Esta es la historia de una modesta princesa alemana que a los 14 años de edad fue enviada a Rusia con el único fin de que se casase y diese un heredero al imperio, y que acabó reinando durante 34 años.
De ella se nos han conservado tres versiones distintas: la de una ilustrada que mantenía correspondencia con Diderot y con Voltaire; la de una mujer corrompida que cambiaba constantemente de amantes (la “Mesalina del norte”), y la de una gobernante despótica, decidida a modernizar Rusia, que mereció por ello que se la recordase como “la Grande”.