c. Pasajes de dominación histórica y evolucionismo multilineal I-d. Modernizaciones y dominaciones carismáticas y burocráticas II.- Segundo choque civilizatorio, barbarie o vía nomádica vs. sedentarismo II-a.- Despotismo asiático, mesianismo, y tráfico esclavista oriental III. Segundo choque axial, modernidad y reparto del mundo (1492-1945) III-a. Pugna renacentista y belicismo teológico (1492-1776) III-a-1. Absolutismo de castas y trauma cromático III-a-2. Anexionismo islámico y trata transoceánica III-a-3. Expansionismo esclavista occidental y marranismo negrero III-b. Giro del antiguo régimen a la modernidad iluminista (1776-1890) III-b-1. Estados-tapones y fronteras fijas y amortiguadoras III-b-2. Descolonización ilustrada y violencia independentista III-b-3. Pasaje de las monarquías al estado-nación III-c.- Rivalidad secularizadora y progresismo cientificista (1856-1914) III-c-1. Secesión secularizadora y guerras separatistas III-c-2. Secesión territorial de signo positivista III-c-3. I Guerra Fría o Fashoda (1898) y “Paz armada” (1870-1914) III-d.- Hostilidad secesionista y auto-determinación nacionalista (1919-1945) III-d-1. Neutralidad de la periferia en la guerra inter-imperial III-d-2. Reparto territorial de las metrópolis imperiales III-d-3. Apogeo y vulnerabilidad del estado-nación IV.- Transiciones de II Guerra Fría y descolonización modernizadora (1945-1989) IV-a. Secesión descolonizante y No Alineamiento (1953-1976) IV-b. Ruptura de la bipolaridad y geopolítica de la tripolaridad (1958-1972) IV-c. Pretorianismo y golpes de estado crónicos IV-d. Perpetuación de la dominación carismática V.- Tercer choque axial, desecularización y colapso del socialismo real (1989-2001) V-a. Desovietización y desmilitarización de post-Guerra Fría (1975-1992) V-b. Fracaso del proceso democratizador occidental (2001-2011) VI.- Tercer choque civilizatorio y vía muerta occidentalizante (2001-2017) VI-a. Revival populista y proteccionista y fracaso del capitalismo de mercado VI-b. Pasaje del pretorianismo a democracias fallidas y culturas fracasadas VII.- Nuevos traumas, juegos y choques axiales y civilizatorios 2 Sumario En este trabajo nos hemos propuesto estudiar el reparto imperial del mundo, las particiones y descolonizaciones de grandes formaciones imperiales, y la reincidencia acumulada de traumas políticos (nomadismos, particiones, exilios, revoluciones, y golpes de estado). Para ello nos abocamos a la investigación comparada de distintas formas de dominación y modelos civilizatorios (sedentarismo, despotismo, renacentismo, absolutismo, colonialismo, pretorianismo, patrimonialismo, populismo (movimientismo histórico) y globalismo. Abstract In this paper about world history we have studied the imperial scramble of continents, the partition and decolonization of great imperial formations, and different structures that responded the role played by political traumas (nomadisms, partitions, exiles, revolutions, and putschs). For that purpose we have dig on sedentarism, despotism, renaissance, absolutism, warlordism, colonialism, praetorianism, movement politics, and patrimonialism, as well as in civilizational models. Palabras Claves Trauma histórico; choque civilizatorio; estado frágil; crisis de identidad; nomadismo; esclavismo; absolutismo; colonialismo; pretorianismo; patrimonialismo; prebendarismo; movimientismo; carismatismo; globalismo; competitividad inter-imperial; Keywords historical trauma; clash of civilizations; fragile state; identity crisis; nomadism; slavery; absolutism; warlordism; colonialism; secessionism; praetorianism; movement politics; patrimonialism; prebendarism; globalism; cleptocracy; inter-imperial competitivity; I.- Traumas, Grandes Juegos, y Primeros Choques Axiales y Civilizatorios Para poder comprender los desfasajes que se experimentaron durante múltiples guerras mundiales, los fenómenos traumáticos de miedo y terror y su rol en los viejos juegos geopolíticos o equilibrios de poder, debemos ponerlos necesariamente en un contexto histórico regional y mundial, a riesgo de no poder entender nada de lo que aconteció si se insiste en el chauvinismo historiográfico, en reducir el Gran Juego (The Great Game en inglés) exclusivamente al Asia Central y al siglo XIX, o en limitar las rupturas de la linealidad histórica a un único choque o revolución Axial (el del primer milenio AC), y a un único choque civilizatorio (el de la Revolución Neolítica).1 *Debo reonocer las contribuciones puntuales de colegas y amigos como Mario Crocco, Eduardo Delleville, Juan Méndez Avellaneda, Mariana Canale Oliver, Juan Carlos López y Alejandro Clément. 1 El chauvinismo en la ciencia fue muy debatido en Francia a propósito de las opiniones que despertó la figura de Darwin, por ser inglés. La localización geográfica del origen del hombre también despertó acerbas disputas paleontológicas en un pasado que no conocía el Carbono-14 y mucho menos el ADN. Una de esas 3 En esa difícil tarea de análisis y prospectiva debemos conocer la relación de cada una de las áreas del mundo con las asimétricas particiones, emancipaciones, descolonizaciones, balcanizaciones y secesiones, durante las consecutivas transiciones o pasajes de modelos y cosmovisiones civilizatorias.2 Estos pasajes fueron constituyendo una compleja constelación de trascendentales fenómenos histórico-culturales (sedentarismos, monoteísmos, cesaropapismos, renacimientos, iluminismos, cientificismos, nacionalismos, industrialismos, modernismos, y/o post-modernismos), durante las sucesivas crisis de identidad, y en el estrecho trato que se tuvo con la intelectualidad respectiva.3 La vida de las civilizaciones, los imperios y mega-imperios (nómades, sedentarios, confesionales y electivos o colegiados), las ciudades-estado, los reinos (dinásticos, patrimoniales), las monarquías constitucionales, los estados-naciones, y los bloques o esferas de influencia, y sus respectivas pugnas, emulaciones, rivalidades, hostilidades, competitividades, o juegos de poder, no han sido ajenos a los traumas histórico-políticos producidos por acontecimientos violentos (guerras, conquistas, invasiones, separatismos, balcanizaciones, secesiones, irredentismos, revoluciones, golpes de estado, dictaduras, teocracias y cleptocracias).4 Es preciso entonces ponderar cada uno de estos fenómenos históricos, conocer el quien, el porqué, y el cómo de cada uno de ellos, y poder así contextualizarlos.5 Para esa labor investigativa, centrada en una existencia (física y humana) entre anárquica (igualadora, como la de los cazadores y recolectores) y jerárquica (como la de los estados e imperios), debemos abominar de la xenofobia intelectual que impide ver más allá de las fronteras geográficas y disciplinarias y del statu quo material y paleoclimático.6 Debemos indagar si dichos acontecimientos violentos, así como los cambios de cosmovisiones culturales, de repartos imperiales, de traumas político-emocionales (magnicidios, suicidios, cataclismos) y de innovaciones geográficas y tecnológicas (obras de ingeniería), dieron lugar a anexiones territoriales, a sedentarismos, a colonización de poblaciones, a sincretismos, a hegemonías (mediante amortiguaciones, hostigamientos, asociaciones o alineamientos), al impedimento de nuevos estados-naciones, al fortalecimiento de los aparatos de estado por sobre la sociedad civil, y del capital mercantilizado por sobre el libre comercio y la libre migración poblacional; y a la asimilación obsecuente y colaboracionista durante las invasiones y los putschs o golpes de estado.7 Estos acontecimientos e confrontaciones fue la que despertaron los hallazgos en los acantilados de la costa Atlántica del hombre fósil de Miramar (Argentina) por parte de los hermanos Ameghino, que culminó en un fenomenal fiasco (Tonni y Zampatti, 2011). Muy recientemente un fenómeno semejante ocurrió en Israel a propósito de la obra del historiador Shlomo Sand, 2017. Para conocer las definiciones y alcances cronológicos de la era axial, ver Baumard, Hyafil y Boyer, 2015. Para el mejor desarrollo de la era axial leer la obra de la especialista inglesa en religión comparada Karen Armstrong La Gran Transformació, y escuchar sus conferencias en video 2 Para los procesos civilizatorios globales según Norbert Elias, ver Gallo, 2014. 3 Para la noción de constelación en la historia, ver Joas, 2005b, 68 nota 6; y Villacañas, 2017, 18-24. 4 Para la crisis del estado nacional latinoamericano, ver Kaplan, 1991. Para la formación de los estados- naciones, ver Bavaresco, 2003. 5 Para el quien, el porqué y el cómo del fenómeno secesionista, ver Bauer, 2000. 6 Para la condición igualadora de las sociedades primitivas, verTurchin, 2011. 7 Para el impacto de la civilización y la cultura islámica en Europa durante las Cruzadas, ver Banitalebi, Yusoff y Mohd Nor, 2012. Para el colaboracionismo de las elites chinas con la invasión japonesa, ver Brook, 4 innovaciones se acumularon y potenciaron, y fueron socavando la posibilidad de independizarse y de acceder a la constelación de fenómenos que pudieran conducir a la formación del estado, a la modernidad secularizada, a la democracia parlamentaria, al capitalismo de mercado;8 al fortalecimiento de la sociedad civil; y a las urgentes y necesarias reformas burocráticas, entre ellas las que propendieran a la independencia de la justicia, a la autonomía del conocimiento, y a la periodicidad de los cargos políticos.9 Fueron las innovaciones geográficas y tecnológicas las que modificaron una cartografía naturalmente anárquica pero dinámica que se ha venido expresando en la mutua y activa relación entre los cinco continentes.10 Ese mapa anárquico fue intensamente desordenado y deformado en el siglo XV por el descubrimiento de la esfericidad planetaria, de la existencia del continente americano, y por posteriores innovaciones humanas en el espacio geográfico. Mientras los cinco continentes clásicos (América, Europa, África, Asia y Oceanía) son espacios geográficos homogéneos, el Medio Oriente es un espacio geográfico heterogéneo o anárquico que para su definición ha sufrido de múltiples criterios.11 En la cartografía medio-oriental coexisten espacios heterogéneos que se tomaron “prestados” de los continentes lindantes (Europa, África y Asia) y que circundan grandes y pequeños mares (Mediterráneo, Negro, Rojo, Caspio, Mármara y Azov).12 Estos espacios han sido atravesados por grandes obras de ingeniería, tanto de ingeniería oceánica y fluvial (canales que unen los ríos Don y Volga conectando los mares Caspio y Negro, el Danubio con el Rhin conectando los mares Negro, Norte y Báltico, y la conexión del Mediterráneo con el Mar Rojo y el Océano Índico a través de Suez), como de ingeniería ferroviaria (Expreso de Oriente), o de ingeniería de tuberías (gasoductos, oleoductos) que conectan los países del Asia Central y el margen oriental del Mar Caspio -a través de Rusia, Irán y Turquía- con China, India y Europa.13 Esos espacios geográficos, potenciados por sus conexiones, son en el Medio Oriente los territorios del Maghreb (África del Norte y Mauritania), Egipto- Sudán, los Balcanes (orientales y occidentales, geográficamente pertenecientes a la Europa Oriental), la Anatolia, la Media Luna Fértil (Palestina, Siria y Mesopotamia), la península Arábiga, y el Golfo Persa.14 De igual forma, la relación entre los continentes europeo y asiático se modificó radicalmente con la construcción de los canales de Suez y Panamá.15 Esos fenómenos político-culturales (repartos, balcanizaciones, secesiones, emancipaciones, 2005. Para las hegemonías mediante amortiguaciones, hostigamientos, asociaciones y alineamientos, ver Ian, 2003, Diagrama I. 8 Manning, Patrick (1996): The Problem of Interactions in World History, The American Historical Review, v.101, n.3, 774-75. Para la concepción cíclica alrededor de la figura de Giambatista Vico, ver Sorokin, 1927. 9 Para los estados frágiles y fallidos, ver Olivier Nay, 2013. 10 Para el rol de la cartografía en la sociedad medieval tardía (siglos XII a XIV), ver Morse, 2007. 11 Para la invención del Medio Oriente por parte de las comunidad mercantil londinense, 1902-1922, ver Adelson, 1995. 12 Para el Islam como un Sistema-Mundo especial, ver Voll, 1994. 13 Para las conexiones geopolíticas recientes del Asia Central (margen oriental del Mar Caspio) con China, Rusia e India, ver Dar y Firdous, 2014; y R. Bailey Scott, 2015. 14 Para un enfoque sistémico de la noción de Oriente Medio, ver Ozkan, 2011. Para la geopolitica de la región del Golfo Persa, ver Bojarczyk, 2012. 15 Para la política real en el Cuerno de África, ver De Waal, 2015. Para los legados de los imperios precoloniales en el Cuerno de Africa, ver Mengisteab, 2011, 19-22. Para la colonización francesa en el Maghreb, ver Tarwater, 2005. Para la relación entre los estados del Golfo Persa y el Cuerno de África, ver Huliaras y Kalantzakos, 2017. 5 irredentismos, golpes de estado) se fueron remodelando y reinventando a través de instituciones primarias (territorialidad, soberanía, nacionalidad, y equilibrios o juegos de poder, influencia, amenazas e intereses) y sus derivados (guerras, mercados, tratados).16 En un primer trabajo que elaboramos en conjunto con el helenista Joaquín E. Meabe, desarrollamos una periodización en ocho (8) olas metanástásicas (desorden interno generalizado) con sus correspondientes cursos de acción, pero que comenzaban recién con la Revolución Francesa y culminaban con la implosión de la Unión Soviética y del realismo socialista (1989). En ese trabajo habíamos dejado afuera al antiguo régimen absolutista, al humanismo renacentista, al cesaropapismo medieval, al nomadismo y sincretismo oriental, y al tercer choque de civilizaciones, producido a partir del colapso de las Torres Gemelas (2001).17 También habíamos omitido que en el pasado existieron choques axiales (lógico- culturales) enfrentados a estructuras arcaicas (económico-sociales) no solo en el primer milenio antes de Cristo, pues con el Renacimiento, la Reforma Protestante, la Ilustración, el Liberalismo y el Nacionalismo se dio un Segundo Choque Axial.18 También existieron Grandes Juegos en otros lugares y no solo en el Asia Central, pues su corazón o espacio vital no era el único adonde no llegaba la Flota Real británica. Tampoco llegaba al corazón amazónico y altiplánico de Sudamérica ni a los Grandes Lagos del África Central.19 Las apuestas ultramarinas de Colón y los Reyes Católicos habían obedecido a la amenaza otomana que le bloqueba el pasaje al oriente (Descubrimiento de América en 1492). Estos juegos, apuestas y amenazas (político-militares) también se dieron en la guerra de la Liga Santa (compuesta por España, los Estados Pontificios, Malta y Venecia) contra el Imperio Otomano (cuando Lepanto en 1571); en las guerras entre los reinos ibéricos y el anglo- sajón (Armada Invencible en 1589); entre los reinos inglés y francés por el control del Imperio español (Guerra de Sucesión de España en 1710); entre la Francia revolucionaria y el Imperio Zarista (Guerras Napoleónicas en 1812); entre los Imperios Ruso y una alianza Otomana con Europa (Guerra de Crimea en 1856); entre los imperios alemán y francés (I Guerra Mundial de 1914); entre Alemania y Rusia (II Guerra Mundial de 1942 en Stalingrado); entre Rusia y EE.UU (Guerra Fría); y entre EE.UU y China (Nueva Guerra Fría). Aparte de los choques axiales y civilizatorios (guerras, invasiones y mesianismos religiosos), y los fenómenos político-culturales (balcanizaciones, secesiones, alineamientos, golpes de estado), otros episodios trágicos de grandes hombres víctimizados (magnicidios, suicidios), de masas humanas diezmadas (etnocidios, lingüicidios) y de calamidades físico- naturales con ingentes pérdidas humanas (cataclismos, hecatombes) también ocasionaron traumas emocionales que obstaculizaron los distintos pasajes a la modernidad. Los magnicidios, como los que impunemente ocurrieron en el África Occidental (en el Zaire/Congo, Patrice Lumumba en 1961; Sylvanus Olympio en Togo en 1963; Amilcar Cabral en Guinea-Bissau en 1973; Thomas Sankara en Burkina Faso en 1987; y Laurent 16 Para el modelo tri-funcional (neutralizador, defensivo y ofensivo) propuesto para entender el comportamiento amortiguador de los estados tapones en la política internacional aplicado al caso actual de Turquía y Siria, ver Beehner y Meibauer, 2016. 17 Para el sincretismo en dos culturas africanas (Nubia y Tswana), ver Simpson, 2011. 18 Para las revoluciones axiales, ver Zerzan, 2008. 19 ver Edwards, 2003, 92. 6 Kabila en el Zaire/Congo en 2001); o en el África Oriental (Eduardo Chivambo Mondlane y Samora Machel en Mozambique en 1969 y 1986), o en el Maghreb (Mehdi Ben Barka en 1965), o en América Latina, como los de Lautaro y Caupolicán en Chile (1557); de Túpac Amaru II en el Perú (1781); de Morazán en América Central (1842); de José Martí en el Caribe (1895); de Francisco Madero en México, que desató la Revolución Mexicana (1913); y el del líder liberal colombiano Jorge Eliécer Gaitán, que generó el Bogotazo, dos meses después de asesinado Mahatma Gandhi (9-IV-1948), dieron lugar a extensos períodos de guerra civil y ocupación extranjera, y a creer en la existencia del contagio emocional, alimentado por el impacto de la poesía popular (o cantares de gesta) y de los informativos en los medios masivos. Y los suicidios políticos de líderes carismáticos no se caracterizaron por producir exilio o guerra civil alguna, más bien fueron el resultado de ellas mismas como el de Balmaceda en Chile en 1891, y el de Leandro Além en Argentina en 1896. Por el contrario, los suicidios políticos fueron capaces de disparar golpes militares y regímenes pretorianos, como el caso en Brasil del suicidio de Getulio Vargas y el ulterior golpe militar de 1964. En cambio, los etnocidios se destacaron por provocar intensos exilios internos. La corrupción generalizada se distinguió por ocasionar altos índices de emigración y autoexilios.20 Y en la post- modernidad, los cataclismos o combinación de catástrofes sociales con hecatombes naturales (terremotos, huracanes) llegaron a generar estados fantasmas que no provocaron guerras civiles, como el caso reciente de Haití.21 Pero en este presente trabajo, la constelación de fenómenos históricos ha sido enmarcada en tres (3) grandes choques civilizatorios (neolítico, invasiones bárbaras y jihad actual) seguidos por tres grandes choques o revoluciones axiales (religiosidad, modernidad y globalidad). La diferencia entre choque civilizatorio y choque axial apunta a una distinción cualitativa fundamental. Mientras el choque civilizatorio se refiere a una amenaza de supremacía económica y militar que se remonta a la antigüedad prehistórica y cuyo análisis -fundado en las continuidades históricas- está en condiciones de dar lugar a múltiples modernidades, el primer choque axial tal como lo formula la historiadora de las religiones Karen Armstrong (2006), quien hace mención a una respuesta cultural e ideológica que se opuso en el primer milenio antes de Cristo a la vigencia de estructuras seculares aplastantes.22 A su vez el segundo choque axial, el de la modernidad, lo tratamos en combinación con nueve (9) grandes guerras mundiales, acompañadas con sus respectivas diplomacias apaciguadoras (tratados de paz), sus endeudamientos, su crédito marítimo, su riesgo de mar, sus tecnologías navales, militares y comunicacionales, y sus desastres ambientales. Cada uno de los nueve (9) episodios bélicos fueron: la primera guerra mundial, con las invasiones bárbaras, los imperios nómades, los numerosos acuerdos sedentarizadores (siglo XIII), y la caída del Imperio Romano de Oriente y del Patriarcado Ortodoxo-Griego (Constantinopla); la segunda con las guerras de religión en los siglos XVI y XVII (Guerra 20 Para la etnización de lo político en Sudamérica, ver Büschges y Pfaff-Czarneckar, 2003. 21 Para la teoría del estado fantasma aplicable a todos aquellos estados golpeados por catástrofes sociales y naturales combinadas como el caso de Haití, ver Feldmann, 2013. 22 Ver Inglis, 2010, 137. 7 de los Treinta Años), la Paz de Westfalia (1648), el Ejército Modelo de Cromwell, y con los relatos Renacentistas (Raleigh, Erasmo, Maquiavelo, Vives); la tercera con la Guerra de Sucesión de España a comienzos del siglo XVIII, el Tratado de Methuen (1705), la Paz de Utrecht (1713), la guerra de maniobras (Jomini) y los relatos Ilustrados (Montesquieu, Gibbon, Vico); la cuarta con las guerras napoleónicas a comienzos del siglo XIX, el Congreso de Viena (1815), y la guerra limitada (Clausewitz); la quinta con la Guerra de Crimea (1854-56) y el rol inaugural de la enfermería y la Cruz Roja y los relatos evolucionistas (Spencer, Toynbee, Sorokin); la sexta que hoy es conocida como I Guerra Mundial (1914-18), con la Paz de Versalles (1918), la guerra ofensiva entre “naciones en armas” (Wilhelm Colmar von der Goltz), la estrategia de guerra ofensiva del Plan Schlieffen, y las críticas de Durkheim a Comte;23 la séptima con la que tenemos como II Guerra Mundial (1939-45), la Conferencia de Yalta (1945) y la guerra total, entre aérea y nuclear, y los relatos de Wittfogel, Childe y Elias; la octava con la Guerra Fría (o Cortina de Hierro), la desaparición del realismo socialista (Unión Soviética y República Yugoslava), su remate final en el Consenso de Washington (1989-91) y el relato de Fukuyama sobre el Fin de la Historia; y la novena y última con la guerra (o choque) civilizatoria (2001-2017), con su final inconcluso, aparentemente interminable, luego de la Caída de las Torres Gemelas, las represalias sobre Bagdad y Afghanistán, y las guerras cívico-étnicas en Medio Oriente (Siria, Sudán y Yemen), y la profecía de Samuel P. Huntington sobre el choque de civilizaciones.24 Pero no todos estos choques civilizatorios (y sus crisis traumáticas), estos Grandes Juegos y estos choques axiales o de cosmovisión cuentan con la misma relevancia histórica ni con la misma legitimidad, pues su extensión en el tiempo y el espacio, la naturaleza de los actores, las restricciones en el uso de la fuerza, el grado de endeudamiento, de tecnología militar, de profundidad filosófica en el cambio cultural, de sentimiento de inescapabilidad, y de intensidad de los daños colaterales, fueron de muy distinto ritmo, gravedad y tensión. Recién Jack Donnelly (2002), citado por Buzan (2004), fue el primero en distinguir el uso de la fuerza, como uno de los cinco (5) tipos de funciones políticas, susceptibles de desempeñarse en la sociedad internacional, conjuntamente con la comunicación (diplomacia), la elaboración y aplicación de las leyes (derecho internacional), el agregado de interés y poder (alianzas), y el de asignar jurisdicciones (soberanías, protectorados, mandatos). En otras palabras, la construcción, auge, legitimidad y colapso de las civilizaciones, los imperios, las ciudades-estado, los reinos, las monarquías constitucionales, los estados- naciones y los bloques o áreas de influencia han sido estudiados bajo el enfoque de múltiples abstracciones teóricas o reducciones selectivas de la complejidad histórica, como los modos de producción concebidos por Karl Marx; los “tipos-ideales” abstraídos por Max Weber; el modelo sociológico pensado por el sinólogo alemán Karl Wittfogel; el giro neolítico del arqueólogo australiano Gordon Childe; y las revoluciones o choques axiales 23 Para el culto a la guerra ofensiva y la inflexibilidad del Plan Schiefflin, ver Van Evera, 1984; Trachtenberg, 1991, 64-72; y Kagan 1995, 163, 199, 208-211. 24 Para Hinkelammert, debido a un azar cronológico, la caída de las Torres Gemelas es comparable al bombardeo de la Casa de Moneda en Chile, ver Hinkelammert, 2003. Para la guerra en Afghanistan e Irak, ver Weede, 2007, 13-17. Para el tiempo de la guerra, y el tiempo interminable del choque civilizatorio, ver Dudziak, 2012; y Goldsmith, 2012. 8 del filósofo alemán Karl Jaspers (enriquecidas por la obra interpretativa del sociólogo norteamericano Robert Bellah, 2011).25 También fueron estudiados los viejos y nuevos Grandes Juegos problematizados inicialmente por el oficial de inteligencia irlandés al servicio de la corona Arthur Conolly (tan afecto a la cartografía como Colón lo estuvo antes de su Descubrimiento) y el novelista británico-hindú y afiliado masón Rudyard Kipling; y las hipótesis del antropólogo canadiense Richard B. Lee (1992) acerca de la interrelación de la caza-recolección (auto-subsistencia) con el correspondiente sistema moderno mundial. Asimismo, los complejos civilizatorios fueron analizados tanto por el antropólogo e indólogo francés Louis Dumont, como por el sociólogo israelí Shmuel Eisenstadt (1993, 1998), el crítico literario lituano-estadounidense Vytautas Kavolis (2006), el historiador español José Luis Villacañas Berlanga (2017), y el jurista, orador y teólogo crítico keniano P. L. Otieno Lumumba (2015). Finalmente, también fueron estudiados los vaticinios geopolíticos enunciados por Francis Fukuyama y Samuel P. Huntington (que habían estado largamente precedidos por la obra de Spengler), las diferencias entre el análisis civilizatorio y la sociología histórica aplicadas al cotejo entre los modelos soviético y japonés por el malogrado sociólogo alemán Willfried Spohn (2011); y las comparaciones entre el análisis civilizatorio (Eisenstadt, Arnason) y la teoría de la globalización (Robertson) descripta por el sociólogo escocés David Inglis (2010).26 Mientras el análisis civilizatorio se inclina por ahondar en el pasado antiguo de la humanidad y a estudiar por ende la cuna de múltiples modernidades (incluidos múltiples tipos de secularizaciones y nacionalismos), que incluyen en su seno al estado-nación como una unidad más, la teoría de la globalización se limita exclusivamente al análisis de la modernidad y a como vencer las resistencias del estado- nación (Giddens, 1990; Robertson, 1992).27 En el antiguo género del análisis civilizatorio (Toynbee, Croce) resurgido recientemente del desván de la historia (estuvo eclipsado por el moderno sistema mundial de Wallerstein y por la teoría de la globalización de Robertson), mientras el psiquíatra Karl Jaspers (1953), el sociólogo Shmuel Eisenstadt (1982) y el filósofo político alemán Eric Voegelin (2000) enfatizaron el rol desempeñado en el desarrollo del mundo por las herencias cultural- religiosas o por los grandes hombres (o profetas) de la Revolución Axial (que intentaron acabar durante el primer milenio AC con las estructuras arcaicas de los reyes-dioses e hicieron que los monarcas respondieran a Dios y a los pueblos),28 el crítico literario lituano- estadounidense Vytautas Kavolis (1987) sostuvo que la relación que esos grandes hombres y esas herencias tuvieron con la humanidad global, fueron sólo la de una mediatización 25 Para la historia global de la humanidad en Karl Jaspers, ver Cho, 2009. Para discutir si el fenómeno neolítico es una revolución como lo caracterizó el arqueólogo australiano Gordon Childe o una transición, ver Sénecal, 2010, 12. Para un comentario crítico sobre las contradicciones de la axialidad en la obra del historiador de las religiones Robert Bellah, ver Alexander, 2013. 26 Para las interpretaciones de las civilizaciones no-occidentales en la obra de Johann Arnason, ver Spohn, 2011. 27 Para los tipos-ideales de Weber, ver el trabajo del filósofo eslovaco Juraj Halas (2016). Para los tipos- ideales en la sociología de la religión de Weber, ver Zaleski, 2010. Para el individualismo moderno según Louis Dumont, ver Stolcke, 2001; y Vibert, 2004. Para la teoría civilizatoria y la identidad colectiva en la era globalizada postmoderna, ver Kavolis, 2006. Para el complejo civilizatiorio propuesto para África, escuchar los videos con la prédica de PLO Lumumba. 28 Para Jaspers y Du Bois, y la discusión sobre las deudas con la obra de Hegel, y la ubicación cronológica de la era axial en la historia universal, ver Boy, 2015. 9 civilizatoria simbólica.29 Pero el científico ruso-americano Peter Turchin (2012) atribuyó el origen de esas herencias religiosas a una reacción tardía contra los efectos desigualadores de la revolución neolítica.30 Esas diferencias fueron analizadas en la ciencia sociológica por la teoría social (Eisenstadt, Arnason); y en la disciplina de las relaciones internacionales por la Escuela Inglesa (Manning, Wight, Bull, Vincent), y por la denominada Teoría del Régimen Internacional (Keohane, Buzan).31 Más aún, considerando a las sociedades como un todo comunitario (opuesto a la sociedad individualista), el antropólogo francés Louis Dumont diferenció al holismo bueno del malo, donde el primero sería el modelo hindú de castas (fundado en la noción de jerarquía como principio ordenador) desde el cual partirían todos los demás tipos de sociedades, y para otros sería la horda nómade desde la cual surgirían las sociedades sedentarias; y el segundo, el holismo malo, sería el del totalitarismo nazi, producto de la inoculación del virus individualista moderno en el seno de un holismo occidentalizante nacionalista.32 En esas contradictorias y desfasadas dinámicas civilizatorias, el sociólogo islandés Johann P. Arnason (1991) hizo hincapié en la combinación de los factores políticos y culturales por encima de las modernistas teorías transitológicas (transiciones del socialismo real o del pretorianismo a la democracia liberal).33 Es entonces que tanto América como África, Asia, Medio Oriente y Europa deben ser estudiados con categorías propias pero susceptibles –a pesar de la aridez temática- de ser comparables y problematizables entre sí. Así como no se puede entender América sin investigar el despotismo de las civilizaciones pre-colombinas (maya, incaica, azteca y chibcha o muisca), el nomadismo de las culturas fluviales (guaraní y arawak),34 y el pastoralismo andino o control vertical de los pisos ecológicos, tampoco se podría entender el África subsahariana sin la tribu y la etnia; ni el Asia meridional hindú (incluida la Isla de Bali en Indonesia-Java) sin el régimen de castas o sistema tri-funcional indo-europeo; ni el Medio Oriente (incluido el Maghreb, el Sudán, el Golfo Persa, y parte de los Balcanes) sin la secta religiosa y los procesos sincretizadores. Para los casos de Rusia y China, y a diferencia de África y el resto de Asia, no se debe dejar a un lado el impacto que produjeron en la Edad Media las invasiones mongolas y manchúes; y en la Edad Moderna el impacto de Occidente en sus realidades históricas (revoluciones rusa, china), al extremo que el capitalismo y la clase social y no la casta, la tribu o la secta (ortodoxa, confuciana, 29 Ver Robertson, Roland (1987): Globalization Theory and Civilization Analysis, Comparative Civilization Review, v.17, n.17, article 3, 1987. Para las modernidades múltiples y el debate antropológico sobre la era axial, ver Voegelin, 2000, 47-51; Thomassen, 2010; Inglis, 2010; y Gallo, 2014. Para la axialidad griega interpretada a partir de la obra de Robert Bellah, ver Sánchez Capdequí, 2016. 30 ver Turchin, 2012, 256. 31 Para la Escuela Inglesa de las relaciones internacionales, ver Egas, 2013. 32 Para la construcción social del Holocausto y otros asesinatos en masa, ver Alexander, 2016. 33 Para el trauma político, ver Páez, Ruiz, Gailly, Cornblit, Wiesenfeld, y Vidal, 1996. Para la noción del estado como monopolio de la violencia en Weber, ver Anter, 2014. Para la reconceptualización de la construcción del estado desde aproximaciones neo-Weberianas (Tilly, Skocpol, Mann) a post-Weberianas (Eisenstadt), ver Lottholz y Lemay-Hébert, 2016. Y para la creciente erosión del paradigma de la transición y la teoría transformadora en beneficio del nuevo paradigma civilizatorio, ver Carothers, 2002; Blokker, 2004; y Ambrosio, 2014. 34 Para una historia comparada de los arawak en la Amazonía, ver Hill, 2009, 28-31. 10 budista o islámica) penetraron hondamente en su imaginario político.35 Si bien las comunas campesinas rusa y china ofrecieron una fuerte resistencia a los respectivos embates revolucionarios, finalmente cedieron a su planificación industrializante.36 La historia del Descubrimiento de América alrededor de la cartografía, la cosmografía y la astronomía (o Gran Juego del Renacimiento Occidental) tampoco puede ser entendida sin analizar -como lo hizo el historiador hindú Abbas H. Hamdani (1981)- el impacto precedente que tuvo medio siglo antes un factor político exógeno como el colapso del Imperio Romano de Oriente (Bizancio) con la Caída de Constantinopla (1453), o el golpe que significó un factor institucional endógeno europeo como la triple desventura política de un emperador.37 El emperador Carlos V (nieto materno de los Reyes Católicos y nieto paterno del Emperador Maximiliano) no pudo patrimonializar la magistratura imperial habsburga (es decir volverla hereditaria), ni pudo circular una moneda común entre los principados alemanes, y por ende tampoco pudo formar un ejército común que combatiera la revolución protestante (librada mucho después en los Países Bajos por su hijo ilegítimo Juan de Austria, el vencedor de los Turcos en Lepanto). Todas esas dificultades derivaron en su necesidad de abdicar a favor de su hijo legítimo Felipe II, refugiándose en el Monasterio de Yuste (Extremadura) en 1557.38 No puede entenderse tampoco la fundación de puertos intérlopes (entrepôts) como la Colonia del Sacramento (Banda Oriental) sin la Guerra de los Treinta Años y la revuelta secesionista de Portugal contra España (1640).39 Ni puede entenderse el proceso independentista americano de comienzos del siglo XIX sin comprender el impacto en las colonias de las revoluciones Inglesa, Americana y Francesa, y la prisión de los monarcas españoles en Bayona (Francia), y del rol de la Santa Alianza en defensa de las monarquías europeas consagrado en el Congreso de Viena (1815). Tampoco pueden concebirse los imperios modernos decimonónicos sin entender el rol de los Grandes Juegos diplomáticos (Congreso de Berlín en 1884); ni tampoco puede entenderse el proceso democratizador de comienzos del siglo XX sin comprender el impacto de la Gran Guerra (1914). Asimismo, tampoco pueden entenderse los procesos de descolonización de Asia y África sin entender el impacto del Nazismo y del Fascismo (1939).40 Y sin lugar a duda, no puede entenderse el revival populista en la periferia mundial (chavismo, kirchnerismo, correísmo, petismo en Brasil) ni el revival proteccionista en la metrópoli norteamericana (Trump), sin asimilar el impacto de la Caída de las Torres Gemelas y la represalia militar en Medio Oriente, y comprender la relevancia de los textos neopopulistas (Laclau, Tea Party).41 35 Para el rol de la secta religiosa en el Oriente Medio, ver Rabinovich, 2013. Para el rol del tribalismo en la identidad étnica africana, ver Eller, 1999; Berman, 1998; y Robinson, 2009. Y para el rol de la casta en la emergencia del nacionalismo hindú, ver Fradkin, 2015. Para las visiones axiales y la cristalización de las formaciones institucionales, ver Eisenstadt, 2011, 208-211. 36 Para una reinterpretacion de la revolución industrial soviética, ver Allen, 1947. 37 Para la cartografía durante el Renacimiento Europeo, ver Bendall, 2009. 38 Para la respuesta otomana al Descubrimiento de América y a la Nueva Ruta a la India, ver Hamdani, 1981. Para el fracaso de Carlos V en formar un ejército común para reprimir la amenaza Protestante (1519-1556), ver Kemp, 2011. Y para el fracaso de Carlos V en patrimonializar la magistratura imperial, ver Villacañas, 2017. 39 Para las Compañías Bancarias Genovesas en Madrid a propósito del endeudamiento provocado por la Guerra de los Treinta Años a comienzos del Siglo XVII, ver Álvarez Nogal, 2005. 40 Para el Nazismo en la última Guerra Mundial, ver Kagan, 1995, 305-380. 41 Para la geopolitica del terror desencadenada por el colapso de las Torres Gemelas, ver Brunn, 2004.
Description: