"La Atenas del Las bellas artes eternizan a los lio~iihrcs por medio de sus obras i trasmiten a la postcridad el nombre, la accihn, la virtud de nqucllos qi~cs e Pacifico". hicieron dignos, como un anticipado galard6n por 10s grandes beneficios que ejercicron en la ticrra". Alejandro Cicarelli (...) deseo llamar la atencinn de la cstutliosa juventud chilena, para obscrvarlc, qilc la patria le abre una nueva carrera; que le asegura ilna ~ii~cvn y el proyecto posicion social. La carrera es vasta, i nunquc opuesta a la de las armas, es gloriosa como cllo.. . L civilizador de las Las palabras que el pintor italiano Alcjandro Cicarelli Manzoni, dirigió a su audicncia. Bellas Artes en entre la que se contaba lo mis granado dcl país, aquella tarde del 17 de marzo de 1840, Chile republicano en que se inauguraba la Acadcmia de Pintura en Santiago, no fueron s610 encomiristicas, como las de todas las inauguracioncs; en cllas se albergaba un grandioso proyccto civilizato- Isabel Cruz de Amenabar rio, clasicista en su origen y republicano en su contexto politico social, contcnido fi~ndamcn- talmente en aquel discurso, qilc cstas priginas intentarLin analizar, en sus lincas escncialcs y poner en relación con sus modelos y fucntcs. Los escuetos datos refcrcntes a la etapa europea, formativa y profesional tempraria de Alejandro Cicarelli no permiten aproximarse a las fuente escritas de sus ideas artisticas, aun- que su vinculacion con maestros ncoclrisicos, 10s temas, titulos y estilo de sus prinieras obras permiten hacer infercncias respecto de las principales ideas que sustentan su discurso. Nacido en Napoles, en 18 10, Cicarclli cstu- dia en el lnstituto Real de Bcllas Artcs de csa L Este articulo es fruto de la invcstigacihn realizada con el Proyecto de DIPUC Dirccci6n dc Invcstigaci6n de I;] Pontificia Universidad Católica de Chilc. Agr;ldczco ;I Marcelo Iturrieta, egresado dc Liccnciatura en llistoria dc la Pontificia Universidad Cat6lica de Chile, su colabora- ción en dicho Proyecto y en la búsqueda de filentes sohrc el tema de este articulo. "Origen y progreso de las Bellas Artcs". Iliscurso pronunciado en la apertura de la Acadeniia dc Pintura por su Director D. Alejandro Cicarclli. 7 de mar70 dc 1849, Anales de la Unive~vidadii e Cliilr. 1849. t. VI, pp. Tiempos de Amkrica, no 1 1 (2004), pp. 9 1- 104 105-117. ciudad y en Roma con Camuccinni, pintor de estilo neoclásico muy cercano al de David. Joven, adquiere fama en Nápoles con su cuadro Arquimedes de 1833, que obtiene Medalla de Plata en la ' Exposición de Bellas Artes de la ciudad, y con otras pinturas religiosas que ejecuta por esos años. En 1843 el Emperador Pedro II de Brasil visita Wápoles con motivo de su matrimonio con la princesa Mana Teresa de Borbón, ofrece a Cicarelli su traslado a Río de Janeiro con el cargo de pintor de cámara y profesor de pintura de la emperatriz. Parte pues el italiano al exótico país. Para una corte europeizada, pinta varios grandes cuadros en el estilo imperial davidiano, repre- sentando el enlace de la pareja y otros momentos culminantes de la vida real e interviene también en la reorganización de la Academia de Bellas Artes de Río de Janeiro. Estando en la corte brasile- ra, en junio de 1848, firma contrato con el Gobierno chileno -1 presidente Manuel Bulnes y su ministro Manuel Camilo Vial- a través de las gestiones de Silvestre Ochagavía y del cónsul Carlos von Hochkofier, con el fin de trasladarse a Chile para materializar el esperado y hasta entonces fra- casado proyecto de fundación de Academia de Pintura. En octubre del mismo año, Cicarelli arriba a Santiago. Durante el verano prepara el proyecto y en marzo se inaugura solemnemente la institu- ción. WNCKELMANENL, INSPIRADOR El discurso que pronuncia el pintor napolitano en esa oportunidad, del cual se han citado los párrafos anteriores, muestra su admiración por el arte grecorromano, que coloca como máxima meta de perfección para un pintor del siglo XIX, específicamente, para los pintores chilenos que se formarían en la nueva institución y su adscripción, no sólo plástica, sino estética y conceptual a los ideales del neoclasicismo y en particular a los planteamientos de su teórico y fundador, Johan Joa- chim Winckelmann. Aunque las referencias biográficas y profesionales sobre Cicarelli en Italia no arrojan luz sobre la fuentes teóricas de su formación artística, es alta la posibilidad de que en Roma hubiese conocido los escritos del arqueólogo e historiador alemán, de amplia significación en los círculos artísticos de la Ciudad Eterna hasta comienzos del siglo XIX: Pensamientos sobre la imita- ción de las obras griegas en la pintura y en la escultura, trabajo editado en Dresden en 1755; Bre- l ves estudios sobre el arte antiguo, publicado en 1759, Disertación sobre la capacidad del senti- miento de lo bello, en 1763, Historia delAvte antiguo, en 1764 y Monumentos antiguos inéditos en 1767, un año antes de su muerte. La influencia, más aún el ascendiente, del renombrado teórico del neoclasicismo en el funda- dor de la Academia de Pintura de Chile, está más que avalada, demostrada en la similitud de sus ideas matrices e incluso, en la redacción y ejemplos insertos en ciertos párrafos de la alocución de Cicarelli; en particular, aquel referente al aprecio por la belleza entre los griegos que llevaba a las mujeres espartanas a colocar, según el erudito alemán, bellas estatuas masculinas de dioses para tener hijos bellos, que en el discurso de Cicarelli se expresa como: I Los griegos .. . cuidaban apasionadamente de la belleza i gracia del semblante, i las damas espartanas, según Oppiano, colocaban al frente de los lechos las bellas imágenes de Narciso, de Jacinto, de Castor i Polux, etc. Tan grande era la inclinación de los griegos hacia lo bello. Eustaquio asegura que Cipselo, rey de Arcadia, había instituido en Elide cerca del río Alfeo un certamen sobre la belleza. En Atenas se habían establecido i Isabel CRUZA: rte en Chile. Historia de la Pintura y de la Escultura desde la Colonia al siglo m,A ntártica, Santia- go, 1984, pp. 169-170; Eugenio PEREIRAS ALAS: Estudios sobre la Historia delArte en Chile Republicano, Ediciones de la Universidad de Chile, Santiago, 1992, p. 64. PEREIRAE:s tudios sobre la Historia delArte. .. WWCKELMAN"DNi:s ertación sobre la capacidad del sentimiento de lo bello". En: Lo Bello en el arte. Traducción del alemán de Manfred Schonfeld y del italiano de Sara Sosa Miatello. Selección y edición de Alfredo Hlito, Nueva Visión, Buenos Aires, 1958, p. 11. continuado los concursos públicos en los cuales se asignaba un premio al hombre más bello. Ateneo &e que un certamen semejante existía para el bello sexo en los juegos Parrasios, en donde salía premiada "la que en certamen de beldad vencía". EL BELLO IDEAL: UJA h W AR EALIZACIÓN HISTÓRICA Poner en vigencia en Chile, a escala local y en la temporalidad decimonónica, la parte más sustantiva de la teoría winckelniana de historización del bello ideal, es decir, realizar el descenso y encarnación de la perfección griega desde el cielo platónico de las ideas, al temtono concreto de un país joven, recién entrado a la época republicana -a una era de liberta& es el ambicioso o más bien grandioso proyecto que albergaba, recién llegado a Chile, el pintor napolitano. Como Winckelmann, para quien el arte griego se fundamentaba en una naturaleza, en un medio geográfico óptimo, para Cicarelli las condiciones medioambientales y climáticas de Chile constituían una auspiciosa promesa acerca de la factibilidad de aquel proyecto. Había escrito el erudito y arqueólogo alemán: "En cada pueblo la naturaleza forma los instru- mentos de su lenguaje de acuerdo con la influencia del cielo en sus países. Bajo un cielo tempestuo- so se forman sonidos rudos". Y encarecía, como si supiese que medio siglo después habría un dilecto y fervoroso seguidor, oteando el cielo de Chile: "Engendrad belleza griega bajo un cielo címbrico y en lo posible, elevadla sobre todo sentimiento que pudiera alterar los rasgos de (esa) belleza". BAJOE L LUMINOSO CIELO DE CHILEM: EDIOAMBIENTE Y CULTURA Y Cicarelli, haciéndose eco de las apreciaciones del teórico, reforzadas por una tradición común en Chile a él traspasada como parte del bagaje de conocimientos sobre el país al momento de firmar contrato o a su llegada, y con la experiencia directa de un verano santiaguino a pleno sol y transparencia atmosférica, observa: Esta ligera ojeada me servirá para manifestar cuánto influye en el rápido desenvolvimiento de las bellas artes, un clima benigno i templado, en donde el sol, este pintor de la naturaleza, colora con sus dorados rayos duran- te la mayor parte del año, los objetos que nos rodean; habitúa nuestros ojos al dulce colorido, hace la imagina- ción viva i brillante, i la prepara para el bello ideal armonioso. Cuando examino, señores, el bello ciclo de Chile, su posición topográfica, la serenidad de su atmósfera, cuan- do veo tantas analogías con la Grecia i con la Italia, me inclino a profetizar que este hermoso país será un día la Atenas de la América del Sur. Si estas predicciones de desarrollo, o más bien, de esplendor cultural fundamentadas en una base climática pueden hoy sorprender, ellas formaban parte decisiva tanto del discurso como de las políticas artísticas del neoclasicismo y más aún, constituían en la época, no sólo tópicos eruditos sino conocimientos del tipo conocido como "vulgares". La noción medioambiental acerca el clima y "temple" de los países como determinantes del carácter, temperamento y estadios civilizatorios de sus habitantes recogía y extremaba las teorías de la antigüedad griega sobre el particular, en espe- cial las formulaciones de la segunda parte del tratado de Hipócrates Aires, Aguas, Lugares, primer CICARELLDI:i scurso; en lo sucesivo se reproducirán los párrafos sin citarlos especialmente. Rosano ASUNTLOa: A ntigüedad como futuro. Estudio sobre la estética del neoclasicismo europeo, Visor, Balsa de la Medusa, Madrid, 1990, p. 14. WINCKELMAN"ND:i sertación...'', p. 33. WINCKELMAN"DN:i sertación.. .", p. 27. estudio sistemático sobre las influencia del medio en la cultura humana, completado y precisado por autores como Heráclito, Diógenes de Apolonia, o Teohto. El supuesto de que los climas tem- plados -cuyo modelo era el de Jonia en la Magna Grecia- proporcionan superioridad intelectual, mientras los cálidos producen naturalezas apasionadas y los Tíos resistencia y vigor corporal, tiene ese origen; asimismo el aserto de que la humedad sería perjudicial al pensamiento -tal vez original- mente por la comparación con el estado de ebrieda* y "un alma seca es la más sabia y la mejor", según había estimado Heráclito 500 años antes de Cristo. lo En esta materia el pintor napolitano, no sólo se remonta a WinckeIma~my desde él a las ideas de los griegos sobre el clima y el medio ambiente, reactualizadas en el siglo xvm por pensadores como Montesquieu o Buffon y dotadas por ellos de un cariz detenninista, sino entronca con la l1 tradición de valorización del clima y el suelo local iniciada con las cartas de Pedro de Valdivia al monarca Carlos V, que tiene en la obra del jesuita Alonso de Ovalle, Histórica Relación del Reino de Chile publicada en Roma en 1646, un punto de inflexión y difusión decisivo. Al referirse de modo encomiástico al clima y al cielo de Chile y proyectarse hacia las altas posibilidades culturales que ello implicaba, Alejandro Cicarelli, humanista antes que científico, esteta y aventurero, con estas palabras de su discurso, pone a salvo a Chile del juicio peyorativo de Buffon respecto a la debilidad y falta de vigor de las manifestaciones naturales y culturales de América. La generalización de la humedad, el calor y las peligrosas consecuencias de su corolario, la tropicalidad, con sus efectos de descomposición y muerte no podían, en la determinación casual establecida por el autor francés, sino producir efectos negativos que tomaban imposible la genera- '* ción en el Nuevo Mundo, de pensamiento y alta cultura como la del mundo europeo. El historiador chileno decimonónico, Benjamín Vicuña Mackenna, había llamado al Santiago colonial -que todavía se prolongaba cuando se inaugura la Academia de Pintura- "la Roma de Indias", debido a la predominancia en su estampa arquitectónica de las torres y espadañas de las iglesias y capillas y a las muchas devociones que a su juicio encauzaban y aún distraían la vida. Cicarelli, sustrae a la capital de Chile del ámbito de las comparaciones de lo religioso, propio del antiguo sistema, parangonándola a la inmortal e incomparable capital griega, con lo que la remonta y la inscribe estéticamente en el ámbito cívico propio del nuevo sistema republicano de gobierno. El clima templado de Chile se plantea en el discurso de Cicarelli como la base natural y terri- torial para la implantación de su modelo artístico que transformará al país en una nueva Grecia y a su cabecera urbana en la trasposición de la prestigiosa capital ática. La nueva realización histórica de la belleza ideal griega, que intentaba Cicarelli, se haría posi- ble en el país del Sur, en una tarea civilizadora y colonizadora similar a la que habían producido los griegos en la Italia primitiva, provocando un renacer de la cultura griega que prolongaba así sus grandezas en el tiempo y en el espacio: Al tiempo de la civilización asiática o griega, para hablar más propiamente, mientras que Troya acababa de ser destruida, lo cual aconteció en el año 1209 antes de la era vulgar, comenzó la inmigración en el litoral Itálico, que no era entonces mas que una tierra virgen como la América lo era a la época de su descubrimiento, con sus inmensos bosques habitados de salvajes u hombres primitivos. Se establecieron varias colonias i en poco tiempo llegaron a hacerse civilizadas i florecientes. lo GLACKECNL ARENCHEu: ellas en la Playa de Rodas. Naturaleza y Cultura desde la antigüedad hasta el siglo NIII, Ediciones del Serbal, Barcelona, 1996, pp. 105-10 6. l1 GLACKENH:u ellas en la Playa, p. 105 l2 GLACKENH:u ellas en la Playa, pp. 524 y SS.,5 40 y SS. Los primeros griegos arrojados a la Italia, ignorando los nombres de los salvajes que habitaban alií, los distin- guieron con las denominaciones de Antóctones, Cimerios, Lestrigones, Opicos, Ansonios, etc. Con estos nom- bres quisieron indicar las cualidades que más impresión habían hecho en su fantasía. Los otros griegos que vinieron después, hallando que algunas tribus salvajes se habían reunido en sociedad i habían cercado su ciudad con torres, los llamaron Tirrenos porque tirsis en su lengua significa torre. En poco tiempo la ínmigración griega tomó un desenvolvimiento mayor, encontrando en el suelo de la Italia un clima suave, ameno, i un terreno fecundo. Por esto es, que el espíritu elegante de los griegos quedó siempre allí mas sublimado con los colores de su brillante imaginación, i en poco tiempo se vieron aparecer los más grandes filósofos, los más insignes legisladores, i los más apasionados cultivadores de las bellas artes. Los griegos habitaban un país, que, como ellos decían, les había designado Palas, diosa de la sabiduría. .. . Ciertamente que con un bello clima como el de la Grecia, suave i templado, i con un gobierno libre, pudieron los griegos desarrollar la ardiente i vivaz imaginación de que estaban dotados. Estos formaron una nación separada de todas las demás; i la educación general era enteramente propia de ellos. Cuidaban apasionada- mente de la belleza i gracia del semblante.. . Al concebir su proyecto, como un modelo exterior que, al seguir el plan el de los griegos en la primitiva Italia y el de los españoles en la América Virgen, vendría a insertarse en la "tabula rasa" del templado clima chileno, del radiante cielo y el pueblo joven del emergente país, al cual presupo- ne desprovisto o necesitado de cultura, en el momento de iniciar su Academia, Cicarelli obedece no sólo a la tradición neoclásica winckelniana, sino más ampliamente a aquella tácita aunque operante concepción europea según la cual, en palabras de Edmundo O'Gorman Europa no descubre Amé- l3 rica sino la inventa y define en los siglos xv y xvr a partir de las ideas del Viejo Mundo. La teoría y la práctica artística del neoclasicismo habían rechazado el sustrato barroco del arte del siglo XVIII, para intentar un renacer de lo antiguo, sustitutivo o negador, en el caso de Cicarelli, de una tradi- ción artística hispanoamericana aún viva en los estratos populares. Pues la estética del neoclasicis- mo se fundamentaba en su primigeneidad histórica, es decir en Grecia y el mundo antiguo como originaria identidad entre naturaleza e historia. l4 La lógica del discurso de Cicarelli implicaba pues las mismas premisas consideradas en la óptica hegeliana sobre el Nuevo Mundo, consagrada en sus lecciones sobre la Historia Universal. América -en este caso Chile- aportaba la naturaleza, la que permitía y favorecía la implantación de la historia, vale decir, de la cultura a través del arte. Era un ideal retrospectivo que el maestro napo- litano pretendía hacer proyectivo: Las fases que acompañaron a la historia de las naciones que han existido sobre la superficie de la tierra, fue- ron siempre las mismas en su nacimiento, desarrollo, decadencia i desaparición, salvo las diferencias anexas a la localidad, clima i temperamento de cada una de ellas. Notaremos solo un avance progresivo de pueblo a pueblo, como un lustro sucede a otro lustro de saber i de experiencia en la corta vida de un hombre; si consi- deramos que el globo entero, formando unidad, esta sometido a la misma ley de nuestra creación. Sentados estos antecedentes investigaré, señores, lo mas breve que me sea posible, el origen del arte en los tiempos pri- mitivos, su incremento i desenvolvimientos posteriores. EL SISTEMA REPUBLICANO COMO PREMISA Y MITDOE LA LIBERTAD Recién iniciada la época republicana, Chile aparecía ante el napolitano como el teatro geográ- fico idóneo para dar curso a la fase inicial de toda historia, la del nacimiento, a la cual no obstante la inevitabilidad del esquema evolutivo cuyo curso continuaba en desarrollo, decadencia y desapari- ción, se abocaba él con ahínco ejemplar. l3 Edmundo O'GORMALNa: invención de América, Fondo de Cultura Económica, México, 1996. l4 ASSUNTTLOa A: ntigüedad como Futuro, p. 15. La solemnidad cívica y republicana que se vivió aquella tarde en Santiago, cuando por primera vez pudo hablarse de una institucionalidad artística oficial, estuvo marcada en e1 discurso de Cica- re& con el tono inaugural e incluso agorero de quien veía en el arte -1 cultivo de la belleza- la gran plataforma que permitiría la nación chilena, en base a su favorable medio fisico y geográfico, acometer el gran salto de su proceso civilizatono -de acuerdo al ejemplo de Grecia y de Itali* des- de el vacío de una naturaleza en estado de salvajismo y barbarie presupuesta por el europeo como generalidad en relación a los pueblos del Nuevo Mundo, hacia el logro de la plenitud estética e his- tórica. En un amplio parangón, Cicarelli busca en el proceso de traspaso de la cultura griega a la tierra virgen de Italia a través del sistema de colonias, el antecedente de la situación del Nuevo Mundo en la época del Descubrimiento y del novel Chile republicano. Moraba el pintor introducir y hacer fructificar en el austral país el culto a la belleza a través del arte -específicamente de un arte que a partir de las similitudes medioambientales debía aproxi- marse al mayor grado al paradigma de la belleza clásica que encarnaran los griegos-; pero para ello era necesario, además de las bondades del clima y del suelo, otro atributo fundamental del que gozó el pueblo griego: la libertad. También Winckelmann había considerado la libertad como una condición fundamental para el ejercicio del arte y por ello el teórico alemán debe ser considerado como un precursor de los princi- pios de socioculturales de la revolución francesa que intentan finiquitar el arte elitista del rococó y las prerrogativas estéticas de clase: "Por medio de la libertad emergió el pensamiento de todo el pueblo.. .; así el modo de pensar de los griegos libres, debe haberse diferenciado en gran medida de los conceptos de los pueblos sometidos". l5 En una reiteración allende los tiempos y los mares Cicarelli exclama, frente a la audiencia san- tiaguina: Ciertamente que con un bello clima como el de la Grecia, suave i templado, i con un gobierno libre, pudieron los griegos desarrollar la ardiente i vivaz imaginación de que estaban dotados. (. .. ) Si los hijos de la patria (de Chile) derramaron su sangre en los campos de batalla para asegurar su inde- pendencia i su grandeza, las bellas artes tienen la misión de fecundar esta semilla de virtud i patriotismo, ilus- trando por medio del arte las hazañas de estos valientes. Así consiguen las naciones ser respetadas por sus vecinos i estimadas por la posteridad, porque el arte es la trompa de la gloria, que ensalza la virtud donde la encuentra, la levanta i la conduce al templo de la inmortalidad. Para el arte neoclásico y, en general, para las artes posteriores al proceso revolucionario fran- cés, el héroe es el ejemplo por excelencia de la libertad. Su arrojo, su sacrificio pone en peligro y aún troncha el bien para él mas preciado, la propia vida, la autoconservación. Tal es la sublimidad moral, rango máximo en la escala de valores cívicos y estéticos que el arte neoclásico debe exaltar y representar. Los pintores de la revolución francesa David, ante todo, quien ofrece el modelo de los héroes a toda Europa y a la América independentista, hará prioritaria en la pintura de la heroicidad la categoría de lo sublime, hecha presente en las proporciones y gestos, la composición y el colori- do, el claroscuro y las vestimentas de obras como El juramento de los horacios de 1784; o Los lic- tores llevan a Brutus los cuerpos de sus hijos de 1789, cuadros que se impregan, testimonian y amplifican una sublimidad moral siempre terrible, que Cicarelli debió conocer a través de las lec- ciones de su maestro Camuccini llamado "el David italiano". La presencia de estos héroes en el dis- curso del fundador permite situar con claridad el ámbito local en que lo sublime encuentra su sitio: el origen de la época nueva que se ha iniciado en Chile con la Independencia y la República, invo- WINCKELMANCNa:r ta "A un pintor nórdico". En Lo bello en el arte, p. 28. lucradas y estimuladas en la esperanza de una historia autónoma e institucionalizada, que se mueva, como señala el napolitano, en la dirección del progreso y que encarará a los hombres con los valo- res a los cuales están dispuestos a sacrificar su existencia. Entre las categorías que el neoclasicismo predicado por Cicarelli refiere a la libertad, la de lo sublime resulta pues mcial. El proyecto nacional chileno cuyo primer paso emancipador había sido dado por los "padres de la patria", se completaría, a grandes rasgos, con la instauración en 1831 de la república "autori- taria", a partir del gobierno de Joaquín Prieto; la autonomía constitucional por la que había velado Mariano Egaña en la carta fundamental de 1833; a lo que se agregará dos décadas más tarde un cuerpo legislativo propio, el Código Civil, debido al jurisconsulto y humanista Andrés Bello. Al promediar e1 siglo la elite chilena experimentaba la necesidad de complementar estos pilares del desarrollo institucional de la nueva nación con el estímulo al área educativa, que fue dado a través de la fundación de la Universidad de Chile en la que intervinieron activamente el venezolano Andrés Bello y el sabio polaco Ignacio Domeyko, así como de establecimientos de educación pri- maria y secundaria; el impulso a la formación y creación literaria, ya emprendido por Bello y sus discípulos chilenos a través de su obra poética de sus artículos en El Araucano y de su polémica con los emigrados argentinos, operaba con fuerza; faltaba el desarrollo de las artes visuales, que durante los últimos años del gobierno de Bulnes sería emprendido a través de la fundación de la Academia I de Pintura por Cicarelli, la clase de Arquitectura por Francois Brunet de Baines y luego en el gobierno de Manuel Montt en 1854, la clase de escultura y dibujo ornamental bajo la dirección de Augusto Francois. La fundación de la Academia de Pintura se enmarcaba así en la nueva etapa de consolidación institucional, política y cultural del decenio del presidente Manuel Bulnes, período caracterizado por una conciencia nacional impregnada de visiones triunfalistas que habían surgido tras la victoria bélica contra la confederación Perú-boliviana y por proyectos de gran envergadura, apoyados por la bonanza económica proveniente, en lo sustantivo, de la actividad minera. l6 El punto de vista estético, como punto de coincidencia entre goce y virtud, entre sensibilidad e intelecto, era para los teóricos, los estetas y artistas neoclásicos, y para Cicarelli como heredero suyo, el foco de una decisividad finalista en la que se habían inspirado las intervenciones en la polí- tica activa. Este carácter central y decisivo del punto de vista estético en las instituciones que lo promueven, orienta a críticos y teorizadores del período neoclásico a efectuar un sistemático replanteamiento de la historia, considerando al arte como centro y punto de confluencia de una den- sísima red de relaciones que abrazaba la totalidad del proceso histórico. l7 LA ANTIG~EDCAODM O MODELO La Antigüedad es para Cicarelli, como para el pensamiento neoclásico, pauta de grandeza y medida de valor. Si al napolitano le interesa el mundo griego no es por la curiosidad que pueda sus- citarle sino porque se le ofrece como el modelo consagrado y ratificado que el arte en Chile tam- bién puede alcanzar. Sólo así el país será capaz de asumir su nuevo destino histórico de modernidad estética, opuesto a la tradición barroca, omitida por el gusto neoclásico, en la medida que no sólo l6 Ana María SWN: La seducción de un orden. Las elites y la constnccción de Chile en las polémicas culturales y políticas del siglo XX, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago, 2000, p. 18. " ASSUNTOLa: Antigüedad como futuro, p. 20. busca con el ejemplo griego el absoluto ideal sino el absoluto temporal, paradójicamente, el cambio histórico y su congelamiento dentro del pasado griego. Al hacer efectivo este proyecto, el arte per- mite la felicidad hasta entonces ausente. Ahí la doctrina de Cicarelli, siguiendo una vez más a WinckeImann se hace eco de la idea del progreso. Pues la historia se configura desde el deseo de felicidad y grandeza que sólo el sujeto histórico puede hacer suyo. A diferencia de Winckelmann que no fue optimista a este respecto, sí parecía serlo Alejandro Cicarelli. Sus palabras rebosaban fervor hacia el bello ideal griego, reinstaurado por su inspirador que él refundiría en Chile: Los atenienses consideraban a Prometeo como el primer modelador en este arte, i la fábula de Galatea a quien él quería dar la vida, robando el fuego sagrado en el cielo, no es más que el símbolo del bello ideal que un artista siente en sí, que lo arrastra de una obra a otra, sin satisfacer jamás esa ardiente aspiración, ansiosa de realizar el tipo de perfección que es parte de la divinidad; tipo cuyos elementos se encuentran derramados en la naturaleza, i en el que todos los esfuerzos de un artista para realizarlo están limitados a reunirlos i a orde- narlos. (. .. ) Ojalá que en nuestro ilustrado siglo, los artistas de todas las naciones asociados consiguiesen este estilo clásico. Al mantener la belleza como categoría exclusiva, Cicarelli la vincula a las ideas, a la racionali- dad, tal como había hecho en la teoría el erudito alemán y, en la práctica, otro pintor y teórico 'del neoclasicismo: Antonio Rafael Mengs, quien en una apertura hacia el espíritu ilustrado y a la racio- nalidad que le es propia, se refería en el Capítulo 11 de sus Reflexiones sobre la belleza y gusto en la pintura a la conformidad existente entre la materia y las ideas, al provenir éstas del conocimiento del destino de las cosas, lo cual implicaba su origen en la experiencia y en la especulación. Pero finalmente, es el destino que el Creador ha querido dar a la materia, el que reside en las cosas y este destino tiene por fundamento la distribución graduada de las perfecciones de la naturaleza. Para Mengs, como para Cicarelli, ". . . la causa de todo es la inmensidad de la divina sabiduría". l9 Mengs fue un pintor no sólo influyente sino admirado y reverenciado en su época, retratista de los reyes de Sajonia, España y Nápoles. Pinta a la hija de su mecenas y protector Augusto de Sajo- nia, María Arnalia, y a su yerno Carlos de Borbón, reyes de Nápoles, entre 1755 y 1759 20 y luego, en 1773, en visita a esa ciudad realiza los retratos de los nuevos soberanos Fernando IV y de su esposa. 21 En su ciudad natal y en Roma pudo ver Cicarelli las obras del pintor sajón propulsor del equi- librio como principio central de la pintura pues "contrario a la vista es todo lo que dilata demasiado los nervios ópticos7'. SUi nflujo es perceptible en los retratos ampulosos y formales que ejecuta el 22 napolitano en la corte brasilera. También Winckelmann había tratado de conciliar la idea -la racionalidad- y la experiencia: La belleza se capta con los sentidos, pero se conoce y comprende merced al entendimiento. Por cuanto a su forma general, la mayor parte de los pueblos civilizados de Europa así como de Asia y Africa (no cita a Amé- rica, desconociendo que es allí donde su doctrina alcanzará mayor difusión y no aquellos dos continentes don- l8 Como ha observado Mario PMZ en Gusto neoclásico, Gustavo Gili, Barcelona, 1982. l9 Valeriano BOZAL(e d.): Historia de las ideas estéticas y de las teorías artisticas contemporáneas, Visor, Balsa de la Medusa, Madnd, 1996, vol. 1, pp. 27-28. 'O Mengs, Biblioteca Sarpe, Madrid, 1979, p. 11. " Mengs, p. 15. '' Mengs, p. 13. de sería, tal vez, por completo ignorado), han coincidido. Por ello no debe considerarse que tales conceptos hayan sido adoptados arbitrariamente, aún cuando no podamos indicar la razón de ellos. Los sabios que iuvestigaron acerca de las causas de lo universalmente bello y trataron de llegar a la fuente de la suprema belleza convinieron en que ésta se encuentra en la armonía total del ser con sus intenciones y de las partes entre sí con respecto al todo.. . pero como esto equivale a la perfección, a la que jamás podrá aspirar la humanidad.. . la belleza suprema está en Dios. Ese concepto de belleza que "como un espíritu que ha debi- do atravesar el fuegosz4l o lleva a los griegos y a la armonía encamada en "la Venus de origen sublime, engen- Qada y formada por la armonía fuente y madre de toda belleza". 25 CENIWLIDADD E LA PIhrIZrRA EN EL IDEARIO DEL FUNDADOR Belleza que en el discurso de Cicarelli está representada en la pintura, la única arte que: (. .. ) comprende i abraza la naturaleza toda, inerte i animada, apasionada e inteligente. Mientras que la arqui- tectura i la escultura se ligan directamente a un mundo exterior que les sirve de límite; la pintura más atrevida, más científica, osa someter todas las cosas a la omnipotencia creadora del arte. Con la ayuda del dibujo i del colorido que ella combina con el aire i la luz, llega hasta sorprendemos i engañamos. Pero fiel a sus postulados retorna a parangonar sus fundamentos normas y enseñanza a la de los antiguos griegos, modelo y ejemplo que deberán seguir sus discípulos de la América del Sur. Pánfilo, maestro de aquellos, nos asegura que se ordenó primero en Sicione i después en toda la Grecia, i prin- cipalmente en Atenas, que los niños nobles antes que todo lo demás aprendiesen la diagrafia, i que este arte del dibujo se mirase como la primera de todas las artes liberales; que esta pasó después a los ciudadanos de la clase media; pero que los siervos por un edicto perpetuo fueron para siempre excluidos de ella. El mismo Pla- tón enseñaba el dibujo junto con la ciencia mas sublime, i según Aristóteles así lo hacía para que la juventud se hiciese capaz de conocer i juzgar bien lo bello. Para Cicarelli como para Winckelmann dentro de la pintura, la prioridad es del dibujo que soporta en sí y supedita al color. EL DIBUJO, GRAMÁTICA DEL ARTE Fiel a su preocupación por la originalidad, la idea ilustrada de progreso y el curso progresivo que otorga a la historia, el arqueólogo alemán había apreciado que: "Las artes que dependen del dibujo comenzaron como todos los inventos, con lo más necesario, después se buscó lo bello y finalmente lo superfluo y estas serían las tres etapas del arte. Las noticias más antiguas al respecto enseñan que las primeras figuras representaban al hombre tal como era; sus contornos y no su aspecto. Eso era lo indispensablemente necesario". 26 Y en cuanto al color, observa Winckelmann que, si bien, contribuye a la belleza, "no es la belleza misma, sino que la eleva en sí y en sus formas. Es lo mismo que el sabor del buen vino que se torna más agradable cuando vemos su color a través de una copa transparente". Hermosa y 27 sutil metáfora sobre la forma, su delicada y clásica insinuación de contorno y recipiente, lejos de la cual está la normatividad y el acento operativo del neoclasicista Cicarelli, menos teórico que ejecu- 23 WINCKELMANCNar: ta "A un pintor nórdico", p. 4. 24 WINCKELMANCNar: ta "A un pintor nórdico", p. 49. 25 WWCKELMANCNa:r ta "A un pintor nórdico", p. 9. 26 WINCKELMANCNar: ta "A un pintor nórdico", p. 25. 27 WINCKELMANCNar: ta "A un pintor nórdico", p. 4. tante y más profesor que artista, antes responsable que creativo y, por tanto, preocupado de cumplir adecuadamente su contrato con el Gobierno y de dejar a sus futuros alumnos una lección clara, escueta y convincente acerca de los principios rectores del arte y de su ejercicio, cuya ejemplo está para él indudablemente en los artistas griegos: El dibujo era enseñado entre los griegos mediante algunas reglas fundadas en la razón i en las proporciones geométricas explicadas por medio de las leyes del Tetracordio i con las reglas armónicas de la música, a las cuales nosotros llamamos proporción de partes o bello ideal. A fin de que los niños dibujasen bien la figura del cuerpo humano, los griegos les hacían aprender la anato- mía, i la denominación de las partes del cuerpo entero, con las proporciones que existían entre ellas. Se daba a un alumno el solo dato de un dedo, o de un ojo de un tamaño señalado, i él sabia en virtud de estas reglas determinar el resto del brazo i de la cabeza. i esto lo obtenía mediante la formación de algunos círculos, trián- gulos o líneas paralelas i perpendiculares. Tenían además sus arquetipos que llamaban cánones, de los cuales no les era lícito separarse. Eran cánones o modelos para la formación de sus dioses i de sus héroes, las pinturas de Zetixis, el cual según Plinio era lla- mado el legislador de la pintura. Para todos los demás trabajos el canon era una pintura de Apeles. Para la escultura el canon era una estatua de Policleto i de Lisippo, ambos de Sicione, i obtenía el premio en el certa- men público aquel que se acercaba mas al canon establecido. Esta uniformidad de reglas, esta gramática del arte tan fija, esta unidad artística, contribuyó mucho al descubrimiento de las bellas artes entre nuestros ante- pasados. Ojalá que en nuestro ilustrado siglo, los artistas de todas las naciones asociados consiguiesen este estilo clási- co, tomando un canon o modelo, como por ejemplo el de Rafael, que puede ser llamado el Zeuxis de nuestra era cristiana. Para Cicarelli, pues, como para la generalidad de la estética neoclásica, el dibujo era superior al colorido y representaba la gramática del arte. IDEAGLR IEGO Y EMOCIÓN CRISTIANA EN LAS OBRAS DE ESE TIEMPO Fiel al esquema historiador del ideal de belleza de Winckelmann, su inspirador, Cicarelli al referirse a la pintura, más que situarla en el contexto de la cultura griega -de la cual cita, no obstan- te, numerosos ejemplos de artistas y de obras- la inscribe dentro del mundo cristiano y destaca la síntesis que pintores renacentistas como Rafael han logrado entre la belleza antigua y la emoción cristiana. Desde este punto de vista la pintura le parece el instrumento de adoctrinamiento religioso por excelencia. También la perfección de Rafael es una idea winckelniana pues, el teórico y erudito alemán había intuido en el artista: "La noble simplicidad y la quieta grandeza de las estatuas grie- gas es también.. . principal grandeza de un Rafael a la cual ha llegado mediante la imitación de los antiguos". Y Cicarelli corrobora ante ese público santiaguino, tan atento como ajeno aún a la materia, y que se dispone receptivo y paciente, como siempre lo ha sido, a emular la gran lección de sabiduría y bien hacer que invariablemente le es entregada como tal, procedente desde el Viejo Mundo. Es necesario observar que la pintura es toda de nuestra era cristiana, mientras que la escultura fue toda del paganismo. Los antiguos no veían mas que la belleza de la forma, i tenían la oportunidad de 'estudiarla en sus costumbres; por el contrario en nuestra era todo es espiritualismo i expresión, es decir, nuestra religión no se limita a la belleza de la sola forma, sino que aspira a la adoración del sentimiento, no se detiene en la belleza fisica, sino que busca la belleza moral. Es preciso pues convenir en que la pintura es del todo moderna i cris- tiana. Tal es la marcha progresiva de los siglos, tal la naturaleza de las cosas creadas; todo llega a su madurez 28 WINCKELMANCNa:r ta "A un pintor nórdico", p. 3 1.
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