Revista Historias del Orbis Terrarum 50 www.orbisterrarum.cl Beato de Liébana y los Comentarios al Apocalipsis de San Juan Por Beatriz Garrido Ramos* El tema del Apocalipsis gozó de su edad de oro, en la época medieval, y la Iglesia se fijó en sus enseñanzas pasando a ser fuente del arte y del sentir cristiano. Aparecen muy buenos comentarios como el de Beda el Venerable, Alcuino, Joaquín de Fiore y Beato de Liébana, entre otros, siendo este último el que nos ocupe en el presente trabajo. Muchos quisieron ver en el Apocalipsis una profecía detallada de los sucesos de la misma iglesia. En todas las creaciones intelectuales y artísticas de este periodo, se observa una tendencia generalizada a transcender la realidad, principio que se debe tener siempre presente al abordar el estudio de una obra realizada en esa época. Una gran parte de los historiadores de la Edad Media fueron clérigos, y entendían su trabajo como una forma más de adoctrinamiento, relacionada en parte con la labor pastoral. Su misión era elevada, pues consistía en última instancia en conseguir la salvación de las almas contando historias edificantes, ejemplares para el pueblo. No se preocupaban mucho de la realidad de los hechos que narraban ni de la cronología, pues entendían su obra como un objeto cultural de contenido fundamentalmente moral. Así es como escribieron muchos monjes en los escritorios de los monasterios, preocupados ante todo por poner discursos y frases aleccionadoras en boca de príncipes, por construir modelos de comportamiento político para guiar a sus lectores, normalmente grandes señores. Según C. Orcástegui y E. Sarasa,[1] por entonces, el género[2] era una cuestión estrictamente formal, y todas las opciones quedaban Anejos de Estudios Clásicos, Medievales y Renacentistas, ISSN 0718-7246, Vol. 7, Santiago, 2014, pp.50-76 Revista Historias del Orbis Terrarum 51 www.orbisterrarum.cl reducidas a tres: la crónica, los anales y la historia. La inquietud milenarista o la creencia en la inminente llegada del anticristo son una constante en la historiografía medieval. Pero todo es explicable si tenemos en cuenta las características de la cultura de la época, plagada de mitos y leyendas fantásticas. Por otra parte, no podemos pretender que utilizaran el mismo lenguaje que nosotros, ¿acaso la pronunciación por los asuntos religiosos no ocultaba una inquietud social expresada en tono apocalíptico? se ha dicho que hubo falta de rigor metodológico entre los historiadores del medievo,[3] pero no es cierto, al menos en todo su sentido. En torno al año Mil,[4] la Paz de Dios aparecía como una condena del desorden y de la violencia. Algunos clérigos e intelectuales, iniciados en los conocimientos arcanos, pensaron que esta situación era un signo premonitorio del fin del mundo, y hacían cálculos para vaticinar en qué momento se produciría. La base de estas creencias era muy antigua, y contenía ideas primarias ligadas a la concepción cíclica de la naturaleza. 1. Beato de Liébana o San Beato[5] (701?-798) y los comentarios al apocalipsis Se cree que fue un célebre monje mozárabe cántabro, del monasterio de San Martín de Turieno, hoy denominado de Santo Toribio, en Cantabria, vivió en el siglo VIII destacando como defensor de los dogmas cristianos, en contraposición de la teoría del Adopcionismo,[6] que consideraba a Jesús como un profeta, y no como el hijo de Dios. Debido a la gran repercusión que tuvo su obra en los monasterios medievales, se hicieron varias copias, de las que actualmente se conservan unos treinta ejemplares realizados entre los siglos X y XIII. Éstos destacan no sólo por su contenido, sino por el alto valor artístico de sus miniaturas. De gran carga expresiva e intenso colorido, tratan de explicar los hechos apocalípticos revelados por San Juan. Beato es conocido sin duda por Anejos de Estudios Clásicos, Medievales y Renacentistas, ISSN 0718-7246, Vol. 7, Santiago, 2014, pp.50-76 Revista Historias del Orbis Terrarum 52 www.orbisterrarum.cl su libro Comentarios al Apocalipsis de San Juan, basado en los textos de dos padres africanos: Primario y Ticonio, y Apringio de Beja (ss. V-VI). Se cree que este libro debió ser terminado alrededor del año 786, pero no será hasta diez años después, en el 796, cuando se redacte la versión definitiva. Como curiosidad, decir que los Comentarios contienen uno de los más bellos y antiguos mapamundis del mundo cristiano, tal y como se muestra en la lámina al final del estudio (ver anexo). Conservado en el manuscrito de Saint Severn, se trata de una de las principales obras cartográficas de la Alta Edad Media. Fue elaborado por el monje lebaniego, basándose en las descripciones aportadas por San Isidoro de Sevilla, Ptolomeo y las Sagradas Escrituras. El mapa se reproduce en el prólogo del segundo libro de los Comentarios. Es destacable que se encare hacia el este y no hacia al norte, que será lo habitual en la cartografía moderna. La representación del mundo en los beatos no obedecía a un interés geográfico, sino a la voluntad de mostrar la difusión del Evangelio en las distintas regiones de la Tierra. También hay que destacar la gran difusión que tuvo durante la Alta Edad Media, debido a su trabajo en el campo de la teología, la política y la geografía. Hacia 950, se realiza la ilustración de los scriptoria de los monasterios, con copistas e iluminadores. A este momento pertenece la primera fase de gran difusión de la obra de Beato de Liébana. Los beatos conservados son 27 y de ellos, 24 albergan miniaturas (nombre procedente del latín minium, color rojo cinabrio, a través del italiano miniatura, usado generalmente para los títulos e iniciales de los manuscritos que se iluminaban). Lo importante no es el texto en sí, sino esas miniaturas o iluminaciones que lo acompañan. Para combatir la herejía[7] y calmar la inquietud espiritual de los cristianos, atormentados por la idea del fin del mundo en plena invasión árabe, Anejos de Estudios Clásicos, Medievales y Renacentistas, ISSN 0718-7246, Vol. 7, Santiago, 2014, pp.50-76 Revista Historias del Orbis Terrarum 53 www.orbisterrarum.cl Beato escribió los Comentarios, basándose en los textos de dos padres africanos: Primario y Ticonio,[8] así como en otros de Apringio de Beja (ss. V-VI). Debido a la gran repercusión que tuvo en los monasterios medievales, se hicieron varias copias, de las que actualmente se conservan unos treinta ejemplares. Podemos hablar del Beato de Fernando y Sancha o Facundo, del Beato de Londres o de Silos, del Beato Morgan o de San Miguel de la Escalada, del Beato de Valcavado o de Valladolid. Éstos destacan no sólo por su contenido, sino por el alto valor artístico de sus miniaturas. De gran carga expresiva e intenso colorido, tratan de explicar los hechos apocalípticos revelados por San Juan. El libro está compuesto por una serie de piezas, no en todos los Beatos igual, aunque sean unitarios en la posesión de las más importantes, como es la presencia continua del Comentario, y otras afines. Todos están escritos sobre pergamino, en dos columnas, con iluminaciones a un cuarto de página, página entera y doble página. Para exponer sus comentarios al texto del título se utilizan en forma de sentencias breves diversos autores de la literatura eclesiástica antigua. A todas las copias del códice Comentario al Apocalipsis de San Juan se les denomina de manera simplificada beatos. A partir del año 786 se copiaron múltiples ejemplares de este libro original. Los beatos conservados son libros que van del siglo X al XIII. Los más antiguos se consideran prerrománicos por haberse realizado en los siglos X y XI, y posteriormente, su estilo evoluciona al románico pleno (ss. XII-XIII).[9] Esta obra era básicamente una copia del Apocalipsis de Juan, ilustrada y comentada por Beato. El Apocalipsis es el último libro del Nuevo Testamento, donde se narra la llegada del Día del Juicio Final,[10] con la Parusía[11] que enfrentaría a las fuerzas del bien y el mal en una épica batalla. Beato de Liébana estaba convencido de que el Día del Juicio Final se acercaba y que pronto, concretamente en el año 800, el hijo de Dios les ayudaría a combatir al enemigo musulmán. A pesar de que finalmente sus Anejos de Estudios Clásicos, Medievales y Renacentistas, ISSN 0718-7246, Vol. 7, Santiago, 2014, pp.50-76 Revista Historias del Orbis Terrarum 54 www.orbisterrarum.cl predicciones fueron incorrectas, el libro adquirió gran notoriedad y fue lo que hoy llamaríamos un “best-seller”. El éxito de esta obra fue tal que se hicieron copias por toda la Península Ibérica, e incluso en otros países como Italia o Francia. Una de las escenas más repetidas y mejor representadas del género de los Beatos es la La apertura de los cuatro primeros sellos. La escena en cuestión representa a cuatro personajes montados a caballo que se corresponden con los jinetes del Apocalipsis. Sobre el primero de los jinetes, representación de Cristo, hay un ángel coronándolo, como símbolo de su pronta victoria. Este jinete, que monta un caballo blanco amenaza con arco a un segundo jinete, en este caso rojo y que representa la guerra. A continuación, se representa un jinete, montado en un caballo negro, símbolo del hambre y otro en un caballo que suele ser de tonalidad pálida, aunque en algunos casos se le representa como un caballo bayo. Este último jinete es la muerte, seguida de cerca por el hades,[12] un terrorífico ser que representa al diablo. Esta escena es una clara representación de la Apertura de los siete sellos[13] del libro del Apocalipsis: Cuando abrió el primer sello, oí al primer ser viviente, que decía: Ven. Miré y vi un caballo blanco, y el que montaba sobre él tenía un arco, y le fue dada una corona, y salió vencedor, y para vencer aún. Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía: "Ven". Entonces salió otro caballo, rojo; al que lo montaba se le concedió quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos a otros; se le dio una espada grande. Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: "Ven". Miré, y vi un caballo negro. El que lo montaba tenía una balanza en la mano. Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: «Dos libras de trigo por un denario y seis libras de cebada por un denario, pero no dañes el aceite ni el vino.» Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente que decía: "Ven". Miré, y vi un caballo bayo. El que lo Anejos de Estudios Clásicos, Medievales y Renacentistas, ISSN 0718-7246, Vol. 7, Santiago, 2014, pp.50-76 Revista Historias del Orbis Terrarum 55 www.orbisterrarum.cl montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades lo seguía: y les fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la tierra. El Commentarium[14] se aleja del modo compositivo de las catenae[15] patrísticas. Difiere de ellas porque las citas están conectadas entre sí, tan ingeniosa y armónicamente que forman un todo único sin solución de continuidad. La técnica de Beato demuestra por tanto una voluntad de enlazar unas citas con otras y organizarlas para hacer un texto unitario con hilo propio. Dicha técnica, denominada de mosaico es su principal aportación.[16] El Comentario se conserva en 26 manuscritos; 9 de ellos pertenecen al siglo X, 5 al XI, 8 al XII, 2 al XIII y 2 al XVI. Estos códices son famosos por las miniaturas con que fueron ricamente iluminados en escritorios leoneses y castellanos, y que pertenecen a lo más representativo del antiguo arte eclesiástico hispánico. Pero la fama no la ganaron Beato y su obra por la avidez en refundir y comentar textos anteriores, lo que vendría a ser una obra de profunda transformación espiritual, de edificación y elevación moral, sino por las iluminaciones que acompañan dichas explicaciones. La primera edición del Comentario, hoy inexistente, debió ver la luz en el año 776, sería el primer Beato conocido que llevaría ya las iluminaciones que después sirvieron de copia a los demás. El tiempo haría que pasase a otros monasterios y por la atracción de las pinturas, sumada a la utilidad del texto, fuese copiado en numerosas ocasiones respetando en lo posible el texto y reproduciendo las iluminaciones del primer manuscrito con la distinta habilidad y capacidad de los iluminadores que se atenían al modelo original, pero adaptándose al momento de su reproducción, de ahí que podamos hablar de Beatos de estirpe mozárabe, románica y protogótica. Anejos de Estudios Clásicos, Medievales y Renacentistas, ISSN 0718-7246, Vol. 7, Santiago, 2014, pp.50-76 Revista Historias del Orbis Terrarum 56 www.orbisterrarum.cl 2. La pintura medieval española: los beatos[17] En la Asturias del siglo VIII, un monje llamado Beato redactó unos comentarios con tal éxito que el libro acabó recibiendo su nombre, beato. San Beato nació en el 730 y murió en el 785. Fue abad del monasterio de San Martín de Liébana y capellán de Osinda, mujer de Silo, rey de Oviedo desde el 775 al 783. Se puede decir que fue el que modeló espiritualmente a la España de fines del siglo XIII, siendo como ha sugerido el padre Pérez de Urbel, el gestor principal del culto a Santiago de Compostela. En la actualidad se conservan unos 30 beatos: los más antiguos y numerosos corresponden al siglo X, aunque todavía se seguían reproduciendo al final del periodo románico. Están iluminados con imágenes de brillantes colores, creando un efecto inconfundible entre las miniaturas medievales europeas. Estos códices responden al planteamiento del Apocalipsis con el enfrentamiento continuo entre las fuerzas del Mal y las del Bien y la consiguiente representación del triunfo celeste. 3. Influencia social Los beatos[18] son manuscritos muy ilustrados, de origen hispano, que abarcan el periodo comprendido entre los siglos X y XI, en los cuales aparecen copiados el Apocalipsis de San Juan y los comentarios sobre este texto. Fueron escritos en la Asturias del siglo VIII por Beato de Liébana,[19] que redactó[20] unos comentarios con tal éxito que el libro acabó recibiendo su nombre, beato. San Beato fue abad del monasterio de San Martín de Liébana y capellán de Osinda (mujer de Silo, rey de Oviedo desde el 775 al 783). Se puede decir que fue el que modeló espiritualmente a la España de finales del siglo XIII, siendo como ha sugerido el padre Pérez de Urbel, el gestor principal del culto a Santiago de Compostela. Anejos de Estudios Clásicos, Medievales y Renacentistas, ISSN 0718-7246, Vol. 7, Santiago, 2014, pp.50-76 Revista Historias del Orbis Terrarum 57 www.orbisterrarum.cl A mediados del X, un monje llamado Magio (Maius), recibió el encargo de realizar una copia del Comentario beatense. Hoy se trata del testimonio más antiguo conocido de un cambio en la tradición de los manuscritos[21] miniados en España, una reforma pictórica de la que fue responsable este gran artista conocido como archipictor (pintor maestro) por su discípulo Emeterio. Con Magio, la iluminación de los beatos inició un nuevo ciclo artístico que, tomando influencias italianas, carolingias y sobre todo norteafricanas, llegaría a colocarse a la cabeza de la Europa cristiana en cuanto a cantidad (pues cada beato suele tener un centenar de miniaturas) y calidad de las ilustraciones, que se difundieron ampliamente durante más de cinco siglos. Los más antiguos y numerosos corresponden al siglo X, aunque todavía se seguían reproduciendo al final del periodo románico. Están iluminados con imágenes de brillantes colores, creando un efecto inconfundible entre las miniaturas medievales europeas que representan una de las mejores manifestaciones del arte occidental de todos los tiempos. Las ilustraciones de los beatos se corresponden con las Historias (Storiae) apocalípticas del texto, en general setenta y seis. Otras miniaturas no guardan relación directa con el texto joánico por lo que se explicarían únicamente con los Comentarios (Explanatio) beatenses. Un elemento característico de la ilustración de los beatos es el sistema representativo de la figura humana, que suele verse entre una posición oblicua y de frente; pero son las cabezas de los personajes la parte más llamativa y reiterativa, con rasgos elementales y lineales, color en la carne y ojos abiertos, grandes, con la pupila marcada, de modo que destacan como elemento expresivo principal, que –según comentó el profesor Yarza, experto beatólogo– “llega a sugerir la mirada alucinada en algunos ejemplares..” y es que tal vez tuviera algo que ver con el sentido visionario mencionado del propio beato.[22] En estos libros se plasmaron unas visiones que a veces remedan las características de una ilusión (alteración perceptiva en la que el objeto real y Anejos de Estudios Clásicos, Medievales y Renacentistas, ISSN 0718-7246, Vol. 7, Santiago, 2014, pp.50-76 Revista Historias del Orbis Terrarum 58 www.orbisterrarum.cl presente se toma por algo distinto y deformado). Otras visiones pueden tratarse de auténticas alucinaciones, descritas como percepciones sin objeto, lo que se infiere de la lectura del texto apocalíptico. Los beatos también sirvieron de modelo para los artistas que esculpieron los capiteles y pintaron los murales de las iglesias románicas y posteriormente góticas. La temática de las ilustraciones del Apocalipsis constituyó el soporte argumental de la religiosidad del periodo Románico e incluso algunos perduraron tras la llegada del Gótico.[23] Estos códices responden al planteamiento del Apocalipsis con el enfrentamiento continuo entre las fuerzas del Mal y las del Bien y la consiguiente representación del triunfo celeste. Podemos ver la ejemplarización de esta lucha en la ilustración del capítulo XII del Beato de Silos[24] (1-18). En la imagen se puede ver la visión cósmica de San Juan, en la que se reproduce el combate entre las bestias demoníacas y las milicias angélicas capitaneadas por San Miguel (ss. XI-XII). El dramatismo de la escena se acusa aún más por el predominante color rojo, y por esa imagen final en la que los cuerpos desnudos de los ángeles malos, desprovistos de alas, son arrojados junto a la gran bestia negra que ha sido amarrada al cepo. 4. El apocalipsis de San Juan. Origen e interpretación[25] El recrudecimiento periódico del pensamiento histórico de signo escatológico, corrió parejo a los momentos de mayor dificultad para la comunidad cristiana. El Apocalipsis de San Juan es una buena expresión de ello.[26] Beato escribió esta obra para combatir la herejía y calmar la inquietud espiritual de los cristianos, atormentados por la idea del fin del mundo, en plena invasión árabe. El último libro de los que componen la Biblia, el Apocalipsis, se atribuye al evangelista San Juan y data de finales del siglo I, durante su destierro en la isla Anejos de Estudios Clásicos, Medievales y Renacentistas, ISSN 0718-7246, Vol. 7, Santiago, 2014, pp.50-76 Revista Historias del Orbis Terrarum 59 www.orbisterrarum.cl griega de Patmos, en tiempos de la persecución de Domiciano. Frente a cualquier poder temporal despótico, Cristo aparecerá como soberano único de la Historia. El texto resulta de difícil interpretación. Por lo general, se ha orientado en un sentido principalmente: la parusía de Cristo, considerada en relación con su primera venida, punto culminante de la Historia.[27] Cristo dominando con su sacrificio las fuerzas del mal, es el auténtico soberano y Señor de la Historia. Según Feuillet,[28] “el poder de los déspotas está condenado al fracaso”. Desde los primeros siglos del cristianismo, el Apocalipsis se convirtió en uno de los Libros más importantes de la Biblia, especialmente para la Iglesia de Occidente. Se puede decir que fue un libro para los tiempos de crisis, algo que permite establecer un símil con la actualidad, pues cuando más penurias y problemas existen, mayor es la devoción y el refugio de muchas personas en la religión. Apocalipsis significa revelación y hace referencia a la lucha de los enemigos contra la Iglesia, representada en una increíble sucesión de visiones alegóricas de lo que sucederá al Final de los tiempos, tal y como se menciona en el texto bíblico. Este texto joánico es sin lugar a dudas el más esotérico y escatológico[29] del Nuevo Testamento.[30] En él, se asiste a una lucha visionaria, donde combaten ferozmente hombres y monstruos, ángeles y demonios, ejércitos de “buenos” y “malos”, y en el que hasta las fuerzas cósmicas (tierra, sol, luna y estrellas) entran en la batalla con inusitada violencia[31]. Se trata de una historia alucinante y simbólica, donde se entremezclan dos magnitudes heterogéneas y distantes: por un lado, la vida humana que arrastra tanto millones de cadáveres como tierra fértil, fracasos y esperanzas; por otro lado, se mezcla impetuosamente la fuerza descendente de la vida y la muerte humanas con la fuerza ascendente de lo espiritual. Algunas visiones apocalípticas como la Bestia, el Anticristo o los Cuatro Jinetes, han sido incorporadas al acervo cultural contemporáneo en gran cantidad de obras, lo Anejos de Estudios Clásicos, Medievales y Renacentistas, ISSN 0718-7246, Vol. 7, Santiago, 2014, pp.50-76
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