12 Anales de la Literatura Vol. 35 17/10/06 08:37 Página 123 View metadata, citation and similar papers at core.ac.uk brought to you by CORE provided by Portal de Revistas Científicas Complutenses Darío y sus Cantos de vida y esperanza Jorge EDUARDOARELLANO Academia Nicaragüense de la Lengua RESUMEN En 1910 las Obras escogidasde Darío muestran que el centro de su obra poética se halla en Cantos de vida y esperanza.Una encuesta realizada 87 años después a un grupo de poetas españoles a los que se les pide que nombren el poemario y el poema más importante e influyente de Darío, estos ratifican el juicio que el nicaragüense había hecho con su obra en aquella antología. Pero todo lo anterior escrito a este libro maestro no hacen más que anunciar al mismo, así como los siguientes lo asientan. Palabras claves:Cantos de vida y esperanza Darío and his Cantos de vida y esperanza ABSTRACT In 1910, Darío’s Obras escogidas (Chosen Works)show that he considered Cantos de vida y esperan- zaas the central book in his poetry.In a survey organised 87 years later among a group of Spanish poets who were asked to name Darío’s most important and influential book of poetry and poem, the Nicaraguan’s criteria in that early anthology was upheld. However, everything that he had written beforehand can be considered an announcement, and all that he wrote afterwards a consolidation, of his masterful Cantos de vida y esperanza. Key words: Cantos de vida y esperanza I La sazón del otoño dariano se dio, lúcida y acoge- dora, en Cantos de vida y esperanza, que certifi- can la calidad del mayor poeta de nuestra América. Su intenso amor a lo absoluto de la Bellezajusti- fica la imposición al creador sobre las miserias cotidianas, afirmando la conciencia del hombre en la historia secular de las letras españolas. En este libro se impuso entre los líricos perdurables de la lengua. Juan Carlos Ghiano [Estudio preliminar de Cantos de Vida y Esperanza. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1967, p. 10]. Anales de Literatura Hispanoamericana ISSN: 0210-4547 2006, 35, 123-152 12 Anales de la Literatura Vol. 35 17/10/06 08:37 Página 124 Jorge Eduardo Arellano Darío y sus Cantos de vida y esperanza De las tres fundamentales obras poemáticas de Rubén Darío, el crítico espa- ñol Andrés González Blanco (1886-1924) eligió cuatro piezas de Azul... (1888), catorce de Prosas profanasy otros poemas(1896) y treinta y cinco de Cantos de Vida y Esperanza. Los Cisnes y Otros poemas (1905)para incorporarlos a la pri- mera antología en verso del nicaragüense universal. Consistía ésta en el segundo tomo de tres, bajo el título general de Obras escogidas, de Poesías (Madrid, Librería de los Sucesores de Hernando, 1910). El primero comprendió un exten- so estudio crítico del mismo González Blanco y el tercero una brevísima mues- tra de su prosa. Los tres volúmenes carecían de calidad tipográfica1. Prescindiendo de los poemas de Azul... y de los dispersos en publicaciones periódicas antes de 1891, en su segunda antología —organizada por Darío en tres volúmenes— los seleccionados de Cantos de vida y esperanza(en adelante CVE) fueron cincuenta y cinco, distribuidos de esta forma: diecisiete en Muy siglo XVIII (1914), dieciséis en Muy antiguo y muy moderno (1915) y veinte y dos en el póstumo Y una sed de ilusiones infinita (1916). No en vano los títulos proce- dían de la tercera estrofa del poema inicial de CVE, «Yo soy aquel que ayer no más decía»: ymuy siglo diez y ocho ymuy antiguo ymuy moderno;audaz, cosmopolita; con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo yuna sed de ilusiones infinita. Como se ve, casi toda su tercera obra —55 de 59 piezas— consideró impres- cindible incluirla en esa selección representativa de su poesía legada a la poste- ridad. La Biblioteca Corona, también madrileña, fue la editorial que le dio aco- gida y difusión lujosa2. Esta autovaloración que Darío hizo de CVE, al final de su existencia, no era gratuita. Porque dicha obra constituía una «summa», como afirmaban los medio- evales: suma de su mundo poético, variadísimo y unitario a la vez. Apartir de la actualización de los pre-clásicos y la asimilación de los clásicos españoles, Darío transformaba la lírica que le precedía de nuestra lengua en multicorde y multifor- me, gestando una tradición de ruptura y de avanzada. Y esta transformación la protagonizó al incorporar diversas corrientes europeas del siglo XIX, superando y yendo más allá del movimiento modernista encabezado por él en América Latina, o más exactamente en el cono Sur: Chile y Argentina. 1 Julio Saavedra Molina: Bibliografía de Rubén Darío, Santiago de Chile, Edición de la «Revista Chilena de Historia y Geografía», 1945, pp. 54-55. Darío «no tuvo más intervención, según parece, que la de mal vender la edición[de Obras escogidas], como dice en la carta a S[antiago] Argüello del 12- I-1909». 2 Ibíd., pp. 63, 66 y 67. Es edición de lujo impresa a dos tintas en buen papel vergé,con mayús- culas decoradas y ribetes de color en cada página. El colorido de cada tomo es diferente: rojo en el I, morado en el II, verde en el IV. 124 Anales de Literatura Hispanoamericana 2006, 35, 123-152 12 Anales de la Literatura Vol. 35 17/10/06 08:37 Página 125 Jorge Eduardo Arellano Darío y sus Cantos de vida y esperanza Así se apropió de ciertos elementos renacentistas, del romanticismo aliviado de llanto y pesimismo; del realismo matizado de fantasía; del naturalismo, lim- pio de crudeza y obscenidad; del parnasianismo y su marmórea precisión y niti- dez; del simbolismo y su belleza ideal; del impresionismo con sus trasposiciones pictóricas, por ejemplo. Más claro lo señala Pablo Antonio Cuadra al reconocer en Darío la voz más alta, profunda y ecuménica del modernismo latinoamerica- no y del hispano: el proceso que se gestó en una gran nación europea durante el siglo XIX —alude a Francia— desde el romántico Víctor Hugo hasta el vanguar- dista Guillaume Apollinaire —por obra de poetas como Nerval y Gautier, Baudelaire y Leconte de Lisle, Verlaine y Mallarmé—, Darío lo lleva a cabo per- sonalmente en el idioma español. Y su cima correspondió a CVE. Por eso el mismo Pablo Antonio recordaba que en París, hacia la mitad del siglo pasado, una editorial publicó un título: Los libros que forjaron el siglo XX. Entre esos libros figuraba CVE3. ¿Yen España? ¿Hasta qué punto Rubén Darío es hoy, entre los poetas vivos españoles, un maestro vigente? Este fue el objetivo de la encuesta a cincuenta de ellos —de la generación del 27 a nuestros días—, iniciativa de Manuel Mantero y Antonio Acereda4. Una de las preguntas claves que enviaron por escrito fue: «¿Qué libro y qué poema de Rubén escogería usted?». Treinta y tres poetas eli- gieron CVE; y los restantes, Prosas profanas y Azul... Entre los poemas once optaron por «Lo fatal»; otros prefirieron diez poemas más de CVE, eneste orden cuantitativo: «Salutación del optimista», «Yo soy aquel que ayer no más decía», «Marcha triunfal», «Letanía de nuestro señor don Quijote», «Carne, celeste carne de la mujer. Ambrosía», «¡Torres de Dios!, ¡Poetas!», el primer «Nocturno», «Phocas el campesino», «Spes» y «Leda». He aquí veinte y cinco de esos poetas para quienes la obra de Darío constitu- ye una herencia viva (enumerados por orden alfabético de sus apellidos): Francisco Acuyo, Pureza Canelo, Guillermo Carnero, Antonio Colinas, José Corredor- Matheos, Victoriano Cremer, Aquilino Duque, J. Font-Espina, Antonio Gamoneda, José Luis García Martín, Manuel García Viñó, Lorenzo Gomis, Jesús Hilario Tundidor,José Infante, Julio Maruri, Luis Jiménez Martos, Rafael Morales, Carlos Murciano, Jorge Justo Padrón, Fernando Quiñones, Carlos de la Rica, Antonio Rodríguez Jiménez, Jorge Urrutia, Jordi Virallonga y Pere Gimferrer. El último —deslumbrado a partir de los años sesenta del siglo XX por la lec- tura de Darío—, estima al nicaragüense «el poeta más naturalmente dotado que ha tenido el castellano desde Lope de Vega, y el único capaz de igualar no sólo al Lope lírico, sino también a quienes con él se miden en el panteón de nuestros clásicos, esto es, a Góngora o a Quevedo o al fundador Garcilaso»5.Gimferrer llega incluso arelacionarlo con los genios representativos de las lenguas italiana e inglesa: 3 Pablo Antonio Cuadra: «Cantos de vida y esperanza,un libro que forjó un siglo», El Pez y la Serpiente[Managua], núm. 39, enero-febrero, 2001, p. 97. 4 En su carácter de coordinadores del número doble de la revista Ánthropos de Barcelona (enero- abril, 1997), consagrado al autor de CVE. 5 Pere Gimferrer: «Introducción», en Rubén Darío: Poesía,Barcelona, Planeta, 1987, p. xv. Anales de Literatura Hispanoamericana 125 2006, 35, 123-152 12 Anales de la Literatura Vol. 35 17/10/06 08:37 Página 126 Jorge Eduardo Arellano Darío y sus Cantos de vida y esperanza No lo comparé a la ligera con Dante o con Shakespeare; tiene con ellos en común no sólo la grandeza expresiva de sus mejores pasajes, sino también este don a la vez de abarcamiento universal y de síntesis suprema —enciclopedia y microcosmos— que, en algún verso memorable, podrá cifrar todo lo visible e invisible. Como Shakespeare o Dante, Rubén Darío es muchos hombres, y muchos poetas comprimidos en la tersa y tensa unidad final del verso6. Sin embargo, la seducción que ha demostrado Gimferrer por Rubén Darío no lo conduce a la desmesura: «El genio expresivo que en los mejores poemas o ver- sos de Darío se manifiesta es tan altamente inexplicable como el que sustenta los más celebrados pasajes de Dante o de Shakespeare; no ha producido una obra conjunta comparable a la de éstos, pero sí ha dado, como ellos, líneas y páginas que se sitúan en el límite de lo accesible a la perfección literaria. Nada hay, en verso castellano, que vaya más lejos que Rubén»7. II Jamás poeta alguno puso tanta belleza en nuestros sueños, tanta armonía en nuestras quimeras, tanta música en nuestra alma, tanto dolor profundo de nuestro corazón. Ningún poeta, en el idioma espa- ñol, fue tan hondo y tan humano como él. Ynin- guno se acercó a aquella cumbre de belleza a que él llegara en sus Cantos de vida y esperanza. Manuel Gálvez [Recuerdos de la vida literaria(1900-1910). Amigos y maes- tros de mi juventud. Buenos Aires, Editorial Kraff, 1944, p. 252]. He ahí este reconocimiento a Rubén Darío y a su poemario cimero, suscrito por un olvidado novelista latinoamericano: Manuel Gálvez (1882-1962), uno de los representantes del realismo argentino. Desde luego, Gálvez había sido admi- rador constante del nicaragüense desde su juventud y uno de sus amigos since- ros. Tal lo revelan las cartas que se intercambiaron: «Aamigos como usted —le escribió Darío en París el 15 de junio de 1911— no se les puede olvidar. Mi largo silencio se lo explicarán los mil y un asuntos ajenos a la literatura, que me han tenido desde hace años en viajes largos y nuevas preocupaciones»8. 6 Ibíd.p. xxi. 7 Ibíd., p. xvi. 8 Rubén Darío: Cartas desconocidas.Introducción, selección y notas: Jorge Eduardo Arellano. Managua, Academia Nicaragüense de la Lengua, 2000, p. 321. 126 Anales de Literatura Hispanoamericana 2006, 35, 123-152 12 Anales de la Literatura Vol. 35 17/10/06 08:37 Página 127 Jorge Eduardo Arellano Darío y sus Cantos de vida y esperanza Otras preocupaciones —y no escasos viajes—, había experimentado el autor del referido volumen de poesía, el primero que editó en España, a la que visitara también por vez primera como delegado oficial de su patria en 1892, con motivo de las fiestas del IV centenario de la empresa colombina. Nada diplomático, el joven de veinte y cinco años que era Darío, ya consagrado por su catapultante Azul..., escribió para El Resumen de Madrid y leyó en El Ateneo su brutal y des- garrado poema «AColón», insólito anti-homenaje, depresivo para la obra civili- zadora de España en América («ojalá hubieran sido los hombres blancos /como los Atahualpas y Moctezumas») y, al mismo tiempo, crítica de la realidad social y política de los países latinoamericanos durante el siglo XIX: Cristo va por las calles flaco y enclenque Barrabás tiene esclavos y charreteras, ylas tierras de Chibcha, Cuzco y Palenque han visto engalonadas a las panteras. Yes que Darío, como intelectual formado en el liberalismo de tradición fran- cesa, comprendía tanto la necesidad de haber buscado otros modelos distintos del español como el repudio al legado hispánico, tras el proceso independentista de América Latina. Comentando en 1882 la iniciativa de adoptar el texto de Gramática de la Real Academia Española para el estudio de «la bellísima y armo- niosísima habla de Calderón y de Cervantes», planteaba: «Desde que tenemos algún conocimiento del idioma en que escribimos hemos oído criticar la antigua gramática de la Real Academia Española», reacia —según sus palabras— a «las nuevas ideas del siglo y a las diferencias remarcables» surgidas «aquende el Atlántico»9.Ypuntualizaba: Las emancipadas hijas de España han querido introducir los principios liberales, proclamados por ellas en política, aun en el lenguaje. Pero la Real Academia, más firme ypoderosa que Fernando VII, no abdica de su poderío y está todavía ufana de que no se debe poner el sol en sus vastos dominios10. Adolescente aún, Darío sugería en el medio de su provinciano León, Nicaragua, una alternativa práctica: la convocatoria de «un gran congreso inter- nacional lingüístico» —a celebrarse en Madrid— para discutir las reformas «dig- nas de ser admitidas en el idioma español, y que una Comisión de su seno escri- ba una gramática, la cual sería adoptada definitivamente por todos los países de habla española»11. Ingenua, pero reveladora, dicha propuesta reflejaba precoz- mente en Darío una voluntad de renovar el idioma común de los peninsulares y americanos: programa a largo plazo de su poesía. Meses más tarde, tres antes de 9 Rubén Darío: «El idioma español», en El Porvenir de Nicaragua[Managua], núm. 17, 29 de abril, 1882. 10 Ibíd. 11 Ibíd. Anales de Literatura Hispanoamericana 127 2006, 35, 123-152 12 Anales de la Literatura Vol. 35 17/10/06 08:37 Página 128 Jorge Eduardo Arellano Darío y sus Cantos de vida y esperanza cumplir los dieciséis años, exponía la misma actitud en su composición recreati- va «La poesía castellana» (San Salvador, octubre de 1882): 287 versos alusivos al tema desde el «Cantar de Mio Cid» hasta Ramón de Campoamor y, en el Nuevo Mundo, hasta la obra de «los Heredia, los Caro /los Palma y los Marroquín», augurando a un poeta futuro —él mismo— capaz de ensalzar y puri- ficar «...la lozana /y armoniosa Poesía castellana»12. Trazado y autoimpuesto desde entonces, ese destino lo llevaría a Chile y a la República Argentina para realizarlo; en el primer país, con Azul... (1888) y en el segundo con Prosas profanas y otros poemas (1896). III ...entre el 24 de junio de 1886, fecha en que desembarca en Valparaíso y el 9 de enero de 1889 en que retorna a su patria, aunque ya con la expec- tativa de Buenos Aires, no habrá camino que no explore, lección que no aprenda, descubrimiento artístico que no haga. Todo fue experimentado en menos de tres años: la poesía patriótica de entona- ción grandilocuente en el Canto épico a las glo- rias de Chile; las rimas becquerianas en Otoñales; la poesía satírica y realista descendiente de Campoamor, Núñez de Arce o de Bartrina en Abrojos;la poesía culta de inspiración americanis- ta en los «Sonetos americanos»; el folletín román- tico de Emelina; el cuento parisiense, el cuento realista y la poesía sensual en Azul... Ángel Rama [«Prólogo» a Rubén Darío: Poesía.Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1977, p. xviii]. Según palabras de Darío, este breviario «habría de conmover a la juventud intelectual de dos continentes» a partir de la ècritureartistede sus modelos fran- ceses que aplicó esplendorosamente. Mas dicha ècriture ya la había aprendido y ejercitado en su Nicaragua natal, donde se formó y forjó sus humanidades clási- cas y neoclásicas. Y también en El Salvador, compartiendo adaptaciones métri- cas del francés —en concreto el alejandrino— con Francisco Gavidia (1863- 1955). Demanera que, cuando llegó a Chile, Darío ya estaba suficientemente ducho para trasmutar en arte la modernización(el fenómeno económico del capitalismo 12 Rubén Darío: «La Poesía Castellana», en Poesías completas, en Poesías completas (11ª ed.), introducción y notas de Alfonso Méndez Plancarte [...] Madrid, Aguilar, 1968, p. 287. 128 Anales de Literatura Hispanoamericana 2006, 35, 123-152 12 Anales de la Literatura Vol. 35 17/10/06 08:37 Página 129 Jorge Eduardo Arellano Darío y sus Cantos de vida y esperanza mundial, impulsado por la emergente burguesía chilena vinculada a la industria del salitre) y plasmar, con sentido inaugural, la modernidad. En otras palabras: esa experiencia histórica de nuestro tiempo que Darío exalta y condena, disfruta y padece, sustentado en la crítica como orientación oculta, método y objetivo último de su creación. Es esa realidad la que el joven veinteañero confronta y cuestiona a través de las piezas narrativas de Azul..., en los cuales se pronuncia contra la discrimina- ción y la explotación, denunciando las condiciones del artista y del trabajador, condenados al destino de parias: viviendo bajo los signos de la pobreza, la sole- dad y la muerte. Con su actitud innovadora perfiló en Azul...lo que su admirador y hermano de ideales el cubano Julián del Casal (1863-1893) advertía en 1891: «una ferviente simpatía hacia los humildes, hacia los pequeños, hacia los desdi- chados. Los grandes de la tierra, salvo los artistas, sólo sirven de elementos para sus composiciones. Siente por ellos lo que el pintor por sus frascos de colores. Obsérvese también que está afiliado al socialismo artístico, por su odio agrio hacia el burgués»13. Diría, más bien, por su beligerante condena del filisteísmo de la sociedad burguesa, ejecutada con el arte paródico, irónico y protestatario de sus cuentos. En cuanto a sus versos, ofrecía una visión del mundo que no era la sombría ymaligna del romanticismo, sino una nueva y enérgica, luminosa y natural. Una visión o «contacto vivo con el objeto» —apunta el crítico uruguayo Ángel Rama— sin comprimir el subjetivismo inseparable del ser humano. Por eso, para el yo, el mundo se hace familiar y propio; compatibilidad y reconciliación que señalaría en el prólogo a su poemario El canto errante(1907): «He apartado asi- mismo, como quiere Shopenhauer —dijo— mi individualidad del resto del mundo, y he visto con desinterés lo que a mi yo parece extraño, para convencer- me de que nada es extraño a mi yo. He cantado, en mis diferentes modos, el espectáculo multiforme de la Naturaleza y su inmenso misterio»14. Asimismo, había cuestionado en Azul... la sociedad de su tiempo, a la que denunciaría no ya en otras ficciones, sino en un ensayo. Me refiero a uno de los que integró a su libro mistagógico Los raros (1896), aparecido antes de Prosas profanas (que empezó a circular en las primeras semanas de 1897): su poemario más virtuoso y renovador. En dicho ensayo se identifica con uno de sus grandes «raros»: el dramaturgo noruego Heinrich Ibsen (1828-1906) —de acuerdo con Darío—, «hombre sano y fuerte», «hermano de Shakespeare» y «uno de los que más hondamente ha escrutado la psique humana»15. En fin, el «Enorme Visionario de la Nieve», cuya militancia intelectual compartió Darío. 13 Julián del Casal: «Rubén Darío: AzulyA. de Gilbert»,La Habana Literaria,15 de noviembre, 1891; compilado en Prosas. Tomo I. Edición del centenario. La Habana, Consejo Nacional de la Cultura, 1963, p. 70. 14 Rubén Darío: «Dilucidaciones», en Poesía. Prólogo: Ángel Rama. Edición: Ernesto Mejía Sánchez. Cronología: Julio Valle-Castillo. Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1977, p. 304. 15 Rubén Darío: Los raros.(2ª ed.) Barcelona, Maucci, 1905, p. 213. Anales de Literatura Hispanoamericana 129 2006, 35, 123-152 12 Anales de la Literatura Vol. 35 17/10/06 08:37 Página 130 Jorge Eduardo Arellano Darío y sus Cantos de vida y esperanza IV [Ibsen militó] contra los engaños sociales; contra los contrarios del ideal; contra los fariseos de la cosa pública; cuyo principal representante será siempre Pilatos; contra los jueces de la falsa justi- cia; los sacerdotes de los falsos sacerdocios; con- tra el capital cuyas monedas, si se rompiesen, como la hostia del cuento, derramarían sangre humana; contra los errores del Estado; contra las ligas arraigadas desde siglos de ignominia para mal del hombre y aún daño de la misma naturale- za; contra la imbécil canalla apedreadora de profe- tas y adoradora de abominables becerros; contra lo que ha deformado y empequeñecido el cerebro de la mujer logrando convertirla en el transcurso de un inmemorial tiempo de oprobio, en ser inferior y pasivo; contra las mordazas y grillos de los sexos; contra el comercio infame, la política fangosa y el pensamiento prostituido... Rubén Darío Los Raros.[Buenos Aires, «La Vasconia», 1896]. Este párrafo antológico por su vigencia —como muchísimos otros— lo escribió su autor, no hay que olvidarlo, cuando consolidaba en Buenos Aires el movimiento modernista: primero de carácter estético surgido en la América espa- ñola antes que la antigua metrópoli. Sus dos libros bonaerenses lo sintetizaban, constituyendo devocionarios para su generación y la siguiente. Los raros era una colección de diecinueve ensayos —sobrecargados de eru- dición y entusiasmo creador— sobre igual número de maestros literarios: uno de lengua inglesa (Edgar Allan Poe), otro noruego que escribía en el idioma de su patria, similar al danés (el ya citado Ibsen), otro en portugués (Eugenio de Castro), otro en español (José Martí, el único latinoamericano) y catorce de expresión francesa. Como se ve, ninguno peninsular. Darío había pensado en Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912), merecedor de tres artículos suyos, pero esta decisión era incompatible con sus convicciones. ¿Cuáles? Él mismo postuló dos, con claridad meridiana, en otro artículo, pero de octubre, 1897, a un año de la aparición de Los raros. Esta obra panegírica de literatos afines y sus- tentada en copiosas fuentes —tanto originales como de segunda mano— difun- día en español lo que consideraba en el Río de la Plata lo más moderno y valio- so de la literatura de su tiempo. La primera de sus convicciones correspondía a la indigencia mental, o atraso, de España; la segunda, a un desarrollo superior de las fuerzas productivas en Argentina que sustentaba un florecimiento intelectual. He aquí el párrafo en que fija ambas: 130 Anales de Literatura Hispanoamericana 2006, 35, 123-152 12 Anales de la Literatura Vol. 35 17/10/06 08:37 Página 131 Jorge Eduardo Arellano Darío y sus Cantos de vida y esperanza la innegable decadencia española —señalaba Darío— aumentó nuestro desvío, y el verdadero o aparente aire de protección mental y el desprecio que respecto al pensa- miento de América manifestaban algunos escritores peninsulares, secó en absoluto nues- tras simpatías y nos alejó un tanto de la antigua madre patria, por lo que la actual gene- ración intelectual, los pensadores y artistasque hoy presentan el alma americana, tienen más relación cualquiera de las naciones de Europa, que con España... Al mismo tiempo en el Río de la Plata se realizaba el fenómeno sociológico del nacimiento de ciudades únicas, cosmopolitas y políglotas como este gran Buenos Aires, flor enorme de una raza futura. Y tuvimos que ser entonces políglotas y cosmopolitas y nos comenzó a venir un rayo de luz de todos los pueblos del mundo.16 Pues bien, la cosmópolis sudamericana facilitó a Darío ejecutar Prosas pro- fanas:todo un triunfo deslumbrante de la lucha intelectual que hubo de sostener, unido a sus compañeros y seguidores, «en defensa de las ideas nuevas, de la libertad del arte, de la acracia, o, si se piensa bien, de la aristocracia literaria»17. Así lo evocaría, en su «Historia de mis libros», destacando el valor del estudio y de la aplicación constante, el conocimiento del arte a que se consagraba18. «En cuanto a la cuestión ideológica y verbal, proclamé ante glorias españolas más sonoras, la del gran don Francisco de Quevedo, de Santa Teresa, de Gracián, opi- nión que más tarde aprobarían y sostendrían en la Península egregios ingenios»19. En el fondo de su espíritu —puntualizaba— existía «el inarrancable filón de la raza; mi pensar y mi sentir continúan un proceso histórico y tradicional; mas de la capital del arte y de la gracia, de la elegancia, de la claridad y del buen gusto [París], habría de tomar lo que contribuyese a embellecer y decorar mis eclosio- nes autóctonas»20. Simultáneamente, Prosas profanas concretó la teoría poética de Darío. En este libro cardinal, si bien la poesía es ocupación —oficio, disciplina— en el len- guaje, es también visión totalizante de la realidad física y preocupación metafísi- ca. «La renovación del estilo (observa el crítico boliviano Oscar Rivera-Rodas) se realiza tanto a nivel de expresión como a nivel de contenido»21.De ahí la errá- tica afirmación de reducirlo a una dimensión formal y esteticista, en virtud de sus encantamientos musicales y logros expresivos. Y agrega «Estética y ética, la nueva poesía no es sólo consecuencia de elaboración lingüística señalada por el poeta: atención a la melodía, que contribuye a la expresión rítmica, novedad en los adjetivos, estudio y fijeza del significado etimológico de cada vocablo, aris- 16 Rubén Darío: «María Guerrero», en La Nación (Buenos Aires), 12 de junio, 1897; inserto en Rubén Darío : Escritos inéditos. Recogidos de periódicos de Buenos Aires y anotados por E. K. Mapes. New York, Instituto de las Españas, 1938, p. 125. El subrayado es nuestro. 17 Rubén Darío: Historia de mis libros. (Nota preliminar de Fidel Coloma). Managua, Nueva Nicaragua, 1988, p. 57-58. 18 Ibíd.,p.59. 19 Ibíd.,p.61. 20 Ibíd.,p.62. 21 Oscar Rivera-Rodas: La Poesía Hispanoamericana del Siglo XIX (Del romanticismo al moder- nismo), Madrid, Alhambra, 1988, p. 254. Anales de Literatura Hispanoamericana 131 2006, 35, 123-152 12 Anales de la Literatura Vol. 35 17/10/06 08:37 Página 132 Jorge Eduardo Arellano Darío y sus Cantos de vida y esperanza tocracia léxica; la poesía ahora en enfrentamiento con el mundo con la dualidad platónica que abarca el mundo intelligilis y sensibilis»22. En otras palabras, la cosmovisión de Darío reconoce al mundo sensible de las cosas —captados por lo órganos sensoriales— y el mundo inteligible de la mismas, aprehendido por la reflexión. V La poética de Darío fue una a partir de Azul... En Rubén existió siempre una vena filosófica. Las diferencias son otras... Tal vez la que existe en uno yotro Darío reside en el acento puesto en la forma expresiva. Al principio, dominado por su inventi- va verbal, subyugado por el descubrimiento del ritmo, da rienda suelta a su genio prosódico y subordinó la filosofía al ritmo y al brillo lingüísti- co... pero, bien examinados, los poemas de Prosas profanas revelan su filosofía. Ludovico Silva «Situación de Rubén Darío» (Prólogo a Rubén Darío: Cuarenta ycinco poemas.Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1994, p. VIII). Siguiendo el análisis anterior, Darío presenta en Prosas profanasdos estruc- turas: una fenoménica que refleja las manifestaciones sensibles y otra profunda relativa a la inmanencia de las cosas. En esa dirección, su escritura muestra un discurso de la imagen (sensorial y descriptiva de los objetos) y un discurso de la idea (nocional, reflexivo, de juicio sobre la esencia de los objetos) porque la fun- ción de la poesía consiste en lograr la armonía entre la realidad sensorial y la rea- lidad intelectual. Dicho con los términos del propio Darío, éste plantea que la palabra poética debe reflejar en su unidad del verbo e idea la perfecta correspon- dencia de la forma y el ser vital de las cosas. Reconoce que esto no siempre es posible, puesto que la esencia (el ser inmanente) de los objetos se muestra por lo general como enigma; cosmovisión enunciada en el poema más representativo del volumen de 1896, «Coloquio de los centauros»: ...Las cosas tienen un ser vital: las cosas tienen raros aspectos, miradas misteriosas; toda forma es un gesto, una cifra, un enigma; en cada átomo existe un incógnito estigma; cada hoja de cada árbol canta su propio cantar yhay un alma en cada una de las gotas del mar. 132 Anales de Literatura Hispanoamericana 2006, 35, 123-152
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