GUILLERMO LORA Bolivia: De la Asamblea Popular al Golpe fascista Abril de 1972 A la memoria de los camarads trotskystas: ALBERTO PEREZ C. CARLOS THOMPSON JULIO TRONCOSO RICARDO TRONCOSO Y a todos los que cayeron combatiendo contra la bestia fascista ÍNDICE ADVERTENCIA 7 CAPÍTULO I NATURALEZA DE LA ASAMBLEA POPULAR 9 Revolución y petardismo 11 La Asamblea producto de las masas 13 Asamblea Popular y parlamento 14 Organización sovietista 17 Documentos programáticos 21 CAPÍTULO II ASI SE ESTRUCTURO LA ASAMBLEA POPULAR 26 Antecedentes 28 Del Comando Político a la Asamblea Popular 29 Los partidos políticos 34 CAÍTULO III COMIBOL Y LAS UNIVERSIDADES 39 CAPÍTULO IV ALGUNOS DE NUESTROS CRÍTICOS a) Respuesta al pablismo 44 b) La contrarrevolución disfrazada de trotskysmo 49 e) Un disparo al aire 52 CAPÍTULO V LA CONTRARREVOLUCIÓN DE AGOSTO DE 1971 60 Resolución del Comando Político 62 Los acontecimientos de Oruro 67 Drama y farsa en La Paz 69 Gobierno y Frente Popular Nacionalista 72 Primeros avances del fascismo 76 La descentralización de las empresas de Comibol 81 El supuesto bonapartismo de Torres 83 ¿Qué sucedió el 21 de agosto? 85 CAPÍTULO VI NUEVAS PERSPECTIVAS: EL FRENTE REVOLUCIONARIO ANTIMPERIALISTA Situación política 89 Necesidad del FRA 92 Características 93 Objetivos 95 El FRA y las masas 98 Continuidad de la Asamblea en el FRA 99 Guillermo Lora Bolivia: De la Asamblea Popular al Golpe del 21 de agosto ADVERTENCIA El trabajo que tiene el lector en sus manos fue originalmente elaborado como documento interno y para uso exclusivo del Partido Obrero Revolucionario, pues una serie de consideraciones del momento nos aconsejaban no hacerlo público. Teníamos presente que una agudización de la polémica política alrededor de los acontecimientos del 21 de agosto de 1971 y del propio significado de la Asamblea Popular, pudiese llegar a obstaculizar el funcionamiento del Frente Revolucionario Antiimperialista (FRA), cuya puesta en pie era indispensable para lograr la movilización de las masas que se encontraban relativamente desperdigadas, temerosas y que no se animaban a pasar a la resistencia activa al régimen gorila fascista. Los hechos posteriores demostraron que no fue correcta la postergación de la polémica política descarnada, indispensable para una correcta elaboración colectiva tanto de la línea estratégica y táctica del FRA. Nuestra opinión partidista no fue hecha pública porque equivocadamente partíamos de la certeza de que las otras agrupaciones políticas pertenecientes al Frente Revolucionario Antiimperialista compartían nuestras conclusiones; el silencio al respecto fue la respuesta de los compañeros de ruta ante la evidencia de que las masas bolivianas recibieron con alborozo la aparición de un frente dirigente de la necesaria lucha antifascista de los bolivianos. Era correcto nuestro criterio en sentido de que tenían carácter prioritario los trabajos encaminados a estructurar y fortalecer el FRA. Sin embargo, los otros partidos políticos publicaron, una y otra vez, escritos de rechazo a nuestras posiciones y actividades políticas francamente ofensivos y calumniosos. La finalidad era la de presentar al Partido Obrero Revolucionario como ultrista y falsario. Un elemental respeto a la opinión pública y continental y particularmente a los obreros nos obliga a responder públicamente a tanta infamia y calumnia. El lector convendrá que tenemos mucho que decir acerca de los puntos en conflicto y bastante que repudiar en la inconducta de muchos sectores que se reclaman de la izquierda. Iniciado que ha sido el debate contra nuestra voluntad, estamos dispuestos a proseguirlo, seguros de que solamente así ayudaremos a los explotados y oprimidos a asimilar su propia experiencia. Sabíamos perfectamente que esta confrontación de ideas debía realizarse tarde o temprano y ahora que se precipita no seremos nosotros los que nos ahoguemos en lamentaciones. Nuestros adversarios ideológicos -para nosotros es en este terreno que se dan afinidades y discrepancias verdaderas- tienen derecho a expresar sus opiniones que son contrarias a las que sustentamos. A nuestro turno, sólo pedimos que se respete el derecho que tenemos de exponer públicamente las nuestras. Todos debemos convenir que la polémica, por muy áspera que sea, no debe obstaculizar el trabajo en común y debidamente coordinado en el seno del Frente Revolucionario Antiimperialista (FRA), a través de las discrepancias que puedan darse. 7 Guillermo Lora Bolivia: De la Asamblea Popular al Golpe del 21 de agosto Será necesario volver a recalcar que en el Frente Revolucionario Antiimperialista están partidos políticos de diversa orientación programática -vale decir estratégica- y que, sin embargo, tienen muchos puntos en común. Bolivia, marzo de 1972. 8 Guillermo Lora Bolivia: De la Asamblea Popular al Golpe del 21 de agosto CAPÍTULO I MATURALEZA DE LA ASAMBLEA POPULAR En escala internacional se ha escrito mucho alrededor de la Asamblea Popular aparecida últimamente en Bolivia y los documentos publicados demuestran la gran desorientación que existe al respecto, acaso consecuencia de la inclinación que tienen los observadores extranjeros de imponer autoritariamente al país altiplánico las conclusiones que responden a la realidad en la que se mueven. La experiencia que hemos vivido constituye la piedra de toque para las tendencias de izquierda, desde el momento que su análisis implica una definición con respecto a la misma revolución boliviana. Muchos “izquierdistas”, convertidos en testaferros del nacionalismo (militar o civil), sostienen, violentando los hechos, que la Asamblea Popular fue propiciada o creada nada menos que por el presidente de la república, general Juan José Tórres, que en ningún momento dejó de temblar ante la perspectiva de una convulsión social. Tesis tan peregrina y difundida por numerosas corrientes “izquierdistas”, fue cocinada con la finalidad de fortalecer la teoría de que el nacionalismo “revolucionario” conduce en los países atrasados y en nuestra época, al socialismo, siendo además la única vía. Es oportuno puntualizar que han adoptado la denominación de “nacionalismo revolucionario” los movimientos populares y pretendidamente antiimperialistas dirigidos por la burguesía criolla o por la pequeña burguesía, pudiendo sus líderes vestir levita de corte europeo o casa militar. Los “marxistas”, algunos de los cuales no tienen el menor reparo en declararse seguidores de León Trotsky, que se han sumado a esta postura, gustan llamarse izquierda nacional, esto para demostrar que en todo momento y en todos los planos rechazan el internacionalismo que distingue al marxismo, que es tanto como repudiar su misma esencia. La izquierda nacional y sus epígonos van más allá de las simples declaraciones generales y pretenden elaborar toda una teoría de la revolución latinoamericana. Parten de algo que ellos consideran su descubrimiento de la hora nona: un país es atrasado porque soporta la opresión imperialista y ésta anula o, por lo menos, relega a un segundo plano, la lucha de clases, planteándose así la contradicción fundamental entre nación oprimida y metrópoli. Esta conclusión es falsa desde el punto de vista teórico e histórico y totalmente revisionista para un trotskysta. El autor del Programa de Transición de la Cuarta Internacional ha escrito con claridad que la opresión imperialista acentúa lejos de atenuar o anular la lucha de clases. La posibilidad de victoria del movimiento popular anti imperialista está estrechamente ligada a la tenaz lucha que libra el proletariado para conquistar la dirección política de la nación oprimida por el imperialismo, vale decir, de la nación oprimida, lo que supone el aplastamiento de los partidos de las otras clases sociales. Esta batalla política constituye una elevada expresión de la lucha de clases. 9 Guillermo Lora Bolivia: De la Asamblea Popular al Golpe del 21 de agosto La izquierda nacional -y en este aspecto es la misma cosa que el stalinismo-vuelve a actualizar las posiciones mencheviques en lo que se refiere a la naturaleza de la revolución en los países atrasados; en último término revolución democrática dirigida por la burguesía o la pequeña burguesía, proceso dentro del cual el proletariado debe cuidarse de enarbolar sus propias tareas históricas, a fin de no atemorizar y espantar a los caudillos populares antii mperialistas. En otras palabras, no habiendo llegado aún el momento de la revolución dirigida por el proletariado, la tarea “revolucionaria” de éste no es otra que la de apoyar a los movimientos nacionalistas y de convertirse en su izquierda; enesto concluyen las posturas de “apoyo crítico”, que en los hechos se convierten en apoyo incondicional a la burguesía. Los propugnadores del nacionalismo revolucionario y de la izquierda nacional alientan una profunda desconfianza acerca de la capacidad revolucionaria de la clase obrera en los países sometidos a la opresión imperialista; es cierto que hablan de su gran importancia en la lucha revolucionaria, pero se niegan a reconocerle el derecho y la obligación a la hegemonía política que lleva implícita la tesis del gobierno obrero. Este planteamiento es calificado por ellos, invariablemente, como extremismo provocador. Los sostenedores del nacionalismo revolucionario y de la izquierda nacional tienen una raíz teórica común con el stalinismo contrarrevolucionario: el menchevismo capitulados ante la burguesía y que, indefectiblemente, lleva a posiciones francamente proimperialistas. En Latinoamérica, los mal llamados partidos comunistas nutren al nacionalismo de argumentos teóricos. Esta es una de las razones, entre otras, de su mediatización y de su tendencia a cooperar con las burguesías “progresistas” y, por este canal o por el de la diplomacia soviética, con el imperialismo. El Movimiento Nacionalista Revolucionario y el Partido Comunista de Bolivia tienen como punto de partido la “teoría” de la revolución por etapas, la vigencia de la revolución democrático-burguesa, pese a la presencia decisiva del proletariado. Hay que concluir que cierran el camino de toda perspectiva revolucionaria aquellos que sostienen que el nacionalismo revolucionario conduce al socialismo, porque, desde este punto de vista, a la vanguardia proletaria -en Bolivia al POR- no les quedaría más papel que el de prestar decidido apoyo a los gobiernos nacionalistas civiles o militares, que de manera franca o encubierta son proimperialistas. Se dice que el papel de los trotskystas consiste en penetrar al vientre de los gobiernos nacionalistas, para desde allí transformarlos nada menos que en socialistas. Como se ve, para los revisionistas la revolución social acaudillada por la clase obrera ya no encuentra cabida. Surge la consecuencia inmediata, la estructuración del partido obrero ha dejado de ser la clave de la revolución, desde el momento que la falta de madurez del factor subjetivo de ésta -en verdad, expresión de la conciencia de clase- se resuelve nada menos que con la presencia del nacionalismo “revolucionario”. No hay pues por qué extrañarse que estas gentes coincidan plenamente con las perspectivas y conducta stalinistas, típicamente antimarxistas. 10
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