Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso nos habla del amor, la esperanza o el cotidiano quehacer de un peculiar sexagenario convirtiéndonos en cómplices privilegiados del sorprendente desenlace de su historia. Un viejo solterón castellano y periodista jubilado establece una correspondencia progresivamente amorosa con una viuda andaluza a través de una revista sentimental. Esta novela nos habla, con sutil ironía, del amor, la esperanza o el cotidiano quehacer para convertirnos en destinatarios de las confesiones de ese peculiar sexagenario y en cómplices privilegiados del sorprendente desenlace de su historia. Miguel Delibes Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso ePUB v1.0 vicordi 17.02.13 Título original: Cartas de amor de un sexagenerio voluptuoso Miguel Delibes, 1983 Editor original: vicordi (v1.0) ePub base v2.1 A la mala costumbre de hablar de sí mismo y de los propios defectos hay que añadir, como formando bloque con ella, ese otro hábito de denunciar en los caracteres de los demás defectos análogos a los nuestros. MARCEL PROUST 25 de abril de 1979 Muy señora mía: Por puro azar tropecé ayer con su mensaje en La Correspondencia Sentimental cuando aguardaba turno en la antesala del doctor. Yo solamente hojeaba la revista por encima pero, al transitar por la página que inserta su minuta, algo tiró de mi, se diría que aquellas líneas estaban imantadas, cobraron de repente relieve y movimiento, de modo que no pude sustraerme a su llamada. La leí. Leí su minuta varias veces como si aquellas sencillas palabras rescataran una segunda, profunda, arcana intención. Y ahora, de regreso a casa, sin prisas, antes de encender el televisor, me he decidido a escribirle estas letras. Ante mí tengo su mensaje, lacónico pero expresivo. He incurrido en una pequeña fechoría que nunca me creí capaz de cometer: he arrancado la página de la revista que lo insertaba. Han sido unos instantes tensos, durante los cuales me he sentido tan innoble como si estuviese cometiendo un crimen. Y, bien mirado, algo de crimen hay en este acto mío de mutilar una publicación y reducir así el eco de su llamada, restarle la parte de resonancia que cabía esperar del ejemplar del que yo, mediante malas artes, me he incautado. Dejando al margen esta indignidad, el efecto de su mensaje fue instantáneo; yo no dudé un segundo de que aquellas palabras me estuvieran destinadas. ¿Por qué? No es sencillo explicarle esto. Su nota (referencia nº 921) que tengo aquí, ante mis ojos, dice así: «Señora viuda, de Sevilla, cincuenta y seis años, aire juvenil, buena salud. Cincuenta y tres kilos de peso y un metro sesenta de estatura. Aficionada a música y viajes.
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