ebook img

Cabezas de tormenta: ensayos sobre lo ingobernable PDF

110 Pages·2006·0.22 MB·Spanish
Save to my drive
Quick download
Download
Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.

Preview Cabezas de tormenta: ensayos sobre lo ingobernable

CABEZAS DE TORMENTA C F HRISTIAN ERRER CABEZAS DE TORMENTA Ensayos sobre lo ingobernable © Anarres Corrientes 4790 Buenos Aires / Argentina Tel: 4857-1248 ISBN: 987-20875-4-7 La reproducción de este libro, a través de medios ópti- cos, electrónicos, químicos, fotográficos o de fotoco- pias está permitida y alentada por los editores. Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723 Impreso en la Argentina / Printed in Argentina ÍNDICE Cabezas de tormenta. Presentación .........................................11 Átomos sueltos. Vidas refractarias...........................................15 Gastronomía y anarquismo. Restos de viajes a la Patagonia ...41 Las expediciones ................................................................41 Colonos y soldados............................................................43 El rey..................................................................................44 El anarquista......................................................................46 Geografía espiritual............................................................48 Oro y anarquía...................................................................50 La fiebre.............................................................................53 En la letra de molde ...........................................................54 Tragedia.............................................................................56 Secuelas..............................................................................58 Gastronomía ......................................................................59 Misterio y jerarquía. Sobre lo inasimilable del anarquismo.....65 Los destructores de máquinas. En homenaje a los luditas........81 El código sangriento...........................................................81 Ned Ludd, fantasma...........................................................82 “Fair Play”.........................................................................86 Epílogos .............................................................................87 Voces..................................................................................91 Una moneda valaca. Sobre la resistencia partisana..................95 A Vanina CABEZAS DE TORMENTA PRESENTACIÓN El anarquismo es un amparo al que no demasiadas per- sonas concurren. No deja de ser curioso llamar “ampa- ro” a lo que es ahora una sombra de su antiguo esplendor político y cultural, pero los lugares o creencias que nos brindan refugio y certeza a veces caben en la cabeza de un alfiler. Desde que tengo memoria de mi interés por el pen- samiento político siempre me he sentido un anarquista. La palabra suena hoy menos tremebunda que extraña, como si se mencionara un animal extinto. Un ave pesada que nunca pudo volar o un mamífero cuyo último ejem- plar fue avistado décadas atrás. Era, además, un animal acostumbrado a las batidas y a ser cazado en abundancia. Se diría, entonces, que la impotencia, la persecución o el irreversible decrecimiento demográfico han sellado su des- tino. Pero cualquier adherente a las ideas libertarias es consciente de la larga lista de fracasos que lo rodean y preceden. Y también de los escasos pero muy significati- vos logros. Cada uno de ellos se cobró su libra de sangre y exigió un enorme esfuerzo colectivo. Se comprenderá que un movimiento de ideas tan radi- cal haya nacido casi extinto. Sus tareas eran las de un Hércules; sus enemigos, antiguos e inmensos como pirá- mides; y sus fuerzas, limitadas y, al fin, fatigadas. De allí que todo anarquista sienta alguna vez en su vida el peso de tan dramática historia y cavile acerca de “quién será el último de nosotros”. Después de todo, alguna vez hubo un último blanquista, un último garibaldino, un último carbonario. A fin de permanecer entre los hombres las ideas deben auscultar –y eventualmente tensar– el males- CABEZAS DE TORMENTA / 11 tar de una época. El anarquismo ha sabido pellizcar esa cuerda una y otra vez. Por su parte, los propios anarquistas se negaron a partir. Seguramente, firmeza ética e irreductibilidad política fueron condiciones de superviven- cia. Pues existieron los tiempos en que la palabra anar- quía era sinónimo de libertad, no de caos inmotivado. Una historia de la disidencia y de las luchas por libertades negadas o conculcadas necesariamente debe tenerlos en cuenta. Fueron sus cabezas de tormenta. Los primeros en anunciar y promover algunas libertades que hoy se dis- frutan en partes del mundo. Las otras aristas de su histo- ria exponen tanto un estilo de garra como una considera- ción amorosa por los hombres y la tierra. De no haber existido anarquistas nuestra imaginación política sería más escuálida, y más miserable aún. Y aunque se filtre única- mente en cuentagotas, la “idea” sigue siendo un buen an- tídoto contra las justificaciones y los crímenes de los po- derosos. El anarquismo ha sido, en mi vida, como un magneto. Pronto me habitué a los lugares precarios o tremebundos en los que habitan los anarquistas así como leí las obras clásicas del pensamiento y los testimonios de vidas ani- mosas y no pocas veces malogradas. Tuve, como tantos otros semejantes que habían leído a Bakunin o Malatesta, la sensación de haber descubierto el secreto de la domina- ción de los hombres por los hombres. Esa certeza es a la vez un concepto pánico y un orientador de valores. Sin embargo, no escasearon las dudas con respecto a doctrina tan extrema. Las creencias anarquistas parecen adolecer de irrealidad. Ni siquiera una amarra lanzada hacia el re- lieve del mundo tal como está constituido. Pero si bien los anarquistas construyen cápsulas donde sólo prosperan su gramática, sus símbolos y sus pasiones; esa cápsula, al igual que sucede con el tiempo que los niños dedican al juego o los amantes a sus juegos, es en sí misma una rea- 12 / CHRISTIAN FERRER lidad antípoda que a veces logró conmover y fisurar a las instituciones y costumbres del mundo jerárquico. Por otra parte, tan importantes para el normal funcionamiento de ciertos cuerpos son el estómago y el pulmón como tam- bién los órganos de la anarquía. Cien años atrás el anarquismo era un movimiento or- ganizado, culturalmente significativo, y políticamente te- mido. Ese impulso no ha llegado hasta nosotros. Pero nada se ha perdido. Ni las palabras dichas, ni las ideas publica- das, ni los panfletos repartidos, ni las acciones realizadas. Irradiada hace ya mucho tiempo, su influencia se dispersó más allá de los propios simpatizantes. Afluentes de aque- lla mutación cultural frustrada se vertieron soterradamente en las aspiraciones y conductas de la actualidad. Y como los anarquistas siempre han sido los testigos vivientes de una libertad prometida, la memoria política actual está rodeada por voces y recuerdos de hombres y mujeres libertarios que ya no están y de acontecimientos que re- troceden en el tiempo. Aún se murmuran proclamas o his- torias que en otro tiempo se leyeron en libros o se escuchó de viejos combatientes. Es por eso que los cinco ensayos reunidos en este libro no pretenden tanto celebrar el mito político del anarquismo como admirar su supervivencia. Son ensayos nacidos del amor por la saga libertaria. No hubieran confluido en este libro de no ser por las revistas vocacionales que los publicaron en Argentina y España, y sin el cuidado y perseverancia de Julián Lacalle, su primer editor. CABEZAS DE TORMENTA / 13 ÁTOMOS SUELTOS VIDAS REFRACTARIAS ¿Qué sobrevivirá de la palabra “anarquistas” en un dic- cionario del futuro? ¿Una nota al pie de página, la defini- ción conceptual de una secta de conspiradores, la silueta de un animal extinto? Es inevitable que, incluso en el me- jor de los casos, sean resaltados los rasgos aberrantes y se acabe facetando el arquetipo que por mucho tiempo ha identificado al anarquista en la imaginación política del liberalismo moderno: un monstruo. Esta sombra espec- tral no deja de ser tranquilizadora, pues la policía, y no pocos filósofos políticos e historiadores también, suelen enfatizar los datos del prontuario a fin de dejar las moti- vaciones de los actos fuera de cuestión. Éstos son los atri- butos clásicos: la bomba, el llamamiento a la sedición, el gesto blasfemo, el arte de la barricada, el regicidio, el aire viciado de la catacumba, la actitud indisciplinada, la vida clandestina. Y la exageración. Pero este identikit es ape- nas nítido. Aunque todos los datos reunidos parezcan con- ducir a la antesala del infierno, la pura verdad es que las biografías de los anarquistas pueden ser perfectamente relatadas como vidas de santos. Es cierta la violencia, y no es inexacto el relato de sus asonadas, como tampoco es desdeñable el rasgo “demoníaco” en los acontecimien- tos que los tuvieron como protagonistas. Pero sólo contingentemente los anarquistas fueron aves de las tor- mentas; por lo general, el móvil de sus actividades fue constructivo, y sus existencias se asemejaron más a las del evangelizador y el disidente que a las del “poeta maldito” o el nihilista atormentado. ¿Existieron? Todo indica que sí, que fueron el asombro CABEZAS DE TORMENTA / 15 de su época y, por un tiempo, la obsesión de la policía secreta de los estados modernos. Pero su sorprendente aparición histórica ha sido tan improbable que tienta al historiador a hacerse la pregunta contrafáctica: ¿qué hu- biese pasado de no haber existido anarquistas? ¿Hubiera surgido otro grupo político equivalente en su lugar? La cuestión de la jerarquía y el poder, ¿hubiera quedado sin pensar y sin impugnación? ¿O hubieran sido problemas presentados de formas más suaves, en boca de pensadores liberales y de fugitivos de la doctrina marxista? ¿La histo- ria de la disidencia sería distinta a como la rememoramos? ¿Toda la tensión política de la modernidad se hubiera con- densado en la pulseada entre liberalismo y socialismo? ¿Entre nacionalismo e imperialismo? A la confección de los ensayos libertarios de Tolstoi, Orwell, Camus o Chomsky, ¿se les habría restado un antecedente impor- tante o un interlocutor imaginario? Aun más, ciertas li- bertades o, más bien, cierto grado de apetencia por liber- tades radicales, conseguidas o por lograr, ¿se hubieran puesto en movimiento? Es porque los anarquistas efecti- vamente existieron que estas preguntas pueden ser dichas, e incluso enunciadas con cierta calma, sin el sentimiento de pavor político retrospectivo que asalta a quien se da cuenta de que la vida política de los siglos XIX y XX podría haber sido más dura y sombría. Astillas, clavos miguelitos, cabezas de tormenta, marabunta suelta y errante en el panal psíquico del orden burgués. Sin duda. Pero además, y no sólo ocasionalmente, los anarquistas establecieron las bases de una contrahegemonía libertaria, es decir, pos- tularon y llevaron a cabo formas de existencia política deseables. A comienzos del siglo XXI, Occidente se nutre aún de los restos vivientes, o metamorfoseados, de las in- novaciones dispersadas por la imaginación política del si- glo XIX, una de las más prolíficas de la historia humana. Nos nutrimos de nacionalismo, conservadurismo, libera- 16 / CHRISTIAN FERRER

See more

The list of books you might like

Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.