ÁRTEMIS, DE LO UNO A LO MÚLTIPLE OSSWALD, EDUARDO PASTOR Artículo ÁRTEMIS, DE LO UNO A LO MÚLTIPLE Osswald, Eduardo Pastor. Profesor Titular de la cátedra de Filosofía Facultad de Ciencias Sociales Universidad Nacional de Lomas de Zamora. [email protected] Resumen La diosa griega Ártemis se presenta de muchas maneras y todas obedecen a un orden previo a su exposición; el presente trabajo intenta mostrar la relevancia de un punto de vista que ve en tales manifestaciones formas expresivas de una realidad transcendental que alberga lo que habrá de exhibirse como modos de la diosa misma. Palabras clave Pureza, recato, integridad, pre-sentimiento, Abstract The Greek Goddess Artemis presents herself in many different ways and these all respond to an order which is prior to her exposition; this work intends to demonstrate the relevance of a point of view which views in said manifestations the expressive ways of a transcendental reality which hosts what shall be displayed as ways of the goddess herself. Key Words Purity, integrity, modesty, pre-sentiment. ÁRTEMIS, DE LO UNO A LO MÚLTIPLE 381 HOLOGRAMATICA – Facultad de Ciencias Sociales – UNLZ – Año XI Número 20, V4 (2014), pp.381-392 www.hologramatica.com.ar ISSN 1668-5024 ÁRTEMIS, DE LO UNO A LO MÚLTIPLE OSSWALD, EDUARDO PASTOR Eduardo Pastor Osswald UNLZ UBA ¿Si no fuese de la índole del sol el ojo, cómo percibiríamos la luz? Si no viviese en nosotros la fuerza de Dios mismo,¿cómo podría arrebatarnos lo Divino? Goethe. La diosa griega Ártemis, hermana gemela de Apolo, se presenta de muchas maneras. Es la diosa de la naturaleza intocada, los animales salvajes y las plantas, las cumbres solitarias de las montañas, lo recóndito de los bosques. Asociada a los jóvenes es la que los asiste en su ingreso a la condición de hombres y mujeres. Por otra parte, está vinculada a la maternidad, cuida de lo que nace y en ese orden es invocada por la parturienta para atenuar su dolor. Tal variedad de manifestaciones conduce a pensar que en ella se han asimilado rasgos de deidades diversas: Homero, en la Ilíada, la nombra como Pótnia Therón, Señora de los animales; como Curótrofa, cuida de los niños; como Loquia¸ diosa de los partos y las comadronas. Tales rasgos quedan plasmados en la idea a la que los griegos accedieron y que estableció la variada identidad de la diosa, aunque tal diversidad remite a una unidad y no a una yuxtaposición de caracteres dispersos. (Eliade, 1974, 295 y ss). Unidad que sostiene lo múltiple de sus manifestaciones, a las que deben considerarse como modos expresivos, aunque no fundantes; en otras palabras, los dioses no son la proyección de posibilidades humanas sino que éstas, justamente, se originan en una especial experiencia de la divinidad. En todo caso, sus epifanías son expresiones, signos, que pueden 382 HOLOGRAMATICA – Facultad de Ciencias Sociales – UNLZ – Año XI Número 20, V4 (2014), pp.381-392 www.hologramatica.com.ar ISSN 1668-5024 ÁRTEMIS, DE LO UNO A LO MÚLTIPLE OSSWALD, EDUARDO PASTOR conducirnos a vislumbrar la unidad del origen. Sus manifestaciones no son las que nos conducen a su unidad, sino que el captar dicha unidad supone un salto. En El Hipólito de Eurípides, Hipólito, recoge para la virginal Ártemis el ramillete de flores frescas "en la vega intocada, donde el pastor no se atreve a apacentar el rebaño, donde nunca irrumpió el hierro filoso, por donde solo pasa la abeja en su vuelo vernal: aquí reina 'Aidós' vertiendo el rocío del elemento puro". (Otto, 1978, 83). En el Himno homérico es Ártemis, la tiradora de flechas, que camina sobre las montañas, la cresta del Taigeto o Erimanto donde persigue gustosamente a los jabalíes salvajes y a los ciervos veloces. Con ella juegan ninfas, hijas de Zeus, doncellas del agro, alegrándose el corazón maternal de Leto, su madre. Es la reina de las ásperas montañas y de las aguas claras, de los manantiales y de las tierras intocadas. Es visible en las floreadas praderas nunca pisadas. Su encanto y esplendor pertenecen a la naturaleza virgen, condición que no habrá de perder. Artemis, la diosa de los bosques y colinas, fue adorada en toda la antigua Grecia. Sus lugares de culto más famosos fueron la isla de Delos (su lugar de nacimiento), Braurón (en el Ática), Muniquia (cerca de Pireo) y Esparta. A menudo se la representaba en pinturas y estatuas en un escenario forestal, llevando arco y flechas, y acompañada de un ciervo. (Eliade, 1974, 295). Es la danzante en praderas estrelladas, la cazadora en las montañas. Sin embargo, fuera de esas imágenes, permanece como la errante que reina en soledad, la hechicera y salvaje, la inaccesible y eternamente pura. Su libre vagar por las tierras intocadas es el de una libertad sin ley, la pura espontaneidad de la naturaleza que aparece brillante en todos sus seres, que 383 HOLOGRAMATICA – Facultad de Ciencias Sociales – UNLZ – Año XI Número 20, V4 (2014), pp.381-392 www.hologramatica.com.ar ISSN 1668-5024 ÁRTEMIS, DE LO UNO A LO MÚLTIPLE OSSWALD, EDUARDO PASTOR se desentiende de lo que las hunde en la oscuridad de la tierra, donde impera la implacable ley que disuelve toda diversidad en la sombría unidad de la muerte. Ella es el momento que no cesa del esplendor de lo que nace. Las niñas y muchachas atenienses que se acercaban a la edad del matrimonio eran enviadas un año al santuario de Artemisa en Braurón para servir a la diosa, época en la que eran llamadas arktoi (‘oseznas’).Parecida a su hermano Apolo, vigila sobre la juventud que crece, singularmente relacionada con los que entran en la edad de la madurez. Los cazadores, al exponerse al mundo salvaje, se rodean de lo inhóspito, pero no se convierten a él. Del mismo modo, Ártemis, si bien mora fuera de la ciudad, en los bosques y montañas y caza los animales salvajes no regresa al orden elemental de la naturaleza: corre; caza y danza, el arco y la lira. No asiste regresos a experiencias fundantes, sino que se establece en la inquebrantable fragilidad de lo siempre efímero. La virginal Ártemis fue adorada como una diosa de la fertilidad y los partos en algunos lugares, asimilando a Ilitía, ya que según algunos mitos había ayudado a su madre en el parto de Apolo su hermano gemelo. Durante el periodo clásico en Atenas fue identificada por algunos con Hécate. También asimiló a Cariatis (Caria). Se conmueve al ver como las águilas han matado una liebre preñada, su favor cariñoso está junto a los cachorros indefensos, y con todos los animales que amamantan a su cría. Auxiliadora en los dolores del parto aunque no sufra esos dolores. Quiere vivir en las montañas: dice que “con los moradores de ciudades, sólo me mezclo cuando mujeres atormentadas por los agudos dolores del parto me piden auxilio”. Se le encomienda el cuidado de los niños pequeños, y en Atenas se le dedica el cabello de los niños durante la fiesta de las Apaturias. Sin embargo, hay en el carácter de la diosa, un aspecto ríspido, el de la violencia inmediatay desproporcionada, sobre todo cuando una ofensa pone en juego su señorío. Los mellizos dirigen desde la lejanía sus invisibles saetas que causan una instantánea muerte sin 384 HOLOGRAMATICA – Facultad de Ciencias Sociales – UNLZ – Año XI Número 20, V4 (2014), pp.381-392 www.hologramatica.com.ar ISSN 1668-5024 ÁRTEMIS, DE LO UNO A LO MÚLTIPLE OSSWALD, EDUARDO PASTOR dolores. Los doce hijos de Níobe, que había ofendido a su madre Leto, son asesinados en mitades por los terribles hermanos. También, recién nacidos, matan, en defensa de su madre, al dragón Pitón que la había amenazado. Estos son relatos de cacerías que presentan a la diosa salvaje, de bosques y montañas, cuyos compañeros habituales son las fieras. Calisto, una joven de los bosques a ella consagrada, fue muerta por una flecha al descubrirla embarazada, por no haber guardado su virginidad. Una violencia no incubada y que se exime del furor, una impasible e implacable violencia. La ley que rige la ira de la diosa no es la de la ciudad, sino la que se le impone al ser ofendida, sea a ella o a los que están bajo su amparo; el carácter de su lejanía con los mortales se ilustra en el caso de Hipólito; no hay gesto de piedad ante su más fiel devoto que yace moribundo: le dice la diosa: “Adiós, pues no me es lícito contemplar un cadáver ni manchar mis ojos con estertores de agonía; te veo ya próximo a ello” (Eurípides, 1978, p 552). Un aspecto de su culto y el más conocido, que la asocia a una deidad materna de la naturaleza, es el que existía en Éfeso, la ciudad griega del Asia Menor. Allí existió el templo de la diosa, una de las siete maravillas del mundo de la antigüedad. Su templo fue un centro de celebración y concurría gente de toda la Hélade; Justamente la relevancia de su culto hizo que San Pablo, en uno de sus viajes, fuese a Éfeso a proclamar el Evangelio; tuvo, allí, que enfrentar a los devotos de la diosa quienes lo acosaron violentamente. II. Otro punto de vista que ofrece la presencia de Ártemis es el que impulsa a pensar, desde el origen, y que se ilustra en sus manifestaciones, a las que sucintamente nos hemos referido: un orden de sentido que da que pensar. Se trata de la sugestión que surge de su presencia en los lugares que no han sido visitados por los mortales, a su virginidad, que no es una condición llamada a desaparecer, sino -por el contrario- como la vislumbrada posibilidad de una femineidad que no condesciende a lo que se considera un destino para la mujer: la 385 HOLOGRAMATICA – Facultad de Ciencias Sociales – UNLZ – Año XI Número 20, V4 (2014), pp.381-392 www.hologramatica.com.ar ISSN 1668-5024 ÁRTEMIS, DE LO UNO A LO MÚLTIPLE OSSWALD, EDUARDO PASTOR procreación, el cuidado de los hijos, el hogar, el amor sexual. En la citada obra de Eurípides, Hipólito, dice de la pradera donde recoge flores para la corona que obsequia a la diosa, que en ella reina Aidós, el recato, el sentimiento que nos embarga ante lo elevado e inalcanzable, un signo de la distancia infranqueable que nos separa de los Inmortales pero - y a la vez- el enigmático designio de ser a nosotros a los que nos ha sido otorgada la custodia de su develarse (1). Ártemis, como Apolo, son figuras de la distancia; la religión griega, por lo menos antes de la irrupción del dionisismo, carece de rituales místicos, de fusión con la divinidad, y los dioses son vividos en sus ceremonias de muchos modos, pero, los participantes, no experimentan un cambio de su condición mortal, ni, por ende, de la anulación de la distancia que los separa de los Inmortales; esto no implica que no hubiese piedad, afecto y una genuina devoción por ellos.(Cfr., Parker, 1988, 295) Aunque, es de observar también, que no existe, algo así, como un diálogo íntimo con la divinidad: el vínculo, a través del ritual, es explícito y colectivo. Hay, en otro orden, una dimensión de misterio, de una grave sacralidad, en cultos como los de Eleusis, en los que a los iniciados les son confiadas ciertas certezas acerca de lo que habrá de ocurrirles luego de la muerte. Un camino que nos permite ingresar en la nombrada experiencia de la divinidad es la que ofrece el poeta Hölderlin: interrogarse sobre aquello que los griegos vislumbraron en sus deidades y que fueron desplegados en innumerables historias, que ilustran de muchas maneras a esa realidad entrevista. El poeta Hölderlin dice, acerca de su condición, que lodivino visto por los griegos se transfigura, en el alma del poeta, en presentimiento. En el poema Como en un día de fiesta, dice, refiriéndose a Phýsis, la naturaleza (2): Por eso cuando ella parece dormir, en ciertos tiempos del año, allá en el cielo o entre las plantas o los pueblos, también se entristece el rostro de los poetas; parecen estar solos, pero la presienten siempre. Pues presintiéndose reposa ella misma. 386 HOLOGRAMATICA – Facultad de Ciencias Sociales – UNLZ – Año XI Número 20, V4 (2014), pp.381-392 www.hologramatica.com.ar ISSN 1668-5024 ÁRTEMIS, DE LO UNO A LO MÚLTIPLE OSSWALD, EDUARDO PASTOR “Presentir” no es la captación de un objeto, ni el ejercicio de una capacidad cognoscitiva, ni el logro obtenido en la observancia de un método, sino la posibilidad de ingresar en una atmósfera; no hay un sujeto distinguible, como tampoco un objeto: esta indistinción se observa en el verso en el que dice que es lo propio de la Naturaleza “reposar” en el alma del poeta, dado que éste la “presiente” siempre. Y ese estar habitando gravita de un modo que todo abarca; el “pre” se refiere a aquello en lo que se orienta lo que va a ser, y por eso carece de forma, aunque albergue toda forma posible. Establecerse en lo previo al ente, y desde allí abarcar, “en leve abrazo” su desplegarse. Hölderlin es el intento de recorrer el camino que condujo al alma griega a sus dioses. El poeta se remonta a la experiencia originaria de la divinidad, que es el punto de partida para indagar en esa realidad, que surge al manifestarse como deidad; en nuestro caso, Ártemis, de quien decíamos, reina sobre lo intocado y que su presencia conduce a descubrirse en el estado del alma del Aidós, el recato. … 'Aidós'. Se suele traducir por recato. [el] sagrado [permanecer] frente a lo intocable, la delicadeza del corazón y del espíritu, la consideración, el respeto y, en lo sexual, la quietud y pureza de la doncella. Mas todo esto, y muchas cosas emparentadas con ello, son el hechizo de una forma divina que es dos cosas en una: lo venerable y lo que venera, lo puro y el sagrado recato frente a lo puro. (Otto, 1978, 81). Un detenerse frente a lo que suscita temor y respeto y que parece revelar una fuerza misteriosa y sobrenatural, a la que anima una voluntad que vislumbramos, presentimos, aunque no podamos descubrir su sentido. Los griegos tuvieron esa peculiar sensibilidad que 387 HOLOGRAMATICA – Facultad de Ciencias Sociales – UNLZ – Año XI Número 20, V4 (2014), pp.381-392 www.hologramatica.com.ar ISSN 1668-5024 ÁRTEMIS, DE LO UNO A LO MÚLTIPLE OSSWALD, EDUARDO PASTOR hacía que descubriesen donde fuere indicios de que la divinidad es omnipresente (Chamoux, 1983, 197). Ese tipo de experiencia es la que puede ilustrarse con lo que ellos vieron en Ártemis, un estado del alma que se nombra como pudor: el retenerse embargado por su presencia, y que al establecerse en nosotros lo hace no como algo que esté delante de los ojos, sino que lo suscita a través de un sentimiento que todo lo abarca y que nos establece en un orden diferente del de lo cotidiano. La integridad de esa experiencia revela ese carácter de la diosa, que alumbra liberando desde sí un modo relevante de lo humano: un gesto que nos pone en armonía con la divinidad, el cómo de hacerse presente el mundo. Un éxtasis circunspecto, un estar fuera de sí en fascinada quietud, un amable rasgo de lo que todo congrega. Por eso, dice Hölderlin, que a los poetas no les enseña ningún maestro. Esta experiencia que ofrece Ártemis, trabaja la sensibilidad humana, poniendo a la luz al hombre. Ártemis asiste también los tránsitos; como dijimos, las niñas en Brauron en el Ática ejercen algo así como un noviciado; en Esparta, prepara a los muchachos para ser guerreros. Sin embargo no hay en su culto nada que les anuncie lo por venir, sino –por el contrario- acentúa, con su presencia, lo que está a punto de ser abandonado y es por eso que intensifica la gravitación de lo que está por ser dejado: la permanencia de lo que va a ser abandonado propicia el tránsito, y Ártemis persistiendo en su pura identidad vuelve familiar lo Otro hacia donde habrán de transitar (Vernant, 2001, 23). Y no es con palabras, no hay consejos que sirvan para hacer más suave el pasaje, sino que es su presentida asistencia la que conduce a la nueva condición. Esta presencia de la diosa en el límite de la niñez, se amplía y se trasluce con claridad teniendo en cuenta los lugares donde impera; dice Vernant: Mas que espacios totalmente salvajes, que representan una alteridad radical con respecto a la ciudad y a las tierras habitadas por seres humanos, se trata de los confines, las zonas limítrofes, las fronteras 388 HOLOGRAMATICA – Facultad de Ciencias Sociales – UNLZ – Año XI Número 20, V4 (2014), pp.381-392 www.hologramatica.com.ar ISSN 1668-5024 ÁRTEMIS, DE LO UNO A LO MÚLTIPLE OSSWALD, EDUARDO PASTOR donde se establece contacto con el Otro, donde se codean lo salvaje y lo cultivado: por cierto que para oponerse, pero a la vez para interpenetrarse. (Ibid supra). En otro orden, hay dos citas de Heráclito en las que Heidegger encuentra resonancias de la gravitación de la diosa en el filósofo de Éfeso. De Heráclito se cuentan unas palabras que habría dicho a los extraños que habían llegado con la intención de observarlo. Al llegar lo vieron calentándose junto al horno. Allí permanecieron de pie (impresionados sobre todo porque) él los (aún titubeantes) animó a entrar pronunciando las siguientes palabras: ‘También aquí están presentes los dioses. (Heidegger, 2011, 26-27). Esta primera alude a lo que habíamos observado respecto de la omnipresencia de lo divino; los curiosos se sorprenden al ver al pensador calentándose las manos, esperarían -quizás- descubrirlo en alguna actitud en la que se trasluzca de un modo evidente su condición; sin embargo, lo encuentran calmo, sumido y, según dice, en la cercanía de lo divino. Lo excepcional es lo más cercano, lo que hace visible lo divino en lo ordinario es un …mirar compenetrado, que atraviesa/sobrepasa lo ordinario. Es lo propio extraordinario lo que se expone en la dimensión de lo ordinario. Lo que parece estar excluido de lo otro se reúne en la unidad. Establecer un vínculo entre lo que asombra y lo divino; entre 389 HOLOGRAMATICA – Facultad de Ciencias Sociales – UNLZ – Año XI Número 20, V4 (2014), pp.381-392 www.hologramatica.com.ar ISSN 1668-5024 ÁRTEMIS, DE LO UNO A LO MÚLTIPLE OSSWALD, EDUARDO PASTOR éste y su objetivación en imágenes, mitos y rituales. (Heidegger, 2011, 23). La segunda cita dice: Pero él se dirigió al santuario de Ártemis para jugar dados con los niños. Volviéndose a los efesios que se pusieron de pie a su alrededor, les dijo: “Vosotros, canallas, ¿qué os sorprende? ¿No es preferible hacer esto que cuidar de la Polis? (Heidegger, 2011, 43). Aquí es el lugar de la diosa, su templo y el juego con los niños lo que salta a la vista; los curiosos no son invitados sino despedidos con cierta violencia. El pensador juega con los niños (recordemos de paso la cita, de las más enigmáticas, que habla del Tiempo, el juego y los niños: “El tiempo es un niño que juega dados; de un niño es el Reino”). En otra cita, habla del arco y la lira, la muerte y el juego; ambos son fabricados con los cuernos del macho cabrío, pero dispuestos de diferente modo y pertenecen a los objetos que porta la diosa. (Cfr, Colli, 1994, 34) Tal como antes insinuamos, el juego brillante y eternamente joven de la naturaleza, muestra y oculta, a la vez, la dimensión sombría de lo que muestra; así, también, la diosa es la cazadora, la asesina implacable y fría, y la que gusta danzar con su séquito; no hay piedad ni conmiseración: las criaturas se elevan a la luz y se disuelven en lo indeterminado en un juego eterno en el que no vale detenerse en lo unilateral de cada aspecto; sin embargo, hay en Ártemis, la sacralización del instante eterno de lo que se inicia, de lo que surge y es ése el dominio de la diosa, pero no como tránsito o ‘parte’ del juego, sino la luminosidad que alberga sin rastro en su lucir la trama sombría, la diosa da su favor al ocultarse. 390 HOLOGRAMATICA – Facultad de Ciencias Sociales – UNLZ – Año XI Número 20, V4 (2014), pp.381-392 www.hologramatica.com.ar ISSN 1668-5024
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