Antonio Blay RELAJACIÓN Y ENERGÍA Antonio Blay fue investigador de la naturaleza humana y del desarrollo de su potencial interior No fue solamente un teórico, sino que practicó ampliamente las diversas técnicas que enseñaba, ya que nunca habló o escribió sobre algo que no conociera o no hubiera experimentado por sí mismo. El autor, Intendente Mercantil por la Escuela de Altos Estudios Mercantiles de Barcelona, Diplomado en Psicología y Psicotecnia por la Universidad de Madrid y Miembro de la Sociedad Española de Psicología, se especializó en el estudio de técnicas y procedimientos tanto orientales como occidentales para influir voluntariamente en los estados de conciencia y conseguir un desarrollo superior de la personalidad. Fue un precursor en nuestro país de la psicología transpersonal y durante más de veinte años escribió e impartió cursos y seminarios de psicología de la Autorrealización en Barcelona, Madrid, Bilbao, San Sebastián y Valencia. Antonio Blay nos dejó el 15 de Agosto de 1985 a los 61 años de edad, en plena actividad docente. Ha dejado una importante obra escrita sobre diversas técnicas y caminos de realización personal, en la línea de lo que más amaba: La unidad de conciencia. _____________________ Primera edición: Julio 1988 _____________________ DEDICATORIA Al marqués de Castelldosrius, con afectuosa admiración y respeto. El Autor. PRÓLOGO A LA PRESENTE EDICIÓN Hace varios años que salió a luz el libro de Antonio Blay «Relajación y Energía» con el propósito de ayudar a profesionales y profanos en el conocimiento y la práctica de la relajación consciente. Desde entonces son varios los libros que se han editado sobre el tema, dado los beneficios que la relajación proporciona en el campo de la medicina psicosomática, preparación al parto y superación del stress. Sin negar el valor y funcionalidad de estas obras y de otras muchas que puedan ir apareciendo, en aras del interés del público y la toma de conciencia de los propios recursos psíquicos, tan en boga hoy en día, vemos la necesidad de esta nueva edición de «Relajación y Energía», en la cual se ha conservado íntegro el texto de la primera -que constituye las dos primeras partes del presente libro- y se ha reunido toda la información nueva en la tercera parte. En el Apéndice y a petición de varios médicos amigos, el autor describió con cierto detalle la técnica de la Autorrelajación concentrativa de J. H. Schultz. «... Es nuestro único deseo que el libro siga prestando ayuda útil cuantas personas buscan remedio a las numerosas tensiones físicas y morales que la vida moderna tiende a imponernos cada día más. » ... Estas simples palabras de Antonio Blay que retomamos aquí, son por sí solas la mejor presentación de esta nueva edición de «Relajación y Energía». INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA EDICIÓN El arte de descansar bien y con rapidez ha pasado a ser una de las necesidades primordiales del hombre de nuestros días. Atestíguanlo, por un lado, las investigaciones de la moderna Medicina Psicosomática, que no hace sino ir ampliando todos los días el número de enfermedades que, atribuidas antes a causas meramente orgánicas, se comprueba hoy ser causadas o favorecidas por los estados de tensión psíquica a los que raramente escapa el hombre que ha de 'desenvolverse en nuestro mundo complejo y apresurado. Por otro lado, lo confirma la excelente acogida que el público de todos los países, especialmente de América del Norte y de Europa Central, dispensa a las obras que ponen a su alcance, el aprendizaje de las técnicas científicas de relajación. Este creciente interés está plenamente justificado, y no sólo por constituir un excelente medio preventivo y terapéutico de muchos trastornos físicos y psíquicos, sino también porque la gran calma y tranquilidad interior que proporciona la práctica de la relajación consciente, se traduce necesariamente en una mayor eficiencia de la personalidad en todos los aspectos de la vida. En los países de lengua española han visto la luz, en pocos años, varios libros que tratan de este tema (véase Bibliografía). Pero unos son de carácter excesivamente técnico para el público no especializado y otros son demasiado extensos para que las personas muy atareadas, precisamente las que más lo necesitan, puedan disponer del tiempo necesario para su lectura. Por esta razón hemos pensado que sería útil publicar un libro muy reducido en el que se expusiera del modo más claro posible, pero con las mínimas palabras, todo lo esencial de la relajación tanto en su aspecto teórico como práctico. Hemos querido, además, incluir aquí algunos aspectos superiores de la relajación que, por lo general, no son mencionados en las obras de vulgarización. Quizás algunas, personas, al percatarse de que la relajación integral es algo más que una técnica para descansar y recuperarse, sentirán más interés para ahondar en la teoría y avanzar en la práctica. Damos las gracias a Editorial Iberia, que generosamente nos ha permitido utilizar abundante material de nuestro libro «HATHA-YOGA. Su técnica y fundamento». La mayor parte del presente texto la constituyen, en realidad, los dos capítulos que en aquella obra dedicamos a la relajación. A. BLAY FONTCUBERTA. PRIMERA PARTE NOCIONES TEÓRICAS FUNDAMENTALES CAPITULO PRIMERO GENERALIDADES RITMO VITAL DE LA PERSONALIDAD Sabemos que toda la vida es movimiento, es actividad inteligente, expresada en forma rítmica. Este ritmo está constituido por dos clases de movimientos: contracción y dilatación. Este doble movimiento lo encontramos indefectiblemente en toda manifestación de vida: desde el simple acto de andar, de hacer un gesto, hasta la vida toda del hombre vista en conjunto, pasando por todos sus actos fisiológicos, emocionales y mentales, todo es constante expresión del mismo ritmo fundamental: movimiento centrípeto, contractivo, de tendencia al interior, al centro, y movimiento centrífugo, expansivo, de dilatación, de tendencia al exterior, a la expansión y al crecimiento. Pero este doble movimiento, esta actividad, alterna a su vez de modo también rítmico y necesario con el reposo, con el descanso, con la relajación. Tenemos así, pues, un doble ritmo que constituye el ritmo vital básico de la Personalidad: |contracción actividad | | dilatación reposo Tanto forma parte esencial de la vida la actividad como el reposo. Ambos son inseparables: la una determina y es preparación para el otro, y viceversa, formando un ciclo completo e ininterrumpido. El hombre está constituido por varios niveles vitales y cada uno de ellos posee su propio ritmo de actividad y descanso, de diferente duración. Por ejemplo, en el orden fisiológico tenemos el ciclo vigilia- sueño, el ciclo sexual, el nutritivo, el respiratorio, etcétera; en el orden psicológico, el ciclo pensar-sentir, el percibir-expresar, etc. El tiempo de cada uno de estos ciclos rítmicos es diferente. La máquina humana funciona de tal modo que siempre hay algo en movimiento: cuando un nivel está en reposo, otros están activos. Con frecuencia, la actividad de unos niveles exige el reposo de otros. Así, cuando se está haciendo gran esfuerzo físico, no se puede pensar con profundidad; cuando se vive un intenso estado emocional, no es posible descansar físicamente ni se puede regular el pensamiento reflexivo, etcétera. El reposo absoluto, desde luego, no existe en la Naturaleza. En el hombre, el reposo de algo significa siempre la puesta en marcha de otra cosa: el reposo de la atención, la actividad de la imaginación; el reposo exterior, la actividad interior; el reposo de lo inferior, el trabajo de lo superior... LA TENSIÓN DE LA VIDA MODERNA El hombre de nuestras ciudades modernas, empujado por la urgencia de las crecientes necesidades y por la compleja estructura de nuestra sociedad occidental, se ve obligado a dar más de sí a cada momento, a vivir cada vez más deprisa, a sacar más rendimiento, a producir y abarcar más y más, dejando a un lado la necesidad de descansar, de distenderse, de equilibrar su ritmo de vida. Aumenta así la velocidad de acción y la rapidez de reacción, pero lo que gana en rapidez lo pierde en profundidad y lo que aumenta en acción lo disminuye en descanso. Altera artificialmente su ciclo natural de actividad-reposo obsesionado por el deseo o la necesidad de una incesante acción, de una continua expansión, con detrimento evidente de los otros aspectos de su ritmo vital: el recogimiento o concentración y el descanso. Después de esta hiperactividad, el hombre intenta entregarse al descanso, sea permaneciendo despierto, sea sumergiéndose en el sueño. Cuando descansa estando despierto, casi siempre se pierde en divagaciones inútiles o en imaginaciones estériles, productos de la tensión emocional, de modo que si bien queda algo aliviado de cuerpo acaba con mayor cansancio e irritación mentales que antes de empezar. Si duerme, frecuentemente queda en un estado de ensueño durante el cual emergen extrañas pesadillas, reflejo asimismo de sus tensiones emocionales no liquidadas. En todo caso, se levanta insatisfecho y con la sensación de que algo no marcha bien, de que en cierta manera está perdiendo un tiempo precioso. Aun queriéndolo, no consigue nunca descansar por completo, debido a lo cual tarde o temprano se resiente su salud y el rendimiento de su diaria actividad. Ha alterado el mecanismo regulador del descanso por desobediencia continua a la ley de uno de sus ciclos fundamentales y sufre las consecuencias de ello. Al alterar de modo persistente el ritmo de uno de los ciclos, se alteran a su vez los demás y toda la personalidad queda desequilibrada. Otra consecuencia de este ritmo acelerado es la superficialidad de la vida psíquica, la limitada percepción de la mente en profundidad. De toda la gama de actividades vitales, todas ellas necesarias y fundamentales, el hombre sólo percibe una pequeña parte y valora una parte aún menor; sólo es consciente y aun de una manera muy superficial, de algunos de sus procesos psicovitales, y de éstos, valora como actividad útil un solo tipo: la acción exterior. No consigue percibir los valores espirituales y la energía creadora dentro de sí mismo, de modo directo de primera mano. Lo vive tan sólo, de un modo indirecto y fraccionado, a través de su expresión en los propios movimientos y actividades, físicos y psíquicos, pero cuando ya han perdido su sabor fresco, su espontaneidad, su realidad como energía viva, pura e indiferenciada. Vive las formas ya materializadas y las sensaciones, más que el impulso directo y la energía espiritual del alma que les da vida. Resumiendo, diremos que la falta de un perfecto descanso y relajación, consecuencia por un lado del defectuoso desarrollo y funcionamiento interior del hombre, y por otro, del ritmo acelerado de toda la vida moderna, produce importantes y definidos efectos perjudiciales en el funcionamiento total de la persona. CONSECUENCIAS DE LA FALTA DE DESCANSO He aquí algunas de ellas: 1. Impide o dificulta el sueño eficazmente reparador. 2. Altera la salud, favoreciendo en especial: los trastornos nerviosos, las enfermedades orgánicas de tipo funcional (la clásica úlcera de estómago, la constipación intestinal crónica, trastornos cardíacos y respiratorios, etcétera), y predispone a los accidentes y traumatismos. 3. Aumenta la urgencia del descanso y disminuye el rendimiento en general. 4. Aumenta las tensiones emocionales, dando por resultado un aumento de los estados psíquicos negativos: irritabilidad, inseguridad, miedo, inestabilidad, resentimiento, agresividad, etc., dificultando, por consiguiente, el poder establecer armónico contacto social y correctas relaciones humanas. 5. Aumenta la inquietud de la mente y disminuye su capacidad de rendimiento, produciendo como consecuencia: agitación, incapacidad de concentrarse, de profundizar; favorece eventualmente la eclosión de ideas obsesivas, fobias y filias, etc. 6. Disminuye la eficacia de la voluntad, por lo que a pesar del mucho esfuerzo no consigue superar las propias dificultades. 7. Dificulta la productividad psíquica de orden superior: reflexión serena y profunda, creación artística e intelectual, investigación, etc. 8. Dificulta el desarrollo de una fecunda vida espiritual. Frente a este cuadro un poco fuerte, pero cierto, de los perjuicios causados por la prolongada falta de suficiente y adecuado descanso, está el hecho de que es perfectamente posible aprender a redescubrir el propio ciclo natural de actividad-reposo y a sujetarse a su ritmo. Esto, lejos de disminuir el rendimiento externo, como algunos quizá podrían suponer, permite realmente aumentar la calidad y la eficiencia de toda clase de actividades, puesto que no se trata de trabajar y descansar siguiendo el capricho más o menos equivocado de los impulsos superficiales, sino de adquirir el dominio de los mecanismos internos para manejarlos diestramente a voluntad, a la vez que se consigue percibir con claridad la voz profunda del instinto, expresión clara de las necesidades de nuestra naturaleza. Se consigue entonces actuar «siguiendo el ritmo profundo de la naturaleza», lo que equivale a decir que toda la fuerza de la ley natural se convierte en nuestro auxiliar más precioso cuando aprendemos a reconocerla y a respetarla debidamente. FORMAS CORRECTAS DE DESCANSO Hay tres formas correctas de descanso: 1ª. Sustitución de una actividad por otra. 2ª. Sueño profundo. 3ª. Relajación general consciente. 1ª. Sustitución de una actividad por otra. - Es el descanso parcial. Se basa en el hecho del ritmo alterno de la actividad de los diversos niveles que hemos mencionado antes. Esta forma de descanso es la que se hace o se intenta hacer, habitualmente, cuando en el transcurso del día al estar cansados de hacer algo pasamos a hacer otra cosa: después de leer o de estudiar durante mucho rato nos ponemos a pasear, después de mucho andar nos sentamos para descansar y reflexionar, etc. Aunque esta clase de descanso puede adoptar muchas variantes, éstas pueden agruparse en tres tipos, según el nivel que predomine: a) Sustitución de la actividad mental por otra de tipo emocional o físico. Descanso de la mente. b) Sustitución de la actividad emocional-afectiva por otra de tipo físico o mental. Descanso de la sensibilidad. c) Sustitución de la actividad física por otra de tipo afectivo o mental. Descanso del cuerpo. La primera forma la utilizamos cuando después de intenso trabajo intelectual buscamos distracción placentera en charlas o bromas con amigos, o en estados afectivos más elevados: música, pintura, poesía, oración, etc. O también en ejercicios físicos: paseos, deportes, gimnasia, etc. La segunda, cuando después de un prolongado estado afectivo o emocional: alegría o tristeza, amor o temor, experimentamos la necesidad de hacer algo, sea pensando, sea moviéndonos físicamente. Y la tercera, cuando, después de una intensa actividad física, tendemos a descansar el cuerpo y a ocupar la mente en reflexiones, estudio o proyectos. O también en una actividad emotiva más o menos elevada. Pero para que este descanso sea correcto, esto es, de la máxima utilidad, es preciso que la mente esté lo suficientemente educada para que sea ella la que dirija el proceso, a voluntad, sin dejar que se mezclen con la nueva actividad recuerdos o imágenes de lo que se acaba de dejar debido al estado de agitación o de cansancio mental. Así, por ejemplo, si acabo de tener una entrevista difícil y agitada, no he de permitir que la mente siga, a pesar mío, dando vueltas alrededor de las incidencias pasadas imaginando lo que hubiera podido decir o hacer en tal o cual momento, sino que dando por terminado de momento el asunto, hacer que la mente se entregue por completo a la labor que deba hacer a continuación, sin perjuicio de que después, cuando yo lo decida claramente, repase serena y objetivamente las circunstancias o consecuencias de dicha entrevista. No hay que permitir que en ningún momento se interfieran, sin yo quererlo, dos tipos de actividades. Hacer en cada momento lo que tenga que hacer, del todo, sin dejar que se mezclen en ello otros asuntos ni aun mentalmente: si decido leer el diario, leerlo y nada más; si decido descansar un momento, durante este momento no permitirme hacer absolutamente nada, ni con el cuerpo ni con la mente, sino tan sólo esto: descansar a plena conciencia. Y así, con todas las cosas. 2ª.' Sueño profundo. - El sueño profundo, cuando realmente lo es, produce excelentes resultados de recuperación general, como es ya bien sabido por todos. Las condiciones necesarias para que el sueño sea tranquilo, profundo y reparador, pueden resumirse en las tres siguientes: 1ª. Buen estado de salud. 2ª: No tener pendientes de solución interior fuertes conflictos emocionales, afectivos o mentales. 3ª. Haber hecho suficiente ejercicio físico durante el día. En el caso de no reunir la segunda condición, que es la causa más frecuente de insomnio o de sueño agitado, la práctica previa de las primeras etapas de la relajación, tal como se aprenderá más adelante, constituye la medicina más eficaz e inofensiva que existe para poderse sumir en pocos minutos en un sueño realmente profundo, tranquillo y reparador. 3ª.' Relajación general consciente. - Por ser éste el tema especial del presente libro y para tratarlo con la debida extensión, le dedicaremos íntegramente el siguiente capítulo. CAPITULO II RELAJACIÓN GENERAL CONSCIENTE PRINCIPIOS BÁSICOS La relajación es la contraparte de la acción. Toda acción es una descarga de energía; la relajación es el medio natural para la reposición de la energía. A más acción le corresponde necesariamente más relajación. Cuanto mejor se haga la relajación consciente más energía se acumulará dentro del psiquismo en menos tiempo. Cuanta más energía psíquica posea una persona, mayor capacidad de acción tendrá. Toda contracción muscular, sea consciente o inconsciente, es un gasto de energía. Por consiguiente, toda contracción muscular que no responda a una finalidad útil significa una pérdida inútil de energía. Toda la vida nos estamos entrenando para la acción correcta. Bueno será, pues, que también nos entrenemos para una relajación correcta. Sólo cuando la capacidad actualizada de tensión y relajación sean completas e iguales, alcanzará el hombre el equilibrio, la plenitud, la serenidad y la paz. Es un hecho adquirido por la moderna Psicofisiología que toda tensión emocional se traduce en una contracción muscular. Y que toda represión psíquica mantenida dentro de la mente, se expresa en el organismo en forma de una contractura muscular permanente. Esta contractura muscular, que por ser habitual pasa casi siempre inadvertida, produce inevitablemente una alteración más o menos grave de las funciones fisiológicas: respiración, digestión, eliminación, equilibrio endocrino, metabolismo, circulación, etc. Los conflictos psíquicos se expresan así a través del cuerpo, lo mismo que se expresan a través de la mente, perturbando su funcionamiento normal. Mediante la relajación muscular consciente se consigue deshacer todas estas contracturas, aun las inconscientes, de modo lento pero seguro. Y al mismo tiempo que se van soltando estas contracturas van desapareciendo a su vez las correspondientes tensiones emocionales, y los incesantes problemas que alteraban la mente pierden ahora, en su mayor parte, toda su urgencia e importancia. El cuerpo recobra el normal funcionamiento; la salud en general mejora notablemente gracias a una mayor producción de energía y a su mejor circulación por todo el organismo. La vida afectiva deja de estar pendiente de los mil estímulos y cambios superficiales, y adquiere una profunda estabilidad como nunca había conocido. La mente no sólo consigue liberarse de su febril hiperactividad pasando a un estado de calma y serenidad, sino que adquiere un extraordinario vigor, claridad y penetración en todos sus procesos. La relajación general consciente se convierte en uno de los medios más eficaces para el cultivo de la vida interior, considerada ésta como la contraparte viva y fecundante de la vida exterior. REQUISITOS ESENCIALES La relajación, para llegar a ser correcta y total, ha de reunir necesariamente estas condiciones básicas: 1ª. Progresiva distensión de todos los músculos, superficiales y profundos. 2ª. Total tranquilización emocional. 3ª. Cese de todo movimiento mental, o sea de todo pensamiento, imagen o idea. 4ª. En ningún momento se ha de perder la conciencia. Actitud positiva de la atención-voluntad que constantemente dirige el proceso de relajación progresiva a lo largo de toda su duración, y que cuando se alcanzan las fases adelantadas se convierte en conciencia-testigo o atención central. Es posible que algunas personas al leer estos requisitos se asusten y se descorazonen, creyéndolos imposibles de conseguir, quizás por haber intentado ya en alguna ocasión obtener de algún modo este descanso perfecto sin haber conseguido otra cosa que ponerse más nerviosos o quedarse dormidos. Es muy natural que cualquier persona que inicie la relajación sin otra preparación que su buena voluntad, fracase una y otra vez en su intento de apaciguar la mente. Esto que parece tan difícil, si no imposible, se convierte, no obstante, en algo relativamente fácil si se saben utilizar adecuadamente los siguientes principios: 1. Aflojar todas las contracturas musculares conscientes. 2. Convertir en conscientes las contracturas inconscientes, para así poderlas soltar voluntariamente. Esto se consigue mediante una prolongada práctica del punto anterior, o, muchísimo más rápido, mediante la ejecución correcta de algunas posturas básicas del hatha-yoga: sarvangasana, sirshasana, paschimottanasana, etcétera. 3. Aprovechar el efecto sedante de la respiración abdominal, en particular del tiempo de espiración. 4. Creación previa de una clara imagen mental del estado a conseguir. 5. Práctica suficiente para que se empiece a actualizar la conciencia-testigo o atención central. EFECTOS DE LA RELAJACIÓN Como ya hemos dicho antes, toda contracción de un músculo implica siempre la presencia, consciente o no, de energía y mente sobre este músculo. Toda contractura o contracción permanente constituye, pues, un gasto constante y estéril de ambas, energía y mente. Al soltar la contracción se libera la energía que la mantenía, y asimismo la mente se libera de su concentración más o menos inconsciente, sobre dicha contracción. Por lo tanto, a medida que progresa el estado de relajación consciente, se produce un sucesivo desprendimiento (liberación) de la mente (conciencia) de los niveles superficiales, así como un automático despertar o toma de conciencia de los profundos (interiorización). Desde el punto de vista de la energía, podemos ver que la relajación produce los siguientes efectos: 1. Cese de gasto. En efecto, el consumo de energía para el sostenimiento físico y psíquico se reduce al mínimo durante todo el ejercicio de distensión. 2. Liberación de energía del inconsciente. La liberación de la energía implicada en la contractura inconsciente, disminuye la carga energética de la resistencia (tensión del inconsciente) y se incorpora al yo consciente, todo lo cual se registra como una verdadera liberación y fortalecimiento general de la personalidad, que se mantienen ya para siempre. 3. Creación de nueva energía. Mediante la liberación de la reprimida y mediante la constante respiración rítmica. 4. Acumulación. Es el resultado de los tres puntos anteriores. El cese del gasto favorece todo el proceso de recuperación y revitalización orgánica. La liberación de la energía del inconsciente disminuye la resistencia orgánica y psíquica al buen funcionamiento. La creación de nueva energía incrementa la vitalidad general de la persona. Y en fin, la acumulación resultante permite aplicarla, sin gran esfuerzo y con gran eficacia, a una mayor actividad, profundidad o elevación. Si se ha ido entendiendo bien todo lo que antecede, no extrañará al lector los, al parecer, asombrosos resultados que se atribuyen a una relajación consciente bien hecha. He aquí algunos de ellos: 1. Perfecto descanso del cuerpo. 2. Recuperación extraordinariamente rápida de toda clase de fatiga. 3. Mejora el funcionamiento del cuerpo en general y curación de los trastornos originados por hiperactividad orgánica o por tensión. 4. Aumenta la energía física, psíquica y mental. 5. Tranquiliza, aclara y profundiza la vida afectiva. 6. Descanso de la mente, a voluntad. 7. Aumenta la energía, claridad y penetración de los procesos mentales. 8. Desarrolla nuevas facultades de percepción de tipo superior: intuición, sentimientos estéticos, etc. 9. Se descubren nuevos estados subjetivos de interiorización. 10. Facilita, debido a quitar los obstáculos, la eclosión de una conciencia espiritual: elevación. FASES O GRADOS DE RELAJACIÓN Aun cuando la forma detallada de aprender a relajarse se explicará en la Parte Práctica de este librito, bueno será que nos hagamos desde ahora una idea de los varios grados o fases de la relajación y de los medios que se emplean para conseguirlos. Todas estas explicaciones que, a algunos les parecerá quizá teoría inútil, son, sin embargo, de mucha utilidad práctica, puesto que a medida que se va comprendiendo mejor la relajación en todas sus fases y aspectos, se va formando un cuadro o imagen mental que, a la hora de la práctica efectiva del ejercicio, predispone para su ejecución automática y a la vez ahorra al sujeto que la practica muchos tanteos inútiles, errores e incluso algún que otro sobresalto. Las fases o grados de la relajación pueden ser considerados objetiva y subjetivamente, es decir, describiendo qué es lo que ocurre en el sujeto que se relaja, y qué es lo que experimenta el propio sujeto mientras se va relajando. Siguiendo la técnica que describiremos más adelante, la relajación consciente consta, objetivamente, de las siguientes fases o grados: 1ª. Muscular superficial. 2ª. Emocional superficial. 3ª. Mental superficial. 4ª. Muscular profunda. 5ª. Emocional profunda. 6ª. Mental profunda. Subjetivamente, durante la relajación consciente se pasa por las siguientes fases: 1ª. Conciencia física periférica. 2ª. Conciencia de hormigueo o de vibración. 3ª. Sensación de placidez, de bienestar general. 4ª. Descanso mental. Silencio. 5ª. Conciencia de obscuridad, de vacío. 6ª. Conciencia de luminosidad, de plenitud. La primera fase es ya conocida de todos. Es lo que se experimenta cuando al estar muy cansado de mucho ejercicio físico, puede uno, por fin, tenderse en la cama. Junto con la sensación general de descanso se percibe de modo global todo el cuerpo. Es meramente la conciencia física. La segunda fase se percibe cuando durante el descanso físico se mantiene la conciencia despierta y tranquila. Entonces se percibe una sensación general de hormigueo o de ligera vibración y de calor dentro de todo el cuerpo, que empieza casi siempre en las extremidades, pero que con la práctica se va extendiendo por todo el cuerpo. Es lo que en la terminología del yoga hindú se conoce por conciencia pránica. La tercera, viene automáticamente, si se persiste en el abandono progresivo, pero siempre consciente, de todo el cuerpo. Una sensación de extraordinario bienestar invade la conciencia, primero de modo apenas perceptible, pero que se va afianzando poco a poco, hasta que, después de un tiempo más o menos largo de práctica, se puede lograr casi instantáneamente. Corresponde a la autoconciencia sensitivoemotiva. En la cuarta fase se consigue que la mente deje de dar vueltas y, sin necesidad de esfuerzo alguno, se tranquilice y se calle. Esto se obtiene dirigiendo suavemente la atención hacia el propio proceso de pensar, sin querer cambiarlo ni suprimirlo, sino tan sólo mirándolo, con tranquilidad e imparcialidad. Nada más. Se hace el silencio por sí solo. Silencio que tiene algo muy especial, que está hecho de «algo», silencio que es tangible, extenso e inteligente. Esta fase corresponde a la autoconciencia mental. La quinta fase se inicia cuando el estudiante se da cuenta de que puede aflojarse y abandonarse todavía más. Es frecuente que en este momento las primeras veces se detenga la experiencia, porque el principiante experimenta casi siempre un sobresalto. Siente que se hunde hacia algo oscuro y desconocido que le hace reaccionar instintivamente. Esta experiencia es sólo el resultado de aflojar el gesto o contractura básica mental, que estamos manteniendo siempre, inconscientemente, mientras nos encontramos en conciencia vigílica, y no hay en ella el menor peligro, aunque es natural que, al principio, el sujeto se asuste. Hemos de advertir una vez más, no obstante, que es del todo necesario que la mente (la atención) se mantenga en todo momento bien despierta, serena, en estado positivo, dominando la situación y siendo capaz de hacerla cesar cuando quiera. Después, cuando al fin logra trascender la etapa anterior, el experimentador perseverante pasa a un estado completamente nuevo que escapa a todo intento de descripción. La conciencia de plenitud y la luminosidad que experimenta es de un orden totalmente diferente de lo que ha experimentado en la tercera fase. Renunciamos a describirlo, pero nos permitimos encarecer al verdadero aspirante de vida interior que no se desanime por las dificultades que pueda encontrar a lo largo de todo este proceso de autodescubrimiento, hasta llegar a esta fase final. Las dos últimas fases que acabamos de describir someramente, no son indispensables para conseguir los beneficios físicos y psíquicos que la mayor parte de las personas buscan en la relajación. Las tres primeras fases bastan para obtener los resultados enunciados en los números 1 al 5, de las páginas 16-17. La cuarta fase de la relajación conduce a los resultados de los números 6 y 7. Y las fases 5ª y 6ª abren las puertas de lo indicado en los números restantes y aun de otros estados y experiencias que por lo alejados que quedan del estado de conciencia «normal» del hombre agitado de nuestra cultura occidental, no es necesario ni útil, quizás, exponer aquí.. ACTITUD POSITIVA DE LA MENTE La actitud mental que permite esta relajación progresiva es la de ir soltando con la mente-voluntad todo esfuerzo, de cualquier clase que sea, y mantener la atención (no el pensamiento) siempre clara, despierta, alerta. Se observará que el mejor modo de ir soltando toda contracción es sincronizar los actos de la mente voluntad con el movimiento de cada espiración. La atención sigue un proceso de transformación muy característico. Al principio, es como la usual que se emplea al mirar cualquier situación exterior con interés. Poco a poco se va acostumbrando a dirigirse y centrarse en las sensaciones internas del cuerpo al tener que registrar el estado de contracción o de distensión de cada miembro o región: es ahora una atención interior pero particular, pues tiene que ir enfocando cada miembro o región para registrar su estado. Con la práctica, está atención se hace más general, siendo capaz entonces de registrar de un modo instantáneo el estado global del tono muscular del cuerpo a la vez que el estado mental que le acompaña. Al estar conectada activamente con todas las vías de sensibilidad interior a la vez, la atención se centraliza, se fija, se hace estable, inmóvil aunque despierta; no mira, ve, contempla. Esta interiorización de la mente, como es natural, presenta su dificultad para el principiante. La mente, en efecto, al no tener imágenes en las que agarrarse y al fallar todo estímulo de la atención superficial, se resiste vivamente a dejar. su sede habitual de actividad y si, al fin, la suelta de golpe, cae en la inconsciencia, se sumerge en el sueño. Por esto, tanto para «ir» como para «volver» del estado de relajación profunda es indispensable usar en todo momento del máximo discernimiento y suavidad, evitando en absoluto todo esfuerzo y violencia. En la parte práctica daremos, desde luego, la descripción detallada de cómo debe efectuarse cada una de las fases de la relajación con la actitud y estado mental que les acompañan. LOS IMPEDIMENTOS Los factores que dificultan o impiden la práctica correcta de la relajación son de tres tipos: de origen físico, de origen emocional y de origen mental. 1. De origen físico. - Cualquier malestar o enfermedad dificulta la relajación superficial e impide, si no se dominan por completo las cuatro primeras fases de la relajación, los estadios profundos. A medida que la salud mejora, aumenta la facilidad para la relajación, y viceversa, a medida que se progresa en la relajación mejora paralelamente el estado de salud en general. Dentro de un orden menor de dificultades, hay que mencionar las incomodidades. La relajación completa exige que el cuerpo pueda olvidarse por completo, y, para ello, sobre todo al principio, es preciso que las sensaciones físicas procedentes de la propia postura, ruidos, temperatura, etc., sean las más favorables. Estos son obstáculos físicos que podríamos decir dificultan directamente el aprendizaje de la relajación. Después, al tratar de las dificultades de la mente, veremos que también indirectamente perturban la marcha de los ejercicios. 2. De origen emocional. - Como ya hemos dicho anteriormente, toda tensión emocional, tanto consciente como inconsciente, dificulta o impide la relajación. Pero también, a medida que la relajación progresa,
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