El Amor de la Sabiduría Eterna EL AMOR DE LA SABIDURÍA ETERNA PRESENTACIÓN E ste es el libro que contiene en su conjunto la espiritualidad de Montfort: la visión trinitaria de Dios Creador, Salvador y Santificador manifestado en Cristo Sabiduría encarnada, crucificada y glorificada; la devoción verdadera a María; la fe vivida y comunicada en prácticas sólidas de renovación cristiana; los compromisos bautismales de fidelidad al amor de Dios y solidaridad con los pobres. Es el fruto de largos años de estudio, de oración y de experiencia espiritual. La enfermedad del invierno 1694-95 le dio ocasión a Luis María para meditar profundamente las obras de autores que iba recogiendo en su Cuaderno de Notas. Su primera estadía de joven sacerdote en el hospital de Poitiers le permitió vivir allí la espiri- tualidad de la Cruz, exponerla a quienes serían las primeras Hijas de la Sabiduría y hacerla cantar por los pobres. Para Montfort, “poseer y conservar la Sabiduría” es “unirse a Jesucristo para llevar su cruz tras él”. En medio de circunstancias dolorosas pasa en París el tiempo de septiembre de 1703 a Abril de 1704 atendiendo a la necesidad material y espiritual de su hermana Guyonne-Jeanne y sirviendo a los pobres del hospital de La Salpêtrière. Comparte su desprendimiento total con la 139 Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort comunidad del Calvario del Monte Valeriano y pasa sus horas más apreciadas de oración y desapego bajo la escalera de un refugio de la calle Pot-de-Fer, cerca de San Sulpicio. Allí medita intensamente y escribe cartas que reflejan su plena experiencia de la cruz y prepara sermones y conferencias. Cerca de allí está la biblioteca de los Padres Jesuitas en la cual encuentra Luis María las obras de los autores que más le sirvieron en la redacción del Amor de la Sabiduría eterna: Saint-Jure, F. Nepveu, Boudon, Jacques Nouet y Bonnefons. Quizá también la traducción de la Biblia de Le Maistre de Sacy. Por la misma época su amigo Poullart des Places organizaba el seminario del Espíritu Santo que tanto interesaba a Luis María. Invitado a dar conferencias a los seminaristas les habló del desprendimiento y entrega total a la divina Sabiduría. Esta es la esencia del Amor de la Sabiduría eterna. Con estilo de conferencista espiritual, desarrolló la materia en forma escolástica, sin que la división en capítulos y temas sea muy precisa ni proporcionada. Se podría pensar que el Amor de la Sabiduría eterna es el resultado de las conferencias a los seminaristas del Espíritu Santo en quienes Montfort veía los futuros colaboradores de sus misiones y por eso quería ofrecerles una formación sólida y adaptada. Su composición más probable se sitúa pues, entre 1703 y 1704. OBJETIVO DE LA OBRA Obra de juventud, El Amor de la Sabiduría Eterna manifiesta, publica y proclama lo que, para el joven Grignion es ya una experiencia sublime de unión a Jesús, Sabiduría eterna y encarnada. Esta experiencia excitante llevará al Señor Leschassier, su director de conciencia, a pedirle “poco antes o después de su ordenación”, escribir sobre el tema de la unión con Jesucristo. Es una experiencia vivificante que seguirá enriqueciéndose sin cesar hasta la última predica- ción sobre la dulzura de Jesús tras la cual dirá Luis María antes de morir: “Estoy entre Jesús y María, gracias a Dios y a María. He terminado mi carrera. Todo está hecho, ya no pecaré más”. 140 El Amor de la Sabiduría Eterna El libro trata del Amor completamente gratuito que la Sabiduría eterna manifiesta por nosotros antes, en y des- pués de su Encarnación, y del amor que nosotros debemos a la Sabiduría eterna y encarnada. Para amarla, hay que conocerla. Para poseerla, hay que desearla. “Pocos la encuentran porque pocos la buscan como ello lo merece” (ASE 61). Enriquecido con el don y el privilegio de la Sabiduría, Luis María siente el deber apremiante de darla a conocer para hacerla desear y amar. Expone lo que es en sí misma la Sabiduría eterna, lo que hace de manera constante por nosotros, para expresar su amor de Sabiduría encarnada por cada persona y por toda la humanidad pecadora, y pro- pone una respuesta de nuestra parte a las manifestaciones amorosas de la Sabiduría. Montfort conoce por experiencia y propone cuatro medios para obtener y conservar la divina Sabiduría; los ha vivido antes de proponerlos, como lo atestiguan claramente sus cartas. Ante todo elimina las falsas sabidurías. De paso reconoce que hay una sabiduría humana natural, para proponer luego “la Sabiduría sustancial e increada - el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, es decir la Sabiduría Eterna en la eternidad, o Jesucristo en el tiempo” (ASE 13). Esta es la única Sabiduría digna de ser buscada y amada. Para ello hay que conocerla: “Ayúdame a conocerte bien. Así te amaré” (CT 141). Los cuatro medios para poseer la Sabiduría son : deseo ardiente, oración continua, mortificación universal y devoción tierna y verdadera a la Santísima Virgen, como el secreto más maravilloso para adquirirla y conservarla. El primer medio: un deseo ardiente: ASE 181-183. Siendo joven sacerdote escribía a su hermana Guyonne Jeanne, en 1702: “En la amable cruz se halla encerrada la verdadera Sabiduría, que noche y día busco con más ardor que nunca” (C 13). Lo consume pues un deseo ardiente y 141 Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort constante. En 1703, le confía a María Luisa Trichet: “Si con todo esto alcanzo la divina Sabiduría por la cual suspiro día y noche” (C 15). Y en octubre del mismo año: “¡Oh! ¿Cuándo lograré poseer esta amable y divina Sabiduría? ¿Cuándo vendrá a morar en mí?” (C 16). El mismo año suplica a su hermana Guyonne-Jeanne: “Pide y haz pedir la divina Sabiduría para mí que en Jesús y María soy tu hermano” (C 17). En 1706 se dirige a sus amigos de Montbernage: “Busco la divina Sabiduría. Ayúdenme a encontrarla... No cabe duda, solo y miserable como soy, pereceré si la Santísima Virgen y las almas buenas –las suyas en particular– no me sostienen y alcanzan de Dios el don de la palabra o la divina Sabiduría que remedie todos mis males y sea el arma poderosa contra mis enemigos” (CM 11). Al terminar la misión de Saint-Pompain, en Diciembre de 1715, los Penitentes Blancos de la parroquia van en pere- grinación a Nuestra Señora des Ardilliers, en Saumur. Montfort les da un reglamento a modo de carta, en la que abre su corazón, y cuyo primer punto refleja el pensamiento y el alma ardorosa del misionero: “No tendrán en esta peregrinación otra finalidad que: 1º alcanzar de Dios, por intercesión de la Santísima Virgen, buenos misioneros... 2º el don de la Sabiduría, a fin de conocer, saborear y practicar la virtud y hacerla saborear y practicar por los demás” (RP 1). Igual deseo expresan los CT 103, 124-126. El segundo medio: Oración continua: ASE 184-193. Para Montfort la oración es realmente, desde su juventud, la respiración de su alma. Velando a los muertos pasa cuatro horas en meditación, y en su peregrinación a Chartres consagra ocho horas a la oración en la capilla de la cripta. Eso nos hace comprender que conoció y experimentó la naturaleza y la eficacia de la oración. Ora y suplica a fin de obtener la divina Sabiduría. Por la misma intención les pide a todos orar y hacer orar. En su Carta 16, por ejemplo, le dice a María Luisa Trichet: “Experimento que sigues pidien- 142 El Amor de la Sabiduría Eterna do la divina Sabiduría para este miserable pecador a través de cruces, humillaciones y pobreza... No dejes, querida hija en Jesucristo, de compartir mis súplicas encaminadas a satisfacer estos anhelos míos. Lo puedes, de acuerdo con algunas amigas... Ora, pues; suspira, implora para mí la divina Sabiduría; la obtendrás toda entera para mí. Así lo creo”. El tercer medio: Mortificación universal: ASE 194-202. Sin duda el mejor comentario de este medio es la Carta a los Amigos de la Cruz, en la cual Montfort abre su alma y revela su experiencia. El CT 19 sobre el triunfo de la Cruz es también muy elocuente. El cuarto medio: una verdadera y tierna devoción a la Santísima Virgen: ASE 203-227. Desde su juventud Luis María vivió este medio como “el secreto más maravilloso para adquirir y conservar la divina Sabiduría”. Para compartir con otros escribió “lo que durante tantos años he enseñado en mis misiones pública y privadamente con no escaso fruto” (VD 110). Esto que enseña, propone y recomienda en sus Cartas es lo mismo que amplía de modo particular en SM y VD. La manera concreta y eficaz de vivir el último medio es la “consagración de sí mismo a Jesucristo, Sabiduría Encar- nada, por manos de María”, es decir, el camino para “lograr la perfecta renovación de los votos o promesas del santo Bautismo”. En el Amor de la Sabiduría Eterna Montfort comunica por el testimonio de su vida mística y por la elevación y claridad de sus ideas, la historia de su alma y la fuerza de su lógica apostólica. El libro es el encuentro de dos amores, el abrazo de dos amantes, el gozo anticipado de la bienaventuranza celestial. En su infinita misericordia la Sabiduría eterna y encarnada busca la amistad del hombre, se comunica a él en multitud de formas, desde la llamada ardiente al pecador hasta la fusión inefable del matrimonio místico. 143 Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort Aunque Montfort no es escritor sagrado, ni exegeta, ni teólogo de profesión, El Amor de la Sabiduría Eterna es una obra maestra que le da los títulos y razones más válidos para ser testigo calificado del amor de Dios, guía experimentado de la vida espiritual y doctor en el conocimiento y aplicación de la Sabiduría Divina hecha verdad, camino y vida para la perfección del hombre. Luis María apoya sus afirmaciones en los textos sapienciales y en las interpretaciones de los Santos Padres con que el Espíritu de Dios ilumina su camino apostólico como el de Pablo, el de Juan y el de los grandes misioneros y testigos de Jesucristo en el pueblo de Dios. No hay que buscar en ASE un trabajo de exégesis ni una exposición sistemática de teología, sino un testimonio de unión mística con Jesús Sabiduría Eterna y Encarnada; exposición que, sin despreciar ni ignorar el estudio teoló- gico, emana de una fuente inalterable, de una experiencia profunda de fe, que confirma la teoría, y de una experiencia de sabiduría que da valor y anticipación a la visión beatífica. Privilegiado por la gracia, Montfort supo responder amorosamente y de manera heroica a las familiaridades de la divina Sabiduría. La dulzura y el fervor de su madre, el ambiente del hogar paterno lo orientan a Dios y a la Virgen y le ayudan a tomar conciencia de las obligaciones de su bautismo. Sus estudios en Rennes lo ponen en contacto con verdaderos santos que siguen modelando su alma generosa. En San Sulpicio afirma su rectitud incondicional y prepara su futuro apostolado. La cruz forja su temple y la Virgen María suaviza las aristas de su temperamento. La Sabiduría lo invade y lo hace estallar de felicidad comunicando su gozo y abriendo a sus hermanos las riquezas del tesoro que habita en él. “La Sabiduría existe, yo la encontré. El Amor existe, yo lo he saboreado. Vengan todos a beber las dulzuras de Jesús. Jesús es mi Amor; Jesús es mi riqueza” (ASE 94-97). 144 El Amor de la Sabiduría Eterna La Sabiduría es Jesús, es el Verbo eterno encarnado en el seno de María y muerto en la cruz por nuestra salvación. Eso lo afirma ya la tradición cristiana. De ello da testimonio la liturgia. En la misma Escritura está la fuente de tal identificación. Por eso para los pueblos de las Américas y el Caribe la experiencia espiritual y misionera de Montfort encuentra un terreno abierto y fértil de acogida a las semillas del Verbo encarnado. Que Montfort es el autor de ASE no hay ninguna duda. Según Juan Bautista Blain, el Señor Leschassier, director espiritual de Luis María, “juzgaba que sin duda el Señor Grignion había alcanzado un grado sublime de unión con Jesucristo, pues, poco antes o después de su ordenación... le encargó que escribiera al respecto. El Señor Grignion, que con facilidad me hablaba, me contó esto confidencial- mente y me prometió el escrito. Luego, por humildad o por obediencia, nunca me lo dio”. El libro sobre la Unión con Jesucristo bien pudo ser El Amor de la Sabiduría Eterna. Como destinatarios, Montfort quiere que todos los que escuchan la Sabiduría que él anuncia, sean inflamados por un deseo nuevo de amarla y de poseerla en el tiempo y en la eternidad (ASE 2). Aunque se propone proclamar a todos la grandeza, la belleza, la dulzura y los atractivos de la verdadera Sabiduría, sin excluir a nadie, ni siquiera a los mayores pecadores, se dirige explícitamente a los “grandes del mundo” y a los “sabios mundanos”. Porque Luis María vivió en París ocho años en la época de Luis XIV, el Rey Sol, en la parroquia de San Sulpicio, en el sector donde tenían sus palacios los Señores de la corte y los grandes del reino. Entre ellos el desconocimiento de la religión y el olvido de Jesucristo eran generalizados. Montfort encontró muchas veces a los grandes que se ufanaban de ser los sabios del siglo de las luces. Para cambiar la sociedad se propone cambiar su cabeza. Al dirigirse a los pecadores no puede excluir la categoría de 145 Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort los grandes. “Su influencia es preponderante para el bien o para el mal. Es obra eminentemente útil llevarlos a un comportamiento más moral. Los hombres de condición más humilde aceptarán con mayor voluntad las lecciones que osamos hacer oír a los reyes”. En síntesis, El Amor de la Sabiduría Eterna y toda la espiritualidad que vivió Montfort y transmite en su obra con ardor apostólico es cristocéntrica. Cristo es quien da a conocer en su plenitud el misterio de Dios, que Montfort presenta en cinco aspectos, en sintonía con la revelación bíblica: 1. Cristo Sabiduría encarnada como persona que “une en sí la plenitud de la divinidad y de la humanidad... compendio de las obras de Dios y síntesis de su propia perfección y de la perfección de todas las criaturas. El tema de “tesoro infinito para los hombres” estimula el comportamiento humano de búsqueda, decisión, amistad íntima, oblación esponsalicia (ASE 30). 2. Cristo como “Palabra” reveladora y transformadora: “La divina Sabiduría es persona en la eternidad y el tiempo; por su Palabra todo ha sido hecho y restaura- do”. Ha venido del cielo “para enseñarnos los secretos de Dios, por eso necesitamos creer y observar los oráculos de la Sabiduría encarnada para ser salvados” (ASE 133-153). 3. Cristo, semejante en todo a los hombres, menos en el pecado, dependiente incluso de una creatura en su seno, en Belén y en Nazareth, en su dinamismo de acer- camiento al hombre por la humillación, la debilidad, la pobreza y el sufrimiento, contrasta con las perspec- tivas humanas (VD 248; ASE 167). 4. Cristo Sabiduría se identifica con el misterio de la Cruz que es el momento culminante de su vida: “La Sabi- duría... se incorporó de tal manera y se unió a la cruz, que puede decir con toda verdad: La sabiduría es la cruz y la cruz es la Sabiduría” (ASE 180). 5. Cristo, la Sabiduría encarnada manifiesta su amor a los hombres hasta morir en lugar suyo para salvarlos 146 El Amor de la Sabiduría Eterna y, para no abandonarles, encuentra un secreto para morir y al mismo tiempo para seguir viviendo y permanecer con ellos hasta el fin de los tiempos: es la amorosa institución de la Eucaristía… La Sabiduría se oculta bajo las apariencias de un trozo de pan… a fin de que al ser comida por el hombre, pueda llegar hasta el corazón humano y encontrar allí sus delicias, (ver ASE 71). De la manifestación de Cristo Sabiduría Montfort pasa a la visión sapiencial de la vida cristiana que es búsqueda de unión permanente con la fuente del Amor, la plenitud de todo bien y el tesoro infinito: Cristo-Sabiduría. El primer movimiento humano es pues el deseo ardiente de encuen- tro: “La Sabiduría es para el hombre, y el hombre para la Sabiduría” (ASE 64). La apertura a Cristo-Sabiduría implica la ruptura con la vana o falsa sabiduría del mundo (ASE 73,199). “Cuando la Sabiduría divina entra en un alma, trae consigo toda suerte de bienes y le comunica innumerables riquezas” (ASE 90). Así la vida cristiana se perfecciona en varias dimensiones: 1. En el aspecto cognoscitivo la Sabiduría da al hombre la madurez, el discernimiento de los valores y aconteci- mientos naturales y sobrenaturales, y sobre todo la ciencia de la santidad (ASE 93). 2. Da la capacidad comunicativa para irradiar la sabiduría evangélica y anunciar las obras de Dios con palabra viva, eficaz, penetrante... por la fuerza del Espíritu (ASE 96-97). 3. Lleva a la experiencia de comunión gozosa con el Absoluto (ASE 98). 4. Transforma por el dinamismo interior de las virtudes y dones del Espíritu Santo (ASE 99). 5. Impulsa a la actividad apostólica inspirando “grandes empresas para gloria de Dios y salvación de las almas” (ASE 100). 147 Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort 6. Purifica en la tribulación con la fuerza y la dulzura de la cruz (ASE 100, 103). En la dinámica del encuentro con la Sabiduría el medio más perfecto y eficaz es la devoción a María por su doble función de purificar el corazón humano para hacerlo digno de la Sabiduría y de preservar al hombre de volver a la sabiduría mundana. La misión de María es formar a los santos y amigos de Dios que puedan recibir la amistad y los dones divinos. Para ello Dios hizo a María digna de sí y la inundó en su bondad con todos los dones. Ella responde con fidelidad aco- giendo a la Sabiduría como Madre, y provocando su encuen- tro con la humanidad como Medianera entre la Sabiduría y la humanidad y como trono de la Sabiduría. Siendo María la sola creatura capaz de atraer a Cristo, sólo quien a ella se asemeja y a ella recurre podrá poseer la Sabiduría. Introducir a María en su propia casa por la consagración sin reserva, es hacerse uno digno de la Sabiduría. Pero no basta encontrar a Cristo; hay que perseverar en comunión con él evitando todo regreso al pecado que lleva al fracaso de la vida espiritual. Vistas la inconstancia y la fragilidad humanas, evidentes en el mismo Salomón, Montfort señala en la consagración a la Santísima Virgen un elemento de fidelidad y perseverancia: “para ser en cierto sentido más sabios que Salomón, es preciso poner en manos de María cuanto poseemos..., ya que María es la Virgen fiel a Dios y a los hombres, que nos guarda de perder la gracia y el tesoro infinito de la Sabiduría” (ASE 221-222). El Amor de la Sabiduría Eterna tiene plena actualidad. “Nuestra época, más que ninguna otra, tiene necesidad de esta Sabiduría para humanizar todos los nuevos descubri- mientos de la humanidad. El destino futuro del mundo corre peligro si no se forman hombres más instruidos en esta Sabiduría” (GS 15). Es lo que pretende Montfort: convencer de la necesidad de ser sabios para realizar el plan divino de la felicidad humana. Sólo Cristo, Sabiduría de Dios y Salvador, responde “al interrogante que hoy absorbe 148
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