Description:La concentración del poder político en los reyes fue un proceso lento que se refuerza desde que Europa, aparentemente debilitada y diezmada, emerge de las graves crisis concatenadas del siglo XIV. El resultado serán estados cada vez más complejos y multiformes, con gran diversidad de instituciones, fueros y organismos, pero que parecen reclamar la reunión de las atribuciones últimas jurisdiccionales y de gobierno en una única persona que, por lo mismo, resultará cada vez más mitificada y sacralizada. Han nacido los estados modernos, las monarquías autoritarias y, finalmente el absolutismo. Este último constituirá el modelo dominante y más generalizado y será promovido en obras tan significativas como el Discurso sobre la Historia Universal de Bossuet. Pero a lo largo de este proceso secular no faltarán las voces que, en distintos grados y desde diferentes presupuestos, se opondrán a lo que consideran excesos contraproducentes. Un ejemplo de ello es la obra de Juan de Mariana Del rey y de la institución de la dignidad real. Por otra parte a fines del XVII surgirá definitivamente la monarquía parlamentaria como alternativa a la absoluta. Si inicialmente pudo ser considerada poco moderna, pronto atraerá la atención de los posteriores críticos del absolutismo, los ilustrados. François de Salignac de la Mothe, Fénelon (1651-1715), arzobispo de Cambrai y preceptor del nieto de Luis XIV, estuvo implicado en numerosos acontecimientos de la Francia del rey Sol: el edicto de Nantes y el acercamiento a las hugonotes, jansenismo y pietismos varios, junto a un galicanismo cada vez más dominante... Pero también es un buen ejemplo de estas críticas al absolutismo desde posturas religiosas y sociales, lo que finalmente provocará su extrañamiento de la Corte. Presentamos una breve selección de textos: la conocida Carta a Luis XIV, fragmentos de Las aventuras de Telémaco (quizás su obra más destacada) y de los Diálogos de los muertos antiguos y modernos, y el Examen de conciencia sobre los deberes de la dignidad real. Para calibrar la considerable influencia póstuma de sus escritos, incluimos otros fragmentos del Ensayo filosófico sobre el gobierno civil según los principios de Fénelon, del escocés Ramsay (1721). Este interés, sin embargo, conducirá a un cierto equívoco: se le querrá percibir como antecedente de la Ilustración e incluso del liberalismo, lo que objetivamente no parece que se pueda afirmar: Fénelon mantiene su admiración hacia el monarca virtuoso que tiene je en sais quoi de divin. Dale K. van Kley, en su sugestivo (y por tanto discutible) Los orígenes religiosos de la revolución francesa (1996), comenta: «En las postrimerías del siglo XVII surgía otra novedad: la asociación cada vez más explícita entre la guerra y el lujo como elementos de la política de Estado denominada mercantilismo. La manufactura y la exportación de objetos de lujo artesanales eran medios ordinarios utilizados por el Estado para la obtención de beneficios económicos, mientras que la guerra era la continuación de esa misma política por otros medios. Fénelon oponía al mercantilismo los principios humanistas de la paz y la unidad de toda la humanidad ―la raza humana, sostenía Fénelon, constituía una sola familia― y daba especial preferencia a la agricultura y al libre comercio. Rothkrug (Opposittion to Louis XIV) ha puesto de manifiesto que la oposición devota de fines del XVII al absolutismo y al mercantilismo de Luis XIV fue una de las fuentes de la fisiocracia dieciochesca, del partido de los economistas, o de los que él mismo llama el agrarianismo cristiano.»