Archer Huntington ante la Guerra Civil española Patricia Fernández Lorenzo SEMINARIO DE INVESTIGACIÓN Departamento de Historia Contemporánea Universidad Complutense de Madrid Curso 2015-2016 “El hispanista norteamericano Archer Huntington ante la Guerra Civil española: posicionamientos, ambigüedades, silencios y afinidades” Patricia Fernández Lorenzo Universidad Complutense de Madrid SESION: MARTES 23 DE FEBRERO DE 2016, 18:00h. Lugar: Departamento de Historia Contemporánea (10ª planta) Av. Profesor Aranguren s/n Madrid 1 Archer Huntington ante la Guerra Civil española Patricia Fernández Lorenzo I. Presentación de la Investigación de doctorado: Archer Huntington en la vida pública española ¿Qué significó Archer Huntington para la realidad española de su tiempo y para sus contemporáneos? ¿Cómo afectaron a su vida y a su obra los acontecimientos históricos que tuvieron lugar en España? Mi investigación doctoral tiene por objeto la aproximación a la figura del hispanista norteamericano Archer Milton Huntington (1870-1955) desde la perspectiva de su presencia en la vida pública española durante un periodo temporal que abarca la última década del s. XIX y la primera mitad del s. XX. Más allá del legado que Huntington dejó para el mundo de la cultura me interesa profundizar en su interacción con el contexto político, social y cultural español. Las circunstancias históricas en las que transcurrió su vida condicionaron la definición y evolución de su perfil como hispanista y hombre de la cultura en su país: desde la consolidación de los EEUU como primera potencia mundial a principios del s. XX a la Gran Depresión que se extendió tras el Crack de la bolsa de 1929, sin olvidar la participación norteamericana en las dos Guerras Mundiales y en la Guerra Fría. Por su parte, su perfil público en la España fin de siècle y de la primera mitad del s. XX no puede desligarse de las fluctuantes relaciones bilaterales entre los EEUU y España, que desde la Guerra Hispanoamericana de 1898, pasando por la Guerra Civil española o los Pactos de Madrid de 1953 dibujaron una senda marcada por los distanciamientos y los acercamientos cuando no por los enfrentamientos. ¿Cómo fue el transitar de Huntington por un camino tan abrupto? Estas son las preguntas que subyacen a la investigación doctoral y que, en definitiva, responden a un vacío historiográfico sobre un personaje relevante para la historia cultural española. Lo primero que sorprende al acercarse a este tema es la escasa bibliografía existente. No ha visto la luz hasta el momento una biografía completa de Archer Huntington. A lo sumo, resúmenes hagiográficos o semblanzas del personaje publicados con carácter conmemorativo en los años inmediatamente posteriores a su fallecimiento, entre los que destaca por su mayor extensión el publicado por el periodista José García Mazas, quien conoció a Huntington en sus últimos dos años de vida.1 En cierto modo, dicha ausencia ha sido cubierta por la publicación de catálogos para las exposiciones celebradas en España con piezas artísticas de sus colecciones. Catálogos que nos ofrecen informaciones relativas a su actividad como coleccionista de libros, cuadros, monedas, piezas arqueológicas, fotografías, textiles u otros objetos artísticos que alberga la Hispanic Society of America: la institución museística que Huntington fundó en Nueva York en 1904 y que abrió sus puertas al público en 1908. Pero si consideramos que su vertiente como coleccionista de arte hispánico quedó prácticamente completada tras la I Guerra Mundial, tal y como ha declarado el actual director de la Hispanic Society, Mitchell Codding2, los estudios llevados a cabo por historiadores del arte sobre Archer Huntington y su colección quedan irremediablemente limitados a un periodo que apenas abarca la mitad de su vida. Ello explicaría el hecho de que no haya publicaciones que contemplen su figura más allá de finales de la década de los años veinte. A esta constatación se une el hecho de que la Hispanic Society of America, fiel a la voluntad de su fundador, guarda celosamente las informaciones sobre la vida de Huntington que no están directamente relacionadas con sus colecciones. Un elemento adicional que considero ha limitado el interés de los historiadores por su figura es la multidisciplinariedad de sus actividades: coleccionista de arte, bibliófilo, numismático, viajero romántico, medievalista, editor de libros, gestor cultural, arqueólogo, mecenas, poeta… Esa multiplicidad de intereses ha resultado negativa para su ubicación en la historia intelectual y 1 GARCÍA-MAZAS José. El poeta y la escultora. La España que Huntington conoció. Madrid: Revista de Occidente, 1963. 2 “El estallido de la primera guerra mundial, puso fin a la activa búsqueda de adquisiciones para la HSA a la que se dedicaba Huntington (...) Al término de la guerra, Huntington había perdido casi todo su interés por seguir incrementando las colecciones de arte, libros raros y manuscritos, tal vez en parte porque se había dado cuenta de los años que le llevaría inventariar y catalogar el material que ya había acumulado”. CODDING, Mitchell. “El alma de España en un museo: Archer Milton Huntington y su visión de la Hispanic Society of America”. The Hispanic Society of America. Tesoros. Madrid: El Viso, 2000. 2 Archer Huntington ante la Guerra Civil española Patricia Fernández Lorenzo precisamente esa excepcionalidad de Huntington se ha convertido en su peor enemiga al haber sido confundida, en ocasiones, con un cierto diletantismo. Por todo ello, considerando la envergadura de su principal legado, la Hispanic Society, y la cantidad de museos e instituciones culturales que promovió o cuya construcción financió se le califica habitualmente como coleccionista y fundador de museos3. Este dato no deja de ser paradójico al constatar que él no se consideraba un coleccionista, al menos un coleccionista al uso: “I am not a collector rather than an assembler for a given expression”4. Sin embargo, el marco referencial del coleccionismo de arte norteamericano que surgió en torno a los millonarios de la Gilded Age como Isabella Gardner, Henry Clay Frick, Algur Meadows, el matrimonio Havemayer, Willian Hearst o sus propios progenitores ha ejercido una fuerte influencia en el encuadre de Huntington en la historia del coleccionismo de arte. ¿Cómo sacar a Huntington del encorsetado cajón de la historia del coleccionismo? Mi opción ha sido partir de una hipótesis alternativa, precisamente aquella que lo diferencia de otros coleccionistas norteamericanos de su época. Sabemos que Huntington se relacionó como pocos extranjeros lo hicieron, desde una posición como la suya, con la sociedad intelectual española de su tiempo y fruto de ello su obra como hispanista y mecenas de la cultura española destaca por su confluencia con el espíritu de renovación que cristalizó en la España finisecular y la de las primeras décadas del s.XX. En un momento en que España y EEUU pasaron de rechazarse mutuamente a mirarse uno a otro con admiración, Huntington llegó a ocupar un espacio propio y particular en la estructura de relaciones intersticiales en la sociedad española que, desde mi punto de vista, singulariza su personaje. En España, el joven Huntington fue una excepción frente a otros coleccionistas millonarios norteamericanos. No fue por lo tanto su dinero lo que marcó la diferencia, ni siquiera su amplia cultura hispánica. Considero que fue la manera en que Huntington llegó a conocer y entender el debate ideológico que agitaba la vida intelectual española y la manera en que supo encauzar sus propias ideas e iniciativas en una corriente de intereses convergentes con un grupo significativo de españoles hasta 1930. Lo cierto es que el hispanófilo romántico que llegó a la península en busca del alma española fue transformándose en un hispanista comprometido con la España de su tiempo y en uno de los protagonistas del proceso de internacionalización de la cultura española durante la llamada Edad de Plata de la Cultura5.Pero su rastro de mecenas de la cultura hispánica se pierde al comenzar la década de los años treinta, poco después de la caída de la monarquía española. ¿Qué fue de Archer Huntington? ¿Rompió repentinamente los resortes de su conexión con España? ¿Qué sucedió desde 1930 hasta 1955, momento en que regala la estatua de La Antorcha a la Ciudad Universitaria de Madrid? La búsqueda de nuevas fuentes ha sido esencial para aportar luz sobre las etapas subsiguientes de su vida descubriendo que, a pesar de que no volvió a pisar España tras su último viaje en 1929, mantuvo vínculos epistolares con la red de amistades que había entablado en España. En este sentido, el archivo del Centro de Investigación de Colecciones Especiales de la Universidad de Syracuse, en EEUU, ha sido sumamente importante para rastrear las cartas de sus relaciones amistosas e institucionales a partir de la década de los años treinta6. Una información imprescindible que ha sido completada con la localizada en otra veintena de archivos, desde la Hispanic Society en Nueva York hasta los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores, Casa de Alba, Palacio Real, Fundación Menéndez Pidal, Fundación Miguel de Unamuno, Fundación Menéndez Pelayo, AECID, AGA o los archivos de la propia Universidad Complutense entre otros. Dichas cartas, junto con los comentarios de los diarios de su segunda esposa, la escultora norteamericana Anna Hyatt,7 y la 4 Correspondencia y diarios de Archer Huntington, 1898. Archivo Hispanic Society of America, Nueva York. 5 GARCÍA-VELASCO, José. “El reencuentro con la modernidad. Estrategias y redes internacionales de la cultura española (1914-1939)”. Redes Internacionales de la Cultura española 1914-1939, Madrid: Residencia de Estudiantes, 2014. 6 La segunda esposa de Archer Huntington, la escultora Anna Hyatt Huntington, cedió tras su muerte en 1973 sus archivos personales a la Universidad de Syracuse. Ello explica el hecho de que el epistolario del hispanista a partir de los años treinta no se encuentre, en su totalidad, en la Hispanic Society of America. 7 Los diarios que su esposa Anna Hyatt comenzó a escribir en 1925, dos años después de contraer matrimonio con Archer Huntington, hasta el día de su fallecimiento también se hallan consignados en los archivos de la Universidad 3 Archer Huntington ante la Guerra Civil española Patricia Fernández Lorenzo prensa de la época me han permitido perfilar los años más desconocidos del hispanista y proyectar los perfiles de su figura en la vida pública española desde su primer viaje por la península en 1892 hasta los años posteriores a su fallecimiento. Considero que la novedad y la oportunidad de la investigación doctoral que estoy llevando a cabo se sustenta en dos elementos: por una parte, en el carácter inédito de casi dos terceras partes de los documentos utilizados en la investigación pues ésta aborda, entre otras cosas, etapas y aspectos de los últimos veinticinco años de la vida de Huntington que no han sido objeto de publicación previa. Por otra parte, en el hecho de considerar al personaje desde una óptica histórica que va más allá de su papel como coleccionista. Al perfilar a Archer Huntington como hispanista, desde su hispanofilia, considero el aspecto de la Amistad o la “filia” con personajes de la historia política y cultural española como el elemento vertebrador de su presencia en la vida pública española y en las redes culturales de las primeras décadas del s. XX.8 Esto me permite ampliar el marco histórico y aplicar un enfoque metodológico multidisciplinar en el que cabe considerar varias perspectivas: una aproximación biográfica destinada a la recuperación de la curva vital de Huntington integrado en su contexto; una perspectiva basada en la Sociología de la amistad y de las redes sociales, en tanto esa amistad es reconocida públicamente y define un contexto relacional específico9; y una perspectiva más reciente, que podría ofrecerme nuevas posibilidades al explorar la dimensión afectiva del personaje desde la metodología de la historia de las emociones.10 II. El hispanista norteamericano Archer Milton Huntington ante la Guerra Civil española: posicionamientos, ambigüedades, silencios y afinidades Introducción “Tayllerand disait: Il faut avoir vécu en France avant la Révolution pour savoir ce que c´est le plaisir de vivre. He might be speaking of Spain”11. Con estas palabras, escritas por Archer Huntington en una carta dirigida al Duque de Alba el 26 de febrero de 1937, Huntington resumía sus sentimientos al conocer los destrozos y muertes que estaba provocando la Guerra Civil española. La España que tanto admiraba desaparecía ante su impotente mirada. Los peores vaticinios se cumplían y la violencia destructora de la guerra protagonizaba los destinos de un país que dejaba atrás la imagen romántica de la España finisecular que había dado la bienvenida al siglo XX en el escenario de una floreciente vida cultural. Huntington añadía en su carta: “Le monde esta dans l´attente où personne ne sait encore du juste s´íl faut regretter ou esperer!”12. ¿Esperar algo positivo o lamentar el desastre de una guerra fraticida? Lo cierto es que la guerra civil llegó a ser considerada en la España de 1936 como un medio lícito por parte de muchos políticos e intelectuales para conseguir la regeneración del país en medio de una Europa en la que los principios democráticos se tambaleaban. La apelación a la violencia como solución y su justificación en aras de un bien mayor llegó a ser el sentir inconsciente de toda una generación de europeos y Huntington mostraba en la citada carta sus propias dudas al respecto. de Syracuse. Los escritores estadounidenses Albert Goodrich y Mary Mitchell han publicado un libro con extractos de sus diarios: The Remarkable Huntingtons, Chronicle of a marriage. 8 La breve semblanza biográfica oficial de Archer Huntington publicada por la Hispanic Society en 1963 recoge una afirmación sobre la que apoyo el enfoque de mi investigación, “He broke his journeys at Madrid, where he met the men who were to be his lifelong friends, the men to whom preservation of the arts of Spain was a vital matter”.. PROSKE Beatrice, Archer Milton Huntington, Hispanic Society of America, Nueva York, 1963. 9 REQUENA SANTOS, Felix. Amigos y redes sociales. Elementos para una sociología de la amistad. Madrid: CIS, 2001 y CUCÓ GINER, Josepa. La Amistad. Perspectiva antropológica. Barcelona:Icària, Institut Catalá d´Antropologia, 1995. 10 PRO, Juan (ed). “Dossier Historia de las Emociones”. Rúbrica Contemporánea, vol 4. núm 7, 2015. 12“El mundo está a la espera y nadie está seguro de esperanzarse o de arrepentirse” (trad.). 4 Archer Huntington ante la Guerra Civil española Patricia Fernández Lorenzo En EEUU se vivió con intensidad un debate social ante la guerra española generada por la política de no intervención decidida por el gobierno de Franklin Roosevelt frente al apoyo cada vez mayoritario que recibía la causa republicana por parte de la población. Una influencia decisiva en la movilización pública de la ciudadanía norteamericana la tuvo la actividad propagandística promovida por las autoridades españolas republicanas y por la actividad diplomática desplegada por los representantes oficiosos del gobierno de Burgos. El arte español, del cual la Hispanic Society exhibía en Nueva York algunas de sus obras más relevantes, entró a formar parte de la estrategia política partidista y la obra de artistas consagrados, como fue el caso de Goya y sus Estampas de la Guerra de la Independencia, utilizadas en favor de campañas de propaganda de ambos contendientes13. Muchos artistas contemporáneos españoles también se implicaron en el debate ideológico y artístico generado por la Guerra Civil española y las políticas culturales de protección del patrimonio artístico del gobierno republicano se convirtieron en arma arrojadiza en medio del escenario internacional. Arte y guerra se daban la mano en una estampa trágica de España. El propio Archer Huntington no se vio exento del acoso de la propaganda partidista institucional. El hispanista fue objetivo directo de las acciones diplomáticas del Gobierno de Burgos en un intento por conseguir el respaldo de la Hispanic Society a su causa. Asimismo fue el destinatario de los testimonios de personajes que vivieron en primera persona los dramáticos acontecimientos en España. Sus palabras, sus preocupaciones, sus ilusiones y sobre todo sus desilusiones forman parte de un corpus escrito que enriquece nuestra lectura del relato de la guerra. Estas huellas epistolares son el único testimonio que nos permite acercarnos a los años más desconocidos del hispanista. Unos años marcados por la violencia, la destrucción, los exilios, pero también por los silencios y las ambigüedades. Circunstancias todas ellas que influyeron, como no podía ser de otra forma, en el devenir vital de Huntington y en la continuidad de sus trabajos en favor del hispanismo y de la internacionalización de la cultura española en los EEUU. A pesar de la gravedad de los acontecimientos o quizás precisamente por ello, Huntington no hizo pronunciamientos públicos respecto a la Guerra Civil española. La discreción de la que siempre hizo gala y su papel como presidente de la Hispanic Society of America le llevaron a mantener una posición de neutralidad oficial tal y como hicieron la mayor parte de los hispanistas norteamericanos. Atrapado en el fuego cruzado de la guerra civil española optó por un silencio público y por un alejamiento físico del centro de la ciudad de Nueva York, donde se concentraba la propaganda partidista y donde estaba ubicada la sede de la Hispanic Society of America. Una distancia física que le permitió eludir compromisos incómodos y que, visto desde la óptica del presente, sugiere una especie de exilio interior simbólicamente paralelo al de otros muchos de sus amigos españoles. El objetivo inmediato de este escrito es demostrar que Huntington no se desvinculó completamente de España durante la guerra civil española, como podría hacernos pensar la ausencia absoluta de publicaciones ni referencias sobre estos años del hispanista. No desapareció de la escena intelectual y mantuvo un hilo conductor bidireccional con un país que se desmoronaba a través de la correspondencia privada. Con la investigación realizada pretendo poner sobre la mesa la complicada situación a la que hubo de enfrentarse durante esos años tanto por su reconocimiento como hispanista de prestigio como en calidad de hispanófilo, es decir, como amigo de España y amigo de sus amigos. Debido a la repercusión que el hispanista había tenido en la vida cultural española durante las tres primeras décadas del s. XX y las amistades que había frecuentado entre las elites políticas, intelectuales e incluso con el propio monarca Alfonso XIII, su situación era absolutamente singular. A través de su correspondencia me interesa destacar la tensión entre el microrrelato del personaje y la macrohistoria del momento, vislumbrar las situaciones a que se enfrentó y los posicionamientos que Archer Huntington adoptó frente a aquellos que se dirigieron a él como figura de referencia del hispanismo norteamericano en unos años complicados. Todo ello, en un intento por comprender las acciones que a partir de ese momento llevó a cabo y que no pueden desligarse de las emociones que los trágicos acontecimientos generaron en él. No siempre los epistolarios, como fuente 13 MENDELSON, Jordana (ed). Revistas, modernidad y guerra. Madrid: Museo Centro de Arte Reina Sofía, 2012, p.51 5 Archer Huntington ante la Guerra Civil española Patricia Fernández Lorenzo historiográfica, “corresponden a los momentos que al historiador le gustaría (…) y nos encontramos algunos vacíos que nos privan de contar con su visión de hechos del mayor interés”14 pero, a cambio, nos acercan a su mundo más inmediato y recrean ante nosotros el eco de aquellas palabras. Consciente de la limitación del presente texto y de la complejidad de abarcar a todos los actores implicados, he decidido acotar el elenco de personajes presentados y las cartas citadas con el objeto de esbozar a grandes rasgos el escenario epistolar en el que se mueve este apartado de la tesis doctoral. Un escenario en el que se superponen circunstancias históricas, compromisos políticos, avatares personales e intereses contrapuestos en una telaraña de referencias cruzadas que prefigura, desde el prisma particular de un solo hombre, el trasfondo político e intelectual de aquellos años. II.1. Huntington y las cartas de la Guerra Civil: la crónica de los amigos En julio de 1936 estalló la Guerra Civil. Los amigos de Huntington que habían quedado en España o colaboraban con uno de los bandos enfrentados le hicieron llegar en sus cartas pequeños retazos del drama español. Algunos le escribían para pedirle ayuda, otros para contarle su versión de los hechos y otros para anunciarle su próxima salida de España dirección al exilio. Lo que tienen en común las cartas que voy a citar para documentar la posición de Huntington es la fecha en que fueron escritas, entre julio de 1936 y marzo de 1939, y el hecho de que sus interlocutores fuesen personajes relevantes de la esfera pública a pesar de dispensar grados diferentes de amistad con el hispanista. Dos visiones opuestas sobre la oportunidad y los motivos de la guerra se enfrentaron no solo en los campos de batalla sino también en la radio, en la prensa, en el arte y en la correspondencia de Huntington. En circunstancias diferentes y alineados en bandos opuestos, sus interlocutores epistolares ofrecieron a Huntington una información mucho más valiosa que la que podía conseguir a través de otros medios: su experiencia personal en el conflicto. Con sus palabras, consciente o inconscientemente, llevaron a Huntington a revivir con ellos y en un escenario que conocía bien el hispanista sus dificultades en una España inmersa en una guerra entre españoles. El Duque de Alba o Francisco de Cárdenas, desde sus respectivos puestos como agentes diplomáticos del gobierno de Burgos en Londres y Nueva York, intentaron influir con sus informaciones en el ánimo de Huntington para ganar el favor del hispanista a su causa. Su labor respecto a Huntington formó parte de las campañas propagandísticas que, a instancias del Movimiento Nacional, se pusieron en marcha a nivel internacional para dar argumentos a los amigos y contrarrestar la actuación de los enemigos fuera del territorio español. En el caso del Duque de Alba sus cartas muestran la amistad sincera que se profesaban y la confianza que mantenían en su trato, pues además de referencias a la situación política son habituales los comentarios sobre sus familiares más próximos con evidencias de que se conocían personalmente15. Desde los primeros meses de la contienda, el duque vio en Huntington a un aliado de su causa, en parte por su amistad mutua, su conservadurismo, su apoyo a la causa monárquica16, su privilegiada posición económica y las afinidades culturales que compartían. En su correspondencia procuró justificar ante el hispanista desde los primeros meses del conflicto los 14 LOPEZ VEGA, Antonio. Epistolario inédito Marañón, Ortega, Unamuno. Madrid: Espasa-Calpe, 2008, p. 84. 15 El Duque de Alba había conocido a la esposa de Archer Huntington, Anna Hyatt, en su viaje a España en 1929 y posteriormente les había visto durante su estancia en Leysin, Suiza, en 1932 donde se hallaba recibiendo una cura a la tuberculosis. El hecho de que el Duque de Alba hubiese perdido a su esposa, Rosario de Silva y Gurtubay el 11 de enero de 1934 precisamente por una tuberculosis, pudo ser la causa de que siempre se interesase en sus cartas por la salud de Anna Hyatt y que hiciese numerosas referencias cariñosas a su única hija, Cayetana de Alba, a la que Huntington conocía personalmente. 16 Archer Huntington mantuvo una especial relación de amistad con el monarca Alfonso XIII hasta su salida de España camino al exilio, acontecimiento que lamentó el hispanista profundamente. La afinidad de Huntington con la causa monárquica debe entenderse, a mi modo de ver, desde el sentimiento de lealtad que Huntington desarrolló hacia la figura del rey, influido en gran medida por las amistades que mantuvo en España y que pertenecían al círculo más próximo al monarca, así como por el significado que le atribuía a la institución monárquica como garante de esa idea de España que él admiraba. 6 Archer Huntington ante la Guerra Civil española Patricia Fernández Lorenzo males necesarios que conllevaba la sublevación militar y para ello no dudó en aportarle pruebas y en solicitarle ayuda: “I enclose a photograph of a document, which gives convincing proof of what the government on Madrid, which some people wish still to consider legal (…) I know that you always do all you can for our cause, and if you can find other friends to do so also, they can communicate with me here” 17. Tampoco dudó en trasmitirle las noticias sobre la incautación y el posterior incendio de su residencia en el Palacio de Liria aunque manteniendo la versión oficial del bando Nacional que apuntaba a los republicanos como los autores18. La visión optimista que trasmitía en sus cartas el duque de Alba19 sobre el fin de la guerra y la fe que mostraba en las virtudes del enfrentamiento bélico no eran incompatibles con la constatación de que la resistencia sería más dura de la esperada, tal y como afirmaba en enero de 1937: “Nuestra victoria es segura aunque no inmediata. Surgirá una nueva España llena de entusiasmo, pero tantas cosas que nosotros queríamos habrán desaparecido para siempre”20. Sus palabras mostraban un optimismo incomprensible para Huntington pues primaba la alegría por la irrupción tras la guerra de una nueva España frente a la tristeza por una España a punto de desaparecer, un sentimiento que Huntington no podía compartir. Su trabajo desde la Hispanic Society of America había consistido durante años en salvaguardar, a través de una gran variedad de producciones culturales, esa España que él había conocido desde su primer viaje por la península en 1892. Un país que, a sus ojos, había conseguido mantener intactas muchas de las tradiciones y formas de vida pretéritas y que permitían ver en el presente español las raíces de su pasado histórico. Esa España que había sido ensalzada por el movimiento romántico y que estaba presente en sus colecciones de la Hispanic mostraba una España diferente a cualquier otro país europeo, el último reducto de vida más allá de una industrialización y una tecnificación que había arrasado con los vestigios de las sociedades premodernas en Europa. ¿Cómo celebrar el futuro surgimiento de una España nueva, tras una guerra cruel, que dejaría atrás mucho de aquello que él tanto admiraba? ¿Cómo aceptar la destrucción y desaparición de la mitad de esa España? Muchos españoles, inmersos en 1937 en su propia espiral de antagonismos y destrucción, ansiaban una solución rupturista que terminase con las dos Españas enfrentadas pero Huntington, a pesar de su amistad, no podía compartirlo al igual que otros muchos españoles que tampoco comulgaban con una solución violenta. Mientras tanto Huntington recibía noticias diametralmente opuestas de otro buen amigo y colaborador: el pintor José López Mezquita. En Valencia, nueva sede del gobierno republicano tras los ataques de las tropas franquistas a Madrid, numerosos intelectuales y personajes afines a la causa republicana seguían desarrollando su trabajo. El pintor se convirtió en el contrapunto del Duque de Alba y ofreció en sus cartas a Huntington un panorama de la guerra muy diferente al que transmitía el duque desde Londres- curiosidades del destino, diez años antes el pintor López Mezquita había sido recomendado a Huntington por el duque-21. La de José López Mezquita era la versión de la otra mitad de España, la de los que se habían mantenido fieles al bando republicano: “Como verá sigo aquí en Valencia, en la Casa de la Cultura, asilo de los que no podíamos continuar 17 Carta del Duque de Alba a Archer Huntington de 6 de octubre de 1936. Respecto al documento citado que iba adjunto a la carta y que cuestionaba la legalidad de lo que estaba haciendo el gobierno en Madrid, desconocemos de qué se trataba pero si algo demuestra es que el duque deseaba tener convencido a Huntington de que lo que estaba haciendo y para lo que le estaba pidiendo su ayuda era lo correcto. 18Cartas del Duque de Alba a Huntington de 6 de octubre de 1936; 9 de enero de 1937. Syracuse University Library. Special Collections Research Center. Anna Hyatt Huntington papers. Box 7: Duque Alba. En estas cartas el Duque aporta la versión oficial de los rebeldes, esto es, que el Palacio de Liria había sido incendiado por las tropas republicanas cuando lo cierto era que había sido bombardeada por los aviones del bando franquista. 19 El 14 de mayo de 1937 el duque era nombrado jefe de la Delegación oficiosa del Gobierno Nacional en Londres. Su objetivo era conseguir que se mantuviese la política de no intervención que el gobierno conservador británico había promovido en Europa frente a la Guerra Civil española. Para documentar la labor realizada por el Duque de Alba en Londres consultar AVILÉS, Juan.“La misión del duque de Alba en Londres, 1937-1045”. En: MORENO CANTANO Antonio. Propagandistas y diplomáticos al servicio de Franco (1936-1945). Gijón: TREA, 2012, p. 56 y ss. 20 Carta del Duque de Alba a Archer Huntington de 9 de enero de 1937. Syracuse University Library, Special Collections Research Center, Anna Hyatt Huntington papers. Box 7: Duque Alba. 21 Carta del Duque de Alba a Archer Huntington: “Muchas gracias por la amable acogida que ha dispensado a mi recomendado el pintor López Mezquita que efectivamente está muy satisfecho de su estancia en Nueva York y del recibimiento y ayuda que de usted ha merecido”. Archivo Palacio Liria, correspondencia Archer Huntington, 1926. 7 Archer Huntington ante la Guerra Civil española Patricia Fernández Lorenzo en Madrid.(…) Esta terrible guerra como Vd ve dura todavía pero cada día que pasa es más cierto el triunfo del gobierno de la República. Aquí estamos alejados del frente, sin embargo hemos recibido una criminal visita de los aviones fascistas el otro día que causó víctimas inocentes (mujeres y niños que mueren sin objetivo militar alguno)”22. Desde 1926 el pintor había trabajado a las órdenes del hispanista en Nueva York y, tras la muerte de Sorolla, se había convertido en su sustituto en esa relación de patrón-artista que Huntington había mantenido con el pintor de la luz. El que fuera considerado por Miguel de Unamuno el pintor regionalista “capaz de captar la psicología de nuestra raza”, ya había mostrado en su correspondencia previa con Huntington de manera evidente su apoyo al primer gobierno de la República y las esperanzas depositadas en el gobierno del Frente Popular salido de las urnas en 1936. En 1937 y tan solo un mes después de haber sido bombardeada la ciudad de Guernica -que había causado un gran impacto en la opinión internacional- Mezquita trasmitía a Huntington sus comentarios triunfalistas de la guerra. Pero además recogía en su carta un dato sumamente importante para comprender cómo en unos años en que tomar partido era imprescindible, Huntington hizo de su independencia la nota característica de su actitud al encargar al pintor una copia del retrato que había pintado del presidente de la República, Manuel Azaña. Al fin y al cabo la Hispanic Society debía seguir siendo la casa de toda España y el cofre de su historia viva: “Como ya suponía y le anuncié en mi anterior carta, el presidente Azaña estuvo encantado de que hiciera la réplica de su retrato para The Hispanic Society. Ahora aprovecho mi estancia aquí para dar con él mismo los últimos toques y en la primera ocasión lo enviaré a Nueva York”23. Las cartas del Embajador oficioso de Franco en EEUU, Francisco de Cárdenas, son diferentes. Los términos amistosos utilizados por Cárdenas denotan que él y Huntington se conocían pues Cárdenas había trabajado a las órdenes del Embajador y amigo de Huntington en Washington, Juan de Riaño, pero se percibe la intencionalidad política que revisten por conseguir su apoyo en EEUU. Cárdenas intentó entablar una línea de comunicación directa con Archer Huntington desde su llegada a Nueva York y comenzó pidiéndole ayuda económica para la causa: “He venido para tratar de obtener suscripciones en favor de los que en España combaten con tanto heroísmo contra el comunismo, la barbarie y la destrucción de la civilización”24. Tras la lectura de su correspondencia y a pesar de la tenacidad mostrada por Cárdenas, parece que Huntington evitó reunirse con él en numerosas ocasiones aduciendo que estaba fuera de la ciudad. Lo cierto es que Juan Francisco de Cárdenas no comenzó con buen pie su labor en EEUU pues su credibilidad y sus prácticas fueron cuestionadas por las autoridades norteamericanas hasta el punto de que el senador Nye solicitó una investigación al Congreso de los EEUU25. Este hecho provocó que desde los primeros contactos con Huntington Cárdenas no tuviese más remedio que justificar los rumores existentes: “Ayer llegó a mi conocimiento que circulan por Nueva York ciertos rumores que me atañen y que son enteramente calumniosos. Como tengo fe en la verdad y creo que a la larga se abre paso confío en que muy pronto se desvanezcan pero creo deber prevenirle para que no le cojan por sorpresa. Riaño conoce la historia”26. Procuró captar la atención de Huntington haciendo uso de uno de los temas que más podía preocupar a un hispanista: la protección del patrimonio artístico e histórico durante la guerra. El 22 de abril de 1937 Cárdenas le solicitó ayuda para organizar un Comité de coleccionistas en los EEUU para evitar la dispersión y venta en su país de obras catalogadas en los museos nacionales españoles, una iniciativa que cuestionaba las políticas proteccionistas ordenadas por el gobierno 22 Carta de José López Mezquita a Archer Huntington de 24 de mayo de 1937. Syracuse University Library, Special Collections Research Center, Anna Hyatt Huntington papers. Box 46: López Mezquita. 23 Ibídem 24 Syracuse University Library, Special Collections Research Center, Anna Hyatt Huntington papers. Box: 16: Cárdenas Juan Francisco, carta de 17 septiembre de 1936. 25 Para ampliar la información sobre las actividades de Juan Francisco de Cárdenas como Embajador oficioso de Franco en los EEUU durante la guerra civil, consultar LÓPEZ ZAPICO, Misael Arturo. “Against all odds. El diplomático Juan Francisco de Cárdenas durante la guerra civil española y el primer franquismo”. En: MORENO CANTANO Antonio. Propagandistas y diplomáticos al servicio de Franco (1936-1945). Gijón: TREA, 2012, p. 56 y ss. 26 Carta de Juan Francisco de Cárdenas a Archer Huntington de 14 de octubre de 1936. Syracuse University Library, Special Collections Research Center, Anna Hyatt Huntington papers. Box: 16, Cárdenas Juan Francisco. 8 Archer Huntington ante la Guerra Civil española Patricia Fernández Lorenzo republicano con el traslado a Valencia de las obras de arte incautadas27. Para ello, no dudó en poner al corriente a Huntington de la solicitud que había promovido el pintor José María Sert ante la Sociedad de Naciones para la aprobación de un texto que pudiese ser ratificado por los Parlamentos nacionales y que declarase nulas las enajenaciones de obras de arte clasificadas o pertenecientes a los museos nacionales en tiempos de guerra28. Cárdenas pedía a Huntington su firma en el citado texto y le solicitaba que le ayudase a obtener firmas de otros norteamericanos en una maniobra poco clara pues el documento referido ya había sido presentado un mes antes, esto es el 22 de marzo de 1937, a la Sociedad de Naciones con la firma de 350 personalidades del campo intelectual de diversos países29. Con serias dudas sobre el futuro del patrimonio histórico y artístico español, Huntington recibía nuevas crónicas del desastre y percibía a través de las cartas cómo iban alineándose sus amigos españoles en bandos opuestos, en algunos casos por profundas convicciones políticas o religiosas y en otros por intereses puramente circunstanciales. El pintor vasco Ignacio Zuloaga fue uno de los personajes que, a pesar de haber mantenido junto con su familia su independencia política desde 1931, apoyó apasionadamente a las fuerzas nacionalistas a partir de abril de 1937. Parece ser que recibió un importante impulso tras la destrucción provocada por un batallón de milicianos en Eibar puesto que entre los destrozos ocasionados quedó arrasada la casa en la que nacieron él y sus hermanos.30 Ambos se habían conocido en 1909, cuando Huntington había organizado una exposición en la recién inaugurada sede de la Hispanic Society en Nueva York con la obra de Ignacio Zuloaga. Huntington admiraba a Zuloaga, el llamado pintor de la España negra que tantas adhesiones y polémicas despertó en la España regeneracionista, y llegó a convertirse en uno de los principales coleccionistas de su obra. En sus cartas a Huntington Zuloaga mostraba abiertamente su apoyo al Bando Nacional: “Here we are still in war, but hoping that all will be finished soon. I think that Franco is one of the greatest men in the world”31. Su compromiso con las fuerzas de Franco fue total y en el ámbito artístico su obra respaldó algunos de los mitos más relevantes construidos por el franquismo32. Más dramática fue la situación de Concha Espina, a la que había conocido el matrimonio Huntington durante un viaje de la escritora por los EEUU. La escritora había consolidado su prestigio en la España de la década de los veinte pues además de recibir dos premios de la Real Academia Española su candidatura al Nobel de Literatura había sido propuesta en tres ocasiones33. Durante 27 Para ampliar información sobre la protección del patrimonio cultural español durante la Guerra Civil, véase COLORADO CASTELLARY, Arturo. Arte Salvado. 70 Aniversario del salvamento del patrimonio artístico español y de la intervención internacional. Madrid: SECC, 2010. También CABAÑAS BRAVO, Miguel. “Ricardo de Orueta, guardián del arte español”. En el frente del arte, Ricardo de Orueta 1868-1939. Madrid: AC/E, 2014. 28 Carta de Cárdenas a Huntington de 22 de abril de 1937. Syracuse University Library. Special Collections Research Center, Anna Hyatt Huntington papers. Box 16: Juan Francisco de Cárdenas. Véase también Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores R.2758/67. Carta 12 de enero de 1940 escrita por José María Sert al embajador en EEUU Lequerica. 29 Joseph Duveen, famoso marchante de arte a quien Huntington conocía desde hacía años pues tanto su madre Aravella como él había comprado o vendido cuadros a través suyo, era uno de los firmante de la solicitud y en 1939 formaría parte del Comité Internacional de Salvamento del Tesoro Español. Aunque figuró como componente británico, era miembro del Consejo del MOMA y del Instituto de Arqueología y Arte Persa de Nueva York. 30 “En la últimas horas de la ocupación republicana un grupo de milicianos del batallón Amuategui, formado por socialistas y comunistas del propio pueblo, se dedicaron a incendiar con gasolina un gran número de edificios; entre ellos la torre Kontadorekua en la que habían nacido Ignacio y sus hermanos y que perteneció a la familia entre 1850 y 1910”. SUAREZ ZULOAGA, Ignacio. “Antonio Zuloaga Dethomas: una vida entre Francia y España”. En: MORENO CANTARO Antonio (coord). Propagandistas y diplomáticos al servicio de Franco (1936-1945). Gijón: TREA. 2012, p. 129 31 Carta de Ignacio Zuloaga a Archer Huntington de 7 de octubre de 1937. Syracuse University Library. Special Collections Research Center, Anna Hyatt Huntington papers. Box 58: Ignacio Zuloaga. 32 Su cuadro Alcázar en llamas supuso una de las raras representaciones de la guerra civil pintada por un artista de renombre. Parece ser que este cuadro formaba parte, según Enrique Lafuente Ferrari, de una serie que Zuloaga decidió dedicar a la guerra civil española. No en vano, fue Ignacio Zuloaga quien mejor reflejó la imagen del caudillo en el retrato que pintó en 1940 del general Franco vestido de falangista y envuelto en la bandera española. 33 Concha Espina recibió dos premios de la Real Academia Española en 1914 y en 1924 por La efigie maragata y por Tierras de Aquilón, y en 1927 fue galardonada con el Premio nacional de Literatura por Altar mayor. Su candidatura al Premio Nobel de Literatura fue presentada desde EEUU y desde Suecia en 1926, 1927 y 1928. 9 Archer Huntington ante la Guerra Civil española Patricia Fernández Lorenzo los primeros años de la II República se manifestó a favor de las políticas progresistas impulsadas por el gobierno de Azaña y en concordancia con “la vanguardia de los ideales de libertades públicas y derechos civiles republicanos. Un período en el que la escritora santanderina se distinguió por su reivindicación de la igualdad de la mujer”34. Se adhirió a la Asociación de Amigos de la Unión Soviética y apoyó los ideales republicanos en los aspectos relativos a la educación y al cultivo de las artes. También en su vida personal mantuvo sus ideas progresistas pues su proceso de divorcio de su esposo Ramón de la Serna fue uno de las más sonados en la España de 1934, no solo por ser unos de los primeros divorcios declarados tras la aprobación de la ley de 1932, sino porque su causa fue defendida por la abogada y defensora de los derechos de la mujer Clara Campoamor. Sin embargo, a medida que la radicalización política y la violencia fueron copando la escena política española su opinión cambió y pasó a apoyar de forma decidida a las fuerzas rebeldes del general Franco. Si en 1935 se lamentaba en sus cartas a Huntington de las dificultades que encontraban los escritores para trabajar en una España convulsionada por las crisis políticas, en 1937 el tono irritado de sus epístolas será claramente acusatorio contra el bando republicano. Desde Santander, donde había ido a refugiarse después de abandonar un Madrid acosado por los bombardeos, expuso con crudeza su peor experiencia de la guerra tras haber sido retenida por las fuerzas republicanas35: “Una de mis primeras cartas después de meses de pesadilla en poder de las hordas comunistas, es para usted. Dios ha querido devolverme a la civilización y a la cultura de Occidente, por manos de mis propios hijos, cuando ya estaba firmada la sentencia de muerte contra mí (…) Mi casa de Madrid ha sido saqueada, mi biblioteca y mi archivo deshechos. Toda una labor heroica y meritoria como la mía, durante más de cuarenta años ha quedado deshecha en una tarde por la sucia canalla enfurecida, bajo la dirección de unos hombres a quienes no se le queman los labios al llamarse a sí mismos, con un inconcebible cinismo, intelectuales”36. ¿Cómo podía recibir el hispanista este tipo de noticias? ¿Cómo influirían en su ánimo y en la conformación de su opinión sobre la guerra? Sin duda tenían un fuerte impacto en él. Ello explicaría su inmediata reacción para intentar ayudar en lo posible, más aún como era el caso, si Concha Espina se lastimaba en momentos tan difíciles de la pérdida de su Medalla de Plata y los diplomas de la Hispanic, recibidos en reconocimiento a su obra literaria en 192737. Ante las solicitudes de ayuda, el propio Huntington se encargó de hacer todo lo posible por restituir a la escritora de algunas de sus pérdidas más preciadas pues tres meses después Concha Espina mostraba su agradecimiento por la rápida respuesta de los Huntington: “Es para mí significativo y muy consolador que lo primero y quizás lo único que voy a recuperar de mis bienes literarios me venga de esa Hispanic Society, por la mano del Sr. Huntington, develadora del arte español en días trágicos para nuestro tesoro artístico, diezmado por el fuego o expoliado por la rapiña del marxismo”38. El escultor Mariano Benlliure, gran amigo de Joaquín Sorolla, del Marqués de la Vega-Inclán y uno de los miembros del círculo más próximo a Huntington en España, fue otro de los personajes que tras el verano de 1937 escribió a Huntington transmitiéndole la precariedad de su situación económica y ofreciéndole varios bustos que tenía en su taller sin vender. Benlliure, sintiéndose como otros tantos en la obligación de retratarse políticamente, expuso su ambigua situación al sentirse respetado por su trabajo por parte de ambos bandos y haciéndole ver que su único interés era seguir trabajando honradamente como había hecho hasta entonces: “Todos han sido respetuosos conmigo”39. A dicha solicitud, Huntington le responde que podría estar interesado en adquirir el busto en bronce del escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez, otro personaje que había entablado amistad con Huntington años atrás. El busto del novelista había sido presentado por Mariano Benlliure en el Pabellón español en la Exposición Universal de Paris de 1937. La Hispanic Society 34 NARBONA Cristina, “Prologo”, Singladuras, Viaje americano. Ediciones Evohé, 2010. 35 Tras este episodio de retención por parte de las fuerzas republicanas, Concha Espina escribió Esclavitud y Libertad. Diario de una prisionera, Valladolid: Reconquista, 1938. 36 Carta de Concha Espina a Archer Huntington de 26 de septiembre de 1937. Syracuse University Library, Special Collections Research center, Anna Hyatt Huntington papers. Box 31: Concha Espina. 37 Ibídem 38Carta de Concha Espina a Archer Huntington de 30 de diciembre de 1937. Syracuse University Library, Special Collections Research center, Anna Hyatt Huntington papers. Box 31: Concha Espina. 39 Carta de Mariano Benlliure a Archer Huntington de 10 de septiembre de 1937. Syracuse University Library, Special Collections Research Center, Anna Hyatt Huntington papers. Box 10: Mariano Benlliure. 10
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