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La ideología india PDF

223 Pages·2017·0.88 MB·Spanish
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o LA c i t í r c IDEOLOGÍA o t n e i INDIA m a s n e P Perry Anderson l a k A AKAL / PENSAMIENTO CRÍTICO 58 Diseño interior y cubierta: RAG Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el art. 270 del Código Penal, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes sin la preceptiva autorización reproduzcan, plagien, distribuyan o comuniquen públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, fijada en cualquier tipo de soporte. Título original: The Indian Ideology © Perry Anderson, 2012, 2015 © Ediciones Akal, S. A., 2017 para lengua española Sector Foresta, 1 28760 Tres Cantos Madrid - España Tel.: 918 061 996 Fax: 918 044 028 www.akal.com ISBN: 978-84-460-4449-9 Depósito legal: M-12.016-2017 Impreso en España Perry Anderson La ideología india Traducción de Antonio J. Antón Fernández PRÓLOGO Los orígenes de este texto están en un libro, pendiente de publicación, sobre el emergente sistema interestatal de las gran- des potencias actuales. En él, se analiza a Estados Unidos, Chi- na, Rusia, India y Brasil –sobre la Unión Europea he escrito en otro lugar–. El tratamiento de cada uno de estos países será dife- rente, pero, como ocurrió con aquel trabajo sobre Europa, un Estado parecía requerir mayor contextualización histórica que el resto. En El Nuevo Viejo Mundo, fue el caso de Turquía. En el volumen siguiente, se trata de India. Las razones son en cada caso las mismas. Ambos Estados son el producto de movimien- tos nacionales que se remontan a comienzos del siglo XX, cuya historia se ha convertido en objeto de diferentes versiones ofi- ciales. Estas se han propagado hasta permear un presente cuya forma no puede captarse adecuadamente sin afrontarlas. En la India independiente nunca ha habido tantos límites para la dis- cusión abierta como en Turquía. Pero son igualmente poderosos los tabúes que lastran toda explicación veraz del modo en que perecieron tanto el Imperio otomano como el británico, de las dramatis personae que intervinieron en su final, y de la naturaleza de los regímenes políticos que les sucedieron. Fui consciente de esto por primera vez al comprobar la recepción que tuvo la bio- grafía de Gandhi de Kathryn Tidrick, publicada en 2007, y a la que me referiré en las líneas siguientes. A diferencia de lo que ocurre con la figura de Mustafa Kemal, escribir sobre Gandhi nunca ha estado sometido a censura en la India, donde pueden encontrarse retratos críticos, desde los años veinte en adelante. Desde la independencia, sin embargo, estos han sido amplia- mente superados por una literatura de adulación o circunspec- ción. Que la obra de Tidrick –el primer estudio académico dig- 5 no de mención del pensamiento político y religioso de Gandhi, desde sus días en Inglaterra y Sudáfrica hasta su muerte– apenas fuera acogida y reseñada en el subcontinente indio, dejó claro cuán profunda es la represión de las realidades históricas incon- venientes, no sólo en los medios populares, sino en gran parte de la comunidad intelectual de la Unión. Publicado originalmente, sin notas al pie, a lo largo de tres números de la London Review of Books aparecidos en el verano de 2012, este intento por afrontar algunas de estas realidades ve ahora la luz, a iniciativa de una pequeña editorial india, Three Essays Collective, bajo un título que alude a una obra de Marx sobre los pensadores de su propio país. La ideología india, sin em- bargo, trata otra suerte de temática, aunque esté relacionada; no se trata sencillamente de un conjunto predominante de ideas, sino también de los acontecimientos y condiciones que las gene- ran, reflejan y distorsionan. En primer lugar, las creencias y ac- ciones de Gandhi como figura central de la lucha por la indepen- dencia en el subcontinente, de la que se ocupa la sección que abre el texto. La segunda sección aborda el modo en que el po- der se transfirió del Raj británico al Congreso Nacional Indio después de 1945, en medio de la catástrofe de la partición de India, cuyo lugar en la fundación del Estado puede compararse con el del genocidio armenio en Turquía –no por su naturaleza, que fue muy diferente, sino en la continua incapacidad para asu- mir el desastre–. La última parte aborda la estructura del Estado indio, tal y como este emergió con el liderazgo de Nehru, que forma el centro nodal de la ideología india en estos últimos años. El historial de su primer gobernante es una cuestión raramente respondida con honestidad por la república que vino después. A un nivel más profundo, ¿cuál ha sido el anclaje social de la de- mocracia en India, y qué papel ha desempeñado el sistema de castas? ¿Qué lugar ocupa la religión en la Unión? (Esta es ofi- cialmente secular, pero ¿hasta qué punto lo es?) ¿Cuáles –final- mente– son las marcas de nacimiento y el precio pagado por la unidad de la nación? La ideología india, un discurso nacionalista en un tiempo en el que ya no hay una lucha de liberación nacional contra un poder 6 externo, y en el que la opresión, allí donde existe, se ha conver- tido en interna, oculta o rehúye estas cuestiones. No es, desde luego, la única ideología nacionalista en la India contemporánea. Por derecho propio, la ideología Hindutva ofrece una visión mu- cho más agresiva de la nación. Tampoco está solamente tejida a partir de mitos e ilusiones. Los valores a los que apela, como aclararé más adelante, no son meras ficciones; si lo fueran, la ideología tendría poco efecto. Pero forman una representación de la realidad tan selectiva que, sistematizados, se convierten en un discurso que irremediablemente genera un cultura del eufe- mismo y el embellecimiento, obstaculizando un inventario lúci- do del presente o el pasado. Empíricamente pocos pensadores o escritores, cualquiera que sea su posición, pueden tomarse como casos paradigmáticos y nítidos de esta ideología. Como marco conceptual, puede coexistir con un amplio espectro de perspec- tivas que, observadas en detalle, son más críticas, o contradicto- rias. Rechazarla, por tanto, no supone desechar el trabajo, a me- nudo relevante y original, de todos aquellos que dan expresión a esta ideología; hacerlo supondría acabar con aquello que tiene de intelectualmente impresionante, dentro de sus limitaciones o incluso por encima de ellas. El portador principal de esta ideología es la corriente progre- sista liberal, dentro del mundo intelectual indio. Ahí, las influen- cias británicas, que se remontan al Raj, han sido gradualmente reemplazadas por variantes norteamericanas, a medida que Esta- dos Unidos se convertía en el país de referencia para la clase media india, y el destino académico principal para los intelectua- les emigrados. Pero sería un error identificar la convencional «idea de India» simplemente con el progresismo liberal indio, sea este declarado o implícito. Se extiende mucho más allá, hasta las proximidades del área autodefinida como la izquierda de esta corriente principal. La ideología india es un breve estudio, y ofre- ce una síntesis que de suyo carece de toda pretensión totalizado- ra. Por ese carácter comprimido, muchos aspectos de los temas que trata son necesariamente dejados al margen. Otras cuestio- nes quedan sin tratar. De estas, la mayor ausencia es ciertamente un análisis de la izquierda india. Sus avatares están ausentes de 7 estas páginas, pero claramente la influencia de la ideología india es también una función de su debilidad como fuerza dentro de la sociedad. Parece que las razones de esa debilidad quedarán pendientes de estudio con la profundidad que requieren. La trayectoria del comunismo indio, desde su tardío nacimiento como movimiento popular en los años treinta, hasta su reciente división tripartita, está desde luego repleta de errores, estratégicos y tácticos, mu- chos de los cuales fueron impuestos por la influencia soviética en su apogeo, y otros tantos son de factura propia1. Pero –y esto sí lo abordaré– la razón fundamental para la relativa debilidad po- lítica de la izquierda india, de la que no lograron escapar ni los que fueron socialistas ni los que fueron comunistas, está en la fusión de nación y religión en la lucha por la independencia. Allí donde esto ocurrió –Irlanda, donde crecí, es un caso paradigmá- tico–, el terreno era adverso para la izquierda desde el comienzo. En el subcontinente esta siempre fue, y todavía es, la realidad sociológica subyacente. Desde luego, hay más cosas, aparte de estas, que requieren explicación. Analíticamente, el principal problema que hay que resolver es por qué el comunismo indio, después de la represión inicial en Telengana, adquirió una base popular duradera sólo en Kerala y Bengala Occidental, dos esta- dos de un carácter tan distinto, y en ningún otro lugar de la Unión, hasta la consolidación de una guerrilla naxalita, obvia- mente mucho más restringida, en las comunidades forestales adivasis. Hasta donde yo sé, no se ha propuesto todavía una bue- na explicación de esta bipolaridad. 1 La mejor visión retrospectiva, hasta mediados de los años setenta, si- gue siendo la entrevista que K. Damodaran concedió un año antes de su muerte, publicada ahora en Francis Mulhern (ed.), Lives on the Left: A Group Portrait, Londres, 2012, pp. 67-94, un excepcional testimonio de las cuali- dades, humanas y políticas, de este admirable revolucionario. Respecto a los siguientes treinta y cuatro años de gobierno del CPM (Partido Comunista de India [Marxista]) en Bengala Occidental, véase el balance crítico de Khe- ya Bag, «Red Bengal’s Rise and Fall», New Left Review 70 (julio-agosto de 2011), pp. 69-98 [ed. cast.: «Ascenso y caída de la Bengala roja», NLR (en español) 70 (sept.-oct. de 2011), pp. 45-73]. 8 Las causas de la marginación general de la izquierda en la política india, ciertamente complejas, son una cosa; sus conse- cuencias para la cultura india son otra. Entre ellas, y con dema- siada frecuencia, ha destacado una acomodación pasiva a los mi- tos de la ideología india y los crímenes de Estado cometidos en su nombre. La hegemonía que ostentan las versiones edulcora- das del pasado nacional es quizá el aspecto más chocante de una interiorización de las ideas dominantes de la época. Si la izquier- da quiere alcanzar una posición más fuerte en la escena intelec- tual, es necesaria una ruptura con estas, siguiendo un espíritu crítico y más seguro de sí mismo. Como es sabido, en Francia Sartre habló en su momento de la gauche respectueuse. En India, la izquierda siempre ha trabajado en condiciones difíciles, bajo presiones mucho mayores. Pero Ambedkar o Ramasamy tenían menos respeto por las devociones de su época del que tienen ahora aquellos que se consideran más avanzados políticamente. La izquierda haría bien en recuperar algo de su insolencia. 9

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En la actualidad, la República de la India pretende encarnar los valores de una democracia política estable, una unidad territorial armoniosa y una imparcialidad inquebrantable en asuntos de religión. Incluso gran parte de aquellos que critican sus sangrantes desigualdades suscriben estas mismas
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