Antoni de Martí i Franquès, ¿un genio aislado? La llegada del lamarckismo a Barcelona en la primera mitad del siglo XIX Agustí Camós Cabeceran (*) (*) orcid.org/0000-0002-9054-660X. Centre d’Història de la Ciència (CEHIC), Universitat Autònoma de Barcelona. [email protected] Dynamis Fecha de recepción: 22 de enero de 2015 [0211-9536] 2016; 36 (2): 391-417 Fecha de aceptación: 9 de noviembre de 2015 http://dx.doi.org/10.4321/S0211-95362016000200007 SUMARIO: 1.—Introducción. 2.—Antoni de Martí i Franquès. 3.—Prestigio y conocimiento de la obra científica de Martí. 4.—Martí y el lamarckismo. 5.—La difusión del lamarckismo en Catalunya en la primera mitad del siglo XIX. 6.—Martí y el lamarckismo en Barcelona. 7.—Conclusiones. RESUMEN: Aunque Antoni de Martí i Franquès pasó la mayor parte de su vida en poblaciones alejadas de instituciones científicas, no fue por ello un genio aislado. Participó y presentó cinco memorias en academias de Barcelona, colaboró con algunos de los científicos más destacados de la ciudad, y mantuvo correspondencia con muchos otros. Su actividad en el campo de la ciencia era conocida especialmente en Cataluña, pero también en España y en cierta medida en Europa. Sus investigaciones le llevaron a defender planteamientos sobre la transformación de los organismos, la generación espontánea y la antigüedad de la Tierra, que en algunos puntos estaban en contradicción con las posiciones de la Iglesia católica española más orto- doxa, siendo el miedo a su reacción la causa de que publicara muy pocos textos científicos. No obstante, comunicó a sus amigos más íntimos sus investigaciones y sus conclusiones. Su aceptación de planteamientos muy próximos al evolucionismo de Lamarck, fue determinante para que otros autores como el naturalista Agustí Yáñez o el impresor Bergnes de las Casas, divulgaran estas ideas en Barcelona en la primera mitad del siglo XIX. PALABRAS CLAVE: Martí i Franquès, Lamarckismo, Bergnes de las Casas, Agustí Yáñez, Barcelona. KEY WORDS: Martí i Franquès, Lamarckism, Bergnes de las Casas, Agustí Yáñez, Barcelona. Agustí Camós Cabeceran 392 Dynamis 2016; 36 (2): 391-417 1. Introducción Si buscamos el término genio aislado en internet, la primera página que encontraremos relacionada con un científico se refiere a Santiago Ramón y Cajal 1. No es extraño en el marco de una cultura, la española, que sigue valorando muy poco la historia de la ciencia, donde destacados personajes como Ortega y Gasset caracterizaban a los grandes científicos españoles como «seres de una pieza, que nacen sin precursores, por generación espontánea» 2. Es posible que esta banalización de la historia de la ciencia y esta mitificación falseada no sea más que una consecuencia de la llamada «polémica de la ciencia española», como afirmaba López Piñero hace una década 3. En el caso de Ramón y Cajal la calificación de genio aislado no resiste el mínimo análisis histórico. Si hacemos la misma búsqueda con las palabras en lengua catalana, geni aïllat, encontramos que la primera página localizada se refiere a Antoni de Martí i Franquès 4. Sin embargo, en este caso la calificación referida al científico tarraconense aparece en escritos de rigurosos y competentes historiadores de la ciencia 5, y de hecho puede ampararse en datos ciertos puesto que sabemos que pasó gran parte de su vida en Altafulla y Tarragona «aislado de cualquier comunidad científica activa» 6. Tampoco se le conocen maestros, ni estudios científicos. Pero, ¿esto significa que científicamente estuviera aislado? ¿Que no intercambiara información con otros científicos? ¿Que sus planteamientos científicos no influyeran en otros? En este artículo intentaremos responder a estas preguntas, así como comprender su papel en la llegada del lamarckismo a Barcelona. 1. http://cienciaysalud.laverdad.es/3_2_7.html [consultada 12/1/2015]. 2. Ortega y Gasset, José. La ciencia romántica. El imparcial, 4 de junio de 1906. Citado por López Piñero, José María. Santiago Ramón y Cajal. Valencia: PUV; 2006, p. 9. 3. López Piñero, n. 2, p. 9. 4. http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:k6DX_8gZg18J:www.raco.cat/index. php/EstudisAltafulla/article/download/205707/290560+&cd=1&hl=ca&ct=clnk&gl=es&lr=la ng_ca%7Clang_es; [consultada 12/1/2015]. 5. Grapí, Pere. Antoni Martí i Franquès i la nova química del segle XVIII. Estudis Altafullencs. 2001; 25: 53. Nieto-Galan, Agustí. Marti i Franquès, Carbonell i Bravo, i els usos de la nova química a la Catalunya il·lustrada. In: Izquierdo, Mercé et al. Lavoisier i els orígens de la química moderna, 200 anys després (1794-1994). Barcelona: IEC; 1996, p. 165. 6. Grau, Josep. La química de l’aire. In: Martí, Antoni. La química de l’aire. Tarragona: Publicacions URV; 2011, p. 23. Antoni de Martí i Franquès, ¿un genio aislado? 393 Dynamis 2016; 36 (2): 391-417 2. Antoni de Martí i Franquès La principal dificultad que presenta el estudio de la figura de Martí es la escasez de fuentes primarias. Solo se conservan tres memorias que presentó en instituciones académicas de Barcelona, cartas y documentos familiares, parte de su biblioteca y unos excepcionales manuscritos de difícil lectura que recogen solamente los últimos años de su trabajo científico, pero que se han transcrito tan solo en una pequeña parte. También disponemos de testimonios de algunos contemporáneos que son de gran importancia para comprender la inclusión de Martí en la sociedad de su tiempo. Martí era natural de Altafulla, una pequeña población costera situada a pocos kilómetros de la ciudad de Tarragona, donde nació en el año 1750. Murió en Tarragona en el año 1832. Comerciante y gran propietario agrícola, disfrutó de una muy buena situación económica que le permitió dedicar amplios recursos a desarrollar una destacada actividad científica. Dominaba distintas lenguas europeas, y su formación como científico y naturalista fue básicamente autodidacta. Su gran trabajo experimental sobre la química del aire, y sobre la alimentación, la generación y la hibridación de los vegetales, lo realizó fundamentalmente en su gabinete que estableció en Altafulla, trasladándolo posteriormente a Tarragona. Además constituyó notables colecciones botánicas y geológicas, y una gran biblioteca con publicaciones que recibía de diversas ciudades europeas, que le permitían estar al corriente de los avances y los debates científicos que se producían en el continente. Viajaba con cierta frecuencia a Barcelona, donde era socio de la Real Academia Médico-Práctica y de la Real Academia de Ciencias Naturales y Artes (RACAB), en las que presentó cinco memorias. Entre ellas destaca la que llevaba por título «Sobre la cantidad de aire vital que se halla en el aire atmosférico y sobre los varios métodos de conocerla», donde realizó un preciso cálculo de la composición del aire atmosférico, estableciendo los conocidos porcentajes del 78% de nitrógeno y 21% de oxígeno, así como su constancia, resultados que se conocieron en el extranjero 7. Otra memoria que tuvo repercusión fue la que llevaba por título «Experimentos y observaciones sobre los sexos y fecundación de las plantas», donde rebatía experimentalmente la tesis del científico italiano Lazzaro Spallanzani, al demostrar que no era cierto que plantas como el cáñamo o las espinacas 7. Grau, n. 6, p. 34-40. Agustí Camós Cabeceran 394 Dynamis 2016; 36 (2): 391-417 pudieran producir semillas únicamente a partir de la parte femenina de su flor sin la participación del polen. Esta segunda memoria constituye el único trabajo que imprimió en vida, aunque de la memoria sobre el aire atmosférico aparecieron resúmenes en diversas publicaciones tanto españolas como extranjeras 8. Sus preocupaciones religiosas determinaron que no publicara la mayor parte de su trabajo científico. Su amigo el clérigo Félix Torres Amat fue muy claro cuando señalaba «fue el temor de que muchos, más por ignorancia que por malicia, se levantarían contra él. Y quizás le acusarían de hereje o impío» 9. Aunque sus biógrafos insisten en el catolicismo de Martí, hecho que no dudamos, esta insistencia parece ser una forma de protegerle frente a los ataques de los sectores más ortodoxos de la Iglesia católica. Sabemos a través de su correspondencia que recibió de Francia libros expresamente prohibidos por la Iglesia, como Emile, Héloïse y el Contrat social de Rousseau 10, y es muy posible que poseyera muchos de análogas características, pero fueron eliminados en las depuraciones que sufrió su biblioteca a causa de l’ànima excessivament religiosa 11 de algunos de sus herederos. A pesar de esto, en lo que queda de su mutilada biblioteca se conservan algunas obras de marcado carácter materialista, como Système des animaux sans vertèbres de Lamarck y De rerum natura de Lucrecio 12. A partir de estos datos y de sus opiniones científicas habríamos de calificar a Martí como un católico ilustrado bastante heterodoxo y próximo a la disidencia religiosa 13. Como gran propietario y persona preocupada por el progreso, fue un personaje destacado en las comarcas de Tarragona, puesto que colaboró en importantes iniciativas ciudadanas. Fue socio fundador de la Sociedad 8. Grau, n. 6, p. 73-180. 9. Torres Amat, Fèlix. Memorias para ayudar a formar un diccionario crítico de los escritores catalanes. Barcelona: Imprenta A. Verdaguer; 1836, p. 383. 10. Quintana, Antoni. Antoni Martí Franquès. Memòries originals. Estudi biogràfic i documental. Memòries de l’Acadèmia de Ciències i Arts de Barcelona. Barcelona: Nebots de López Robert; 1935, p. 260. 11. Quintana, n. 10, p. 87. 12. Quintana, n. 10, p. 280. 13. Camós, Agustí. Antoni de Martí i Franquès i Fèlix Torres Amat: Ciència i dissidència religiosa a la Catalunya d’inici del segle XIX. Actes d’història de la ciència i de la Tècnica. 2013; 6 (1): 1-32. Disponible en: http://revistes.iec.cat/index.php/AHCT/article/view/65925/pdf_509 Antoni de Martí i Franquès, ¿un genio aislado? 395 Dynamis 2016; 36 (2): 391-417 Figura 1. Retrato al óleo de Antoni de Martí i Franquès pintado por el académico Josep Arrau, que se conserva en la Reial Acadèmia de Ciències i Arts de Barcelona (circa 1835). de Amigos del País 14, participó en la creación a principio de siglo XIX de la Real Academia de Dibujo y Náutica, y en los esfuerzos hechos durante el trienio liberal para reestablecer en la ciudad estudios universitarios 15. Asimismo participó en algunos proyectos de notable valor comercial para 14. Torres Amat, n. 9, p. 40. 15. Rovira, Salvador J. Antoni Martí i Franquès i l’Altafulla del seu temps (1750-1832). Tarragona: Centre d’Estudis d’Altafulla; 1982, p. 135-139. Agustí Camós Cabeceran 396 Dynamis 2016; 36 (2): 391-417 las comarcas tarraconenses, como la construcción de carreteras entre Tarragona, Valls y Lleida, entre Tarragona y Reus, y entre Montblanc y Reus, así como de un canal entre Reus y Salou 16. Su gran prestigio hizo que en 1809 le propusieran participar en los trabajos preparatorios para la elección de un diputado por la ciudad de Tarragona en las Cortes de Cádiz, aunque rehusó. Al año siguiente se le propuso para el cargo de concejal de la ciudad, nombramiento que también declinó, aunque parece que sí fue regidor en 1823 17. Con estos datos es difícil precisar el posicionamiento político de Martí, pero muestran que su notoriedad y reconocimiento social en Tarragona debería ser importante. 3. Prestigio y conocimiento de la obra científica de Martí Tuvo una cierta presencia como científico en la ciudad de Tarragona. Sabemos que presentó en la Sociedad de Amigos del País su memoria sobre los sexos y la fecundación de las plantas 18, y que participó en una tertulia que se celebraba en la farmacia de Odón Ferrer, junto con otros notables personajes como el clérigo Torres Amat y el médico Pere Virgili 19. Por otra parte, desde finales del siglo XVIII instaló su gabinete y su biblioteca en Tarragona, donde continuaría desarrollando un enorme trabajo experimental que no debió pasar inadvertido por sus conciudadanos 20. Sin embargo donde tuvo mayor repercusión su actividad científica fue en la ciudad de Barcelona, donde como hemos visto, era miembro de dos sociedades científicas. Cabe resaltar que fuera miembro de la Academia Médico-Práctica sin ser ni médico ni cirujano, lo que nos da una idea del prestigio que tenía entre el estamento clínico de la ciudad. No podía pasar desapercibido como científico investigador, ya que muchos de sus experimentos en relación a la composición del aire los hizo en lugares públicos de Barcelona, ya fuera en el centro, en iglesias y teatros, 16. Quitana, Antoni. Epistolari d’Antoni de Martí i Franquès i d’alguns dels seus contemporanis (1780-1833). Estudis Altafullencs. 1992; 16: 51-122. 17. Adserà, Josep. Antonio de Martí i Franquès, renuncia a toda gestión política. In: Miscel·lània Antoni de Martí i Franquès. Tarragona: Ajuntament de Tarragona, 1985, p. 19-39. 18. Quintana, n. 10, p. 136-137. 19. Quintana, n. 10, p. 162. 20. Parcet, Jaume. Necrología de Dn. Antonio Martí y Franqués escrita por el doctor Jaime Parcet, leída el 20 noviembre 1832. Boletín Arqueológico de Tarragona, 1907; 5: 697. Antoni de Martí i Franquès, ¿un genio aislado? 397 Dynamis 2016; 36 (2): 391-417 o en los alrededores. Particular repercusión hubieron de tener los análisis que hizo en el teatro de la Santa Creu el día 4 de noviembre de 1788, cuando se representaba una ópera y el teatro se hallaba repleto de autoridades y nobles del Principado, puesto que se trataba de su reinauguración tras el incendio que había sufrido un año antes 21. Colaboró en actividades experimentales de algunos de sus compañeros académicos. Sabemos a través de su amigo Francesc Salvà, que le ayudó a realizar una serie de experimentos relacionados con el galvanismo 22, y que también colaboró en el trabajo experimental de otro notable científico amigo suyo, Francesc Carbonell 23. Asimismo ayudó a Cristòfol Montiu y a Francesc Santponç en el desarrollo de una máquina para extraer agua 24. Además mantuvo intercambios con botánicos residentes en otros puntos de España, como con Mariano Lagasca 25, José Cavanilles 26, Pere Abad 27, Pierre A. Pourret 28 y Francesc Bahí 29. Igualmente mantuvo relaciones con científicos extranjeros, en buena parte debido a su colaboración en una de las mayores empresas científicas de su época, la medición del arco del meridiano de París. Mantuvo correspondencia con Pierre Mechain, Francesc Aragó, Alexandre Laborde y Jean-Baptiste Biot. También estableció contactos con científicos extranjeros en el viaje que realizó en los años 1800 y 1801 por Europa, donde visitó algunas de les instituciones científicas más destacadas. Según Torres Amat en estas instituciones fue recibido con singulares muestras de afecto 30. Donde mayor conocimiento se tuvo del trabajo científico de Martí y disfrutó de mayor prestigio, fue en los círculos académicos y culturales barceloneses. Hay que recordar que en Barcelona en los últimos decenios del siglo XVIII y primeros del XIX, se desarrollaba una estimable actividad 21. Torres Amat, n. 9, p. 383. 22. Agustí, Jaume. Ciència i Tècnica a Catalunya en el segle XVIII. Barcelona: Institut d’Estudis Catalans; 1983, p. 69. 23. Yáñez, Agustí. Elogio histórico del Dr. D. Francisco Carbonell y Bravo. Barcelona: Imprenta de la viuda é hijos de D. Antonio Brusi; 1838, p. 28. 24. Quintana, n. 10, p. 247 25. Quintana, n. 10, p. 196. 26. Quintana, n. 10, p. 101. 27. Quintana, n. 10, p. 242. 28. Quintana, Antoni. Biografia desapasionada d’Antoni de Martí i Franquès. In: Miscel·lània Antoni de Martí i Franquès. Tarragona: Ajuntament de Tarragona; 1985, p. 72. 29. Quintana, n. 28, p. 73. 30. Torres Amat, n. 9, p. XXII. Agustí Camós Cabeceran 398 Dynamis 2016; 36 (2): 391-417 científica en algunas instituciones como la RACAB o la Academia Médico- Práctica. Por otra parte, a pesar de que su Universidad continuara cerrada como consecuencia del resultado de la Guerra de Sucesión, se crearon una serie de escuelas superiores donde se formaba a los alumnos en materias científica y técnicas; de entre ellas destacan la Academia Militar de Matemáticas, las escuelas de la Junta de Comercio, el Colegio de Farmacia San Vitoriano, el Colegio de Cirugía y las clases que se desarrollaban en la RACAB. Además existían otras instituciones que también dinamizaban el mundo intelectual barcelonés, como la Real Academia de Buenas Letras. Por tanto en la segunda parte del siglo XVIII y principio del XIX existía en Barcelona una dinámica élite intelectual y comercial, y las novedades en el campo científico y técnico podían llegar y discutirse con una cierta fluidez. En este contexto fueron apareciendo en Barcelona una serie de destacados científicos que impulsaban la vida institucional y cultural barcelonesa, que conocían y valoraban el trabajo científico de Martí, y se lamentaban de que no se publicaran sus hallazgos. Así lo hacía su amigo Francesc Carbonell en 1816, cuando Martí todavía mantenía una intensa actividad experimental, introduciendo la siguiente nota en la traducción de una obra de Chaptal: «Al mismo Sr. Martí se deben otros importantes, originales y capitales descubrimientos en la química y en la botánica, y del mismo esperamos aun otros de mayor trascendencia en las ciencias físicas, atendida su infatigable laboriosidad, su sólida instrucción y gran talento con que sigue cultivando aun estas ciencias. La amistad con que me honra este sabio, la justicia debida a su mérito singular y la gloria de mi nación, no pueden menos que de haberme excitado a hacer esta mención honorífica a nuestro benemérito paisano D. Antonio Martí» 31. Y dos años más tarde Carbonell volvía a referirse a los «nuevos y sumamente importantes descubrimientos» que había realizado Martí, y como había «adelantado de un modo extraordinario los conocimientos acerca de la naturaleza y el estado de composición de las plantas» 32. En 1820, otro destacado científico barcelonés y también gran amigo de Martí, el naturalista Agustí Yáñez, ponía también de manifiesto su conocimiento de los trabajos del científico tarraconense y la gran 31. Chaptal, Jean-Antoine. Química aplicada a las Artes. Barcelona: Imprenta de Brusi; 1816, vol. III, p. 140. 32. Carbonell, Francesc. Ejercicios públicos de química. Barcelona: Imprenta de Brusi; 1818, p. 186. Antoni de Martí i Franquès, ¿un genio aislado? 399 Dynamis 2016; 36 (2): 391-417 trascendencia que les daba, en la primera edición de sus Lecciones de historia natural: «Este sabio laborioso e infatigable se está ocupando en esperiencias [sic] muy delicadas relativas a las plantas criptógamas; las cuales, si llegan a publicarse, no dudo que causarán mutaciones de mucha consideración en la fisiología de los vegetales» 33. Unos años más tarde el clérigo ilustrado Fèlix Torres Amat, también amigo de Martí y buen conocedor de su trabajo científico, escribía en el prólogo del diccionario crítico de los escritores catalanes que había redactado algunos años antes de su publicación, mientras el naturalista todavía vivía: «Quizá así depondrá su excesiva timidez y modestia un religioso caballero y sabio naturalista (...) y se animará a dar a luz a la preciosísima colección de importantes observaciones, y de repetidos y luminosos experimentos en el reino vegetal, y en geología, que ha hecho por espacio de más de 50 años» 34. Además conocemos que durante la década ominosa, cuando Fernando VII había cerrado todas las academias, Martí ya anciano y residente en Barcelona mantuvo una tertulia en los años 1829 y 1830 que se convirtió en uno de los pocos focos de debate científico que quedaron en la ciudad, y donde explicó sus propias concepciones 35. Muchos de los jóvenes participantes en la tertulia con los años serían personas influyentes que difundirían sus ideas, como Josep Arrau, que sería un notable pintor y académico de RACAB, Joan Agell, que sería académico de la RACAB y catedrático de química de la Universidad de Barcelona, y Marià de la Pau Graells, que sería un gran entomólogo y catedrático de la Universidad de Madrid. Esta gran valoración del trabajo de Martí en el mundo ilustrado barcelonés no acabó con su muerte en 1832, sino que durante decenios no se olvidó y continuó considerándose de gran importancia, y por ello continuaron los elogios y los intentos de publicar sus obras. El mismo año de su fallecimiento el médico tarraconense Jaume Parcet escribía: 33. Yáñez, Agustí. Lecciones de historia natural. Barcelona: Viuda Roca; 1820, p. 219. 34. Torres Amat, n. 9, p. XXII. 35. Elías de Molins, Antonio. Diccionario biográfico y bibliográfico de escritores y artistas catalanes del siglo XIX. Barcelona: Imprenta de Calzada; 1895, vol. II, p. 93-94. Agustí Camós Cabeceran 400 Dynamis 2016; 36 (2): 391-417 «Don Antonio de Martí por la exactitud y escrupulosidad de sus experi- mentos, por la sublimidad de sus ideas, por sus correspondencias literarias y científicas y por sus inventos y descubrimientos, se granjeó el apreció general de la república literaria y el honroso título de sabio español» 36. Torres Amat se refería a la necesidad de publicar los trabajos de Martí en el texto definitivo de su diccionario sobre escritores catalanes, revisado tras la defunción del naturalista, con las siguientes palabras: «Sería una lástima que quedasen inéditos estos trabajos de extraordinario mérito que tanto redundarían en honor de nuestra España» 37. También Yáñez en la segunda edición de Lecciones de historia natural publicada cuando ya hacía más de un decenio que Martí había muerto escribía en una nota a pie de página: «Me consta de una manera positiva que nuestro célebre paisano D. Antonio de Martí había practicado por espacio de un gran número de años millares de observaciones y experimentos acerca de la reproducción de las plantas criptógamas. Su modestia rehusó constantemente publicar sus interesantes resultados, ni aún comunicarlos explícitamente a sus amigos, limitándose a asegurar a estos que distaban mucho de todo lo que se había publicado hasta la época. Después de su muerte no ha sido posible descifrar los apuntes en que estaban consignados tan preciosos datos» 38. Llorenç Presas, discípulo y gran amigo de Yáñez 39, algunos años más tarde escribía en un libro sobre el cólera morbo asiático publicado con motivo del grave brote epidémico que se produjo en Barcelona en el año 1854, «La España debería haber presentado los trabajos fisiológicos de Martí perdidos desgraciadamente para la ciencia», y se lamentaba del «fatal tribunal» que impidió que se publicaran 40. Cabe añadir que conocemos a 36. Parcet, n. 20, p. 699-700. 37. Torres Amat, n. 9, p. 381. 38. Yáñez, Agustí. Lecciones de historia natural. 2.ª ed. Barcelona: Imprenta de Benito Espona y Blay; 1845, vol. II, p. 283. 39. Puig-Pla, Carles. Llorenç Presas i Puig. In: Camarasa, Josep Maria; Roca, Antoni, eds. Ciència i tècnica als Països Catalans: Una aproximació biogràfica. Barcelona: Fundació Catalana per la Recerca; 1995, p. 150. 40. Presas, Llorenç. Guerra a muerte al cólera morbo asiático. 2.ª ed. Barcelona: Librería de Joaquín Verdaguer; 1855, p. 32-33.
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