Biblioteca de textos socialistas núm. 2 Errico Malatesta Socialismo y anarquía Prólogo de Max Nettlau Editorial Ayuso Colección dirigida por Juan J. Trías Vejarano, Antonio Elorza y Manuel Pérez Ledesma. Portada y diseño de la colección: César Bobis. F.DfrORIAL AYUSO Sun Bernardo, 34 Mndl'ld, 1975 ISBN: 84·336'()093·1 Dcpó.lto 1caal: M. 29.427-1975 11lI111't1KO en Closas-Orcoyen, S. L. MartÍnez Paje, 5. Madrid-29 Prólogo de Max NettIau * 1 Juventud y vida militante De 1871 a 1889 El viernes 22 de julio de 1932a medio día murió en Roma Errico Ma1atesta. Lo libertó la muerte de cruel enfermedad, y también de una refinada privación de libertad que sólo los ex socialistas autoritarios saben imponer, con el deseo de inuti lizar por el aislamiento a sus víctimas libertarias. Lenín aisló a Kropotkin en un pueblo y supo evitar que fuera a reponerse en clima propicio. Mussolini, ex socialista, aisló a Malatesta en su propia casa, y cuando el anciano quiso aso marse al mar, persecución policíaca le forzó a volver pocos días después a la ciudad calurosa, ardiente. Otros socialistas eligieron el desierto como residencia de los adversarios anar quistas, haciendo prácticamente imposible que los enfermos pudieran encontrar algún alivio. El calabozo del tirano era preferible a la crueldad hipócrita del aislamiento. Por lo de· más, los socialistas autoritarios de todos los tiempos conser van los calabozos para poblarlos con otras víctimas. Nació Ma1atesta el 4 de diciembre de 1853y ha sobrepasado la edad de Kropotkin (1842-1921)en algunos meses, cediendo la vida de ambos a la misma enfermedad crónica, acentuada y enconada en el curso de una larga lucha contra la muerte. El clima de Inglaterra, húmedo y brumoso, quebrantó probable mente la salud de los dos hombres. Kropotkin estaba acostum del Mediodía italiano. Malatesta fue también víctima del tra brado al frío seco de Rusia, Malatesta a la generosa templanza bajo. Hacía instalaciones eléctricas y tuvo que trabajar fre cuentemente en condiciones muy peligrosas para los pulmones, no muy resistentes. Necesitó poner su cuerpo en contacto con las piedras frías, entre corrientes de aire que le produjeron una pulmonía en cierta ocasión, llevándole a las puertas de la muerte. Siguió una dilatación de bronquios que le predispuso * Insertamos como prólogo el estudio que sobre la vida y obra de Malatesta publicara Max Nettlau, en La Revista Blanca, números 222,224y 225,de 15de agosto, 15de septiembre y 1 de octubre de 1932.Su título original fue «En memoria de Errico Malatesta (4 diciembre 1853-22julio 1932).»Trad. de F. Alaiz. s Errico Malatesta a resentirse del tiempo, sobre todo entre el invierno y la pri mavera. En el verano de 1931,que fue muy caluroso, tuvo Malatesta que apartarse del mar y un camarada americano que le visitó a la sazón, pudo advertir que el anciano estaba muy desmejorado. Meses después tuvo que atender una grave enfer medad de su compañera. Cuando al terminar el año se regocijó con la mejoría de la compañera, pudo gozar unas semanas de relativa salud, pero en abril se vio aquejado de la misma enfer medad que ha vencido su vida. En la última carta que recibí de Malatesta (31 de mayo) es cribe: «Sí, amigo mío, estoy'bastante mal todavía, lejos de cu rarme. Después de una mala temporada tuve una bronquitis que me puso a un paso de la muerte. No estoy bien, tal vez no soy siquiera un convaleciente, aunque mejoro lentamente y tal vez pueda salvar la vida de nuevo.» La gravedad se inició del 15al 20 de abril y desde entonces apenas pudo respirar más que con auxilio del oxígeno. Se de bilitó el corazón a consecuencia de los constantes esfuerzos y de la alimentación insuficiente. Luchó denodadamente contra la muerte. Bertoni me enseñó una carta de Malatesta recibida el 16 de mayo: «Paso una parte del día amodorrado, medio dormido, como embrutecido. Generalmente no puedo descansar de noche. Vivo una tragedia íntima, la del afecto que me tienen los compañeros y el tormento de no merecerlo. Hay algo peor, y es la conciencia que tengo de no poder hacer ya nada. Fran camente, cuando tanto se soñó y tanto se eSlJeró es doloroso morir como yo, en vísperas de acontecimientos tan deseados...» Al período de abatimiento y sin duda alguna de agotamiento y debilidad física, siguió la mejoría a que se refiere la carta del 31 de mayo. La mejoría se manifiesta también por una avidez de noticias, verdadera sed de estar al corriente de los acontecimientos. Era muy difícil complacer a Malatesta, pues to que no se le podía hablar con libertad teniendo como tenía la correspondencia intervenida y algunas veces secuestrada. Lo mismo ocurría con los impresos. Creo que no reaccionaba le yendo la correspondencia recibida en tan precarias condicio nes. Yo no me atrevía a completar la información suponiendo que tardaría en curarse, aunque no dejaba de esperar. Ignoro todavía concretamente las circunstancias de su muerte: no sé si ha fallecido a consecuencia de la debilidad del corazón por insuficiencia de fuerzas para reaccionar o bien ha sido víc tima de una recaída o ataque violento. El hecho es que nos deja, y como estuvo siempre con nosotros y fue un militante' ya desde 1871y perfecto, el sentimiento es mayor en propor ción a lo cerca que estuvo de nosotros en nuestros años de vida anarquista. * * * Prólogo de Max Nettlau 9 Malatesta nació de padres pertenecientes a la pequeña bur guesía, ocupados en el fomento de sus negocios. Murieron en edad temprana después de facilitar a Errico educación de Li ceo. Tendría apenas diecisiete años cuando empezó los estudios de Medicina en la Universidad de Nápoles. En esta ciudad vivió, al parecer bajo la tutela nominal de una tía :mciana que le dejó libre para que se desarrollara e instruyera, siguien do sus propias iniciativas. En la infancia contempló la ruina del absolutismo de los Borbones en 1860y una parte de la epo peya garibaldina se desarrolló cerca del pueblo natal de Mala testa, Santa María Capura Vetere, en el sitio de la fortaleza de Capua y la lucha de Volturno en 1860.Los garibaldinos y el ejército piamontés se confundieron. Mazzini y poco después Ga ribaldi cedieron y entró el rey Víctor Manuel. Se malograron las esperanzas republicanas imponiéndose el nuevo gubernamenta lismo. Como no se habían conseguido los objetivos nacionales de la época (Roma y Venecia) siguió hasta 1870una década de cons piraciones, insurrecciones, intrigas diplomáticas, en las que se mezclaba el fantasma de la guerra. Republicanos y partidos po pulares podían ser útiles todavía a la monarquía, y fueron por ello manejados, controlados y sometidos a parálisis, a menudo secundarias, sin posible realización de propios designios. Todo pa recía vivir como posibilidad, en potencia. Agitadores y propa gandistas no hallaron muchos inconvenientes. La fachada era liberal. Como el Papa disponía todavía de Roma y del Estado pontificio, el anticlericalismo fue la religión oficial de la di nastía. En el Liceo de Nápoles pudo observar el adolescente Malatesta todas estas particularidades, pero su espíritu permanecía en la antigiiedad: el republicanismo austero de los héroes históricos de Grecia y Roma. Este espíritu clásico fascinó a Malatesta. Soñaba en la República de la Igualdad, en el tiranicidio, en el tribunal popular, en la barricada rebelde. El propio Malatesta describe estos sentimientos de 1868en uno de sus raros ar tículos introspectivo s de 1884. Fuera ya del Liceo, siendo estudiante de Medicina, participó en manifestaciones populares, y para consignarlo con sus propias palabras, copiaremos las siguientes: «Como republicano contem plé por primera vez el interior de una cárcel de la monarquía.» Sé por una carta del propio Malatesta que pretendió entrar en una organización mazziniana secreta. Los veteranos de la misma, que observaban la conducta de los candidatos durante cierto tiempo con objeto de proponer o no la admisión, informaron, muy justamente, por cierto, que Malatesta tenía un espíritu in dependiente, propicio a la desobediencia, poco dispuesto a so meterse a la rigurosa disciplina intelectual y moral que im- 10 Errico Malatesta ponía Mazzini a sus hombres de confianza. A consecuencia de todo ello se rechazó la candidatura del joven Malatesta. Sobrevino la Comuna de París, de marzo a mayo de 1871.Aquel acontecimiento ilusionó a Malatesta, siendo iniciado por el abo gado Carmelo Palladino, hombre desinteresado, y situado en el ambiente del grupo de Bakunin, en el ambiente de la Internacio nal, con sus luchas entre autoritarios y anti-autoritarios, lucha que precisamente se acentuaba por entonces en aquella organi zación. Ingresó en la sección de Nápoles cuando tenía diecisiete años y algunos meses, contribuyendo a la preponderancia que tuvo, en 1871,la sección fundada en 1869. Quedó la Comuna ahogada en sangre del pueblo; luchaba Ba kunin en Italia contra Mazzini, el enemigo de la Comuna; se peleaba contra Marx y Engels en Londres, inductores de Cafiero, que obedecía entonces a su influencia, para malograr y paralizar la obra de Bakunin (hecho que corresponde al viaje de Lafargue a España un poco después). Las persecuciones de la autoridad y la disolución de la sección en agosto, imprimieron una vida agitada a la sección de Nápoles en 1871.Fue Malatesta uno de los miembros más activos. Congregó estudiantes y trabajadores en la sección, supo abrir los ojos de Cafiero, que se convirtió en amigo suyo. Sabido es que Cafiero, después de visitar a Ba kunin en Locarno en 1872,se entregó por completo a la causa anarquista. Complicaron también a Malatesta en la persecución contra los militantes de la sección, y al reconstituirse ésta más o menos ilegalmente con el nombre de Pederazione Operaia Na poletana en invierno de 1871-72,Malatesta actuó de secretario fe deral y redactó el programa, donde se incluyen hábilmente los principios de la Internacional de 1864y las ideas anarquistas de Bakunin. Es el primer trabajo sobre ideas que se conserva de Malatesta. La actividad de éste en favor de la Pederazione de la zona de Nápdles continuó en 1872.No tomó parte en la Con ferencia constituyente de la Federación Italiana que se reunió en Rímini en agosto y que rompió con el Congreso general de Londres, pero se le nombró secretario de la sección de estadís tica, la cual tenía un objetivo más importante de lo que indica su modesto nombre. En septiembre fue a Zurich y se puso en contacto con Ba kunín y otros delegados italianos de convicciones autoritarias. En Zurich encontró a los delegados españoles que regresaban del Congreso de La Haya: Farga Pellicer, Alerini, Morago y Marselau. En distintas reuniones con Bakunin constituyeron la Alliance des revolutionnaires socialistes, grupo internacional se creto. Después de 1871leía normalmente Malatesta las publica ciones de la Intemacional española como «La Federación" de Barcelona y otras. Por cierto que he visto ejemplares dirigidos a M;¡¡,latestaen una colección de Roma en 1903.Conoció Mala- Prólogo de Max Nettlau 11 testa en Zurich militantes destacados. Con ellos, Bakunin y otros camaradas, asistió al Congreso antiautoritario de Saint-Imier (Jura), que atacó a fondo a la fracción marxista de la Interna cional. No trataba de hacer vida de emigrado y volvió a Ná poles para continuar sus campañas de propaganda. Al dirigirse a Bolonia para asistir al Congreso italiano fue detenido, permaneciendo cincuenta y cuatro días en la cárcel. Fue después a Locarno, vio a Bakunin, a quien indicó la idea de trasladarse a Barcelona en vista de los acontecimientos es perados y que tuvieron lugar, efectivamente, poco tiempo des pués; en junio, en Sanlúcar de Barrameda, donde estaba Mo rago; en Alcoydonde estaba la Comisión Federal, y en Barcelona con intervención de J. García Viñas, Paul Brousse y otros. Un viaje de Bakunin y Malatesta a Barcelona tenía de ser forzosa mente secreto y exigía cuidadosa preparación y medios. Para ponerse de acuerdo Malatesta con Cafiero fue aquél rápidamen te a Barletta (Apulia), pero lo detuvieron, saliendo de la cárcel seis meses después sin proceso. La Internacional fue perseguida en Italia por arbitrarios pro cedimientos en 1873,lo que produjo más de una insurrección de carácter general en 1874.No se trataba de una insurrección aís lada; se trataba de incorporar a los garibaldinos que actuaban todavía y a los mazzinistas avapzados, suponiéndose que podría llegarse a una subversión a consecuencia de las revueltas locales de origen social, tales como carestía de víveres, huelgas, des contento de los campesinos, etc. Malatesta se enteró del plan al salir de la prisión y emprendió el trabajo por todo el Medio día, de Nápoles a Sicilia. Si hubo quien cometió errores, Mala testa hizo todo lo que pudo en el asunto de aprestar armamentos y preparar la acción. Tampoco allí acudieron todos a la cita y lo que se hizo en Apulia desde ellO al 14 ó 15de agosto de 1874, cerca del Castel del Monte, tuvo escasas proporciones. Se trataba de un desafío al Estado y al sistema actual, ataque que no ha podido ser olvidado. Viendo Malatesta que todos estaban de tenidos, se dirigió a Locarno siendo arrestado antes de llegar, en Pistoia. Se siguió un enorme proceso contra él y otros ca maradas en Trani (Apulia) en agosto de 1875.La actitud de los procesados mereció simpatías a todos, siendo absueltos y salu dados como héroes victoriosos. Malatesta se trasladó a Lugano, donde vio a Bakunin por última vez y discutió con Cafiero en Locarno la reorganización del movimiento. No tardó en hacer su primer viaje a España, visitando a Moraga en Madrid y a Alerini en la cárcel de Cádiz. Quería favorecer la fuga de este último, el cual se negó a evadirse creyendo próxima la libertad legal. El invierno de 1875-76lo pasó Malatesta haciendo propaganda activa en Nápoles. Fue entonces cuando Merlino (1856-1930),su 12 Errico Malatesta condiscípulo del Liceo, se incorporó al movimiento atraído al campo de las ideas sin intervención de Malatesta, cuando intervino como abogado en el despacho de Gambuzzi, el ex camarada de Bakunin. Una reunión en Roma (marzo 1876) pre para la organización de la Internacional. Uno de los que parti ciparon fue Malatesta, quien se vio obligado a volver a Ná poles. Quiso entonces batirse defendiendo a los servios de la guerra contra Turquía, pero fue detenido dos veces, en Aus tria y en Hungría, y devuelto por la policía a Italia. Tuvo tanto interés por la causa de las nacionalidades oprimidas, que le obligó a interesarse por aquel preludio de la gran guerra ruso turca, como si se tratara de una cuestión de honor. En 1874, en Apulia, no !legó en realidad a batirse y sentía una especie de rivalidad viendo que los republicanos garibaldinos luchaban como voluntarios. Los internacionalistas deseaban demostrar igual es píritu militar combativo. Al regresar a Italia se puso en inteligencia con los camaradas de Florencia, y pasó cierto tiempo en Nápoles con Cafiero y Covelli. Se pusieron de acuerdo en la teoría para pasar desde el colectivismo al comunismo anarquista, determinación a la que !legaron los primeros en Italia, discutiendo y tratando de reorganizar bien la Internacional en el Congreso de Octubre en Florencia, para emplear toda la fuerza en un movimiento re volucionario de carácter general, social y anarquista, esta vez sin el concurso de los republicanos. Contaban con el descontento social del pueblo urbano y cam pesino y resolvieron empezar por las montañas del Mediodía napolitano, con objeto de que la revolución pudiera tener al guna efectividad antes de ser combatida. Durante este tiempo, sU)Joníaseque los obreros del campo y de la ciudad se unirían contra las fuerzas gubernamentales antes de que éstas pudie ran dominar. La traición de un campesino que tenía influencia en una localidad, y al que habían utilizado parcialmente, com prometió a los conjurados, que se vieron obligados a anticipar el movimiento, empezando ,en abril en vez de mayo. Hacía frío; en las montañas de Nápoles había nieve, y los revolu cionarios fueron abatidos por el frío y las privaciones. Cercados por el ejército tuvieron que rendirse 23 re,'olucionarios, entre los que estaban Cafiero y Malatesta. Era la noche del 11 al 12 de abril, en un cortijo aislado, cuyo propietario les hizo traición delatándoles a los soldados. Estuvo preso mucho tiempo y a la muerte del rey, gran parte de los supuestos delitos fueron amnistiados, juzgándose los restantes en Benevento en agosto .de 1878, siendo absueltos. La población se impresionó extraor dinariamente, observando la dignidad y entereza de los pri sioneros. Prólogo de Max Nettlau 13 Con frecuencia se reprochó a los anarquistas el hecho de que los actos insurrecionales que consuman en nombre de la anar quía son poco reflexivos, simplistas. En 1877como en 1874fue algo fragmentaria, una parte incompleta del plan total, un hecho que por interés de la defensa no podía hacerse público. Malatesta me habló posteriormente del tema, explicándome el verdadero carácter de aquellos movimientos. Hay que tener en cuenta que como en los años 1860-70,la década siguiente para muchos elementos de Italia, el Estado era débil y había mucha esperanza en la posibilidad de cambios políticos. Fue maltratado Malatesta en Italia, en Egipto, en Siria, en Francia, en Suiza, en Rumania y en Bélgica, en toda Europa en 1878,79 y 80, hasta hallar asilo seguro en Londres en la privamera de 1881.Fue a Ginebra cuando se fundó el Révolte; estuvo en París cuando surgieron los primeros grupos anarquis tas; en Bélgica cuando el blanquismo revolucionario tenía in fluencia. Llegó a Londres cuando se preparaba el congreso in ternacional socialista en 1881.Pero ocurrió que en Italia la misma Internacional fue reducida al silencio, perseguida con grandes procesos y quebrantada por la defección de Andrea Costa, quien a partir de 1879se entregó al socialismo de as piraciones parlamentarias y arrastró por su antiguo prestigio a los internacionalistas de la Romaña. Malatesta, para referirme sólo a él, fue impotente para contener el mal hallándose solo y lejos. En ninguna parte encontró apoyo si se exceptúa Lon dres. Era alli precisamente donde no podia influir sobre el pue blo italiano contra el parlamentarismo. El Estado italiano se consolidó lo mismo que otros Estados a los cuales el estatismo daba atribuciones sociales y gran preponderancia que desembocó en la guerra universal, en el funestísimo período de 1880a 1930, aproximadamente. Todavía perduran las formas extrañas y úni cas de que se valió el estatismo. Nadie protestó como Malatesta contra la desviación, pero no pudo contenerla y paralizó su actuacitSn denodada. En Ginebra, al principio de 1879hasta su expulsión de Suiza pocos meses después, conoció a Kropotkin, viéndose ambos con frecuencia en Londres en 1881y 1882.Hay que subrayar el hecho de que el grupo limitado, íntimo, formado por Bakunin desde 1864,reconstruido en Zurich en 1872,la «Frater nidad Internacional» volvió a reconstituirse en el verano de 1877, eligiendo a Kropotkin como secretario. Malatesta y Cafiero es taban presos, sin dejar por ello de figurar como miembros de aquel grupo. Kropotkin y Malatesta fueron los más activos pro pagandistas del reducido círculo, teniendo confianza ilimitada uno en otro, confianza que no fue una homogeneidad en ideas y tácticas a pesar de que ambos fueran comunistas anar quistas convencidos.
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