Verónica lleva toda la vida dedicada a la gimnasia. Cuando a los catorce años una lesión le impidió seguir compitiendo, decidió estudiar y fundar su propio club. Además, se prometió a sí misma que dedicaría su vida a ayudar a todas las niñas que la necesitasen, entrenándolas, aconsejándolas y haciendo que viesen sus sueños cumplidos. Su marido siempre la acompañó en su propósito, pero ahora que no está, su hijo, el hombre que más quiere en el mundo, no se lo pone fácil. Para Enric, su madre dedica más tiempo a las gimnastas que a él y no lo soporta. Está claro que en la vida de Verónica no hay cabida para nada más; el amor no entra en sus planes, sobre todo porque jamás olvidará a su difunto esposo. ¿O sí? ¿Puede ser que Héctor, el padre de una de sus gimnastas y el hombre que la saca de quicio, no sea en realidad un tonto del culo? Nely siempre se ha sentido un bicho raro. Cuando sus amigas salían de fiesta, se emborrachaban y buscaban chicos, ella prefería quedarse en casa estudiando o entrenar. La rítmica siempre ha sido su vida; por eso no tiene demasiados amigos y ni mucho menos novios. ¡Qué pena que el único hombre en su vida que la entiende, que comparte sus sueños e ilusiones, sea gay! ¿O no?