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La independencia de América y las sociedades secretas PDF

432 Pages·1994·19.904 MB·Spanish
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La Independencia de América y las sociedades secretas Enrique EDICIONES SUD AMERICA SANTA FE BIBLIOTECA LUIS ANGEL AflANGO-BDELAR IIIII1IIIIIIIII 2 9004 00733492 2 Enrique de Gandía Enrique de Gandía pertenece a esos historiadores que acuciado por el conocimiento de los aspectos más originales de la historia .americana y argentina investigó desde la historia colonial hasta el siglo presente, en sus aspectos singulares y poco conocidos en base a las fuentes históricas genuinas, archivos y museos. Tuvo una evolución conceptual y metodológica en evolución ascendente propia para una investigación historiográfica de interés. Nacido en Buenos Aires en 1906; fue entre los numerosos cargos que contó: subdirector del Museo de Arte Hispanoamericano "Isaac Fernández Blanco" y Conservador del Museo Histórico de la Ciudad de Buenos Aires "C. de Saavedra", ambos pertenecientes a la Municipalidad de Buenos Aires; además de Presidente del Instituto de Investigaciones Navales de la Armada Argentina. También Director de la Editorial Claridad; obteniendo numerosos premios por sus trabajos históricos; hispanistas, geográficos, numismáticos y genealógicos entre otros. Ha sido rector, decano y profesor universitario. Es doctor honoris causa por cuatro Universidades. Miembro de Número y Decano de la Academia Nacional de Historia. Presidente de la Asociación de Historiadores Argentinas. Entre sus numerosas obras de las cuales sólo citamos algunas destacables que abarcan un tesoro de conocimientos pormenorizado de la época colonial argentina y americana: Historia crítica de los mitos de la conquista de América (1929); Historia de la Conquista del Río de la Plata y del Paraguay (1931); La Argentina: descripción histórko- geográfico (1936); Historia de los piratas en el Río de la Plata (1936); en conjunto con Rómulo Zabala: Historia de la ciudad de Buenos Aires (1936/37); El Río de la Plata desde sus orígenes hasta Hernandarias (1937); Primitivos navegantes vascos (1942); Notas a "La Argentina" de Ruiz Días de Guzrnán (1943) y Problemas indígenas americanos (1940). Fue eo-director y colaborador de Historia de la Nación Argentina (1940). Posteriormente pasa al análisis de la historia de las ideas y de los conocimientos históricos; movimientos culturales y sociales con una concepción americanista: Las ideas políticas de Mariano Moreno (1946); Introducción al estudio del conocimiento histórico (1947); Cultura y folklore de América (1948); La revisión de la historia argentina (1953) y El problema del petróleo argentino (1988), Actualmente vive en La Lucila (Prov. Bs. As. - Argentina). Fuente: Quién es quién. Kraft Ed. Bs.As., 1959 Santa Fe, julio de 1994 t La Independencia de América y las sociedades secretas Enrique de Gandía ) EDICIONES SUDAMERICA SANTA FE Editado por: EDICIONES SUDAMERICA SANTA FE Salvador del Carril 949 Te: (042) 62626 3000 - Santa Fe Reservados todos los derechos Ninguna parte de este libro ¿uede ser reproducida, archivada o transmitida en forma alguna o mediante un sistema, ya sea electrónico, mecánico, de fotorreproducción, de almacenamiento en memoria o cualquier otro, sin el previo permiso escrito de Ediciones Sudamérica Santa Fe. I.S.B.N.: 950-819-008-6 Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723. Derecho reservado. Impreso en Argentina. Diagramación y Composición Láser: LT Sistemas, Las Heras 4240 - Te: (042) 24678 - 3000 Santa Fe. Impresión: Acosta Hnos., Bel grano 4029 - Te: (042) 20230 - 3000 Santa Fe. Santa Fe, Julio de 1994. "Siguiendo fie Intente las ideas de mi venerado señor padre político, que no quiso en vida se hablase de sus vinculaciones con la masonería y demás sociedades se­ cretas, considero debo abstenerme hacer uso de los do­ cumentos que poseo al respecto Mariano Balcarce París, 30 de septiembre de 1860 INDICE LA INDEPENDENCIA DE AMERICA Y LAS SOCIEDADES SECRETAS Presentación El problema Primera parte La masonería en Europa, en España y en la Argentina I Origen de la masonería 5 n El Papa Clemente XII y la bula de excomunión a los masones 9 DI Las persecusiones 15 IV La masonería después de la revolución francesa 19 V La masonería y Fray Benito Feijoo y Montenegro 25 VI La masonería en los años de la independencia hispanoamericana 31 VE La masonería y otras sociedades secretas 40 VIII Intermedio 48 IX Cádiz, capital de la masonería hispanoamericana 56 X La masonería en el Atlántico y en América 62 La irreligiosidad de las tropas argentinas en el Alto Perú 72 El testimonio de Jerónimo Espejo y Barros Arana 78 Miranda y la imaginaria logia de Londres 81 La reacción contra las fantasías mirandinas 94 Alvear, San Martín y la logia de Londres 107 La masonería en Buenos Aires 118 El testimonio de Vicente Fidel López 130 La masonería y la supuesta desobediencia de San Martín 136 El símbolo OO 169 Los sacerdotes masones 173 La religiosidad del General San Martín 185-^ El General Enrique Martínez en la historia de la Argentina y del Uruguay I El panorama político 191 II Enrique Martínez y la independencia de América 197 ni Martínez, Rosas y la república de Piratini 207 IV Martínez y la acción de la masonería 211 La Independencia de América y las sociedades secretas V Los últimos años 218 Liberalismo y masonería 221 El testimonio de Nicolás Laguna 239 La unión de América en Guayaquil 246 Una nueva imagen de la historia sanmartiniana y bolivariana 259 La santa alianza europea y la contra santa alianza americana 271 | Segunda parte ! Prolegómenos a la independencia de la América Hispana Francisco de Miranda y Juan Pablo de Viscardo y Guzmán i I Los problemas de lah istoria americana 301 II El personaje 304 III La carta 309 ¡ IV Los papeles 316 j V Los testimonios deD uperou y Caro 321 VI Divagaciones 325 ¡ VII El hallazgo 331 j VIH Los otros papeles 340 IX Algunas comprobaciones 345 ! X La carta otra vez 351 Bolívar, su tiempo, sus ideas 354 1 Vida secreta de San Martín Los orígenes 369 Las ideas políticas de San Martín 371 Los partidos políticos en Buenos Aires 372 San Martín y la masonería 373 í La logia número 5 de Cádiz 374 | La logia Lautaro 376 La influencia de la política napoleónica 377 Napoleón y América 379 La revelación de Mariano Castillo 380 Los informes de Roberto P. Staples 382 Las conspiraciones de 1812 384 Las ideas, religiosas de San Maitín 386 La ignorancia de algunos sanmartinianos 389 Palabras finales 404 ! Detrás de la historia 405 Citas 421 PRESENTACION EL PROBLEMA Este libro es un libro polémico. Todas nuestras investigaciones históricas, desde hace más de setenta años, han sido polémicas. Nos tocó enfrentarnos con problemas históricos mal resueltos o sumidos en la oscuridad y tuvimos, desde antes de Colón hasta hechos de la actualidad, que disipar tinieblas y rectificar errores. No sabemos si en esta labor de es­ clarecimiento histórico, siempre en busca de la verdad, nos hemos equivocado o hemos sido injustos. Si lo fuimos, los historiadores del presente y del futuro se encargarán de demostrarlo. Muchos colegas han rehuido las polémicas. Tal vez hayan hecho bien. Las discusiones a menudo se convierten en personales. Quien sale perdiendo es la historia. La investigación, las rectificaciones, tienen por fin, como dijimos, encontrar la verdad. Ahora bien: la verdad nunca es absoluta. Podemos exceptuar las verdades matemáticas, de fechas, de hechos con­ cretos, por no decir, materiales. Las verdades de concepto dependen de muchas influencias. Hace largo tiempo afirmamos que la historia imparcial no puede existir. Constantemente será parcial. Cada historiador tiene una cultura y unas ideas. La cultura es su información. Las ideas son sus principios, sus creencias. La erudición puede aumentarse, completarse, ser realmente iluminadora y llevar a conclusiones difícilmente objetables. Las ideas, aunque los hechos prueben lo contrario, es poco probable que se modifiquen. Hay un fanatismo religioso. Quien es víctima de este fanatismo vivirá y morirá en él y combatirá, aún a costa de malas artes, para hacerlo triunfar. Frente a este género de fanatismos están los fanáticos de la verdad. No es extraño que existan polémicas, en especial cuando los hechos parecen insolu­ bles o se enturbian deliberadamente. Algún lector se sorprenderá de estas convicciones y no creerá que puedan existir his­ toriadores capaces de empeñarse en labores anticientíficas, es decir, contrarias al conocimien­ to, para hacer vencer una teoría. No obstante, la historia está llena de este casuismo sistemático, de intencionada persistencia científica en el error, para no reconocer una verdad. Ello ocurre cuando este reconocimiento hiere el amor propio de un estudioso o, lo que es peor, sus convencimientos ideológicos. Libros enteros hay destinados a sustentar mentiras o infamias, como hay otros libros que las refutan. No vamos a traer ejemplos ni intentar una historiografía de los errores históricos y de las polémicas consiguientes. Sería penetrar en la historia universal y tomar partido, en favor o en contra, de teorías que aún no están resueltas, ni nadie sabe cuando se esclarecerán. Nos concretamos al caso y al tema de este libro: la vida de San Martín. Mucho hemos admirado y amado su historia, desde nuestra juventud, en que, en Sevilla, en un café de la calle de las Sierpes, el eximio historiador José Pacífico Otero, tan perseguido 1 Enrique de Gandía en su tiempo por haber sido fiel a un amor, y el autor de estas líneas, que concurría diaria­ mente al Archivo General de Indias, de Sevilla, echamos las bases del Instituto Sanmartiniano que, poco después, empezó a tener vida histórica en Buenos Aires. Desde entonces fuimos atraídos por múltiples estudios, pero la pasión sanmartiniana nunca nos abandonó. A medida que profundizábamos en la historia de la independencia hispanoamericana hallábamos en ella puntos inexplicables, teorías impropias, que los hechos desmentían. La amistad pon el doctor José León Suárez, que empezó a ver las luchas que terminaron en la independencia como una inmensa guerra civil, nos hizo comprender muchas cosas. Más tarde, las conversaciones con otro amigo eminente, el doctor Ricardo Rojas, que vivía tan cerca de nuestra casa, nos llevó a otras deducciones. Las divergencias amistosas con otro maestro de la historia, el doctor Ricardo Levene, fueron otro estímulo para lanzarnos en otros rumbos. Por último, hallazgos felices de documentos no conocidos por los historia­ dores nos abrieron puertas nuevas. Y cuando nos dedicamos a prescindir de los grandes maestros del sanmartinismo y analizar, línea por línea, sin saltar palabra, toda la documen­ tación referente a la vidaíde San Martín -labor de largos años- comprobamos que era preciso rectificar hechos fundamentales de la vida del Libertador que lo mostraban, con estas recti­ ficaciones o iluminaciones, infinitamente más grande de lo que se suponía. Al mismo tiempo fuimos interpretando realidades que los historiadores, principalmente europeos, descuidaron en forma difícil de disculpar. Los eminentes historiadores europeos, en particular no españoles, no comprendieron que la independencia de América fue uno de los hechos más extraordinarios de la historia humana. Hegel, que no fue historiador, a pesar de haber escrito una filosofía de la historia, cuyo único mérito es el de señalar la enorme diferencia que existía entre el despotismo de los paises orientales y el liberalismo de los occidentales, fue el que más profundamente ignoró América y, por tanto, la desdeñó. Sus continuadores no se dieron cuenta de que esta independencia marcó el fin de una época, en la historia del mundo, y el comienzo de otra época, muy diferente. Así como el descubri­ miento del llamado Nuevo Mundo, tan antiguo en los geógrafos griegos como Ptolomeo y los cartógrafos medievales, dio al hombre el dominio del planeta y después del uacimiento de Cristo fue el hecho más extraordinario de la historia, la independencia de este Nuevo Mundo, impropiamente llamado América, significó la decadencia fulminante de las formas de gobierno absolutistas y monárquicas, y el nacimiento de los gobiernos de los pueblos, democráticos, republicanos, liberales. Fue el triunfo de los más puros ideales de la filosofía griega, del derecho romano y de la teología hispana. Representó el surgimiento de los dere­ chos naturales del hombreóla realidad de la igualdad y libertad de los seres humanos, y la muerte de las tiranías políticas fundadas en el derecho divino de los reyes. Así pasó el poder a las maños de los representantes de los pueblos, bien o mal elegidos, pero siempre en nombre del pueblo. 2 La Independencia de América y las sociedades secretas Este cambio fundamental en la historia de las ideas políticas, en todos los tiempos y países, coincidió con la guerra más increíble, también de todos los siglos: la guerra de dos mundos: el Viejo Mundo, y el Nuevo Mundo: Europa y América. Hubo una Santa Alianza europea para sostener las formas de gobierno monárquicas y absolutistas y una Santa Alianza Americana para defender las nuevas formas de gobierno republicanas o monárquicas constitucionales y parla­ mentarias. El rey no importaba. Lo que importaba era la Libertad, los derechos naturales del hombre, la igualdad de todos los hombres, la desaparición de la esclavitud y de las trabas que, hasta entonces, se oponían a la libre manifestación del pensamiento. El estudio de los orígenes de este cambio de la mentalidad humana es largo y duro. Muchas son las obras, notables algunas, que analizan esta evolución. No pocos libros hemos dedicado a estos temas. Ahora presentamos este volumen que se refiere a San Martín. No escribimos su vida, tan bien reconstruida por Mitre, por Otero y por otros historiadores. Explicamos algunos aspectos de esta vida que han sido soslayados por algunos estudiosos o mal interpretados por otros. Estos aspectos perdidos en la historia, olvidados por ignorancia o por calculados propósitos, hacen comprender realidades y verdades que nos muestran a San Martín muy superior a lo que generalmente se ha enseñado. Piénsese que él y Bolívar son los campeones máximos, las cabezas visibles y los protagonistas indiscutibles de esa guerra de dos mundos en el campo americano. En el campo europeo había otros hombres: el zar de Rusia, los reyes de Austria, de Prusia, de Francia, de España y otros menores: todos manejados por el príncipe de Metemich, que veían con terror los triunfos militares de San Martín y de Bolívar y un continente libre, infinitamente más grande que toda Europa, en el cual iban ^a imponerse la libertad, el republicanismo, la democracia, la igualdad de todos los hombres. En esta lucha no estuvo ausente nuestra religión católica. Al decir nuestra religión nos referimos a la política clerical o vaticana de aquellos años. Nadie atacaba los dogmas. Ninguna herejía se perfilaba. La fe en Dios y en Cristo era más inconmovible que hoy en día. Pero la Iglesia estaba unida a la monarquía. El trono y el altar habían formado una fuerte alianza. Atacar a uno era atacar al otro. La inquisición, que hoy hace palidecer, estaba en gran fuerza. Los defensores de la libertad, de los derechos naturales del hombre, del autogobierno de los pueblos, no ofendían a la Iglesia, pero la Iglesia los condenaba porque, a su vez, sostenía los tronos. Y es aquí donde comienzan las polémicas. Los historiadores se dividen entre quienes admiten y reconocen estos hechos y los que los niegan y responden con otras* afirmaciones. Estamos en plena polémica y esta polémica se torna más aguda y traerá mayores disgustos a quienes inter­ vengan en ella si pronunciamos una palabra prohibida: masonería. Es así como llegamos a la culminación de esta polémica o este debate entre dos bandos difíciles de conciliar. Cada bando está seguro de hallarse en la plena verdad. Cada bando exhibe sus documentos y sus interpretaciones. Nosotros no interpretamos: ponemos los pa­ peles sobre la mesa. Sabemos lo que nos traerá este libro. Estamos al final de nuestra vida y no escuchamos a quienes nos aconsejan que no digamos lo que vamos a decir. Diremos 3

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