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asimilacion y diferencia a través de los patrimonios nupciales de moriscos y cristianos viejos PDF

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Obradoiro de Historia Moderna, N.º 26, 45-69, 2017, ISSN: 2340-0013 http://dx.doi.org/10.15304/ohm.26.3271 ASIMILACION Y DIFERENCIA A TRAVÉS DE LOS PATRIMONIOS NUPCIALES DE MORISCOS Y CRISTIANOS VIEJOS, (CIUDAD REAL, 1570‑1610) Francisco Javier Moreno Díaz del Campo Universidad de Castilla-La Mancha Resumen. La historiografía ha demostrado que en las sociedades preindustriales el proceso de constitución de una nueva familia no solo llevaba aparejadas connotaciones de tipo biológico y social, sino también de orden económico y cultural. El estudio de los contratos matrimoniales otorgados ante notario por moriscos y cristianos viejos permite al autor analizar la configuración de las haciendas de los miembros de uno y otro colectivo. De igual manera, presta especial atención al análisis de la estructura y formación del ajuar femenino, pues es aquí donde se observan más diferencias en el plano cultural. Se pretende así poner de relieve la importancia del hogar como un espacio construido desde lo material, aspecto que en el caso de los moriscos conducirá a tratar tanto su proceso de adaptación a los usos sociales y culturales de los cristianos viejos como el mantenimiento de su herencia islámica. Palabras clave: Cultura material, moriscos, Castilla, siglos XVI-XVII, protocolos notariales. AbstRAct. Authors have shown that, in the preindustrial society, the process of starting a new family did not only bring about biological and social changes but also economic and cultural ones. Basing his analysis on notarial documentation (specially in dowries and marriage settlements), the author studies the setting of the properties and possessions of Moriscos and Old-Christians in Castile during the XVIth and XVIIth centuries. In addition, the structure Recibido: 19-04-2016 • Aceptado: 28-06-2016 • [email protected] Este trabajo ha sido realizado gracias a la ayuda concedida al proyecto de investigación “Cultura material y vida cotidiana de los moriscos de Castilla: adaptaciones y pervivencias tras la Guerra de las Alpujarras (1570-1610)”, por el Centro de Estudios Mudéjares del Instituto de Estudios Turolenses. Igualmente forma parte del proyecto de investigación “La Monarquía Hispánica y las minorías: agentes, estrategias y espacios de negociación” (Ref.: HAR2015-70147-R). Obradoiro de Historia Moderna, N.º 26, 2017, (45-69) 46 Francisco Javier Moreno Díaz Del caMpo and formation of trousseau and personal assets (where cultural differences can be viewed as well) are also considered because they allow us to detect differences from a cultural approach between both groups. The main objective of this paper is to highlight the relevance of the household as a space that was built as a reflection of its owners, especially in the case of Moriscos, group in which it is necessary to recognize and to distinguish between the adaptation to the Old-Christian customs and the maintenance of the Islamic heritage. Keywords: Material culture, Moriscos, Castile, XVIth-XVIIth centuries, notary’s protocols. Cristianos viejos y morisCos compartieron un mismo espacio económico en la Cas- tilla de finales del siglo XVI. Sin embargo, aún no está claro que ambos colectivos participasen de idénticas formas de hacer frente a los retos de su tiempo. De igual manera, resulta evidente que apenas si rivalizaron a la hora de ocupar mercados y que los nichos económicos de unos y otros estuvieron muy definidos, algo a lo que ayudó una coyuntura aún en expansión por aquellas fechas. Las informaciones dis- ponibles sobre ellos nos hablan de la existencia de lugares comunes, de metas com- partidas y de problemas similares, pero también de conductas dispares, incluso si se tiene en cuenta que éstas últimas cambiaron gradualmente como consecuencia de la integración de la minoría morisca en la estructura productiva y de consumo de la sociedad cristiano vieja. Es precisamente este aspecto lo que convierte tanto al espa- cio geográfico castellano como a los propios cristianos nuevos en ejes articuladores del incipiente campo de trabajo que analiza la economía doméstica de las minorías sociorreligiosas peninsulares y que, por extensión, realiza un examen comparado de la conducta mostrada por los diferentes grupos de población de la España interior durante la primera edad moderna. Los estudios relativos a la cultura material y al impacto de las pautas de con- sumo en la vida de las familias del Antiguo Régimen tienen una amplia tradición. Dicha tradición nació en la década de 1960 y se vio reforzada a lo largo de los años noventa del siglo XX. Fue entonces cuando aparecieron trabajos que, partiendo de diferentes enfoques, coincidían en señalar como durante el siglo XVII el compor- tamiento material de los europeos inició una lenta pero constante mutación, la cual afectó a todas las esferas de su vida cotidiana, caso de sus hábitos en el vestir o de los modelos de sociabilidad desarrollados en el seno de sus respectivos hoga- res (entre otros, Braudel, 1979; Roche, 1989; Brewer y Porter, 1994; Vries, 1994; Sarti, 1999). De manera paralela, y a remolque de la historia económica, en España aparecieron también una serie de trabajos con una base cuantitativa que abordaban cuestiones que fueron muy significativas para el posterior avance de la historiogra- Obradoiro de Historia Moderna, N.º 26, 2017, (45-69) Asimilacion y diferencia a través de los patrimonios nupciales 47 de moriscos y cristianos viejos, (Ciudad Real, 1570‑1610) fía peninsular relativa a este tema. Así ocurrió con el estudio de las transformacio- nes de los patrones de consumo acaecidas desde el mismo siglo XVII, el mayor o menor empleo por parte de la población de determinados productos «innovadores» frente a otros que representaban el peso de la costumbre, o la caracterización más o menos precisa de cuáles fueron los sectores sociales que evolucionaron hacia dichas conductas (Torras y Yun, 1999). Más tarde, los historiadores dedicados al análisis de estas cuestiones fueron modulando sus perspectivas y metodologías, al tiempo que comenzaron a otorgarle un enfoque más cultural, en el cual primó el examen del papel que los objetos jugaron en la configuración de los patrimonios y los hogares de los particulares. En todo esto, el empleo de la documentación notarial resultó determinante, por cuanto, como es sabido, permite ahondar en comparaciones tanto desde una óptica temporal como geográfica. El recurso a esta documentación y el comentado enfoque han supuesto un es- tímulo para la particular historia de los moriscos, pues han permitido profundizar en su caracterización socioeconómica y en su definición como colectivo, contribu- yendo de este modo a ensanchar las posibilidades de un campo de estudios que hace apenas un par de lustros se consideraba casi cerrado (Soria y Otero, 2010, p. 1). Los avances han sido manifiestos en todo lo que tiene que ver con el desempeño de las actividades socioprofesionales, con la imbricación de los propios moriscos en los circuitos productivos controlados por sus vecinos cristiano-viejos y, desde una óp- tica interna, con el surgimiento y paulatina consolidación de lo que podría definirse como una élite morisca (Pérez García y Fernández Chaves, 2015, pp. 148‑150). A pesar de ello, el análisis de su vida cotidiana adolece de importantes lagunas cro- nológicas y espaciales; tantas, que apenas si es capaz de responder a las cuestiones básicas que los investigadores se plantean en relación al modo de actuar de la propia minoría, sobre todo si lo que se pretende es establecer cauces de comparación con la conducta desplegada por los cristianos viejos. Los primeros trabajos sobre la cultura material morisca se deben a Carmen Bernis (1959) y Rachel Arié (1965‑1966). Sus investigaciones tomaban como base la información aparecida en textos literarios, crónicas, relaciones de corte y libros de viaje. Se aprovechaban también de los recursos iconográficos —siguiendo en esto la línea abierta por Julio Caro Baroja (1957)—, al prestar una atención pre- ferente al vestuario de los moriscos granadinos. Al reino de Granada se dedicaron las investigaciones que, por aquellos años y desde entonces, publicó Juan Martínez Ruiz (1967, 1972, 1988), continuadas luego por Joaquina Albarracín Navarro (1990, 1995, 1997) y Ana Labarta (1983), ésta última en el reino de Valencia. Todos estos trabajos poseen en un enfoque que podría definirse como filológico-antropológico, ocupado en indagar el origen de los útiles, ropas, muebles y demás objetos de los Obradoiro de Historia Moderna, N.º 26, 2017, (45-69) 48 Francisco Javier Moreno Díaz Del caMpo hogares de los antiguos musulmanes de la Península Ibérica, de fijar sus más que evidentes raíces islámicas y de poner el acento en todo lo que, por ser propio de aquella cultura, la ligara con el mundo norteafricano. No obstante, y dejando al mar- gen estos aspectos, si por algo merecen ser mencionados estos autores es por haber sido los primeros en utilizar en el estudio de los enseres cotidianos de la minoría morisca las escrituras notariales, y más concretamente las cartas de dote. Fueron ellos quienes hicieron que los historiadores comenzasen a prestar interés a este tipo de fuente. Nacía así un nuevo enfoque en el estudio de la realidad morisca, el cual sólo suscitaría el interés de los investigadores a partir del momento en que se intentó acceder a un mejor y más profundo conocimiento de las características económicas de este grupo converso, en especial tras la guerra de las Alpujarras. A este esfuerzo contribuyó la preocupación que dichos investigadores mostraron por la historia de la familia y, sobre todo, por la reciente aplicación al campo de lo morisco de los mé- todos desarrollados por los historiadores de la cultura material y la vida cotidiana, todo lo cual ha derivado en la publicación de una creciente nómina de trabajos que, poco a poco, va cubriendo los territorios del sur y este peninsular. Son de destacar, por ejemplo, las aportaciones de Margarita Birriel para el reino de Granada (1995, 2002), la interesantísima comparación que Manuel Fernández Chaves y Rafael Pérez García realizan entre este último reino y la Sevilla posterior a 1570 (2010), así como las contribuciones de Israel Lasmarías Ponz para Aragón (2007, 2013). Frente a esta serie de aportaciones, la economía doméstica de las comunida- des moriscas del centro de la península ha sido tratada con desigual suerte. Poco se sabe de los antiguos mudéjares si no es a través de la información que proporciona el manejo de algún que otro secuestro inquisitorial. Por su parte, y en relación a los granadinos llegados a Castilla después de 1571, el tema ha sido abordado desde la década de 1990 partiendo de puntos de vista diferentes y mediante el empleo de una documentación mucho más dispar (Tapia, 1991; García, 1992 y 2009; Magán y Sánchez, 1993; Gómez, 2000; Moreno, 2009). A día de hoy, la cultura material parece haberse convertido en epicentro de trabajos más específicos (Lomas, 2011; Moreno, 2015a y 2015b), a pesar de lo cual debe afrontar todavía dos importantes retos: a) el estudio comparado con respecto a lo observado en otros territorios, y b) el análisis diferenciado de los comportamientos de moriscos y cristianos viejos, aspecto éste último que será abordado a continuación tomando como referencia el caso concreto de Ciudad Real. Para ello, se parte del examen de las escrituras ma- trimoniales otorgadas en el curso de los cuarenta años que la minoría morisca resi- dió en la ciudad. Su contenido, su valoración y el modo en que fue empleado este instrumento legal han permitido analizar en profundidad los ajuares domésticos, allí donde, y ante la imposibilidad de disponer de bienes de mayor envergadura, los Obradoiro de Historia Moderna, N.º 26, 2017, (45-69) Asimilacion y diferencia a través de los patrimonios nupciales 49 de moriscos y cristianos viejos, (Ciudad Real, 1570‑1610) moriscos volcaron gran parte de las estrategias que pusieron en marcha para trans- mitir los patrimonios familiares (Císcar, 2009, p. 67). 1. Moriscos y cristianos viejos: rasgos generales de sus patrimonios nupciales Ciudad Real fue uno de los núcleos urbanos de Castilla la Nueva que más gra- nadinos recibió al término de la guerra de las Alpujarras. Emplazado en el extremo suroccidental de la región manchega, se sitúa justo en medio del triángulo formado por Toledo, Sevilla y Murcia, allí donde Bernard Vincent situaba en su día el epicentro del problema morisco en la España interior (Vincent, 1970, p. 225). A pesar de contar con una vieja morería y de haber convivido con el fenómeno morisco desde los inicios del siglo XVI, la población local acusó los efectos de la afluencia de desterrados proce- dentes del antiguo reino nazarí, cuyo número ascendía en la primavera de 1571 a 2.684 personas, casi una cuarta parte de los 10.829 habitantes censados en aquel momento (Moreno, 2009, p. 143). El final del proceso de repatriación y el trasvase demográfico originado por la migración ilegal de granadinos a las comarcas vecinas redujeron las cifras iniciales a un porcentaje cercano al 20% del total de la población. Con todo, la instalación de los deportados marcó un antes y un después en la particular historia de la urbe. Desde entonces, los moriscos quedaron «alistados» de una manera relativamente uniforme en sus tres colaciones, al tiempo que hacían gala de una estructura sociopro- fesional en la que eran evidentes sus preferencias por el sector agrícola, la industria textil y el comercio de alimentación (Moreno, 2009, pp. 119, 197 y 200). Reconstruida su organización familiar y vueltas a tejer las redes sociales que facilitaban su cohesión interna, la minoría morisca mostró una enorme capacidad de adaptación y pronto recondujo su particular economía cara a su definitiva integración en los circuitos productivos locales. De ello da cuenta el progresivo aumento que ex- perimentó el número de operaciones económicas en las que participaron. También su relevancia y la creciente simbiosis de intereses que manifestaron en este terreno con los cristianos viejos. Tanto fue así, que los propios moriscos fueron partícipes de uno de los periodos de mayor esplendor de la ciudad durante el Antiguo Régimen, siendo su expulsión una de las principales causas que marcaron el inicio de la crisis secular por la que ésta atravesó a partir de entonces (López‑Salazar y Carretero, 1993, p. 172). En La Mancha es fácil detectar la presencia de la minoría morisca en los proto- colos notariales posteriores a 1570. La impronta de dicho colectivo fue tan relevante como para que los escribanos locales, poco dados a hacer precisiones socioprofesio- nales en sus escrituras, se preocupasen por dejar claro el origen de los recién llega- dos (Ortega y López‑Salazar, 2009, p. 77). «Cristiano nuevo», «granadino», «de los Obradoiro de Historia Moderna, N.º 26, 2017, (45-69) 50 Francisco Javier Moreno Díaz Del caMpo del reino de Granada»… son expresiones recurrentes en la documentación de finales del siglo XVI y, como en el resto de Castilla, contribuyen a hacer visible un grupo humano que, desde su conversión forzada, fue empujado a adoptar las fórmulas ono- másticas castellanas. Por desgracia, estas acotaciones tienden a desaparecer desde principios del siglo XVII, sumiendo de este modo a muchos moriscos en el anonima- to, al punto de confundirlos con los cristianos viejos. Esto nos ha obligado a realizar un esfuerzo suplementario a la hora de proceder a identificarlos, el cual, y en este caso concreto, se ha apoyado en la información contenida en los libros parroquiales y en los listados de moriscos que eran propietarios de bienes raíces en el momento de decretarse la expulsión (Moreno, 2009, pp. 515‑521). La utilización conjunta de toda esta información y el subsiguiente cruce de datos al que ha dado lugar, nos han permi- tido ubicar mejor a la minoría morisca pues ha contextualizado en su justa medida el número de operaciones en el que participaron los granadinos. Tabla 1. Número de escrituras nupciales de moriscos y cristianos viejos conservadas en Ciudad Real, 1570‑1610 TIPO DE ESCRITURA Dote Arras Dona Moriscos 108 80 3 Cristianos viejos 474 272 90 Total 582 352 93 Fuente: AHP CR, Sección Protocolos Notariales, Diversos legajos, 1570‑1610. Muestra de familias documentadas, moriscos: 108, cristianos viejos: 478. Una cuestión diferente es saber hasta qué punto la muestra trabajada resulta representativa de la posición que ambos colectivos mostraron frente a la institución del matrimonio. Al respecto, la ayuda de las fuentes parroquiales ha sido limitada, ya que las series matrimoniales conservadas están incompletas, faltando los datos de una de las tres colaciones en las que estaba dividida la localidad (Phillips, 1979, pp. 123‑124). A esta dificultad se añade, además, la más que probable pérdida de do- cumentación notarial y la posibilidad de que, debido a cuestiones de orden económi- co, no todas las parejas casaderas llegasen a formalizar una escritura de dote (García Fernández, 1999, p. 134). Todos ellos son factores que no nos permiten saber hasta qué punto los contratos realizados ante los escribanos locales se corresponden con el total de esponsales oficiados en Ciudad Real durante el periodo estudiado. Sea como fuere, el volumen de casos documentados invita a pensar que estamos, si no ante una muestra sólida en el plano cuantitativo, sí al menos lo suficientemente consistente y representativa de la realidad local como para alcanzar el objetivo propuesto. Al objeto de dar una mayor precisión a los análisis, hemos optado por contabili- zar no solo el montante económico total de cada escritura —indicado por el escribano Obradoiro de Historia Moderna, N.º 26, 2017, (45-69) Asimilacion y diferencia a través de los patrimonios nupciales 51 de moriscos y cristianos viejos, (Ciudad Real, 1570‑1610) al inicio y final del documento—, sino también el valor de cada uno de los artículos que formaban parte de ellas. En última instancia, esto algo que, y en consonancia con lo observado por Máximo García Fernández, nos ha permitido detectar diferencias entre la suma inicial consignada por el notario y el valor de la tasación final (García Fernández, 1999, p. 13). Por otra parte, los objetos que aparecen relacionados en cada escritura —y sus precios— han sido agrupados en diferentes categorías, procediendo luego a distinguir entre los pertenecientes en exclusiva al patrimonio familiar y aque- llos que guardaban relación con el ajuar femenino. Esto ha facilitado la obtención de una abundante información cualitativa cuyos pormenores, por las lógicas razones de espacio, se han dejado de lado. El importe final de las cantidades comprometidas por los contrayentes nos per- mite situar a los moriscos en los estratos medios‑bajos de la sociedad urbana, máxime si se considera que 97 de las 108 familias moriscas documentadas tuvieron patrimo- nios comprendidos entre los 750 y los 4.500 reales. Al mismo tiempo, la cuantía de las escrituras correspondientes a los propios granadinos, su distribución en tramos de valor y su estudio comparado en relación a lo observado en Ciudad Real ponen de manifiesto la existencia de un comportamiento interno poco polarizado socialmente (tabla 2). Tanto es así, que los ejemplos relativos a las haciendas valoradas en hasta 750 reales son tres puntos inferiores a los contabilizados entre los cristianos viejos (7,4% frente al 10,6%). Lo mismo se advierte en el tramo superior: solo dos escritu- ras superan los 6.000 reales y ninguna los 10.000, mientras que entre los cristianos viejos éstas últimas representan el 11,3% de los casos. Tabla 2. Distribución por tramos del valor de los patrimonios nupciales de moriscos y cristianos viejos en Ciudad Real, 1570‑1610 (*) Moriscos Cristiano Viejos Valor en reales nº % nº % Hasta 500 0 0 16 3,3 Hasta 750 8 7,4 35 7,3 Hasta 1.500 42 38,9 105 22 Hasta 3.000 35 32,4 126 26,4 Hasta 4.500 12 11,1 59 12,3 Hasta 6.000 9 8,3 33 6,9 Hasta 7.500 1 0,9 25 5,2 Hasta 10.000 1 0,9 25 5,2 Hasta 15.000 0 0 18 3,8 Hasta 30.000 0 0 10 2,1 Hasta 100.000 0 0 23 4,8 Más de 100.000 0 0 3 0,6 TOTAL 108 100 478 100 Fuente: AHP CR, Sección Protocolos Notariales, Diversos legajos, 1570‑1610. (*) Incluye dotes, arras y donas. Obradoiro de Historia Moderna, N.º 26, 2017, (45-69) 52 Francisco Javier Moreno Díaz Del caMpo Son datos de un cierto calado, pues ratifican lo dicho en relación a la prácti- ca económica de los granadinos que se instalaron en La Mancha (Moreno, 2009, pp. 259‑260). También, porque sitúan al grupo en unos parámetros de riqueza muy similares a los observados en las comunidades moriscas de otras regiones del sur peninsular, tal y como se desprende de lo afirmado en su día por Manuel Fernández Chaves y Rafael Pérez García para Sevilla (2010, p. 134). Así, y al igual a como sucedía en el caso hispalense, todo indica que en Ciudad Real, y frente al modelo cristiano viejo, el de los moriscos era mucho más compacto y homogéneo, siendo el nivel de los 6.000 reales el tope de riqueza que alcanzaban sus hogares, visto que los patrimonios que franquean esa cantidad apenas si son un 10,1% del total de la mues- tra, mientras que entre los cristianos viejos este porcentaje es del 28,6% del total. La procedencia de los bienes consignados en las escrituras nos permite ob- servar la existencia de ciertos matices económicos y culturales en el comporta- miento mostrado por ambas comunidades en torno al matrimonio. Unos matices que se aprecian en la forma que sus miembros tenían de entender y hacer valer la transmisión del patrimonio familiar, la cual nos remite a su vez a la existencia de diferencias de mayor calado entre ellos, relacionadas en última instancia con la consideración y uso que éstos hacían de la institución matrimonial. Por esta razón, en nuestro trabajo trataremos de establecer qué es lo que cada uno de los contrayen- tes aportaba al hogar recién creado, prestando una especial atención a lo monetario; no en vano, la riqueza es un elemento insoslayable en este tipo de análisis, si bien, tras ella, tras su uso, es posible apreciar la existencia de rasgos identitarios, propios de cada una de las mencionadas comunidades. Así lo han señalado en reiteradas ocasiones Manuel Fernández Chaves, Rafael Pérez García y Margarita Birriel Sal- cedo, cuyos trabajos constituyen un referente a la hora de estudiar la vida material de las comunidades de los moriscos granadinos antes y después del exilio de 1571. Sus conclusiones insisten en razones de índole cultural y remiten a una más que posible hibridación entre las prácticas dotales de raíz islámica y las de origen cris- tiano. En otras palabras, las estrategias islámicas de transmisión patrimonial y las instituciones que las representaban habrían sido disimuladas bajo la forma de una práctica cristiana toda vez que los mudéjares fueron obligados a convertirse al cris- tianismo. A partir de aquí, la progresiva y paulatina consolidación de un sistema ju- rídico y social que perseguía borrar todo resquicio cultural islámico terminaría por «fosilizar» las antiguas prácticas musulmanas, las cuales habrían sido olvidadas en la etapa que sigue a la Guerra de las Alpujarras (Birriel, 2002, p. 231; Fernández Chaves y Pérez García, 2010, pp. 129‑132). No está claro aún cómo se produjo ese proceso de incorporación de las mencio- nadas estrategias a la usanza castellana porque los ejemplos de los que disponemos Obradoiro de Historia Moderna, N.º 26, 2017, (45-69) Asimilacion y diferencia a través de los patrimonios nupciales 53 de moriscos y cristianos viejos, (Ciudad Real, 1570‑1610) Tabla 3. Valor en reales de los patrimonios nupciales en función de su procedencia, Ciudad Real, 1570‑1610 Dotes Arras Donas valor % valor % valor % Moriscos 197.175 83,5 34.139 14,5 4.777 2,0 Cristianos viejos 2.453.707 75,9 241.486 7,5 536.093 16,6 Fuente: AHP CR. Sección Protocolos Notariales, Diversos legajos, 1570‑1610. para estudiarlo son todavía escasos. Debido a esta limitación, cualquier aproximación que pretendamos realizar al tema debe partir de lo económico y atender, al menos en principio, a la cuantía de lo incluido en cada escritura nupcial. En este sentido, son de destacar los más de siete puntos de diferencia que separan a moriscos y cristianos viejos en sus respectivas aportaciones dotales, las cuales ponen de manifiesto por otra parte el mayor protagonismo de la mujer morisca y su familia en la realización de las mismas (tabla 3). No es este un dato aislado, ya que es muy parecido al observado en Granada y Sevilla, donde el montante de las contribuciones económicas masculinas, donas incluidas, asciende, respectivamente, a un 22%, y un 16% (Fernández Chaves y Pérez García 2010, pp. 133‑134). Es precisamente en las aportaciones realizadas por los maridos donde encon- tramos la segunda diferencia entre ambos colectivos en Ciudad Real. Lo vemos en la distinta composición del cuerpo de bienes, lo que unido al menor peso que tuvieron las citadas aportaciones entre los moriscos termina por separarlos de manera definitiva. De hecho, los cristianos viejos formalizan sus arras a través de la casi exclusiva entre- ga de dinero en metálico, mientras que entre los granadinos esta entrega es más varia- da, llegando a ocupar en ella un lugar destacado las ropas femeninas. Sin duda, se trata de algo que convendría precisar en el futuro pero que, a buen seguro, debe relacionar- se otra vez con la más que probable pervivencia de prácticas de raíz islámica (Cardai- llac, 1995, pp. 479‑480; Fernández Chaves y Pérez García, 2010, pp. 130‑313). En última instancia, las diferencias entre ambos colectivos condicionaron tam- bién la utilización que cada grupo hizo de las arras y las donas. Prueba de ello, es que los moriscos apenas si utilizaron este último recurso —en gran medida por imposibi- lidad económica—, mientras que por su parte entre los cristianos viejos constituía el subterfugio al que acudían los maridos que deseaban aumentar su aportación al pa- trimonio familiar sin violar las leyes que limitaban las contribuciones que el esposo podía hacer al mismo. Obradoiro de Historia Moderna, N.º 26, 2017, (45-69) 54 Francisco Javier Moreno Díaz Del caMpo 2. Estrategias y actitudes ante la conformación de los patrimonios personales El análisis de la estructura interna de las escrituras nupciales otorgadas por cristia- nos viejos y moriscos ha permitido constatar que éstas presentan muy pocas diferencias formales y tipológicas entre si, y que las de éstos últimos responden a «la normalidad del modelo castellano». Los mencionados Manuel Fernández Chaves y Rafael Pérez García ya dieron cuenta en su día de esta homogeneidad para el caso hispalense (2010, p. 129), y según lo observado, no parece que las escrituras de Ciudad Real hayan se- guido unas pautas diferentes. Esa estructura se repite una y otra vez con apenas leves matices. Así, y a pesar de las excepciones que cabría señalar, la generalidad de contra- tos matrimoniales comienzan prestando atención a las partidas de valor más alto (casi siempre referidas al patrimonio raíz), y dejan para el final aquellas con una tasación más modesta (menaje, utillaje doméstico, herramientas del trabajo, aperos…). Este modus operandi invita a pensar que el reflejo documental de lo registrado en dichos contratos habría dependido más de la actitud de los escribanos y de quie- nes participaban en su valoración que de otro tipo de factores. No obstante, como se ha señalado, en Ciudad Real es posible observar leves matices formales entre las escrituras de cristianos viejos y moriscos en la posición que ocupan algunas partidas concretas, caso por ejemplo de las joyas y los objetos suntuarios. Suele ser habitual que en las dotes de los primeros las mencionadas joyas se tasen justo después de las propiedades raíces, mientras que en las moriscas lo más frecuente es que se ubi- quen junto a los enseres que conforman el ajuar, concretamente al lado de la ropa y los complementos femeninos, hecho que nos lleva a considerar la existencia de una cierta unidad de criterio, acaso establecida por la costumbre. Sin embargo, este pro- ceder pudo ser modificado en función de factores tales como la relevancia que tenían los moriscos en cada lugar, la preferencia de éstos por un determinado escribano, e incluso, el deseo personal de los firmantes a la hora de otorgar una mayor o menor relevancia —económica, simbólica o cultural— a cada objeto inventariado. Para acercarnos al valor de los bienes declarados en los contratos nupciales hemos establecido cinco grandes grupos genéricos, los cuales hemos desglosado luego en trece categorías en las que hemos dado cabida a los más de setenta y un mil artículos documentados. En esta clasificación hemos atendido tanto a la importancia que adquirieron los propios bienes en la conformación de las futuras haciendas fami- liares como a la funcionalidad que éstos tendrían dentro del hogar (tabla 4). De este modo, confiamos en poder identificar la forma que asumió la transmisión de estos bienes entre los moriscos y los cristianos viejos, y esclarecer si las diferencias encon- tradas entre ellos se debieron a su desigual posición económica o, por el contrario, si mediaron en ello causas de tipo cultural. Obradoiro de Historia Moderna, N.º 26, 2017, (45-69)

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El final del proceso de repatriación y el trasvase demográfico originado por la (1540) y Juan Martínez Ruiz”, Sharq al-Andalus, 12, pp. 263‑276.
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