UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE FILOSOFÍA Departamento de Filosofía del Derecho, Moral y Política II ANTROPOLOGÍA Y MORAL EN RENÉ DESCARTES MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA POR Leticia Rocha Herrera Bajo la dirección del doctor: Gilberto Gutiérrez López Madrid, 2005 • ISBN: 978-84-692-4265-0 UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE FILOSOFÍA DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA DEL DERECHO, MORAL Y POLÍTICA II TESIS DOCTORAL ANTROPOLOGÍA Y MORAL EN RENÉ DESCARTES DIRECTOR DR. GILBERTO GUTIÉRREZ LÓPEZ LETICIA ROCHA HERRERA MADRID A 4 DE JULIO DE 2005 1 2 Agradecimientos Quiero agradecer de manera especial a la Fundacion de becas de la Caja de Madrid por apoyar económicamente mi investigación sobre la antropología y la moral en René Descartes. Con su finalización espero así haber correspondido a la confianza y al buen uso de la beca que me fue concedida. Asimismo, al Dr. Luis Méndez, jefe del Departamento de Filosofía del Derecho, Moral y Política II, por acogerla favorablemente y brindarme las facilidades para terminarla. También quiero dar las gracias a las personas de la biblioteca de la facultad de Filosofía: —a su director, Manuel Oliva, a Miguel, Vicky, Eduardo, Esperanza, Eva—, por su amable y generosa ayuda para proporcionarme todos los materiales bibliográficos necesarios. Al doctor, Gilberto Gutiérrez López, director de mi tesis doctoral, quiero manifestarle todo mi agradecimiento y satisfacción de trabajar con él. Sus ideas sobre la metodología y lo que significa investigar me han ayudado a precisar la estructura y los objetivos de mi trabajo. También he incorporado en mi investigación sus sugerencias y comentarios favorables a mi propuesta de presentar un Descartes más vital y menos metafísico. Valoro particularmente su apoyo moral, comprensión y paciencia. No puedo pasar por alto reconocer también mi deuda intelectual con dos profesores: la Dra. Laura Benítez Grobet, con quien me formé en la filosofía cartesiana durante mis estudios de maestría en la UNAM, en México. De ella aprendí la perspectiva empirista de Descartes hacia el mundo natural. Yo la he extendido y llevado a la esfera del hombre y la moral. Por tanto, he incorporado en este trabajo algunas de esas lecciones. Asimismo, quiero mencionar al Dr. Eugenio Fernández, de la facultad de Filosofía, de la UCM, cuyos 3 cursos sobre “el orden de los afectos” fueron muy estimulantes para que continuara estudiando el tema del hombre en Descartes. Finalmente, quiero agradecer a mi familia su importante apoyo y lo que ha significado para que pudiese continuar y terminar mi investigación. A mi padre, por su apoyo material y moral, incondicional siempre y en todo momento. Le agradezco mucho la confianza que siempre ha depositado en mí , como sus consejos, ánimo y cariño. A mi esposo por apoyar mi decisión de realizar este proyecto y su amor para aceptar también sus dificultades. A Nata, por preocuparse por mí y su deseo sincero de que esté bien. Y a mi hija Mariana, simplemente por estar junto a mí. Leticia Rocha Herrera Madrid a 1 de julio de 2005 4 Introducción Descartes ha sentado las bases de la racionalidad moderna al colocar al sujeto en el centro de los discursos filosóficos. Su confianza en la razón humana para someter a juicio cualquier dificultad, tanto del mundo teórico como práctico, adquiere el carácter de máxima en su filosofía. Sólo podemos admitir en calidad de verdad aquello que la razón juzga como tal. Sin embargo, suele echarse en falta que Descartes no extendiera los alcances de la razón y del método a ámbitos complejos como la moral. En efecto, se reconoce a Descartes como epistemólogo, metafísico y científico; escasamente como un autor moral. La bibliografía existente evidencia que su pensamiento en este terreno ha recibido menor atención que la otorgada a muchos otros de sus temas científicos y filosóficos. No obstante, los temas morales son un hecho en la obra cartesiana y este trabajo se alimenta de sus fuentes. Son pocos los intérpretes que han hecho estudios monográficos de la moral de Descartes: es el caso de los trabajos de Rodis-Lewis y Mesnard. Últimamente el mundo anglosajón se ha interesado también, como lo muestran los libros de Morgan y Marshall. En lengua española y de aparición reciente tenemos el libro de Nájera Pérez. También existen artículos desperdigados que tratan aspectos relacionados con el asunto que nos ocupa; algunos de ellos muy valiosos y sugerentes. Todo ello muestra la pertinencia e importancia que conlleva investigar sobre la moral cartesiana, y nuestra investigación se suma a la de aquéllos que han pretendido reivindicar esta faceta en el pensamiento del filósofo. La motivación para estudiar la moral cartesiana partió de los textos mismos de Descartes. La lectura de las Pasiones del alma, obra densa en planteamientos nuevos para estudiar al 5 hombre nos atrajo sin duda alguna por la atención prioritaria que Descartes presta a las emociones. Una obra dedicada a estudiar las pasiones debería, probablemente, obedecer a razones significativas del pensamiento del autor que bien valdría la pena conocer. Asimismo llamó nuestra atención un conjunto de pronunciamientos de carácter afectivo y estético en varias partes de su obra. En el Compendio de música, obra que Descartes escribe a los 21 años, el filósofo señala que la música procura placer al alma y despierta en ella distintas pasiones. Esta temática se recogerá más tarde en los intercambios epistolares de Descartes con Mersenne. De igual forma la correspondencia que Descartes tuvo con Isabel de Bohemia también fue estimulante. Los conceptos que el autor desarrolla con su interlocutora tratan de las pasiones, la vida equilibrada y feliz, el sumo bien y la virtud. Por tanto, nuestro contacto con las fuentes que descubrían la faceta afectiva y moral del filósofo fueron el inicio de la intuición que debía existir una concepción más completa y vital del sujeto, que la exclusivamente racional y metafísica. Así ha surgido nuestro interés por la antropología y la moral de Descartes. Pero, ¿cómo entender estas facetas más prácticas y vitales de su pensamiento a la luz de los aspectos más racionales de su filosofía? Tal situación fue el punto de partida para interrogar de nueva cuenta los textos cartesianos e indagar por el papel y significación que Descartes concedió al hombre y a la moral en su sistema. Para llevar a cabo esta investigación he utilizado las fuentes morales de que disponemos: preferentemente el Discurso del método (1637), los Principios de la filosofía (1644), las Pasiones del alma (1649), y las numerosas y valiosas cartas sobre temas morales que Descartes intercambia con distintos personajes, tanto del mundo científico, filosófico como religioso. Son de especial importancia las que mantiene con Isabel de Bohemia, Cristina de Suecia o Pierre Chanut. Nos referiremos a éstas últimas como las cartas morales o la correspondencia moral en bloque (escritas entre 1643 y 1649), para distinguirlas del resto de las que Descartes escribió para otros personajes y sobre variados 6 temas. Su correspondencia es copiosa y se encuentra recogida en los cinco primeros volúmenes de los once que componen la edición de Adam y Tannery. Por lo que respecta a las dos primeras obras: —el Discurso y los Principios—, no obstante que su temática es variada y se orientan de manera preferente hacia otros objetivos, son también muy importantes para el asunto que nos ocupa. La moral par provision del Discurso como la carta prefacio de los Principios ofrecen criterios para fundamentar características importantes del saber moral. En cuanto a las Pasiones y las cartas morales, ambas fuentes contienen el núcleo de la teoría moral del filósofo como la mayor parte de sus desarrollos. Las Pasiones constituye el único tratado sistemático que estudia al hombre en tanto compuesto de alma y cuerpo. Es una obra densa en planteamientos nuevos para estudiar al hombre: destaca el análisis de las emociones y las pasiones, y su utilidad para la vida moral. Además, el tratado de las Pasiones contiene toda una parte moral que sustenta y consolida lo expuesto en las cartas morales, lo que muestra una coherencia temática que invita a su estudio. En lo que se refiere a las cartas morales, éstas poseen un valor filosófico inestimable. Su importancia estriba por una parte, en que las ideas allí expresadas mantienen una estrecha relación con el desarrollo de la moral más elevada que Descartes perfila en la carta prefacio de los Principios. Por otra parte, exponen su pensamiento en temas que había renunciado a expresar públicamente. Gracias a estos intercambios podemos conocer y, asimismo valorar, la relevancia y significación que comportan los conceptos de la virtud, la felicidad o el soberano bien en la teoría cartesiana. Lo cierto es que tanto las cartas morales como las Pasiones son fuentes valiosas para la comprensión de la antropología y moral cartesianas, y se complementan una a la otra. 7 Nuestra investigación es un análisis interpretativo del discurso moral cartesiano. Lo apoyamos en las fuentes mencionadas sin desvincularnos de la obra en su conjunto. A pesar de este desperdigamiento y aparente asistematicidad de los pensamientos morales, el curso de la investigación nos ha mostrado que existe una unidad y consistencia conceptual en las ideas morales del filósofo. Es lo que mostraremos en esta investigación: que hay una unidad que se nos revela si seguimos la ruta que el autor nos ha señalado: —la de “su construcción conceptual progresiva”—, para usar los términos de Chambers. En efecto, la moral más alta y perfecta debe descansar en los principios metafísicos fundamentales. Pero ni las Meditaciones ni los Principios terminan de mostrar la composición metafísica del ser humano; tampoco la aplicación de sus verdades fundamentales a la vida práctica. Ambas fuentes allí se detienen. Habrá que esperar a las Pasiones y a las cartas morales para conocer la relación que existe entre la metafísica, la física y la moral. La exigencia cartesiana de dar una orientación cierta a la conducta que alcanzaría su más alto grado con la moral más alta y perfecta es, sin embargo, una cuestión problemática. Su dificultad es que tal exigencia está en clara tensión con las características de una moral incierta e incompleta, que Descartes sostiene en el Discurso y en la correspondencia moral. En efecto, las afirmaciones de Descartes acerca de que es posible, por un lado, tener una moral derivada de los principios de la metafísica y la física; y por el otro, que la vida práctica es de carácter incierto y probable lleva a preguntarse si Descartes es consecuente con su exigencia de encontrar principios ciertos para la acción. Esto bajo el supuesto de que su proyecto filosófico es universal y unitario. De esta manera la complejidad de la moral cartesiana estriba en comprender la clase de conocimiento que es, y la compatibilidad que guarda con los principios metafísicos y físicos más universales de los que necesariamente forma parte. No olvidemos que la moral más alta y perfecta deberá coronar la cima del árbol de las ciencias. Por tanto, y con estas coordenadas del 8 pensamiento cartesiano se inscribe nuestra investigación y objetivo de responder qué tipo de conocimiento es la moral cartesiana. En el primer capítulo recogemos la problemática generada en torno a su pretendido estatus científico. Analizamos la postura que mantiene Descartes frente al problema moral y el lugar que le otorga en su filosofía. Para ello es fundamental que conozcamos también la teoría de la naturaleza humana que Descartes ofrece. El filósofo declara que su proyecto quedaría inconcluso si no ofreciera una teoría del hombre, a cuyo estudio, en efecto, se aboca. Pensar al hombre desde las coordenadas cartesianas parecía representar un problema. Así lo demuestran las constantes disputas y controversias de que han sido objeto sus tesis. Resulta que al hilo de la interpretación dualista del alma y el cuerpo corre paralela la concepción del hombre más plural, que lo concibe como unidad o compuesto. La dificultad es que, tal como están planteadas la naturaleza espiritual y corporal del sujeto ⎯independientes e incompatibles entre sí⎯, teóricamente esto le habría impedido a Descartes transitar el camino de la existencia humana, la vida misma. Ello le granjeó para su antropología el desafortunado calificativo de “angelismo”. Sin embargo, un contacto cuidadoso con la obra derriba este estigma unilateral. Curiosamente es del hombre de carne y hueso el referente del que nos habla Descartes en sus escritos, y a cuya comprensión y perfección debe contribuir el edificio completo de las ciencias. Por ello una buena parte de nuestra investigación (los capítulos segundo y tercero) los dedicamos a analizar la concepción del hombre en tanto compuesto de alma y cuerpo; con el propósito de rescatar este sujeto singular y concreto que vive y actúa, y que por ello es de enorme importancia para la fundamentación de la moral que queremos reivindicar. En los capítulos cuarto y quinto exponemos las ideas centrales de la teoría moral cartesiana. Descartes sostiene que es posible encontrar principios verdaderos para la vida 9
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