Juan de Espinosa Medrano Amar su propia muerte 2003 - Reservados todos los derechos Permitido el uso sin fines comerciales Juan de Espinosa Medrano Amar su propia muerte PERSONAJES: SÍSARA, general de los ejércitos de JABÍN, el rey de Canaán. JAEL, esposa de CINEO (Heber Cineo). BARAC, general de los ejércitos de Israel. LIDORO, capitán en el ejército del rey. JABÍN. SOLDADO, hebreo. JOSÉ. DINA, criada de JAEL. VIGOTE, gracioso. BATO, labriego. CAPITÁN l.º, hebreo. CAPITÁN 2.º, hebreo. LA MUERTE. Soldados, hebreos y cananeos. Músicos. La escena pasa en el siglo XIV a. C. Jornada I Escena I En el campo cananeo. (Sale SÍSARA.) SÍSARA Titubeó el tropel de sus peñascos, al tremolar mis bélicos damascos, y al furibundo grito de mis tropas encorvaron sus álamos las copas. Testigo es el Císón, si a sus corrientes 5 cadáveres armados forman puentes; pues ya sus aguas vio, tristes y amargas, sorbiendo yelmos, revolcando adargas, cuando con las sangrientas avenidas reventaba por márgenes floridas, 10 mintiendo al excederlas, carmín su plata y rosicler sus perlas. Sísara soy, soldados, brazo diestro del rey Jabín y soy general vuestro, y pues Sísara alienta vuestros bríos, 15 viva Canaán y mueran los judíos: ya que el riesgo es tan poco cuando los acaudilla un viejo loco (que es Barac), que en marciales barbas canas, si es la barba el valor, sobran las canas. 20 Una mujer también, según la fama, los gobierna, que Débora se llama. O caduco adalid, o escuadras viles, sujetas a bastones femeniles. Mas aunque todo el orbe con sus cielos, 25 listados de brillantes paralelos, los aceros formando en su luz bella acicalara un rayo en cada estrella; aunque airada la esfera, en triste ceño, contra mí, severa 30 y encapotada de nublados pardos lanzas lloviera o granizara dardos; aunque... mas, ¡ay de mí! ¿por qué no callo si a otra mujer rendido me avasallo? Si una mujer, si un cielo, si una diosa 35 idolatro en Jael tan desdeñosa, ¿cómo, muerto, me animo? Mas, ¿qué inquietas voces oigo de parches y trompetas? Con acentos marciales retumban los bélicos metales, 40 y en tumulto formado el ejército miro alborotado. Escena II Salen el CAPITÁN 1.º y LIDORO. CAPITÁN 1.º Viendo que el pelear ni aun llega tarde, la juventud entre sus bríos arde. SÍSARA Apaciguadlos, capitán, y quede 45 Lidoro solo aquí. CAPITÁN 1.º Quizás procede el ruido y la alegría del triunfo ya obtenido en profecía. (Vase.) Escena III SÍSARA ¡Ay, Lidoro! ¡qué mal Marte inflama en quien se abrasa en amorosa llama! 50 Si en Jael vive el alma, aunque severa, viva, viva mi amor y Marte muera. Ya sabes que su esposo, Heber Cineo, tiene paz con Jabín, aunque es hebreo, y aquel valle que ves, han ocupado 55 sus huertas, caseríos y ganado, adonde la retirada vida goza entre los brazos de Jael su esposa. El rey estima su amistad y casa, que en sus jardines muchas siestas pasa, 60 mientras mi pecho a su Jael adora; yo la idolatro y ella no lo ignora. Ella me oye, aunque es su esquivez mucha, mas, cerca está de amar mujer que escucha; escribile un papel que lo ha llevado 65 Vigote, que aunque es loco, es fiel soldado. No ha respondido; mas, al fin, Lidoro, yo amo, siento, pretendo, peno y lloro. LIDORO Pésame que a Jael amante adores, cuando el rey solicita sus favores. 70 SÍSARA ¿Qué dices, capitán? LIDORO Que el rey la quiere. SÍSARA Hoy de mis dichas la esperanza muere. LIDORO Mas... una ninfa o bella cazadora baja del monte ahora desvainando las flechas de la aljaba. 75 SÍSARA Cupido es que a mi pecho se las clava. (Vanse.) Escena IV Desciende JAEL por un monte, de corto, con turbante de plumas, aljaba, arco y flechas, muy bizarra, sin ver a SÍSARA. JAEL Viva exhalación del monte, peina la maleza inculta el gamo, que con el viento parejas corrió en su fuga. 80 Plumas le dieron las alas de mis voladoras puntas, con que por aqueste monte o corpulenta columna, que sostiene los zafiros 85 de la bóveda cerúlea, voló a bañarse al cristal que un risco bárbaro suda, trocando en rubí el aljófar de sus cándidas espumas. 90 Mas, ay de mí, que cazando, divertida, en la espesura, de Sísara hasta la tienda he llegado. Estoy confusa: él me ama, yo le aborrezco, 95 tengo esposo y él angustia el pueblo de Dios. ¡Qué importa que mi hermosura le engañe! Escena V Sale SÍSARA y llega JAEL a su tienda. SÍSARA Baja, palestina estrella, si ya no argentada luna, 100 que de este monte el copete en golfos de luz inundas. Baja, baja y sin temor, que tu beldad te asegura de violencia. JAEL (Aparte.) Ya él me ha visto. 105 Mi pecho engaños conduzca; Dios me inspira y bajar quiero para vengar sus injurias. SÍSARA No alentó el alba más flores con su matutina lluvia 110 que las que animan tus plantas y tu coturno fecundan: pues donde la huella estampas rosas brotan purpúreas, y aun el yermo si le pisas 115 su amenidad les usurpas compitiendo con las selvas donde las flores madrugan. JAEL Fatigué, señor, el monte y aun esas regiones puras 120 donde, bajel de penachos, los aires el ave surca; pues, porque rayos de este arco los agosten o destruyan, los pájaros en el viento 125 forman abriles de pluma. SÍSARA Hacías mal en tirarles, porque, como sol te juzgan, holocausto de gorjeos a tu belleza tributan. 130 El reclamo eran tus ojos, pues si tu deidad los junta, de una serrana engañados, por aurora la saludan. JAEL No me alabes, pues más bella 135 es Irene, esposa tuya, y es culpa, amarla tú más, cuando mis favores buscas; mas son falsos tus cuidados que aquí su culpa me anulan, 140 y en viendo sus bellos ojos quedan vanos de su culpa. SÍSARA Sol eres que entre celajes de oro y grana el alba arrulla, y ante tu esplendor, Irene, 145 pálida estrella, se anubla. Hermosa es Irene, mas, si en competencia se apura, que mi Jael sea más bella aun los cielos no lo dudan. 150 Ríndeme tu gentileza, que aunque de mí, ingrata, triunfas, víctima el alma en tus aras esposa sea, aunque es una; pues si mil almas tuviera, 155 las rindiera todas juntas, que para beldad tan grande toda victoria no es mucha. JAEL Áspid, que con listas de oro entre azucenas se oculta, 160 seré sorda a tus ternezas porque de ingrata me acusas: que el primor, por desdeñoso, jamás atendió locuras con oído, que en lo hermoso, 165 hacen perfección segura. Oí tu amor, tus suspiros, tus quejas y aun mis calumnias, mas, no de atención externa correspondencias presumas, 170 que si en la audiencia del alma quejas de amor se consultan, no es sorda la que no oye sino aquélla que no escucha. SÍSARA ¿Viste en su niñez la rosa, 175 cuando el pimpollo la añuda y es túnica de esmeraldas a su pompa rubicunda?, ¿donde el cuerpo a soplos mece grana infante en verde cuna, 180 si en el capullo encogida sus ámbares arrebuja, y al desbaratarle Apolo toda la escarcha nocturna, cuando con labios de luz 185 los aljófares le chupan, la gala joya despliega, el vivo nácar ilustra, porque sólo tiene vida si el sol flamante la alumbra? 190 Mas si sombras del ocaso el carro fúlgido enlutan, por darle túmulo el golfo en sus cristalinas urnas, o marchita se desmaya 195 o desmayada caduca. Así mi esperanza en flor cuando el sol de tu hermosura le amaneció, tuvo vida, mas ya la llora difunta, 200 pues de un desdén el ocaso la amortigua y la deslustra. JAEL ¿Viste tú esa misma rosa, tan bizarra, tan augusta, que en la vanidad del soto 205 gloria es bella y pompa suma, cuyo solio carmesí pardas espinas circundan, que a su majestad fragante sirven de alabardas brutas? 210 ¿Viste que a la rustiquez que se atreve por sus puntas, o la hieren atrevidas o desdeñosas la punzan? Pues así es rosa mi honor, 215 y espinas serán agudas, desengaños y desdenes contra ti, si le procuras. (Vase.) Escena VI SÍSARA Espera, Jael, aguarda; mas ya veloz se apresura 220 al gran valle de Zenín que es la cacería suya. Si le dio el papel Vigote, confusa el alma, lo duda, o espera a darlo. La casa 225 cerca es, su tardanza mucha. (Tocan cajas y sale JABÍN con acompañamiento.) VOCES (Dentro.) ¡Viva Jabín, Jabín viva! SÍSARA (A JABÍN.) Salva es al rey. Gran señor...
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