ANTÓN MARTÍN EN EL PROCESO DE BEATIFICACIÓN DE SAN JUAN DE DIOS José Luis Martínez Gil, o.h. Resumen El autor, que ha realizado una nueva publicación sobre el Proceso de beatificación de San Juan de Dios, presenta un extracto de los testigos que hablan y se refieren a la figura señera del primer seguidor de Juan de Dios y cofundador de la Orden Hospitalaria, el Hermano Antón Martín de Dios. Quedan, en estos documentos, claramente reflejadas tanto la firmeza de su persona como la identificación plena con la obra que hereda de Juan de Dios, así como también se destacan las virtudes que ejercitó en su vida tanto en Madrid como en Granada, haciendo que los hospitales de ambas ciudades quedasen organizados. Introducción El Proceso de beatificación de San Juan de Dios1 es un documento fuente, muy importante para la historia de la Orden Hospitalaria, ya que muchos de los testimonios que podemos leer y tener noticia, corresponden a personas cualificadas que conocieron y trataron al bendito Juan de Dios y otros que oyeron a sus padres y familiares en más de veinte ciudades de España en 1622. El presente trabajo es, en parte, el resumen de lo que manifestaron sobre la figura señera del primer hermano hospitalario y compañero del fundador, el hermano Antón Martín de Dios, conocida como un gran bienhechor de los pobres especialmente de Granada y Madrid donde finalizó su vida de entrega a Dios y a los enfermos. Su cuerpo está enterrado en la capilla del Hospital de San Rafael de Madrid. Los testigos presentados en el proceso hablan de él como un hermano fiel imitador de Juan de Dios que le acompañó en el ministerio hospitalario desde que supo perdonar a su enemigo, luego amigo y hermano Pedro Velasco y que murió con fama de gran santo hospitalario imitando el estilo de Juan de Dios. Del Proceso de beatificación de San Juan de Dios se extraen los testimonios de los testigos que hablan y se refieren al primer seguidor de Juan de Dios y cofundador de la Orden Hospitalaria, el Hermano Antón Martín de Dios. Se comienza con una breve biografía que sirva 1MARTINEZ GIL, J.L. (2006). El proceso de beatificación de San Juan de Dios Madrid, BAC maior 84. Archivo Hospitalario 2006 (4): 303-371 303 José Luis Martínez Gil para aquellos, a quienes no les resulte fácil situar y conocer la vida de este insigne varón hospitalario. Los testimonios del Proceso son claros e inteligibles. Fue un gran hospitalario que siguió los pasos y supo imitar a Juan de Dios y tener su apoyo y respeto. Los testigos que lo recuerdan lo hacen con veneración y gratitud. Mejor es que nos adentremos en su vida y en los testimonios de tantos que lo conocieron y trataron para que su vida de entrega a Dios y a los enfermos pobres nos estimule a todos a seguir su ejemplo de perdón y amor a Dios en los más necesitados. Son varias las preguntas del proceso que ponemos al principio como orientación al lector. También algunos textos están seguidos de una numeración que corresponde a las páginas del manuscrito, que se respetan. Unas notas biográficas sobre Antón Martín Aragón Nace en Mira, provincia de Cuenca en el año 1500. Sus padres son labradores humildes, honrados y sencillos cristianos. Pasó su infancia en la casa paterna dedicado a las faenas del campo, hasta que fallecido su padre, dejó su casa y se dirigió a Valencia en cuya ciudad se colocó como vigía en las costas del Mediterráneo. Después se trasladó a Requena donde trabajó como empleado de Aduanas. Su madre había contraído nuevas nupcias cuando le comunicó la noticia de la muerte trágica de su hermano Pedro Aragón. Desde ese momento ardía en deseos de venganza y no parará en pleitos ante la justicia hasta poner en la cárcel al asesino de su hermano, que no era otro que Pedro Velasco, con quien más tarde ingresará en la Fraternidad Hospitalaria, ambos de la mano del propio San Juan de Dios. Efectivamente, con el asesino ya en la cárcel, no queda satisfecho y se empeña en que el tribunal le condene a muerte. De nada valían las súplicas de sus amigos para que le perdonase, su corazón seguía duro como un peñasco. Ni la Chancillería ni el propio Rey podían hacer nada al respecto. La fama de santidad que Juan de Dios tenía en Granada hizo que los familiares de Pedro Velasco acudieran a él para informarle del caso y que mediara en el perdón. Por otra parte, Antón Martín ya había tenido contacto con el santo, pues en repetidas ocasiones le había dado limosna para sus pobres y enfermos del hospital. Juan de Dios, después de ponerse largo tiempo en oración, salió en busca de Antón Martín y lo encontró en la calle de la Colcha. Puesto de rodillas y con el crucifijo en la mano, el santo hospitalario le dijo: “Antón Martín, vengo para pediros y rogaros que así perdone este divino Señor crucificado 304 Archivo Hospitalario 2006 (4): 303-371 Antón Martín en el proceso de beatificación de san juan de dios vuestras culpas, que perdonéis la que cometió contra vuestro hermano vuestro contrario, perdonad a vuestro enemigo y seréis amigo de Dios”. Bastaron estas palabras para que el corazón de Antón Martín se ablandara y de sus ojos salieran las primeras lágrimas de perdón y arrepentimiento. Ante la gente que se agolpaba para ver la escena, Antón Martín no sólo perdonó de corazón a quien había sido su enemigo mortal sino que se puso a disposición del santo para que dispusiese de su voluntad de servir a Dios en los enfermos. Tras firmar el perdón en la Chancillería y retirada la demanda se dirigieron a la cárcel para encontrarse con Pedro Velasco. Este al verlos temió lo peor pensando que le condenarían a la pena capital, mas cuando se enteró del perdón se abrazó a ellos y con lágrimas de agradecimiento salió de la cárcel y se dirigieron al Hospital. Juan de Dios les recibió en la Hospitalidad y tras un periodo de prueba, Antón Martín vistió el hábito hospitalario, signo de consagración a Dios. La gracia de Dios inundó su alma para borrar los extravíos de su vida pasada y crecer en la vida espiritual de caridad y entrega al ministerio hospitalario. Tan buen discípulo vio Juan de Dios en Antón Martín que se dispuso a formar su alma para sucederle después de que él muriera. Heredero del carisma del santo fundador, destacó por su actividad infatigable en el ejercicio de la caridad. Imitó en todo a su maestro, incluso en los signos externos, rapándose el cabello y caminando descalzo o en alpargatas. Cuando sus ocupaciones en el Hospital le dejaban algún tiempo, salía a pedir limosna por la ciudad diciendo al estilo de Juan de Dios: “Hermanos haced bien a vosotros mismos, socorriendo a los pobres”. En numerosas ocasiones vieron a Antón Martín llevar sobre sus hombros a los enfermos que no podían caminar por las empinadas calles de Granada. Cuando Juan de Dios tenía que ausentarse, dejaba a Antón Martín como Hermano Mayor sabiendo que a su vuelta todo lo encontraría en orden. Ayudó en el traslado de los enfermos al nuevo hospital de la calle Gomeles, el cual pronto se quedaría también pequeño por la gran afluencia de enfermos que venían de todos los lugares atraídos por la hospitalidad de Juan de Dios. Cuando a Juan de Dios le fallaron las fuerzas y cayó enfermo, Antón Martín tomó el relevo. Visitaba al santo en casa de los Pisa y le informaba de todo lo que acontecía en el hospital pidiéndole sabios consejos y asistiéndole en sus últimos momentos. Fue testigo de su muerte de rodillas y abrazado al crucifijo. Como fiel compañero inseparable marchó junto al féretro en la comitiva fúnebre, seguido de los demás hermanos y de los enfermos del Hospital que podían andar. Archivo Hospitalario 2006 (4): 303-371 305 José Luis Martínez Gil Después de la muerte de Juan de Dios, nada cambió en la marcha del Hospital, pues Antón Martín fue confirmado como Hermano Mayor del mismo. Los hermanos hospitalarios llevaban una vida de intensidad espiritual, llena de sacrificios, asistencia caritativa a los enfermos, socorro a los huérfanos y a las viudas y postulación diaria por la ciudad, con la capacha al hombro y las ollas en la mano, repitiendo la fórmula que habían aprendido de su Fundador. Como buen gestor del Hospital procuró sanear la economía del mismo a través de las limosnas extraordinarias que conseguía de poderosos señores. Para ello les visitaba en sus residencias y con la ayuda de Juan de Ávila inclinaba su voluntad para que sus donaciones se dirigieran al Hospital, lo mismo que ocurriera en vida de San Juan de Dios. A este respecto, cabe destacar el viaje que hizo a la Corte de Madrid. Con el permiso del arzobispo se dirigió primero a Toledo para visitar a Doña Leonor de Mendoza, prima de la duquesa de Sesa, una de las insignes bienhechoras de Juan de Dios. Ya en Madrid se entrevista con el Príncipe Felipe y su hermana la infanta Doña Juana. Les expone las grandes necesidades del Hospital porque los comienzos han sido muy costosos y los gastos extraordinarios. Además en Madrid visita a otros grandes señores y se dedica a pedir por las calles al igual que hacía en Granada. De esta visita sacó alta rentabilidad ya que, además de los grandes donativos en metálico, se trajo la oferta de fundar un hospital en Madrid. A su vuelta dio cuenta de todo a D. Pedro Guerrero, el cual le animó a llevar a cabo cuanto antes la nueva fundación. A finales de 1552, habiendo dejado todo en orden en el Hospital de Granada, se dirige nuevamente a Madrid, caminando a pie y descalzo, sin abrigo, con su cayado en la mano y su capacha al hombro. Su humildad y sencillez eran admiradas por las gentes de los lugares por donde pasaba y su ejemplo calaba en aquellos que se le acercaban. En Madrid, ayudado por las familias y caballeros amigos, se dispuso a fundar el hospital. El lugar elegido fue un camino que conducía a la ermita de Nuestra Señora de Atocha. Los dueños de la finca eran D. Fernando de Sotomonte, Contador real, y su esposa Doña Catalina de Reinoso. A ellos les compró el terreno en condiciones ventajosas, pues eran amigos y bienhechores. Obtenidos los permisos pertinentes de la Casa Real y del Arzobispado de Toledo y con las limosnas recibidas, comenzó las obras. A los pocos meses entró en funcionamiento una gran sala con veinte camas para los primeros enfermos. Quiso que el hospital llevase el nombre de Nuestra Señora del Amor de Dios, por la gran devoción que tenía a la Virgen. Más tarde el hospital sería conocido como Hospital de Antón Martín. 306 Archivo Hospitalario 2006 (4): 303-371 Antón Martín en el proceso de beatificación de san juan de dios Su vida fue un auténtico ejemplo de caridad, humildad y hospitalidad, lo que atrajo muchas vocaciones, por otra parte necesarias para atender el servicio a los enfermos cada vez más numerosos. Algunos de estos nuevos miembros de la Orden fueron su sobrino Miguel Vicente, Juan González, Cornelio Cisneros, Pedro Mateo y Alonso de Ayala. Con su ayuda se amplió el edificio con nuevas salas, habitaciones para los religiosos, oficinas e iglesia. Antón Martín ayudaba incluso como peón en las tareas de construcción, siempre que se lo permitía el desempeño de su ministerio hospitalario. Precisamente a causa de estas tareas enfermó gravemente a consecuencia de pasar muchos fríos y dormir a la intemperie. Ocurrió cuando ayudaba en los trabajos de acarrear madera de los bosques de Valsain, propiedad del Rey, para las obras del hospital. Viendo que se acercaba su partida, preparó su alma y dejó los asuntos del hospital en manos del joven Hermano Mayor Juan González. Reunida la comunidad les animó a que continuaran con las obras y no descansaran en la asistencia caritativa a los enfermos. Era la Nochebuena de 1553 cuando su alma voló a reunirse eternamente con el Padre. En los solemnes funerales le acompañaron las principales autoridades civiles y eclesiásticas y sobre todo sus pobres enfermos que tanto le quisieron en vida. Cumpliendo sus últimos deseos fue enterrado en San Francisco y trasladado a la iglesia de su hospital en 1596. Hoy sus restos reposan en la Iglesia del Hospital de San Rafael de Madrid. Posteriormente en esta ciudad se dedicó a su memoria una plaza y una estación de Metro que hasta la actualidad lleva su nombre. Bibliografía: ÁLVAREZ-SIERRA Y MANCHÒN, JOSÉ, Antón Martín el Madrid de los Austrias, Madrid 1961; GÒMEZ BUENO, JUAN CIUDAD, Historia de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, Granada 1963; La Caridad, Copia del Testamento y Codicilo (de Antón Martín), Madrid 1950; ORTEGA LÁZARO, LUIS VÍCTOR, Antón Martín –el Hermano Antón Martín- y su Hospital en la Calle Atocha de Madrid 1500-1936, Madrid 1981; SANTOS, JUAN, Cronología Hospitalaria y resumen historial de la Sagrada Religión del Glorioso Patriarca san Juan de Dios, Madrid 1715- 1716; MARTÍNEZ GIL, JOSÉ LUIS, San Juan de Dios Fundador de la fraternidad Hospitalaria, Madrid 2002. COMISIÓN INTERPROVINCIAL FUNDACIÓN JUAN CIUDAD. Diccionario de Historia Eclesiástica de España CSIC. Madrid, junio de 2001 (En preparación). Archivo Hospitalario 2006 (4): 303-371 307 José Luis Martínez Gil Los Documentos. Proceso de Beatificación de San Juan de Dios. (Archivo de la Diputación de Granada, Legajo 52. Números 1-27). Algunas preguntas: 26. Conversión de Antón Martín. Si saben, que en este tiempo asistía en Granada un hombre noble de tierra de Requena, llamado Antón Martín, pleiteando con otro sobre cierta cantidad de hacienda, y sobre la muerte de un hermano suyo, que le imputaba, y no pudiendo personas graves, y caritativas alcanzar del, que perdonase a aquel pobre hombre, y no le molestase más, el bendito Padre le encontró un día en la calle de la Colcha, y se/42 puso de rodillas delante del, sacando un crucifijo, que consigo traía, y le dijo razones tan vivas, y de tanta eficacia, en razón de que perdonara a aquel hombre, que Antón Martín se rindió a ellas, y dijo, que no sólo le perdonaba: pero que de allí adelante quería seguir su santo modo de vivir. Se fueron luego a la cárcel, donde estaba el delincuente, que se llamaba Pedro Velasco, y le sacaron de ella, y los dos enemigos hicieron amigos, juntamente hermanos, y compañeros del siervo de Dios, y de allí a delante salían con él descalzos a pedir limosna. Cobró grande opinión con este hecho, y a la fama de su hospital acudían tantos enfermos, y peregrinos, que le fue fuerza tomar otra casa más ancha, y espaciosa en la calle de los Gomeles. Pasó sus pobres a ella, y los que no podían ir por sí mismos los llevaba a cuestas: y asimismo llevaron el, y sus dos compañeros a cuestas todas las camas de los enfermos. Fuera de los pobres acudían al buen padre muchas otras personas, a que remediase sus necesidades, como mujeres viudas, huérfanos, y gente pobre, y honrada, soldados, pleiteantes, y labradores pobres, y a todos les daba lo que podía, y ninguno iba desconsolado. Y esto es publicó y notorio, etc. 27. La gran caridad del bendito Juan de Dios. Milagro. Otro milagro. Si saben, que el venerable padre Juan de Dios buscaba las doncellas pobres, y beatas recogidas, y mujeres casadas, y otros pobres honrados vergonzantes, que padecían necesidades secretas, y les acudía con lo necesario, pidiendo a las señoras principales de Granada para ellos. Y una señora viuda principal, llamadas doña Juana de Fusteros, le daba todos los días limosna: y no teniendo un día otra cosa que darle, le dio un poco de sal… El bendito Padre ordenó luego, que todos sus compañeros recibiesen aquel santo hábito de su mano, y luego les hizo una plática espiritual a este propósito, y señaló por Hermano mayor de su casa al hermano 308 Archivo Hospitalario 2006 (4): 303-371 Antón Martín en el proceso de beatificación de san juan de dios Antón Martín: y allí adelante el mismo venerable padre Juan de Dios estaba sujeto, y obediente Antón Martín, como a Hermano Mayor: y esto es público y notorio, etc. 29. Paciencia increíble del siervo de Dios. Si saben, que el bendito Padre era paciente y sobremanera, de suerte que por muchos trabajos que le sucedían, nunca se airaba. Y en confirmación de esto, yendo un día por la calle de los Gomeles, con un esportón lleno de panes, derribo la capa inadvertidamente a un caballero extranjero, el cual muy enojado le trató como bellaco, pícaro: el siervo de Dios dijo: perdóname hermano. 30. Viene a la Corte el bendito Padre. Si saben, que viendo el venerable padre, que las limosnas de la ciudad de Granada no eran abundantes, para sustentar tantos enfermos y peregrinos, como acudían a su hospital, salió a pedir limosna a los señores del Andalucía, que solían acudirle con mucha caridad, y desempeñarle de sus deudas: en especial el duque Sesa, que desde mancebo tenía cuenta de los pobres del hospital de Juan de Dios. Y aún no bastando estas limosnas, vino a la Corte, que estaba en Valladolid, con licencia del hermano Antón Martín, a quien había dado la obediencia… 41. La Reina del cielo y San Juan Evangelista y el Arcángel san Rafael visitan al bendito Juan de Dios antes de su muerte. Si saben, el venerable padre Juan de Dios, sabiendo ya el día de su muerte, comenzó a disponerse para la partida. Puso en un libro de memoria todas las deudas que había hecho por sus pobres, y allí a poco cayó muy enfermo, y su cama era una estera de enea, y una piedra por almohada, y juntó así un Cristo crucificado, y a otro lado/53 una calavera con quien hablaba cosas tocantes a la muerte, como si la calavera tuviera sentido. El día a la hora del ave María, entró en su celda la reina del cielo acompañada de sagradas vírgenes, y san Juan Evangelista, y san Rafael: conocidos luego el siervo de Dios, y con devoción del alma dijo aquella antífona, Alma Redemptoris mater, y el ángel se la ayudaba a decir. La reina del cielo le consoló, y le dio a beber un dulcísimo licor, y le dijo: Juan de mi hijo a los que son mis devotos favorezco yo en esta hora, y luego le limpió el rostro con un lienzo y le dijo, se humillara a todo lo que el arzobispo le mandase, y el siervo de Dios con un suspiro del corazón, dijo aquel verso, Maria Mater gratia, etc. El Hermano Antón Martín entrando en su celda dijo: ¿buena conversación habéis tenido mi buen Padre? Y el respondió: nunca visitas del cielo son malas. Y diciéndole el Hermano Antón Martín, si quería comer algo, respondió, que de la despensa del cielo la había traído ya la cena, y apretándole, Archivo Hospitalario 2006 (4): 303-371 309 José Luis Martínez Gil que le dijese quién respondió, en la virgen soberana María, San Juan Evangelista, y san Rafael, y que le habían dejado muy consolado. No podía el bendito padre salir fuera por su enfermedad, y así acudían a su mismo aposento muchos pobres, a los cuales daba cédulas para personas devotas, que los remediasen, y ninguno iba desconsolado. Y esto es público y notorio, etc. 50. Están sus imágenes en altares y capillas en España y las Indias. Y así mismo está pintado en la capilla de san Roque, y en la capilla de nuestra Señora del Pilar, y en la portada de su iglesia está de bulto su misma imagen, hincado de rodillas de la misma forma que quedó, cuando murió, y en el retablo del altar mayor del convento de san Jerónimo tienen también esa imagen de bulto. Y en el hospital de Madrid está en el altar mayor debajo del manto de nuestra Señora, con su compañero el bendito Antón Martín, con asenso el ilustrísimo señor arzobispo de Toledo, y de la misma manera, con el beneplácito de los demás señores obispos y prelados de España se ve en los demás conventos, y hospitales, como de nuestra Señora de los Desamparados de la ciudad de Valladolid, y en el de Jesucristo de Úbeda, en la enfermería esta de escultura, y en nuestra Señora de la Soledad de Segovia, y en los demás hospitales suyos de estos reinos: y tiene particular altar en muchas partes, donde se dice misa. Y esto es público y notorio, etc. 58. Desde niño fue bien inclinado y desde su conversión fue creciendo cada día en todo género de virtudes. Si saben, que el bendito Juan de Dios, en todo el discurso de su vida, ya siendo pastor, ya soldado, ya trabajador, ya mercader de libros, siempre miró mucho por la virtud, y su vida fue ejemplar y honesta, y desde niño era inclinado a lo bueno, y en especial amó la virtud de la castidad y decía muchas alabanzas de ella y cuanto mas iba creciendo en la edad se fue mejorando en buenos y castos propósitos, preciándose mucho de la pureza y limpieza de su conciencia. Daba a todos saludables consejos, y con ellos hacía gran fruto, donde quiera que estaba: fue muy obediente a sus superiores, y esto con tanta humildad, que el mismo quiso sujetarse, y dar la obediencia a su discípulo Antón Martín de Dios. 60. Tuvo y dejó el bendito Juan de Dios muchos hijos herederos de su espíritu. Si saben, que el bienaventurado Juan de Dios tuvo, y dejó discípulos, compañeros y hermanos, herederos de su espíritu, gran caridad y misericordia con los pobres enfermos, que dilataron su Congregación y Orden, y edificaron hospitales y enfermerías en estos/62 reinos, y las Indias, y en Roma, en Italia, Milán y Saboya y otras provincias, los cuales fueron llenos de grandes virtudes y los ilustró nuestro Señor con milagros en vida y en muerte y después de ella y 310 Archivo Hospitalario 2006 (4): 303-371 Antón Martín en el proceso de beatificación de san juan de dios entre ellos fue Antón Martín de Dios natural de Mira tierra de Requena raya de Valencia, hijo de Pedro de Aragón y de Elvira Martín de la Cuesta, fundador del convento y hospital de nuestra señora del Amor de Dios en la Villa de Madrid, que hoy tiene la advocación de su nombre y se llama Antón Martín de Dios, y murió en el Señor, víspera de Pascua de Navidad, en Madrid 24 de diciembre de 1553 y fue depositado en San Francisco, donde estuvo su cuerpo cuarenta y dos años y medio, hasta la Dominica de Quasimodo veinte y uno de abril de 1596 que por mandato de su Majestad el rey Felipe II se trasladó con gran solemnidad, y procesión general de San Francisco a su convento y Hospital y se colocó en un nicho en la parte del evangelio del altar mayor, donde está en una urna decentemente puesta, y con su reja. Y en su misma villa donde nació, en la Iglesia mayor de ella tienen una imagen, en el altar de nuestra Señora de Rosario; y esto es público y notorio, etc. 1. Granada, Testigos: Testigo: Juan Lobo, escribano, de 90 años, Muerto 26 A la vigésima sexta pregunta dijo que este testigo sabe la pregunta por lo que vio ser y pasar así como la pregunta dice, porque luego que el dicho Juan de Dios recibió en su compañía al dicho Antón Martín a quien este testigo juntamente con sus padres trataron y comunicaron respeto de tener mucha fama de santidad muchos pobres crecieron en la fama de santidad, tomó otra casa grande en la calle de los Gomeles donde tubo muchos pobres y era público y notorio que muchas noches andando pidiendo acudía él hombres honrados pleiteantes en esta Audiencia y le pedían limosna el cual con la caridad que tenía les daba y socorría el dinero que llevaba lo mismo hacía con las viudas y otras pobres, todo lo cual fue público y notorio y esto responde a la pregunta. Testigo: Antonio Rodríguez, portero de 105 años 26 A las 26 preguntas dijo que este testigo conoció muy bien a un hombre que se llamaba Antón Martín el cuál se juntó con el dicho Juan de Dios y era el dicho Antón Martín un hombre alto y traía un bonete colorado en la cabeza y el dicho/9r Juan de Dios era un hombre más pequeño flaco y menudo de cara y andaba descalzo con sólo un capotillo de jerga corto hasta encima de la rodilla sin otro vestido y camisa, rapada la barba y cabeza sin cabello ninguno y ceñido con un cordón y ambos acudían a los pobres con grandísima caridad y como ya no cabían en aquella casa tomó otra más grande en la calle de los Gomeles a lo alto como subimos a la mano izquierda cerca de la puerta de la Alhambra la Archivo Hospitalario 2006 (4): 303-371 311 José Luis Martínez Gil cual habían dejado los padres de la orden del Carmen que están en el convento de nuestra Señora de la Cabeza y allí hizo grande hospital y curaba y regalaba mucho a los pobres y este testigo le vio por sus ojos muchas veces llevar los pobres a cuestas y algunas veces le vio llevar dos pobres a cuestas juntos que parecía milagro lo que un hombre tan flanco como estaba Juan de Dios pudiese llevar dos hombres juntos a cuestas y descalzo que todos se espantaban de ello y esto responde. 28 A las 28 preguntas dijo que viendo este testigo al dicho Juan de Dios y Antón Martín y a otros que con él andaban en servicio del hospital y pobres del con mejor habito y preguntando la causa decían que el presidente les había dado aquellos hábitos porque todos los señores y gente principal los querían y estimaban en mucho y esto responde. Testigo: Melchor Rodríguez de 83 años 26 A las 26 preguntas dijo este testigo que tuvo noticia de lo contenido en ella y que este testigo conoció a Antón Martín, hermano y compañero que fue del bendito Juan de Dios y ha oído decir en aquel tiempo lo contenido en la pregunta y así mismo que el dicho Antón Martín antes que fuera Hermano había sido rufián en la casa pública y después vio este testigo como fue compañero el dicho hermano Antón Martín y ayudó en todo al socorro del dicho hospital para el aumento del y se acuerda este testigo que el dicho padre Juan de Dios y el dicho hermano Antón Martín sacaban mujeres de la casa pública convertidas porque el susodicho les predicaba y amonestaba y se acuerda que le dijeron cuatro de ellas que eran de Madrid y que se querían recoger y servir a Dios y el dicho padre las llevó a Toledo diciendo a Madrid y acompañándole el hermano Antón Martín y las dichas mujeres se le iban quedando en los lugares que había aquí de aquí a Toledo donde decían que eran naturales y solamente cuando llegó allá había quedado una de las mujeres que sacó y que entonces le había dicho el hermano Antón Martín de cómo lo habían engañado y el dicho padre Juan de Dios respondió que al tiempo había remediado una alma y que por ello estaba contento y consolado y supo este testigo como en la corte de su majestad el rey don Felipe II le había dado mucha limosna y se volvió a Granada y el dicho hermano Antón Martín se quedó en Madrid donde supo este testigo que había fundado otro hospital y luego que vino vio este testigo como se pasó del hospital/14r de la calle de los Gomeles al hospital de junto a San Jerónimo que hoy está por acudir como este testigo vio que acudían muy gran número de pobres viendo este testigo como conociendo del bendito padre Juan de Dios su grande caridad y de la mucha gente principal y honrada le acudían con muy grande voluntad con limosnas y esto responde a la pregunta. 28 312 Archivo Hospitalario 2006 (4): 303-371
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