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Aerografia. Estrategias geograficas de las espeices PDF

211 Pages·1975·1.619 MB·Spanish
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E. H. RAPOPORT FONDO DE CULTURA ECONÓMICA MÉXICO Primera edición, 1975 i D. R. © 1975 FONDO DE CULTURA ECONÓMICA Av. de la Universidad 975, México 12, D. F. Impreso en México ÍNDICE Prefacio 11 1. Introducción 19 2. El tamaño de las áreas geográficas de distribución 23 Área y régimen alimentario 25 Distribución de los tamaños 28 Endemismo y pandemismo: dos extremos de una curva . . .. 30 3. La forma del área 33 Deformación piriforme 38 Modelo rectangular de la relación perímetro-área 39 4. Repartición de tierras entre las subespecies . 43 El número de subespecies internas 45 Distribución de las tierras 50 Empaquetamiento de círculos 51 Particiones al azar 52 Áreas de la especie y de sus subespecies 56 5. Extensión real, distancia geográfica y número de subespecies . . 59 Área y distancia 61 Área y número de subespecies 64 Subespeciación y perímetro 69 6. Extensión areal, distancia taxonómica y teoría de grafos . . .. 71 Fronteras intersubespecíficas 73 Máximo número de arcos y circuitos 77 Fronteras internas 80 Grafos y bendogramas 81 7. Barreras 87 Movimiento caótico y dispersión de las especies 89 Porosidad de las barreras 106 Porosidad de las barreras naturales 108 Detectando las barreras y corredores 113 Curvas isoprobabilísticas 115 Intensidad de flujo y resistencia ambiental 116 7 8 ÍNDICE 8. Dirección preferencial 123 Satelitismo: dirección segregacional . , 130 9. Efectos latitudinales y extensión meridional 135 Variación latitudinal de la superposición 146 Diversidad y biomasa 149 10. Superposición 159 La medida de la superposición 163 Procedimiento 166 Planteo del problema 166 Resultados 166 11. Delimitación y compactación de áreas 179 Método de la propincuidad media 183 12. Área, densidad y biomasa 191 Variación de la densidad dentro del área .193 Biomasa específica total 196 Epílogo 201 De cómo las especies se reparten el pastel 201 BIBLIOGRAFÍA* 205 ÍNDICE DE NOMBRES Y TAXONÓMICO 211 A mi abuelo SJARIEH, el humorista de la familia, y a mi amada esposa BASIA que supo afrontar con estoi­ cismo los embates de la areografía. PREFACIO ¿QUÉ ES lo que el lector pretende encontrar en el prefacio de una obra so­ bre ecogeografía? ¿Sabios consejos? ¡No! ¿Un resumen digerido tipo Reader's DigesÚ ¡No! ¿La receta para convertirse en un buen ecogeógrafo en un abrir y cerrar de ojos? ¡No! ¿Disculpas por las cosas que se quisie­ ron decir en el texto y no se pudieron? Tampoco. ¿Entonces qué? En realidad, no hay ninguna ley que indique qué cosas hay que escribir en un prefacio. Más aún, no hay ninguna ley que diga nada acerca de lo que hay que escribir o dejar de escribir en un libro; y ni siquiera hay dis­ posiciones especiales que digan explícitamente —por ejemplo— que los ca­ pítulos deben llevar numeración corrida y en orden creciente. A Cortázar se le ocurrió numerar al azar los capítulos de uno de sus libros, y no por eso fue a parar a la cárcel. Yo no sé de nadie que haya escrito un prefacio que ocupe un libro entero, pero pienso que no habría razón para no hacer­ lo. Y ahora, que he terminado mi libro se me plantea el dilema si acep­ tar la norma impuesta por la tradición o rechazarla. La sensación de impunidad que da la posesión de un libro de uno es formidable; uno se siente omnipotente. Por ejemplo, si quiero, puedo es­ cribir seis veces Nepomuceno Saravia Nepomuceno Saravia Nepomuceno Saravia Nepomuceno Saravia Nepomuceno Saravia Nepomuceno Saravia y nadie puede decirme nada y, lo que es mejor, el lector tiene que aceptarlo sin chistar. Además, si se me ocurriera podría escribir y lo escribo. El lector está a mi merced y debo hacer uso de esta feliz coyuntura: no todos los días se dispone de un libro para hacer lo que a uno se le antoje. Si entendemos bien, el prefacio es un nicho ecológico no ocupado: se trata de una trama trófica simple en que la energía (producida por el au­ tor) es acumulada en forma de letras sin que los consumidores primarios (lectores) la utilicen en su totalidad. Una pérdida lamentable. El prefacio tendría que utilizarse para otras cosas, tendría que ser el lugar donde el autor desahogue sus tensiones, en donde no solamente se insulte a sí mis­ mo sino, también, al lector y al rector de su universidad en los términos más duros posibles: una especie de psicoterapia de grupo, de válvula de escape para todas las represiones. También tendría que utilizarse el prefa­ cio para explayarse sobre cualquier tópico no relacionado con el tema del libro y que el autor no ha tenido oportunidad de expresar en ninguna pu­ blicación científica. Por ejemplo: 11 12 PREFACIO □ sus odios □ sus manías y pasatiempos □ sus máximas rabietas □ sus gustos culinarios □ lo que más le disgusta de los norteamericanos □ y de los rusos (ambas cosas están muy bien vistas entre la gente de izquierda) □ los últimos chistes científicos □ los entretelones de la vida universitaria □ la brutalidad de los militares □ la burocracia □ las cosas buenas que están diciendo y haciendo los curas □ episodios cómicos que le ocurrieron en algunos de sus experimentos. Si yo leo un libro de Margalef, me gustaría saber quién es Margalef, qué opina Margalef de sí mismo, cuáles son sus gustos y aficiones, si toma vino y cuáles son sus marcas preferidas, si odia o no la bouillabaise. Eso me dará preciosa información que guardaré en mi memoria para imitarlo o no en el futuro. O para invitarlo a cenar, cuando se presente la opor­ tunidad. Propongo, entonces, que cada autor ponga un curriculum-vitae humanizado y, al mismo tiempo, tenga oportunidad para corregir los curricula-vitae de otros colegas a quienes conoce bien y de quienes no opi­ na de la misma manera que ellos de sí mismos. Eso no agregaría nada a la ciencia pero, en cambio, vitalizaría la historia de la ciencia hasta puntos jamás alcanzados. Esto significaría, entre otras cosas buenas, que los li­ bros de ciencia dejarían de estar en casa y uno podría llevarlos a la sala de espera del dentista. Si así fuera siempre, los prefacios serían mucho más importantes que el texto mismo, y hasta me atrevería a pronosticar que alguna vez serían leídos. Para dar el buen ejemplo, principiaré con mis propias debilidades. Cosas que amo □ el asado con chinchulines y mollejas □ el vino tinto con soda y hielo en verano □ el mobiliario "estilo finlandés" □ los ingleses inteligentes de la generación de J.B.S. Haldane, D'Arcy W. Thompson, Joseph Needham, J. D. Bernal y Bertrand Russell □ que echen al rector de mi universidad cuando es malo □ Chaplin, Jacques Tati, el cine checo, el neorrealismo italiano de pos­ guerra □ Gabriel García Márquez, Diño Buzzati, Ray Bradbury □ los dibujos de Oski (los del principio) □ el mate y las tortas fritas, las arepas de queso amarillo □ el pisco sauer, el café colombiano, el ajo □ los pintores renacentistas italianos y holandeses, Van Gogh, Klee □ la música barroca □ el tango de la vieja guardia y el tango moderno (Astor Piazzolla) □ las cachapas con dulce de guayaba (no con jamón y queso). PREFACIO Cosas que no me van ni me vienen □ los dibujos de Picasso □ el neorrealismo pictórico soviético □ el collar de esmeraldas de la reina Isabel II □ el whisky □ Kandinsky □ el tango ni viejo ni moderno. I - Cosas que odio □ la ópera italiana □ Hitler y todos sus admiradores □ los militares □ los helados de limón □ las esposas de los militares □ las señoras gordas y llenas de anillos □ el collar de esmeraldas de Elizabeth Taylor □ el estilo provenzal y el Luis XV □ la ensalada rusa □ los dictadorzuelos iberoamericanos

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