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Alonso de Cartagena. Iglesia, política y cultura en la Castilla del siglo XV PDF

300 Pages·1998·12.49 MB·Spanish
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.QJP ISy -TE ALONSO DE CARTAGENA. IGLESIA, POLÍTICA Y CULTURA ENLA CASTILLA DEL SIGLO XV TESIS DOCTORAL DE LUIS FERNÁNDEZ GALLARDO DIRECTOR: PROF. DR. JOSÉ MANUEL NIETO SORIA Catedrático de Historia Medieval en la Universidad Complutense \•1~IU\\I3h\UIU3UU~U1U 53Q984967 UNIVERSIDADCOMPLUTENSE 1-~ U-§bvI=Z DEPARTAMENTODE HISTORIA MEDIEVAL UNIVERSIDAD COMPLUTENSE MADRID, 1998 23154 1 PRESENTACIÓN La figura de Alonso de Cartagena, una de las personalidades más relevantes de la vida política y cultural castellana del siglo XV, ofrece numerosas facetas de interés para la investigación histórica. En virtud de una brillante carrera eclesiástica y política q-ue le llevó a ocupar destacados puestos en la jerarquía de la Iglesia y a desempeñar altas magistraturas del Estado, su presencia en los más relevantes episodios de la política castellana del momento es insoslayable. 1.- PERFIL ETOGRAFICC. Nacido en el seno de uno de los más importantes linajes de conversos, Alonso de Cartagena seguirá la sólita vía de promoción social de este grupo: una sólida formación jurídica que se pone al servicio de la institución monárquica, dentro de los altos cuadros de la Administración. Así, su trayectoria constituye un acabado ejemplo del grupo social de los letrados o titulados universitarios, cuya importancia en la conformación de la estructuras estatales modernas se ha puesto últimamente de relieve. Don Alonso cursó estudios de Leyes en la Universidad de Salamanca. Escogió la rama civilista del Derecho Común y sólo hacia 1410, cuando probablemente ya había adauirido el máximo grado académico como legista, iniciaría los estudios de Derecho Canónico, acerca de los cuales no queda constancia que coronara con el doctorado. Este predominio del Derecho Civil en su formación universitaria iba a ser determinante en la configuración de sus actitudes culturales, caracterizadas por una fuerte impronta jurídica. 2 Los primeros beneficios que recibió Alonso de Cartagena, y que a posteriori cabe considerar como el inicio de su carrera eclesiástica, tienen un carácter universitario, es decir, responden a las necesidades de subvenir al mantenimiento del entonces estudiante salmantino, en la medida en que los fue acumulando durante su estancia en la Universidad. Así, en 1407, siendo bachiller en Leyes, obtuvo una ración perpetua en Sevilla -curiosa coincidencia, como su padre. Durante los dos años siguientes recibió sendas canonjías en Cartagena y en Segovia. Antes de 1414 obtiene un prestimonio en Villaguillo y una cononjía en Salamanca. Asimismo, en Burgos le fue concedido ese mismo año uno de los 10 beneficios que podía otorgar graciosamente Benedicto XIII. Un salto cualitativo se aprecia con su promoción al deanato compostelano, que sitúa a don Alonso en el grado inmediatamente inferior al episcopal. Poco después recibiría, asimismo, el deanato de Segovia. Con el nombramiento como nuncio y colector apostólico (1413 se consolida definitivamente la carrera eclesiástica de Alonso de Cartagena, dado que este oficio constituía una suerte de trampolín para el acceso a altas funciones en la curia o al episcopado. Sin embargo, habrá que esperar casi dos decenios para su promoción a la sede burgalesa, lo cual exige una explicación, que habrá que buscar en los resultados poco lucidos de dicha gestión. Entre tanto tiene lugar la carrera política del ilustre converso. En 1415 ya consta su condición de oidor de la Audiencia Real. La exacta posición que ocupaba don Alonso en el delicado panorama de la política castellana la definiría su pertenencia 3 al Consejo del Infante don Juan de Aragón. Un episodio fundamental en la carrera política de don Alonso será su participación en las negociaciones entre Juan II y el Infante don Enrique, tras el golpe de estado de Tordesillas (1420) La habilidad mostrada en tan arduas negociaciones le iba . a asegurar un relevante puesto en la diplomacia castellana. Y en efecto, en la trayectoria política de Alonso de Cartagena presentan especial relieve sus misiones diplomáticas en Portugal y en Basilea. Así, en 1421 es enviado a la corte lusa para proseguir las negociaciones promovidas a raíz de la paz de 1411. La importancia de esta embajada se pone de manifiesto especialmente en sus repercusiones culturales, pues allí inició don Alonso su producción literaria, en su doble vertiente de obras originales y traducciones, a la vez que tomó contacto con las obras de los humanistas italianos, que los hombres de letras portugueses le facilitaron. Basilea constituye la culminación de la carrera diplomática del preclaro converso. La faceta que ha centrado la atención de sus biógrafos se refiere a la defensa de los intereses castellanos en el conflicto protocolario con los ingleses y en el contencioso luso-castellano sobre las Canarias, avivado por las maniobras portuguesas para obtener el reconocimiento de sus pretensiones a la soberanía sobre las Canarias por parte del Pontificado y del concilio. Don Alonso llevó a cabo dicha defensa mediante sendas obras de carácter eminentemente jurídico, el discurso De preemuinentía y las Aliagationes, donde se plasman su pericia como legista y su erudición histórica, y que constituyen las iniciativas propagandísticas más importantes llevadas a cabo 4 en la diplomacia castellana durante el reinado de Juan II. Asimismo, el embajador castellano participó muy activamente en las tareas conciliares. Tal vez la favorable impresión causada por su discurso De preeminantia decidiera su rápida incorporación a la burocracia conciliar. Asimismo, fue promovido a la sede burgalesa. Las actas conciliares dejaron abundantes testimonios de la participación de don Alonso en las tareas conciliares relativas a las grandes cuestiones allí tratadas: la Reforma, el conflicto con Eugenio IV, la unión con los griegos y la cuestión husita. La estimación de sus cualidades como negociador decidieron su incorporación al cuadro diplomático conciliar. Así, fue designado como miembro de la embajada enviada al emperador Alberto II. En Centroeuropa desarrolló una importante actividad como mediador entre los reyes de Polonia y Hungría. De vuelta a Castilla, con el prestigio acrecido por sus éxitos diplomáticos, se incorporó a sus antiguas funciones como oidor y consejero. Su participación en la vida política castellana se desarrolló especialmente en los ámbitos de la negociación y de los actos ceremoniales. El episodio más destacado fue la caída en desgracia de Álvaro de Luna. El obispo de Burgos antepone la fidelidad a la institución monárquica a los compromisos personales. Ya provecto, de seguro desaprobaría en su tuero interno el irregular proceso con que se pretendió dar apariencia legal a la ejecución del valido: en la Anacephaleosis dejaría un ambiguo testimonio de su posición al respecto. Tras la muerte de Juan II, continuó ejerciendo sus cargos 5 de oidor y consejero. Sólo fue testigo del esperanzador comienzo del reinado de Enrique IV, cuyas campañas granadinas ponderaría entusiasmado en la Anacephaleosis. Tan intensa actividad política no le impidió desarrollar una considerable producción literaria que comprende una amplia variedad de intereses intelectuales. Ahora bien, la casi totalidad de su obra literaria puede decirse que obedece al requerimiento y la petición de un magnate o del mismo rey, antes que a la iniciativa propia. Precisamente por ello, tanto sus traducciones (de Cicerón, Séneca y Boccaccio) como sus obras originales constituyen un fiel testimonio de las aspiraciones intelectuales —y, asimismo, las limitaciones- de la Castilla del Cuatrocientos. Alonso de Cartagena viene a ser el mediador más cualificado entre las culturas letrada y caballeresca. Desde esta perspectiva, su obra constituye uno de los mayores esfuerzos por hacer accesibles a la nobleza determinados aspectos de la cultura letrada. II. PLANTEAMIENTOS HISTORIOGRAFICOS. - Es obvio, por tanto, el interés que ofrece tal personalidad desde los presupuestos de la actual historiografía. Dentro del estudio de la génesis del Estado Moderno, una importante línea de investigación se ocupa de la contribución de la Iglesia a este largo y complejo proceso. La Iglesia proporcionó maduros y experimentados modelos para la configuración institucional y administrativa del Estado Moderno. Asimismo, la Iglesia proveyó importantes recursos humanos, de manera que su presencia en las 5 principales instituciones (especialmente la Audiencia y el Consejo Real) constituye un dato esencial de la sociología del poder en la Castilla trastámara’. Y es que la creciente complejidad de la acción de gobierno exigía una cualificación de los cuadros administrativos: de ahí la presencia cada vez mayor de letrados, titulados universitarios, en las nuevas institucionest Esta importante presencia de la Iglesia en el Estado tenía inevitablemente que teñir y condicionar la ideología que sustentaba las nuevas estructuras de poder. A este respecto, es de destacar la impronta de la cultura letrada en la literatura política de la época. Un hecho sumamente significativo es el enriquecimiento de los referentes culturales -lo que Elack ha Las líneas maestras de investigación sobre estas cuestiones fueron trazadas en VERGER, 3., “Le transfert de modéles d½rganisation de 1/Église á JYÉtat á la fin du Moyen Áge”, ÉÉat et Église dane la genése de lÉtat Moderna, ed. 3. Ph. Genet S. Vicent, Madrid, 1986. Para su aplicación al caso - castellano, vid, las propuestas de análisis en NIETO SORIA, 3. Nl., “La configuración eclesiástica de la realeza Trastámara en Castilla (1369-1474). Una pespectiva de análisis”, S.R.M., 13 (1990) Pp. 133-162, y la síntesis de IDEM, Iglesia y génesis del , Estado Moderno en Castilla (1369-1480), Madrid, 1993. Sobre el papel de clérigos y juristas en la gestación de ¿ las estructuras estatales modernas en la Castilla bajomedieval, vid. PESE:, Nl. GUTIERREZ CUADRADO, 3., “Clérigos y juristas en - la Baja Edad Media castellanoleonesa”, Senara. Revista de Filoloxía, III, Anexo II (1931), Pp. 7-110; PESET, Nl., “Clérigos y universidades en la Baja Edad Media castellanoleonesa”, État et Église, Pp. 63-71. Para la presencia de universitarios en la Administración castellana bajomedieval, vid. PHILLIPS, W. D., “State service in fifteenth-century Castile: a statistical study of royal appointees”, Societas, VIII (1973), Pp. 115-136; IDEM, “University graduates in castilian royal service in the fifteenth—century”, C.H.E. (Homenaje a don Claudio Sánchez- Albornoz) IV (1936) Pp. 475-489) , , 7 denominado como “languages”- en la elaboración del discurso político en la Castilla del siglo XV: la Antigúedad clásica y el Derecho Común contribuirán notablemente a la fundamentación ideológica del poder real. La novedad estriba en la amplia difusión de dichos referentes fuera del estricto círculo de los letrados: la obra de un Diego de Valera constituye el testimonio más elocuente. Ahora bien, las relaciones entre Iglesia y Estado no se agotan en la simple influencia de aquélla sobre éste. En la medida en que constituían ambitos de poder netamente definidos, la tendencia de la Monarquía a ampliar el radio de la acción gubernativa tenía que chocar inevitablemente con la Iglesia, que defendía tenazmente sus privilegios y prerrogativas. La conflictividad surgía en los ámbitos jurisdiccional y fiscal. Y es a este respecto donde ofrece especial interés la presencia de eclesiásticos, sobre todo de la alta jerarquía, en las instituciones de la Monarquía, que veían escindida su fidelidad entra la Iglesia y el Estado. Por todo ello, la trayectoria biográfica de Alonso de Cartagena puede aportar datos de interés para profundizar en el “Educated people employed several distinct Manguages’ in the special sense of separate vocabularies (ah written in the mme tongue) witb their own concepta, prose styles, methods of argument and criteria of judgement, standard texts and authorities: distinct ways of articulating and presenting to their audiences political facts and ideas.” (BLACK, A., Political Thought in Europe, 1250-1450, Cambridge, 1992, p. 7) Así, este . autor distingue entre el discurso teológico, el vernáculo, el de la ciencia jurídica, el ciceroniano y el aristotélico (Pp. 7-9) Para su aplicación al caso castellano, en vez del discurso ciceroniano, habría que hablar del de los autores clásicos en general, entendido no como un cuerpo doctrinal coherente, sino como un arsenal de máximas cuya autoridad residiría en el prestigio cultural de la Antigúedad. 5 conocimiento de las cuestiones enunciadas. Junto a este valor cabría decir instrumental, dicha figura tiene su propio interés. Y ello básicamente por dos razones. En primer lugar, el protagonismo asumido por don Alonso en la diplomacia castellana da lugar a que profundizar en el estudio de esta faceta de su biografía contribuye a enriquecer el conocimiento de la política exterior castellana, especialmente en lo que se refiere a los aspectos ceremoniales, a los que actualmente se reconoce un interés y una significación considerablest Por otra parte, la producción literaria del prelado burgalés le otorga a su figura un valor intrínseco. En ella cabría observar a su vez dos facetas. Una estrechamente ligada al desempeño de sus actividades políticas y eclesiásticas, esto es, la que representan obras como De preeminentia, las Allegationes, el discurso pronunciado ante Alberto II, el Defensoriurn unitatis christianae, determinados discursos pronunciados en Basilea. La riqueza de las modalidades discursivas y de los referentes culturales les confiere un lugar destacado en la literatura política de la época. Es más, desde los presupuestos de la actual investigación sobre ideología política, atenta a su efectividad social, tal y Para la significación política de lo ceremonial, vid. NIETO SORIA, J, Nl., “Propaganda política y poder real en la Castilla trastámara: Una perspectiva de análisis”, A.E.M., 25 (1995) pp. 503-507. , Para la renovación de los planteamientos de la historia política, vid. ELOCKNlANS, W. P., “La nouvelle histoire politique”, lithistoire et ses méthodes, Lille, 1951, Pp. 109-121. 9

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