Corpus Archivos virtuales de la alteridad americana Vol 6, No 1 | 2016 Enero / Junio 2016 Caminos a la ciudad, el monte y el Lote. Producción de lugares entre los Tobas (Qom) del Barrio Nam Qom, Formosa Paths towards the city, the bush and the barrio. The production of places among the Tobas (Qom) from the Barrio Nam Qom, Formosa (Chaco region, Argentina) Ana Inés Vivaldi Electronic version URL: http://journals.openedition.org/corpusarchivos/1579 DOI: 10.4000/corpusarchivos.1579 ISSN: 1853-8037 Publisher Diego Escolar Electronic reference Ana Inés Vivaldi, « Caminos a la ciudad, el monte y el Lote. Producción de lugares entre los Tobas ( Qom) del Barrio Nam Qom, Formosa », Corpus [En línea], Vol 6, No 1 | 2016, Publicado el 30 junio 2016, consultado el 19 abril 2019. URL : http://journals.openedition.org/corpusarchivos/1579 ; DOI : 10.4000/corpusarchivos.1579 Licencia Creative Commons: Atribución-NoComercial 2.5 Argentina (CC BY-NC 2.5 AR) Caminos a la ciudad, el monte y el Lote. Producción de lugares entre los toba del barrio Nam Qom (Formosa). Ana I. Vivaldi* Agradecimientos Puedo empezar los agradecimientos diciendo “ha sido un trabajo muy largo en el que muchas personas aportaron su energía” y es verdad. Por consiguiente, no puedo más que expresar que le agradezco a las siguientes personas: En el Lote: le doy las gracias a Tito y Ester Alegre, Severino Flores, Roberta Flores, Tito Cansiano, Timoteo Francia, Chela y Roberto Sosa, Mirta Silvestre, Susana Nupyacay, Cecilia, Sara Torrent, el Viejo Liva, el Chiva loca, Rosa, Mirta, Raquel Acosta, Noelia; María Luisa, Bety, Anastasio Francia a todos ellos por haberme brindado sus tiempos, permitido que desarrolle este trabajo, pero fundamentalmente porque el encuentro con ellos me transformó profundamente. A pesar de que el presente trabajo fue pensado como una de las formas de agradecer lo que me brindaron, soy consciente de las limitaciones que tiene. Espero, de todas formas, que motive más charlas, tiempo compartido y nuevas ideas. En la ciudad de Formosa: a Claudia Valeggia por haberme introducido en el barrio; a Juan Carlos Duca, Martín Romano y las hermanas Rosita y Susana por la información brindada. En Buenos Aires: a Morita Carrasco quien me impulsó y acompañó en todo este proceso, por el tiempo compartido. A Pablo Wright, que me ayudó a comenzarlo (en sus lejanos inicios) y finalizarlo, por sus sugerencias, energía y aliento. A toda la gente del equipo GEAPRONA por las enriquecedoras discusiones, ideas compartidas y entusiasmo en el trabajo. A Claudia Briones por sus generosos aportes, su amor y horizontalidad en el trabajo. A los amigos chaqueñólogos Florencia Tola, Valeria Iñigo Carreras, Carlos Salamanca, Mariana Gómez, Chris Ostrovsky, Alba Silva y Nidia Buttori, por compartir entusiasmo, preocupación, tristeza, alegría en nuestra experiencia en y lejos del Chaco. Entre los amigos biólogos agradezco al Negro Kowaleweski (que fue el responsable de mi llegada a Formosa), Pablo Villarmoz, Peter Flombaun, Alejandro Gatto, por el intercambio de ideas. A Jorge Morello, por la información brindada. En el círculo de los amigos de Puan y la vida a Marian D’Agostino, Eli Lerner, Brenda Axelruth, Nahuel Levaggi, Caro Goldberg, Brenda Canelo, Dario Soich, Paula Dayán, Paula Bilder, Paula Colmegna, Ana Spivak, Fede Paz, Ale Otamendi, Griselda Pallares, Albana Morosi, Flor Girola, Vero Staffora, Erica Esquivel, Miry Ferreira y a la florida Karina De Stefano. A Miguel Leufman por sus charlas y su mirada punzante. A los miembros de mi familia (nuclear - extensa) que me ayudaron, cada uno a su manera: a Estela Goldschläger, Horacio Vivaldi, a Florinda Ure, al Octi Frassoni, a Gaby Szeinblum, a las los luminosos Julia, Cata y Miqui Szeinblum, y a mis herman“it”os Clara y Nicolás Vivaldi. En el ciberespacio y Buenos Aires: a Gastón Gordillo, que los vericuetos de Puán no permitieron ser mi co-director formalmente, pero que lo fue de hecho; muchas gracias por la enorme generosidad y por seguir de cerca el trabajo, a miles de kilómetros de distancia. * Universidad Nacional de Buenos Aires Facultad de Filosofía y Letras Departamento de Ciencias Antropológicas [email protected] Corpus. Archivos virtuales de la alteridad americana, Vol. 6, N° 1, 1er semestre 2016, ISSN 1853-8037, URL https://corpusarchivos.revues.org 1 En Bariloche y Buenos Aires: a Laura Kropff, Lorena Cañuqueo, Miriam Álvarez, Maria Teresa Causa y Fernando Kropff, por las largas charlas, las jornadas de trabajo en el Gutiérrez, los días y noches compartidas. En la UBA: a toda la gente que trabaja poniendo lo mejor de sí. En movimiento: agradezco a todos mis compañeros de viajes. En todos lados: por ayudarme a mantener mi cuerpo y mi mente flexibles y despiertos le doy gracias a Sara, Marina y Chan. En San Telmo: a Waquito por su compañía. A Rafa por haberme transformado, soportado y ayudado; por su luminosidad en expansión. Y como siempre ocurre, a pesar de estos múltiples aportes, durante la escritura estuvimos sólo la maquina y yo, lo que me hace responsable de todas las fallas y errores en las siguientes páginas. Finalmente, les agradezco a todos los que hicieron algo desde lo más pequeño, que compartieron y padecieron momentos vinculados a este trabajo. Como diría Cerati, les doy mis gracias totales. 2 A Tito y a Ester. A Miguel, Cata, Julia, y Octavio. 3 INTRODUCCIÓN 6 CAPITULO 1: “Amanece en la ciudad” 8 Recorrido por el Lote 68, barrio Nam Qom 8 Preguntas 9 Sobre el campo y el método 15 CAPITULO 2. Mapa conceptual: la política de los lugares 21 1- La política de los lugares 21 2- Los lugares de la política 26 CAPITULO 3. El barrio de los aborígenes 33 1-Divisiones del espacio: “nuevos” vs. “primeros pobladores” 34 2- La política en el lote 39 3- Movilidades alternativas 43 CAPITULO 4. Lejos y cerca del monte 51 Transformación del ambiente chaqueño 52 Miradas etnográficas sobre el monte 53 1. “A kilómetros de hoy”. El monte lejano 57 2. “Hasta ahora vamos”. El monte cercano 61 Las artesanías y la marisca como trabajo 76 CAPITULO 5. Conexiones y desconexiones del centro de Formosa 78 La ciudad y su centro como lugar de “progreso” 80 Posiciones habilitantes en el Centro de la ciudad 89 Otros recorridos por las instituciones 92 CAPITULO 6. Lugares en disputa 95 1. “Queremos progresar” 95 2. Producción reciproca de los lugares 98 3. Prácticas que articulan identidades 103 PALABRAS FINALES: El monte “entremedio” 109 ANEXO 112 BIBLIOGRAFIA 124 4 Introducción El presente trabajo es resultado del encuentro con un grupo de personas del Lote 68 - Barrio Nam Qom, de la ciudad de Formosa, cuya población se reconoce mayormente como toba o Qom. Desde el año 1997 he visto y escuchado sobre su relación con los diversos montes, sin duda ellos forman parte de sus experiencias cotidianas y sus recuerdos. Para la mayoría de las personas el monte es importante inclusive sin ser un lugar que les garantice su sustento, siendo que aporta de manera marginal a las economías familiares. Y, simultáneamente, es general el reconocimiento de haber dejado atrás “la vida en el monte”, es decir la vida en las colonias rurales del interior, para instalarse definitivamente en la ciudad que les permite “progresar”. En este trabajo me dedico a analizar algunas formas en que los Qom del Lote 68 construyen al monte como un lugar significativo. Esta producción se realiza en múltiples movimientos y está implicada en diversas redes de relaciones, por lo que pueden analizarse desde distintos niveles. Decidí concentrarme y comenzar con la dimensión económica-política. Pero al plantearme esta línea, y luego de iniciar el trabajo de campo, me di cuenta que no podía limitar mi mirada tan solo al monte, sino que necesitaba tomar en cuenta la forma en que recíprocamente se constituye en contraste, oposición y continuidad al Lote, su lugar de pertenencia, y al Centro de la ciudad de Formosa, donde se localiza una parte importante de su experiencia social. A pesar de que tampoco estaba dentro del plan original, fue imposible no considerar las formas en que ellos piensan su pasado, en particular tener en cuenta la experiencia de migración de la mayoría de los adultos del Lote, que delimita un antes y después en sus trayectorias personales y constituye una historia compartida. Dentro de estas trayectorias, la triangulación monte - Lote - ciudad se montaba en contraste y continuidad a un cuarto lugar: las colonias rurales del interior, que surgieron como referente de espacio y de tiempo. Esta observación fue transformada en un problema de análisis por lo particular de la paradoja que se plantea, pero también porque se conecta con intereses personales. No puedo dejar de mencionar que la mirada sobre la investigación se construye a partir de mi historia, debido a que desde 1993 trabajo en educación ambiental, junto a gente con la que compartimos el interés por desarrollarla como una práctica enfocada en lo social, y asumida como política. Debo reconocer que este interés no es puramente académico ya que al igual que los Qom, también necesito ir con frecuencia al monte u otros espacios naturales. Transformar lo que observaba en una pregunta para el análisis fue un desafío en distintos aspectos. En la dimensión formal me condujo a buscar conceptos teóricos en los que expresarlo, términos donde un enfoque antropológico pudiera enriquecer mi mirada. En esta búsqueda me preocupó en particular no reducir lo que observaba a una teoría en la que estos procesos fueran un caso. Cuando comencé el análisis para este trabajo me esforcé en intentar que las entrevistas y notas de campo me condujeran a releer la bibliografía en busca de herramientas que permitieran profundizar en el análisis de lo que observaba1, y no actuar de forma contraria. Proceso que me llevó por caminos sinuosos, por momentos perdí de vista a donde iba y a veces dude de estar avanzando en absoluto. En la dimensión humana, me condujo a cuestionarme qué aportes este trabajo pudiera brindar a las personas con quienes lo estaba desarrollando y la manera de conducirme sin imponer mis ideas-preocupaciones-intereses a mis interlocutores. Lo cual me llevó a intentar, de la forma más consciente posible, guiarme con el mayor cuidado y honestidad a mi alcance. Es decir que hacer esta tesis, además de un primer ejercicio de investigación, fue una experiencia humana que me transformó (algo que, creo, le ocurre a la mayoría de los antropólogos). Fue 5 imposible no mantener mayor proximidad con algunas personas y compartir parte de sus vidas, preocupaciones y acciones. De este modo, en el capítulo 1 se plantea la construcción del problema de investigación: ¿Por qué el monte es un lugar de suma importancia para los Qom del Lote 68? Para lo cual se parte de una primera descripción del Lote. Asimismo, delineo el ingreso al campo y aspectos metodológicos tomados en cuenta durante el trabajo. En el capítulo 2 hago consideraciones generales acerca de los conceptos centrales del análisis. Estos son la idea de lugar entendido como delimitación espacial resultado de la acción social; las luchas por la construcción y mantenimiento de una hegemonía que atraviesa el acceso a los lugares, al cual se une un proceso de producción de aboriginalidad asociado a estos lugares. Se analizará, en el capítulo 3, la forma en que se constituye el Lote a partir de políticas estatales particulares, la organización de espacios de poder dentro del Lote y los distintos usos de estos lugares-poder, para dar cuenta de la complejidad de agrupamientos que se generan entre las personas que lo integran y los movimientos que aquellos despliegan. El capítulo 4 aborda las formas comunes de pensar al monte, que surgen de la narración de una historia compartida. Los discursos que aluden al abandono del uso del monte, contrastan con las referencias sobre las distintas actividades que se desarrollan actualmente en este lugar, que serán descriptas en la medida en que se pudo acceder a ellas. Se tendrá en cuenta los usos económicos actuales del monte, realizados de forma independiente por hombres y mujeres, para considerar el tipo de relaciones de trabajo que caracteriza estas actividades. En el capítulo 5 se avanza sobre los distintos circuitos trazados en el Centro de la ciudad, que construyen formas de pertenencia y distancia de localizaciones particulares dentro de él. Experiencias que se constituyen y son constitutivas del contraste con el monte y el Lote; y con las comunidades rurales del interior. Por último, el capítulo 6 plantea las principales, líneas de conflicto en la producción reciproca de estos lugares, para dar cuenta de las disputas alrededor de los mismos, disputas por definir estos lugares, acceder e incidir dentro de ellos. En este sentido busco dar cuenta de las lógicas que definen a estos lugares como significativos y en los que vale la pena involucrarse. Por lo tanto, intentaré mostrar que la experiencia de ir al monte cobra un significado que no se contrapone a la elección de una “vida urbana”. 6 Capítulo 1 Amanece en la ciudad. Entrada al Campo e inicio de la investigación “Tenés que escribir en tu trabajo que nosotros estábamos antes, así se sabe en Buenos Aires” (Juan, agosto 2003). “La etnografía, no habla por otros sino sobre otros. Ni imaginariamente, ni empíricamente puede ‘capturar’ su realidad” (Comaroff y Comaroff 1992 : 9, resaltado en el original)2. Recorrido por el Lote 68, barrio Nam Qom Si uno decide ir al Lote desde la ciudad de Formosa y lo hace en colectivo, luego de recorrer diez kilómetros por la ruta nacional 11 hacia Clorinda llega a una estación de servicio donde el vehículo hace un giro para retroceder unos metros e ingresar al barrio por la calle principal, donde se concentran varias de las instituciones del barrio: subcomisaría, Centro de salud, escuela inicial y EGB, polimodal y uno de los comedores comunitarios. Detrás del Centro de salud hay una cancha de fútbol. Dos cuadras adelante, se encuentran el Centro comunitario (manejado por madres de María Auxiliadora), el tanque de agua que abastece a todo el barrio, un obrador, una plaza y dos de las iglesias indígenas principales. Estas cuadras conforman el Centro del barrio. Si tomamos un plano del Lote3 (ver figura 1 y 2), se ve que el barrio se encuentra racionalmente trazado en veintisiete manzanas numeradas, las cuales se subdividen en 303 parcelas4. Pero esto no significa que esta organización se mantenga tal cual en el terreno. Debido al crecimiento constante de la población, que según los últimos datos asciende a las 2200 personas, (SIPAGS 2001) además de las varias construcciones que alberga cada Lote y de la permanente proliferación de las mismas, en los últimos años se están creando parcelas en sitios que no estaban originalmente destinados a tal fin. Hay viviendas por detrás del Centro de salud, en los costados de la cancha de fútbol, bordeando los terrenos marcados con una señal de “reservados”, que según se me indicó son para uso comunitario. Asimismo, varias personas comentaron que se está buscando regularizar la situación de las familias que se encuentran fuera del terreno del Lote 68 del otro lado de la ruta, y que son en su mayor parte migrantes recientes sin lazos directos con las familias instaladas en los setenta. El plano indica que dentro del terreno del Lote hay sectores que no dependen del control de la Comisión Vecinal, sino que fueron ocupados por el estado. Uno es una planta transmisora del canal 11 de televisión provincial, conocida como “la antena”. Otra parcela pertenece a Radio Nacional y un sector aparece registrado como “reserva del ministerio”.5 Además de las calles trazadas en forma de cuadrícula, el barrio está atravesado por una red de senderos que unen viviendas, atraviesan los terrenos “reservados”, los predios institucionales y sortean varios alambrados, generando una red de circulación alternativa a las calles regulares. Por otra parte, algunos de estos senderos conducen a los montes cercanos al barrio. Uno, sobre los campos lindantes al Lote, el otro cruzando la ruta hacia el norte e internándose seis kilómetros más allá del alambrado. Entre los montes6 a los que van las mujeres en busca de materiales para confeccionar artesanías, los más visitados son un bañado sobre la ruta 11 a cinco kilómetros del Lote, sobre el arroyo Perdido, y un embalsado (de mayor profundidad) camino a la ciudad, sobre la ruta 81. Los montes a los que se va a cazar están sobre las rutas nacionales 81 y 11, y sobre las provinciales 3 en los alrededores de Pirané y 16 cerca de Gran Guardia. También viajan a 7 otros montes a una distancia media de veinticinco kilómetros de distancia del Lote (ver figuras 3 y 4). Preguntas La primera forma en que escuché hablar a la gente del Lote sobre el monte fue en relación a las colonias rurales del interior, de las que la mayoría de ellos provienen. También fueron frecuentes la asociación entre este lugar y “los de antes”: “que todo lo que necesitaban lo sacaban del monte”, en contraste con ellos, que afirman no ir más allí. Sin embargo, cuando pasé más tiempo en el barrio observé que los traslados al monte eran regulares, y que tal como lo plantean las etnografías (Karsten 1932, Metraux 1944, Miller 1977), es diferente el uso del monte entre hombres y mujeres. La mayoría de las familias se abastecen de leña y muchas mujeres extraen recursos para fabricar artesanías. Me llamó la atención también que algunos hombres, con orgullo me contaron ser “mariscadores” (cazadores) y saber obtener comida del monte “hasta hoy”. En primera instancia, existen distintos motivos económicos para hacer uso del monte en una población con un alto índice de desempleo7 (Unesco 1996) y depende de los planes de empleo y asistencia alimentaria estatales para garantizar el sustento familiar. Por lo tanto, la mayoría de las familias encuentran en el monte una fuente de recursos. Si bien para la gente del Lote, el monte aporta recursos de manera limitada, a diferencia de lo que ocurre en zonas rurales, donde ésta es una alternativa económica significativa (Gordillo 1995), los recursos que permite obtener el monte motiva viajes regulares a este lugar. En especial las artesanías constituyen, según lo que afirman varias mujeres, “a veces lo único de lo que podemos comer”. Otra observación, que amplió el abanico de usos que representaba el monte, fue cuando un sábado a la mañana, en junio de 1998, me crucé en el Lote con Camila8, una maestra que trabaja en el nivel inicial. Me contó que estaba yendo a casa de una amiga para ir juntas a buscar totoras. Había dejado a sus hijos con el padre “porque son muy chiquitas para acompañarnos”. Se la veía relajada. Con una sonrisa, me explicó: “Queremos traer totoras para hacer bolsos. Cuando llego de trabajar y en cuanto tengo un ratito hago artesanías. Con eso ya tiro, porque con el sueldo no me alcanza para los tres chicos, ahora mi marido no tiene trabajo. Cuando voy al monte estoy tranquila, no me preocupo por nada, a veces no tengo tiempo de ir, me da totoras mi mamá, pero en cuanto puedo, voy”. Es decir que si bien Camila posee un empleo estable, lo que le permite obtener una fuente de dinero, mantiene la confección de artesanías. Se puede entender esta situación apelando a los motivos económicos anteriormente referidos; sin embargo esto no explica por qué se siente a gusto en el monte. Cuando empecé a preguntar específicamente por estos recorridos encontré que las mujeres no se prestaban a hablar sobre sus actividades en el monte, rápidamente me hablaban de la técnicas de producción, de rivalidades entre grupos de artesanas, entre otros temas; pero dejaban fuera de la conversación sus vivencias. Por el contrario, los hombres me contestaron entusiastas mis preguntas y describieron detalladamente sus habilidades y conocimientos. Estas primeras observaciones, y situaciones que parecían discordar, dispararon la pregunta de investigación, que sustentará todo este trabajo: ¿Cómo los toba del Lote 68, un asentamiento periurbano, producen al monte como lugar significativo en su experiencia, a pesar de que este sitio sólo aporta de manera marginal a la reproducción de su vida? De ésta se desprendieron otras preguntas más específicas. En primer término ¿en qué medida las actividades realizadas en el monte aportan a las economías familiares?, es decir si constituyen una alternativa para la 8 obtención de un sustento. Al mismo tiempo si ir al monte está asociado con la falta de recursos, no se explicaba cómo es que Camila, al igual que otras personas que poseen un empleo, van con cierta frecuencia allí. Por otro lado, existían otros aspectos no-económicos vinculados con el disfrute, la búsqueda de calma y de autonomía en los momentos en los que se está en el monte que mostraban la riqueza y los distintos niveles de significados que conlleva la práctica de internarse en él. En este último sentido otra pregunta que surgía era ¿de qué manera las actividades realizadas en el monte aportan a una producción cultural? La paradoja que motiva este trabajo puede plantearse entonces desde la observación, ya que resulta contradictorio que las personas del Lote vayan al monte (generando un esfuerzo considerable al trasladarse diez, veinte o hasta treinta kilómetros), aunque obtengan de esta actividad un aporte ínfimo a la economía doméstica. Más aun, frente a la afirmación de que “cada vez es más difícil encontrar animales y leña, en estos montes no hay nada” (dando a entender que deben ir cada vez más lejos). Debe tenerse siempre en cuenta que para ingresar a la mayoría de los montes necesitan entrar a campos privados, lo cual genera serios conflictos con sus empleados y propietarios. La paradoja es: si es económicamente marginal y sumamente peligroso (sobre todo para los hombres) ir al monte ¿por qué van y por qué es importante para sus vidas? Para focalizar la investigación, me formulé preguntas más específicas: ¿De qué forma el monte se constituye como lugar significativo para los toba dentro de movimientos estructurados (Grossberg 1992) que parten del Lote y atraviesan también la ciudad de Formosa? ¿Existen diferentes maneras de usar y pensar al monte en personas con situaciones ocupacionales diversas? ¿Cómo se apropian este lugar personas de distinto género, si se tiene en cuenta que hombres y mujeres hacen un uso diferencial del mismo? ¿En qué medida las prácticas y formas de pensar el monte son un referente en la producción de aboriginalidad del grupo? Luego de delinear estas preguntas me aboqué a la lectura sobre los pueblos indígenas chaqueños. Encontré que distintos trabajos etnográficos (Cordeu y Siffredi 1971, Karsten 1932, Métraux 1944, Miller 1979) plantean que para estos grupos los bosques, los pastizales y ríos eran la principal fuente de alimentos y recursos, en los que se basaba su modo de producción9 cazador-recolector. Este sistema de producción implicaba el acceso comunal a los recursos y formas particulares de trabajo. Asimismo, estas prácticas se realizan de acuerdo a la organización simbólica del mundo chaqueño10, que regula el acceso y uso de los recursos. En otro plano, el monte (y el río) se reconocen como lugares donde se concentran seres y fuerzas sobrenaturales y por lo tanto está vinculado al poder shamánico. Si se adoptara una lógica estructural, debería pensarse que cuando este modo de producción se desarticuló, a principios del siglo XX, las prácticas asociadas deberían haber desaparecido. Por otro lado, frente a la observación de lo que ocurre en el Lote, se podría plantear que las prácticas actuales asociadas al monte son una persistencia o residuo de una forma de vida anterior. Sin embargo estas prácticas se mantienen y no puede dejar de notarse que están insertas en un entramado de relaciones totalmente diferente a la estructura social anterior. Siguiendo a Bourdieu (2000), prefiero hablar de habitus, en tanto sistema de disposición socialmente adquirida, en lugar de pensar en prácticas estancas e inamovibles. Superando la aparente discordancia que genera la actualidad del uso del monte, una línea de trabajos desarrollados en comunidades rurales del oeste de la región chaqueña da cuenta de que las unidades domésticas indígenas mantienen en zonas rurales la caza, pesca y recolección, en tanto fueron funcionales a la expansión de la producción capitalista en la región que las subordinó a `principios de siglo XX (Gordillo 1992, Trinchero y Piccinini 1992, Trinchero y Leguizamón 1995, Trinchero 2000). Es decir que, en tanto estas 9
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