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Brunton Paul - Mas alla del yoga.pdf - The Conscious Living PDF

405 Pages·2008·2.11 MB·English
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PAUL BRUNTON MAS ALLÁ DEL YOGA LAS ENSEÑANZAS OCULTAS CAPÍTULO I MAS ALLÁ DEL YOGA Cuanto más vagabundeo en torno a este globo que gira, más me doy cuenta que los hombres, los partidos, los gobiernos o los pueblos no son los únicos culpables de la penosa situación de la raza humana —¡tan hipnotizada por los desatinos populares y tan engañada por las fábulas tradicionales!—, sino que también tiene la culpa la ignorancia en relación con tres preguntas fundamentales: ¿Cuál es el sentido del mundo y de la experiencia? ¿Qué soy yo? ¿Cuál es el objeto de la existencia? Veo con sobrecogedora precisión que la ruptura de este tegumento de antigua ignorancia será más útil que cualquier otra cosa para hacer que la paz duradera descienda sobre nuestra atribulada tierra. El meollo del problema mundial es demasiado sencillo para que la entienda nuestra compleja época: todos los actos son emitidos por la fuente oculta del pensamiento, y cuando los hombres aprendan a pensar correctamente actuarán del mismo modo, pero no antes. Sus acciones nunca podrán ser más grandes que sus ideas, porque las inaudi- bles declaraciones del pensamiento deciden la ruidosa marcha de los pies. Las amargas penas y los bestiales pecados del mundo no son más que síntomas de una enfermedad cuya causa es la antigua ignoran- cia y cuya única cura es el nuevo conocimiento. El deber inevitable de todo inteligente ser humano racional, turbado por ansias semiconscien- tes e incipientes de una vida mejor, no es el de descansar en la pereza mental, sino el de insistir en la búsqueda de la respuesta a las tres pre- guntas, es decir, en la búsqueda de la centelleante constelación de la VERDAD. Se dice corrientemente que vivimos hoy en una situación mundial sin precedentes. Nacemos en un momento crucial de la historia regis- trada. Ciertas corrientes nuevas de pensamiento, sentimiento y actividad han venido agitando vigorosamente a todo el globo desde que se inau- guró ,el siglo, y con menor intensidad en siglos anteriores. La guerra 10 PAÚL BRUNTON no hizo sino elevarlas a una convulsión más plena y dramática. La lenta crónica de épocas pretéritas se esfuma, ridiculamente insignifican- te, cuando se la compara con la nuestra. Las multitudes ciegas quedan atónitas ante sus cambios iconoclastas y se tambalean ante sus devasta- dores acontecimientos. Marte ha puesto a este planeta en el potro de los tormentos. Némesis se ha movido entre las naciones como un juez, poniéndose la torva peluca y levantando severamente la balanza olvi- dada. Y los pueblos vagan a ciegas a través de una de las más trascen- dentales transiciones que le tiempo ha impuesto a la raza. Sin embargo, hay siete nuevas características transformadoras de nuestra época que son las más notables desde el punto de vista del filósofo y que poseen una relación fundamental con la publicación de este libro. La primera característica saliente es el increíble desarrollo del trasporte mecánico entre aldeas, ciudades, países y continentes, gracias al empleo de trenes de vapor y eléctricos, de automóviles, ómnibus, barcos y aviones. Así, el planeta se ha empequeñecido y la humanidad se ha apiñado involuntariamente. Esto ha ampliado decididamente el sentido espacial de millones de personas. Las ha puesto en contacto per- sonal con sus vecinos, con desconocidos y extraños; y a causa de ello presenciamos el resultante intercambio de culturas raciales, una multi- plicación de ideas y una expansión de puntos de vista. Así, le ha suce- dido al mundo algo que no tiene antecedente conocido. Las ideas no pueden ser aisladas ya, salvo bajo la presión de la fuerza bruta, y aun así por un tiempo limitado. Y una consecuencia poco valorada de ello ha sido que la voz de la sabiduría asiática es escuchada ahora por oídos europeos y americanos. La segunda característica es el fenomenal ascenso del sentido po- lítico y del nivel de vida económica de la clase obrera, en comparación con las dos o tres generaciones pasadas. Esto ha desplegado en sus miembros un sentido de dignidad de que carecían cuando estaban ata- dos con los lazos de la esclavitud heredada. Aristos ha entregado su cetro a Demos, involuntariamente, sin duda, y Demos lo blande, con moderación pero con incertidumbre o dictatorial y decididamente. Ado- ra a las multitudes y se humilla ante la magnitud. La muchedumbre triunfa; su verdad es la última palabra. Pero la más brillante conse- cuencia de esta emancipación sin precedentes ha sido a su vez el desa- rrollo de un interés en la vida que va más lejos que el inevitable trá- fago de ganarse el sustento. Las masas han comenzado a "mirar más allá de sus narices" y a liberarse de una perspectiva localista. Las cues- MÁS ALLÁ DEL YOGA 11 tiones más amplias y los problemas más debatibles de la religión, la política y la cultura no están ya del todo fuera de su esfera. La tercera característica es la eliminación del analfabetismo y la democratización de la educación. El conocimiento ya no es monopolio de unos pocos afortunados. La educación gratuita y obligatoria ha pro- ducido maravillosos cambios, en el término de un solo siglo, en el espíritu de los que anteriormente eran tratados como niños por las despóticas clases gobernantes. La marea de la educación ha fluido con creciente presión por todo el mundo, y a consecuencia de ello las masas son menos ingenuas ahora que antes. Han superado en gran medida las doctrinas de jardín de infantes con que se las alimentaba. La com- posición de los primeros caracteres tipográficos anunció la caída de todas las viejas épocas de crasa ignorancia. Si el campesino o el obrero europeo de hace mil años era incapaz de leer una carta y no sabía si- quiera firmar, el campesino o el obrero europeo o americano de la ac- tualidad no sólo puede leer todas las letras del alfabeto, sino también escribirlas. Y ese progreso no se limita a estos continentes, aunque tiene en ellos un ritmo de crescendo. Asia y África también avanzan. Pero no debemos caer en la suposición superficial de que esto ha ayudado grandemente a la capacidad del hombre para pensar con co- rrección. La educación es de dos clases: la que simplemente difunde los hechos y ayuda a los hombres a memorizarlos, y la que les ayuda a pensar correctamente acerca de esos hechos. La mayor parte de la edu- cación pertenece a la segunda, que depende de la facultad superior de la razón. Sin embargo el aumento general del área del conocimiento conduce a cierto aumento en el área de la investigación, y esto, a su vez, a un consiguiente, aunque más pequeño, despertar racional. La gente está ahora más dispuesta que antes a utilizar la razón en la vida, aunque no lo suficientemente dispuesta a que tal utilización desempeñe un papel vital en su existencia. Por lo tanto es razonable esperar que muchos más neófitos buscarán la iniciación filosófica cuando las profun- das y difíciles doctrinas de ésta sean liberadas de su opaco velo de temible fraseología para ser expresadas en palabras más lúcidas. La cuarta característica es la lista de notables inventos destinados a mejorar la comunicación entre los hombres, que se han sucedido des- de que Gutenberg imprimió en Alemania la primera palabra en letras negras sobre papel blanco y William Caxton instaló en Londres una rechinante prensa de mano. La prensa, el correo barato, el telégrafo eléctrico, el teléfono, el cinematógrafo y la trasmisión por radio son instrumentos civilizadores que se han combinado para comunalizar y 12 PAÚL BRUNTON popularizar el conocimiento y tornarlo rápidamente disponible para todos. De resultas de ello se lleva a cabo en todas partes un intercam- bio continuo de hechos, ideas y opiniones. El tiempo disminuye en im- portancia cuando el telégrafo y el cable pueden combinarse para traer las noticias de todo el planeta al hogar de uno, en un santiamén; cuan- do los diarios o las publicaciones impresas ponen ante los ojos del lector de China, en el término de una semana, el descubrimiento científico producido hoy en Inglaterra. Un hombre que hable por radio en Lon- dres escuchará el eco de su voz un séptimo de segundo después, y en ese brevísimo intervalo, viajando a través del globo, ha penetrado en los oídos de innumerables oyentes. También estos inventos han logrado alterar y ampliar el sentido del tiempo de la mayoría de las personas. Más aún, la posibilidad de estudiar inmensos períodos evolutivos de la historia pasada del hombre y del universo ha comenzado a acostumbrar a los educados a pensar en términos de tremendos panoramas de tiempo. La anticuada sensación de que el tiempo era una cosa de movi- miento lento ha desaparecido con el viento del progreso. Vivimos ahora en un mundo móvil, no en uno estático. El tempo de la vida norteame- ricana se ha apresurado en una escala no soñada por incas o aztecas. Los dispositivos y mecanismos domésticos de los hogares europeos per- miten numerosas actividades diarias jamás tenidas en cuenta en el pro- grama de los ociosos romanos de la antigüedad. Las costumbres de cien generaciones se desintegran ante nuestra vista, pero es posible que los que pasan toda su vida en ciudades occidentales no adviertan ni apre- cien esa asombrosa alteración con tanta claridad como los que habitan ocasionalmente en aldeas orientales, donde los días pueden transcurrir lejos de todo signo de nuestra ciencia y nuestro tiempo. La evolución de la mente del hombre es por lo tanto mucho más rápida que en siglos anteriores. El periódico, producido a razón de veinte mil ejemplares por hora, se ha convertido en una gran fuerza formativa de la vida moderna. Si el hombre medieval no podía procurarse un solo libro para leer debido a su alto costo y gran escasez, su descendiente de la actualidad puede ahora obtener un periódico todos los días y leer un libro nuevo y barato todas las semanas. La hoja impresa ha difundido el conocimien- to, preparado el camino para la ciencia, proclamándola públicamente en todos los idiomas modernos, ,y es posible que abra ahora un camino nuevo, si bien más estrecho, para la filosofía en general. El nacimiento de la prensa de imprimir señaló la muerte de todas las eras de esote- MÁS ALLÁ DEL YOGA 13 rismo. Ha llegado el momento de abrir más plenamente para el mundo occidental la senda poco transitada de una filosofía oriental oculta. La quinta característica es la aparición de la ciencia en el hori- zonte intelectual de la humanidad. Para bien o para mal, ha afectado la mentalidad actual. Su nacimiento en Europa introdujo la era de los hechos y obligó al mundo a empezar a despedirse de la época de la fábula. Los hombres se elevan del primitivo reino de la magia al más maduro reino de la lógica. El crecimiento de la mentalidad humana podrá no ser muy grande, pero es claramente advertible y antagónico a la superstición humana. El ascenso de la una supone la caída de la otra. Los hechos científicos eran otrora nerviosos intrusos en el foro donde florecían las conjeturas, pero hoy dominan el escenario mundial. Bacon no fue más que un precursor de la guerra darwiniana de ense- ñanzas razonadas contra creencias dogmáticas, que tan profunda huella dejó sobre el pensamiento del siglo pasado. Fuere cual haya sido el lugar que ocupó la fe ciega en siglos anteriores, no podrá volver a detentar por mucho tiempo la jefatura en una época en que la razón ha mostrado tan visible y tangiblemente sus triunfos en nuestro derre- dor. Hemos empezado a crecer, y los hueros parloteos de las mentes primitivas llegarán a molestarnos más tarde o más temprano. Las realizaciones de la ciencia son los hechos inseparables de nuestros días. SUS maravillas llenan nuestros hogares, atestan nuestras calles, flotan en los cinco océanos y se mueven invisibles a través del espacio. De ese modo, han demostrado decisivamente al mundo entero el valor superior de la razón aplicada. El advenimiento del nuevo co- nocimiento científico publicado en todo el mundo ha comenzado a desplazar los cimientos de la vida humana, a afectar el espíritu de nues- tra época y alterar nuestra perspectiva. Todo hombre que sigue fiel- mente sus descubrimientos ha tenido que hacer una nueva aquilatación de toda la existencia, incluso la propia. El momento histórico del surgimiento de la era científica moder- na comenzó en verdad cuando Galileo se apartó de la fortaleza de la tradición y ejecutó su famoso experimento en la torre inclinada de Pisa. Fue la iniciación de una vasta serie de investigaciones en escala mundial, que culminaron en el cuadro científico que pinta al mundo como una enorme máquina automática gobernada por la causalidad: Dios, como creador quisquilloso, como caprichoso supervisor y juez arbi- trario, fué convenientemente omitido del antiguo cuadro medieval. Esa fué la primera revolución operada en el pensamiento occidental. La se- gunda llegó cuando Róntgen descubrió la base eléctrica del átomo. La 14 PAUL BRUNTON investigación avanzó más rápidamente aún; tan rápidamente, en ver- dad, que los hombres de ciencia están pintando de nuevo su cuadro. El universo no es ya una máquina. Nadie sabe con seguridad en qué se ha convertido. El nuevo cuadro es borroso y vago, incluso amorfo, pero ello se debe a que pertenece al dominio de la filosofía. Porque ha habido un proceso gradual de abstracción, una transición del punto de vista empírico al metafísico, una tendencia, por parte de la ciencia, a hacerse porción integrante de su propio campo de investigación y a convertir la materia y el mecanismo en conceptos. ¡Todas las señales indican ahora que la ciencia no sólo estrecha la mano a la filosofía, si- no que incluso Mercurio se está preparando para desposar a Minerva! Resulta especialmente interesante el hecho de que la ciencia se desplace involuntariamente al campo de la filosofía oculta, porque algunos de sus últimos dogmas, tales como fueron formulados por Einstein, Planck, Heisenberg, Jeans y otros, habían sido anticipados por los sabios indios en una época en que la civilización occidental balbuceaba aún en su infancia. Por primera vez en la historia es posible formular los produc- tos del pensamiento oriental en términos occidentales —es decir, en términos científicos— y sintetizarlos con los ricos resultados de las investigaciones occidentales. Europa y América han proporcionado nue- vos y más anchos cimientos para la sabiduría asiática. Esta puede ser explicada ahora con una amplitud que nunca anteriormente tuvo ex- presión. Así, el sabio antiguo y el moderno hombre de ciencia se en- cuentran inconscientemente, y ahora ya es posible construir una sínte- sis intelectual tremendamente significativa, una ideología universal de la verdad que no habría sido posible antes. La sexta característica es el tiempo libre relativamente mayor de que dispone la gente de todas las clases, pero especialmente la de la clase obrera, gracias al empleo de maquinaria en todas las ramas de la existencia humana, como consecuencia de la revolución industrial. Es costumbre que los hombres modernos se quejen de la falta de tiempo libre, pero la verdad es que el hombre de las cavernas lo tenía mucho menos. Se veía obligado a luchar contra la naturaleza inclemen- te, contra el hombre desatado y contra la bestia voraz. Tenía que luchar por la existencia, por su alimentos y su satisfacción. Por lo tanto, al hombre sólo le era posible dedicarse a pensar en cosas más elevadas después de que había satisfecho suficientemente esas necesidades. ¿Cuán- do, en toda la historia, ha alcanzado el hombre una conquista tan am- plia como hoy? Tiene más tiempo para socavar su propia ignorancia. En consecuencia, si en épocas antiguas unos pocos hombres podían es- MÁS ALLÁ DEL YOGA 15 tudiar filosofía la mayor posibilidad de holganza de la actualidad hace que el momento esté maduro para que mayor cantidad de estudiosos, dispuestos a emplear prudentemente su tiempo libre, sean atraídos hacia la ilustre tutela de esa disciplina. La séptima característica es el hecho histórico de que los períodos de posguerra engendran dudas religiosas en muchas mentes, con la con- siguiente búsqueda de una explicación más aceptable de la vida, por parte de esas mentes. Pero cuando se han librado dos guerras en el término de una generación, y cuando se han extendido —dichas gue- rras— en la mas gigantesca escala que haya conocido la historia, es indudable que no resulta erróneo predecir que la fe descenderá seria- mente después de la conmoción del cataclismo. La desesperada sensa- ción de que la vida carece de objeto se extenderá a todas las clases de personas. Es probable que el poder de la religión para dirigir ética- mente a los hombres quede sumamente debilitado, cosa que constituirá una situación de profundo peligro social. La ruptura de esas antiguas sanciones, en medio de la inquietud y la turbulencia, exige el refuerzo de las mismas o su reemplazo por otras nuevas. Porque la mayoría de los hombres no puede vivir bien si piensa que la vida no tiene un sen- tido fundamental y un gran objetivo. Y entonces buscarán muy pronto alguna fe o teoría que dé dirección a la existencia. Con lo cual nuestra época actual, convulsa y derrumbada, presenciará una búsqueda de tales doctrinas, y una búsqueda como nunca se ha efectuado. Y como estos cambios serán siempre más marcados entre las clases más educadas, la forma que quizás adoptará esta búsqueda será principalmente mística, y, de tanto en tanto, filosófica antes que religiosa. El misticismo reci- birá probablemente mayor cantidad de adherentes que desde hace mucho tiempo, porque ofrece una paz interior emocional urgentemente nece- saria después de las maniáticas locuras y horrores de la guerra, pero la filosofía también tendrá que recibir en sus portales a una modesta cantidad de nuevos solicitantes que han cambiado su engranaje inte- lectual. Si estos siete factores tienen algún significado, es el de que la historia pasa por los dolores de doblar el recodo más pronunciado, el de que el crecimiento cultural de la humanidad se ha acelerado nota- blemente, el de que una época nueva y única en el conocimiento hu- mano se está abriendo ante el mundo educado, el de que el campo potencial de receptividad de la filosofía de la verdad es más amplio y más profundo que nunca, el de que la tendencia al secreto se ha vuelto supérflua y el de que por primera vez se ha hecho posible una 16 PAÚL BRUNTON nueva propagación, en escala mundial, de puntos de vista superiores. Mas aun, las condiciones internacionales políticas y económicas de la actualidad son tales, que obligan a la gente a ver los acontecimientos y las cosas en su relación con el todo, es decir, ¡que le imponen la obli- gación de empezar a filosofar! Esta asombrosa era de transición social, de disolución general, de revolución tecnológica y de iluminación men- tal es, en pocas palabras, una continua aceleración del proceso de con- vertir al hombre, de animal primitivo en animal científico. Pero tam- poco esto es suficiente. El hombre tendría que vivir en la forma que le es adecuada, y no como un animal, un reptil y un parásito. Por lo tanto, ha llegado el momento de revelar una doctrina que no contra- dice, como muchas religiones, los hallazgos de la ciencia, sino que en rigor se respalda en ellos. En tales condiciones, es realmente aconse- jable amenguar las antiguas restricciones y difundir del antiguo y au- téntico conocimiento ario una proporción suficiente para ayudar a las clases mejor cultivadas a actuar más sabiamente, a fin de que pueda surgir algo más noble y de que podamos progresar todos en la tarea de moldear un más bello mundo humano. Porque las masas, parecidas a borregos, esperan siempre ser guiadas por aquéllas; las formas de pen- sar de las clases cultas son siempre consideradas normas que es preciso alcanzar; y sus modos de vida son presentados como modelos para la ambición y la imitación. El progreso fluye desde arriba —desde los círculos dirigentes y las clases superiores de cada comunidad— hacia abajo, hasta empapar al populacho. Las ideas y las creencias susten- tadas por los estratos más educados y esclarecidos son recibidas lenta- mente por los de abajo. La visión y la actitud de los primeros son im- portantísimos en su influencia sobre el mundo. En consecuencia, a ellos se dirige ahora especialmente la filosofía oculta. Las entusiastas actividades de los hombres de ciencia europeos pue- den ser ahora armonizadas con las serenas contemplaciones de los sa- bios orientales. La mariposa de la verdadera sabiduría integral podrá salir muy pronto de su capullo, donde se cobijó y maduró durante el pasado. Esta unión puede presagiar la nueva civilización oriental-occi- dental que surgirá algún día, cuando el huso del tiempo haya hecho incontables giros y la primacía del materialismo haya sido abolida, y cuando la verdad pueda ser entronizada para dirigir el verdadero re- nacimiento de toda la vida y los trabajos humanos. La edad viril de la humanidad deberá llegar eventualmente, y si esta gran concepción pudiera extenderse entre las clases educadas de un mundo sin guerras, de Siberia a España y de Colombo a California, las consecuencias se- MÁS ALLÁ DEL YOGA 17 rían notables. Desdichadamente la materialización de semejante visión parece bastante remota. En verdad, está muy lejos aún. Ello no obs- tante, la inmensa renovación que debe seguir al gigantesco colapso del mundo llevará con seguridad más candidatos a los portales de la filo- sofía, en ansiosa búsqueda de nuevos caminos, nuevos conocimientos y nuevos axiomas. Los sufrimientos y los conocimientos de nuestro mun- do se han unido para actuar como agente cataclísmico que provocará una nueva orientación en el pensamiento mundial. No se trata de que esta nueva orientación deba ser considerada mejor, sino que tiene la posibilidad de ser mejor. Tales son los motivos que toman acon- sejable el que esta antiquísima sabiduría salga de las mentes de una cantidad microscópicamente pequeña de asiáticos, donde se ha ocultado, y se haga accesible para un círculo más amplio, aunque aún limitado. Su advenimiento resulta claramente un producto de la necesi- dad histórica. Ninguna otra cultura que todo lo abarque podría encajar tan bien en el sentido del espacio y el tiempo, recientemente ampliado, de la humanidad. ¿Quién soy yo? Por lo tanto, con este tratado asciendo con mis lectores, en parte, a semejante punto de vista más elevado. La ascen- sión les exigirá mucho esfuerzo, pero les dará su compensación, porque, cuando se complete con un volumen posterior, les resolverá finalmente todos esos problemas, les eliminará las dudas más profundas y les pro- porcionará un respaldo inexpugnable, pétreo, a lo largo de toda la vida. Más aun, el hombre de ciencia precavido que quiera estudiar estas pá- ginas con amplitud de criterio podrá encontrar las nuevas claves que necesita para avanzar hacia el hallazgo de la realidad; los hombres de- votos que quieran adorar al Dios vivo antes que al dogma muerto des- cubrirán quizá la fuente secreta de su propia fe; los místicos podrían aprender a elevarse de su bienaventurado pensamiento en Dios, que no es más que una imagen, al Dios sin imagen ni pensamiento, como real- mente es El; y los filósofos, cuyo cerebro es desorientado por las diver- sas opiniones que prevalecen en todas partes, podrán encontrar aquí una actitud de espíritu que es infalible en definitiva y que puede suprimir todas las críticas. Porque sus raíces se extienden muy lejos, hasta el Asia primitiva, hasta una época en que surgían Napoleones en el mundo del pensamiento, para liberarse de la tradición hierática y abrirse paso a través de problemas alpinos. Paradógica aunque inevitablemente, esta cultura arcaica cobrará muy pronto tributo al adolescente mundo occi- dental. Ni el tiempo mismo podrá tornar anticuada la antigüedad de

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