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La Teedoria Liberal De La Justicia PDF

173 Pages·2012·4.632 MB·Ukrainian
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í t i c a D e r e y Examen crítico de las principales doctrinas de Teoría de la justicia de John Rawls Brian Barry P o l í t i c a D e r e c li < i y m ^ \ ~w" \ a idea general que sustenta Brian Barry 1 I \ en La teoría liberal de la justicia es que í B J \ la tesis de John Rawls acerca de la ___J “teoría de la justicia” no funciona y ----------------- que muchos de sus argumentos care­ cen de consistencia. Sin embargo, asegura que se sentiría mortificado si sus afirmaciones dieran pie a que alguien creyera que Teoría de la justicia, de Rawls (publicada por el Fondo de Cultura Económica), no merece un estudio extenso y profundo, porque es una obra de enorme importancia. Barry teme que sus afirmaciones contenidas en La teoría liberal de ¡ajusticia puedan disgustar y hasta ofender al profesor Rawls, “por cuya dedicación absoluta al desarrollo de sus ideas siento el más grande respeto”, y no obstante se siente alentado por las palabras de éste, quien dice: “siendo las primeras virtudes de la actividad humana, la verdad y la justicia no pueden estar sujetas a transacciones”. Por otra parte, Barry cree que si no hay con qué sustituir la ver­ dad en las teorías, “hay un importante criterio adicio­ nal para los libros: éstos deben expresar clara y cohe­ rentemente un punto de vista distinto y así estimular el pensamiento”. [a portada: <*¡»ái«m|r «nmtaAs de juna Miró. B K ’ ’ttBi. Art lifititiift-nf I 1 Traducción de Heriberto Rubio BRIAN BARRY LA TEORÍA LIBERAL DE LA JUSTICIA Examen critico de las principales doctrinas de aTeoría de la justicia” de John Rawls c e FONDO DE CULTURA ECONÓMICA MÉXICO Primen edidón en inglés, 1973 Primen edidón en español, 1993 Titulo original: Tht Liberal Theory ofJ ustice. A Critical Examinarían ofP rincipal Doctrina A Theory of Justice by John Rawls © 1973, Oxford Univetsity Press ISBN 0-19-824509-2 (empasudo) ISBN 0-19-875032-3 (rústica) D. R. C 1993, Fondo de Cultura Económica, S. A. de C. V. Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14200 México, D. F. ISBN 968-16-3875-1 Impreso en México RECONOCIMIENTOS Este libro fue escrito (entre otras cosas) siendo yo el único pasajero en un viaje de cuatro meses de El Pireo a Mombasa, ida y vuelta, a bordo del Hellenic Halcyon, un carguero griego, durante el verano de 1972. Es un placer agraccder a los oficiales y a la tripulación, en especial al capitán Anastasios Moumouiidis, por haber propiciado un ambiente ideal de trabajo así como un viaje muy placentero e interesante. El manuscrito en su totalidad ha sido leído por el pro­ fesor H. L. A. Hart y John Flemming, y una parte por David Sos- kice. Me he beneficiado notablemente con sus detallados comenta­ rios. Mi esposa Joanna no sólo podó el pasto y pagó las cuentas durante mi ausencia sino que también mecanografió el contenido de los sobres de correo aéreo remitidos desde diversos puertos africanos. Un artículo basado en el material de los capítulos til y xi ha sido publicado en Political Theory, y una variante del capítulo vil en Philosophy and Public Policy. Debería mencionar que escribir algo acerca de Teoría de la justicia fue una invitación de esta última revista, y que mi asentimiento condujo a la redacción del presente libro, pues descubrí, al poner manos a la obra, que era imposible ofrecer una evaluación seria y total de esc libro dentro de los límites de un artículo. El reconocimiento final debe corresponder al profesor Rawls, quien hizo posible este libro no sólo al escribir Teoría de la justicia sino también al dar su generoso permiso de citar su obra aquí. Diciembre de 1972 Nufiicld Collcgc, Oxford. APOLOGÍA Por lo general no se considera necesario justificar el hecho de escribir un libro corto (éste contiene alrededor de 70 000 palabras) acerca de un libro extenso (Teoría de la justicia * contiene unas 280 000). De hecho existen muchos comentarios extensos acerca de libros cortos. Lo que podría hacer excéntrica la presente empresa, de acuerdo con parámetros contemporáneos —si bien no de acuerdo con los de tiempos más antiguos— es que el libro que aquí con­ sidero fue publicado recientemente. Me encuentro, en efecto, anticipando la obra reñnadora del tiempo al suponer y proceder conforme a la suposición de que Teoría de la justicia es una obra de la mayor importancia y justificará la atención que he tratado de consagrarle aquí. Estoy convencido de ello, y todas las reseñas de que tengo noticia coinciden en señalar la gran significación de Teoría de la justicia dentro de la filosofía moral y política. La con­ clusión que extraigo de ello es que una breve reseña posee un valor poco mayor al que tendría una breve reseña del Leviatin de Hobbes. Si Teoría de la justicia es un trabajo de notable importan­ cia, deberá ser tratado como uno espera que las obras de importancia excepcional sean tratadas: es decir, con cierta pretensión de exhaus- dvidad, al menos en relación con sus principios centrales. El tono general de este libro, como lo habrá de descubrir el lec­ tor, es que la “teoría de la justicia” de Rawls no funciona y que muchos de sus argumentos concretos son inconsistentes. Con todo, me mortificaría en extremo si cualquier cosa dicha por mí indujera a alguien a creer que Teoría de la justicia no es digna de un estudio largo e intenso. Puedo esperar, por cierto, que mi decisión de escribir un comentario de esta longitud sea interpreta­ da como indicio suficiente de lo que pienso acerca del valor de ese trabajo. Se trata sencillamente de una obra que ha de ser tomada en cuenta de modo prioritario por quienes en el futuro se propon­ gan abordar cualquiera de los temas considerados en ella y aspiren a ganarse la atención de la comunidad académica. Temo que lo que he escrito en algunos casos disgustará e incluso ofenderá al profesor Rawls, por cuya dedicación absoluta al des­ arrollo de sus ideas siento el más grande respeto. Sin embargo, * Hay edición del Fondo de Cultura Económica. 9 10 APOLOGÍA encuentro alivio en su propia afirmación de que “siendo las primeras virtudes de la actividad humana, la verdad y la justicia no pueden estar sujetas a transacciones” (p. 4). Espero que mis omi­ siones en las virtudes literarias del tacto y el buen gusto podrán suavizarse, parcialmente al menos, a la luz de ello. “Una teoría”, escribe Rawls, “por muy atractiva y esdarecedo- ra que sea, tiene que ser rechazada o revisada si no es verdadera” (p. 3). Y si no hay sustituto para la verdad en las teorías, hay un importante criterio adicional para los libros: éstos deben expresar clara y coherentemente un punto de vista distinto y así estimular el pensamiento. De acuerdo con este criterio, Rawls triunfa de modo sobresaliente. Con sus “ideas claras y distintas”, Rawls nos da algo donde hincar el diente, a diferencia de los numerosos partidarios de “la seguridad es primero”, con sus “podría pensarse que” y sus “por una parte esto, por otra parte esto otro”. Si después de haber masticado tragamos o no, realmente podemos decir con el Viejo Padre William que la fuerza que ello dio a mis mandíbulas ha durado para el resto de mis días. I. INTRODUCCIÓN “Éste es un libro bastante extenso, no sólo en páginas”,* escribe el autor (página viii). Así es. Pesa más de un cuarto de millón de pala* bras —el equivalente aproximado a tres libros actuales, de extensión regular, consagrados exclusivamente al análisis y a la reflexión—. No se trata únicamente, como Rawls dice, de que hay muchas pala­ bras. El libro no está recargado con laboriosas exposiciones de lo que este o aquel Gran Hombre dijeran. Verdad es que hay cierta cantidad de redundancias y de argumentos similares que aparecen en diversas ocasiones en distintos sitios. Ello es de hecho una fliente adicional de dificultades, pues el lector tiene que decidir si se enfrenta al mismo argumento expresado de manera ligeramente distinta, o si se trata de un argumento apenas diferente que se parece mucho a otro anterior. Lo que lo hace extenso en todos sentidos es que desde la primera hasta la última página simple­ mente está colmado de argumentos. Esto es literalmente cierto. En el párrafo final (p. 587) encontramos a Rawls todavía disparán­ donos argumentos en un último intento por disipar cualquier duda latente que aún podamos abrigar. “Por último, podemos recordar que la hipotética naturaleza de la situación original invita a pregun­ tar: ¿por qué hemos de tener algún interés en esto, ni moral ni de otro género? Recordemos la respuesta...” y en seguida suelta una nueva descarga por última vez. Al igual que la extensión, la densidad y la repetición parcial, otra cosa que hace difícil leer el libro es la constante necesidad de remi­ tirse hacia adelante o hacia atrás, y la dificultad de saber en ocasiones a dónde se dirige uno y por qué. En la introducción a la última de las tres partes en que la obra se divide, el autor escribe: “A veces, en esta parte, la dirección general de la exposición puede parecer me­ nos clara, y la transición de un tema a otro, más brusca” (p. 395). “¡Un laberinto desconcertante!, mas no carente de plan”, dice el autor; pero como el Autor acerca de quien Pope nos aconsejara no nos tomáramos la libertad de escudriñar, está abierto a la queja de que en ocasiones es difícil ver cuál es ese plan. Ciertas secciones posteriores (87 en total, aquí como en el texto de Rawls indicadas * Los pasajes citados en esta obra se tomaron de John Rawls, A Theory efJ ustice, sexta edición, 1979. 11 12 INTRODUCCIÓN por un $) se leen más bien como notas ampliadas de secciones anteriores que no pudieron ser adecuadamente integradas en un sitio anterior sin romper el hilo conductor de la argumentación. Hubiera sido mejor reunirlas al final como una serie de notas al texto fundamental. Existen dificultades ulteriores que es posible atribuir al periodo de gestación (desusadamente largo) del libro. Antes de aparecer en su forma actual, multitud de puntos centrales en la teoría de la jus­ ticia de Rawls habían sido publicados en una serie de artículos que se remontan hasta “Justicc as Faimess” en 1958;1 desde entonces, el libro ha sufrido dos o tres restructuraciones que tuvieron circu­ lación privada como manuscritos mecanografiados. Rawls dice en su Prefacio (pp. x-xii) que ha intentado tomar en cuenta todas las críticas, publicadas o no, de las cuales ha tenido noticia durante tal período de gestación. Sin embargo, por lo general no menciona esas críticas de modo explícito aunque declara que determinado argumento fue provocado por alguna crítica determinada. De nueva cuenta, ello genera dificultades. Al leer el libro encontré en ocasiones que la única manera de aprehender la intención de un párrafo era recordando la objeción a la cual se proponía responder, y no dudo mucho de que los casos donde me perdí se debieron al hecho de no haber advertido la objeción pertinente. Otro problema que surge del largo periodo de gestación es que Rawls parece haber modificado sutilmente sus apreciaciones durante ese tiempo. Donde en principio se hacía hincapié en la moralidad como sistema de mutua autodefensa, más que como ver­ sión refinada de la “ley natural” de Hobbcs,1 2 se hace ahora en el de­ seo de actuar con justicia, al tratarse de un aspecto central del des­ arrollo humano, extensión natural (y reflexivamente sustentada) del amor por personas determinadas y lealtad por determinadas asociaciones. El deseo de ser justo y de cooperar en el manteni­ miento de una sociedad justa es algo que. un hombre no puede frustrar si no es al costo de atrofiar su naturaleza moral, la parte más importante de su ser. El cambio de parecer se refleja en el esti­ lo. La prosa tersa de “Justicc as Faimess” cede el lugar a una grave elocuencia que en ocasiones, en el último tercio de la obra, se acer­ ca a lo rapsódico. 1 “Jusdcc as Faimess", Philosophical Review, lxvii (1958), 164*194. Reimpreso en P. Laslctr y W. G. Runciman (comps.), Philosophy, Politics and Society, Sccond Seríes (Oxford, Basil Blackwcll, 1962). 2 O tal vez incluso con mayor precisión, el "contenido mínimo de ley natural" de Hart. Víase cap. IX de The Concept of Law (Oxford, Clarendon Press, 1961) de H. L. A. Hart.

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