He aquí cuarenta y una vidas en relatos con rima,
algunos malditos, algunos alcanzando la cima,
algunos poderosos, otros con baja autoestima,
pero todos luchadores hasta donde mi pluma estima.
Desde un misionero intrépido a un criminal odioso,
a estrellas del rock, a fiesteros, pero ninguno ocioso,
de soldados reivindicativos a un mensajero pernicioso,
de gente vacía por dentro a corazones de oro precioso.
Variados, diferentes, con destinos curiosos y dispares,
algunos ni salen de sus países, otros recorren los mares,
desde una nihilista a mediadores en variopintos lugares,
desde jóvenes idealistas a supervivientes con pesares.
Alguno romántico perdido, alguno pragmáticamente frío,
algún oficinista, algún vampírico con sed de sangre y un trío,
alguno indeciso, dubitativo, otros con exceso de poder y brío,
en sus vidas solo manda la anárquica rima y su “libre albedrío”.
Hay personajes para todos los gustos, como en la vida misma,
pero ninguno aburrido, tedioso o plano, tenga o no carisma,
como lector, jamás encallarás en una densa y lenta marisma,
se mire por donde se mire, interesantes bajo cualquier prisma.